El Ultimo Cazador de Sombras 5 - Un Cuento de Hadas

Fue horrible.

Había deseado en muchas ocasiones tener la oportunidad de viajar a través de un portal, su padre le había hablado de ellos, incluso Hodge le habló de ellos, le habían contado que solo los brujos eran capaces de hacer portales. Alec tenía un viejo diario, una reliquia que su padre había guardado y en donde se narraba la historia de la creación de los portales, el diario era de Henry Branwel, un Cazador de Sombras y según su diario, un brujo al que a través de sus letras, pudo saber que estimo mucho, ese brujo se llamaba Magnus Bane y de él, no sabía nada. Henry no había escrito en su diario la advertencia sobre tu primer viaje en portal, debió haber escrito: “Asegúrate de no haber ingerido alimento alguno antes de adentrarte en la luz brillante”.

Alec cayó sobre el piso mojado de un callejón oscuro y desconocido, se quejó y agradeció el hecho de que hubiera terminado el viaje, sin importar que ahora estaba cubierto de lodo.

Alice se acercó para ayudarle.

—Tomate tu tiempo, es la primera vez que atraviesas un portal, debes de estar desorientado.

—Yo diría que algo más que eso, pero lo dejaremos en desorientado si quieres.

Le ayudó a levantarse y caminaron juntos hacia la esquina del callejón, Alice se había encargado de colocar en ambos un glamour, entonces y aun con la ayuda del hada, Alec estuvo a punto de caer.

—Suerte que no estamos lejos, es este edificio.

—¿Quien vive aquí? ¿En dónde estamos?

—Pronto lo sabrás, pero necesito que me des unos minutos primero, estas personas se sorprenderán mucho al verte así que necesito explicarles antes, o por lo menos intentarlo.

—¿Ellos me conocen? —preguntó el chico recargándose en la pared de ladrillo rojo.

Alice le miró fijamente y su expresión parecía divertida, Alec no creía que hubiera dicho nada remotamente divertido.

—Sí, sí, ellos te conocen bien. Vamos.

Se apoyó en el hada, Alec pudo leer el nombre de la calle a lo lejos cuando giraron en la acera, era Greenpoint, pero no se veía como cada noche, las aceras estaban llenas, había aparadores de tiendas lujosas, museos y gente, mucha gente, estaba seguro de que el toque de queda debió haber empezado hace horas y que las calles nunca se habían visto tan vivas como ahora, incluso las luces de la ciudad parecían brillar con mayor intensidad.

Ellos entraron a un edificio, le ayudó a sentarse en las escaleras.

—Espera aquí, te prometo que seré breve y que ellos te ayudaran a sentirte mejor.

Alec movió su mano para no tener que hablar, incluso eso le dolía, ciertamente Alice podía hacer lo que quisiera siempre y cuando le dejare descansar en esa escalera un par de minutos.

—Bien, —dijo la chica apresuradamente cuando subió de igual manera las escaleras dejándole abajo.

Alec pegó la frente a la pared, el dolor era insoportable, sabía que estaba herido, pero no lo había resentido tanto hasta que atravesó ese portal. Había demasiado ruido afuera como para que su curiosidad no se despertara. Lenta y dolorosamente se levantó ayudándose de la pared, de la misma manera salió, pudo ver la escalinata y a los costados de ella las flores que estaban delicadamente cuidadas, no recordaba haber visto flores desde hace mucho tiempo, las seguía observando cuando un grupo de chicos paso frente a él, claro que no lo veían, pero él a ellos sí, y se sorprendió al ver lo jubilosos que estaban, y lo poco cuidadosos que eran al caminar, como si la noche no fuera más que eso, una noche normal y sin amenazas.

Todo era tan extraño, todo brillaba más, olía mejor, la multitud que paseaba por la lujosa calle se veían absurdamente feliz y tranquila. Alec sacudió la cabeza y decidió volver a la escalera, al girar pudo ver el timbre y de bajo el nombre de quien vivía, esa era una básica forma de descubrir a quienes venían a ver. El chico leyó una y leyó dos veces para estar seguro de que había leído correctamente. Incluso cuando estaba seguro, no podía entender lo que pasaba.

  • !Oh, maldición! —dijo cuando entendió.

Familia Lightwood-Bane. Decía la placa dorada.


* * *


Te amo, creo que demasiado. —dijo Magnus sentado en el sillón de su sala de estar—. Definitivamente demasiado.

Alec sonrió y se sentó despreocupadamente a su lado, el hombre recargó su cabeza en el hombro del brujo claramente agotado.

Alec dejó salir aire fuertemente.

Tener a Max ya era cansado, ahora tener también a Rafe es... Agotador.

Magnus rio y Alec de inmediato sintió su reacción.

¿Qué pasa? —preguntó su novio intrigado—. ¿Dije algo gracioso?

Es algo gracioso —le respondió el brujo tomando su mano—. Considerando todo cuanto hiciste para lograr traer a Rafe con nosotros, si lo pones en perspectiva… Eso sí que fue realmente agotador, fuera de los limites.

Alec lo pensó solo un poco.

¿Prioridades?

Tus prioridades son mesuradamente bondadosas.

Alec movió su cabeza.

Con lo que pasa contigo, los demás brujos, Rafe y lo que sucede en Los Ángeles, debes de pensar que no te doy un respiro. —El hombre se escuchó cabizbajo.

Magnus no lo soportó y levantó su barbilla con dos de sus largos dedos, algo que hacía desde siempre.

¿Estas bromeando? Porque no hay forma en la que tu pienses que cualquier prioridad tuya no sea mía también, estamos juntos en esto, tenemos dos hermosos hijos, son nuestros y no será de otra manera, no lo permitiré.

Alec recuperó por completo su confianza, no había palabras que salieran de la boca de Magnus que no creyera, lo amaba demasiado, sabía que era correspondido y confiaba en él con corazón y alma.

Tampoco lo permitiré. —Respondió Alec sonriendo.

Magnus se tumbó de nuevo en el sillón con gracia.

Pero si a futuro piensas dejar que nos superen en número, solo avisa, porque quizás eso puede ser demasiado para mí.

Alec jaló el cabello de Magnus con cariño.

Nada nunca es demasiado para ti.

Me asusta un poco la forma en la que sutilmente no descartaste la idea—. Magnus subió su mano para acariciar el cabello revuelto de Alec—. Me asusta un poco más darme cuenta de que me encantaría.

Alec le sonrió delicadamente.

Sabes lo que creo: Nosotros no encontramos a nuestros niños, nuestros niños nos encontraron a nosotros.

La última parte la dijeron ambos al unísono en una forma en la que Magnus le dio la razón.

Es verdad —Magnus atrajo más hacia si a Alec para ambos recostarse en el sillón—. ¿Ellos están?…

Dormidos.

Grandioso —El brujo se acercó para buscar los labios de su novio, pero se detuvo en medio movimiento al sentir el cambio en el ambiente.

¿Qué ocurre? —Preguntó Alec rápidamente, pero era un Cazador experimentado y se dio cuenta de lo mismo que Magnus, volteó hacia la entrada con ojos hechos unas líneas severas—. ¿Qué es?

No qué —le respondió sin poder quitar también su mirada de la puerta y levantándose—. Quién.

Magnus caminó por la sala hasta la entrada para abrir la puerta principal, detrás de ella se encontraba una mujer de cabello azul, lo llevaba trenzado y este caía casi hasta el suelo. A Alec solo le tomo un segundo pasar sobre el Glamour y ver las orejas en punta y las alas de la chica.

Alice. —dijo Magnus sin emoción—, ¿Qué te trae aquí, este día? ¿Miraste acaso lo que pretendía usar y viniste a advertirme sobre la mala combinación? —Volteó hacia Alec y guiño un ojo para darle confianza al joven confundido—. Como si eso fuera posible.

La chica hada hizo un esfuerzo sobrehumano para sonreír.

Me da gusto saber que tu sentido del humor sigue intacto. ¿Me permites pasar?

La respuesta no llegó de inmediato, no como vendría cuando de una visita inesperada pero agradable se tratará, Magnus lo pensó un par de segundos, su rostro era tenso, aun cuando sonreía, Alec pudo notar la verdad en estado y noto lo mucho que le costó decir sí.

Magnus finalmente le indicó con un gesto que podía pasar.

Alice entró no sin antes dejar notar el alivio que le recorrió, definitivamente había llegado a dudar por un momento en si Magnus le dejaría entrar. Una vez dentro se quedó observando a Alec sin poder disimular, lo escudriño sin pena de pies a cabeza y de regreso.

Hermoso ¿cierto? —el brujo se movió entre ambos como si intentara mantener una barrera entre ella y Alec—. Él es mi…

Sé quién es.

Algo que no me sorprende. —Aseguró el brujo—. Ciertamente nada de lo que puedas decir y que sea fantástico podría sorprenderme si surge de ti, Viajante.

Alice no respondió a eso aun cuando Magnus parecía estar acusándola de algo.

La tensión que había entre el hada y el brujo aumentó demasiado rápido para Alec.

¿Me dirán que ocurre? —preguntó finalmente.

Magnus se movió aún más cerca de él al notar su descontento.

Querido Alexander, te presento a Alice, un hada del reino…

Sabes que no poseo un reino.

Un agente libre. —Completó la frase Magnus―. Bueno, evidentemente su nombre no es Alice, eso lo sabemos. Es así como ella quiere ser llamada, eso también lo sabemos... Lo que no sabemos es que haces aquí.

Alice bajó su mirada por un momento provocando que la ansiedad aumentara en Magnus. No saber por dónde comenzar era una señal de enormes problemas cuando se trataba de un hada, cuando se trataba de Alice, era señal de un caos catastrófico, literalmente.

El hada finalmente lo afrontó y soltó las palabras como si fuera su única alternativa.

Hice algo que quizás no debí hacer.

Esa es una muy mala forma de comenzar una conversación —dijo Magnus—. Sobre todo, si eres tú quien la inicia.

Alice había caminado un poco por el departamento, la última vez que había visitado a Magnus este vivía en una casa victoriana en Londres, su nuevo hogar era muy diferente, muy confortable, moderno y lleno de juguetes y artículos de bebes, le preguntaría sobre ello en la primera oportunidad.

Eres una de las pocas personas que conoce mis habilidades, de lo que soy y no soy capaz. —Ella tomó aire fuertemente—. Lo que diré a continuación no te agradará.

Al menos que sea la destrucción del mundo, supongo que podemos con lo que sea. —dijo optimista el brujo.

Alice observó a Magnus y el brujo deseó estar equivocado.

Destrucción del mundo... —Repitió incrédulo—. Tenía que ser.

Alec no permaneció más tiempo en silencio.

Magnus ¿Qué ocurre?

Miraba fría y duramente al hada, Alec era incapaz de hacer daño sin razón alguna, pero esta desconocida no sabía eso, los Cazadores de Sombras eran conocidos por ser descorteses con los subterráneos. Y ésa era su casa, Magnus su marido y sus dos pequeños niños dormían en la habitación de junto, podía ser descortés con quien quisiera si eso mantenía a su familia segura.

Magnus comenzó su explicación antes de que Alec tomara alguna daga y convirtiera el momento en algo incómodo.

Alice es un hada especial, tiene habilidades incomparables a cualquier cosa que conozcas o incluso hayas escuchado hablar, ella… Viaja entre dimensiones.

Las hadas viajan entre dimensiones —Respondió el hombre sin sonar nada impresionado por un hecho ya bien conocido.

Lo hacen —estuvo de acuerdo Magnus—. Pero no a voluntad, por lo menos no como ella y tampoco pueden manipular el tiempo, ningún otro ser conocido lo ha hecho, sólo ella.

Entonces Alec miró a Alice como si ella fuera un objeto extraño mientras Magnus continuaba su explicación.

Alice había permanecido los últimos cien o ciento diez años sin aparecer. Los rumores decían que habías vuelto a tu dimensión de origen —Magnus sonrió forzosamente—. Estoy ansioso por escuchar el porqué de este aislado acontecimiento. Sin mencionar que el acontecimiento sea precisamente en nuestro hogar.

Alice tenía que ser concisa.

Me involucre. —Dijo con su voz ligera—. Me topé con una dimensión diferente a esta, fui atraída a ella por la energía demoníaca que emitía y lo que vi no me gusto.

Ambos hombres la observaron como si presagiaran la confesión de un crimen.

—También viaje en el tiempo en ella —Continuó Alice con su explicación—. Y… lo que sucede… Simplemente no pude mantenerme al margen. Lo que sucede en esa dimensión después de unos años nos afecta a todos.

Viajar entre dimensiones es en contra de La Ley —dijo Alec—. Aun cuando las hadas pueden hacerlo se les está estrictamente prohibido hacerlo. Es algo muy peligroso que ningún ser debe hacer. Probablemente han sido tus propios viajes los que provocaron un desequilibrio.

No puedo discutir eso. —A Magnus le gustaba la forma en la que Alec tomaba los problemas para comenzar a resolverlos.

Me mantuve al margen, —repitió Alice al sentirse acorralada—. Hasta que no pude hacerlo más. No hubiera sido correcto que no hiciera nada. Lo que hago lo hago para ayudar, no tengo ninguna otra razón.

Alec y Magnus compartieron una mirada.

¿Has venido aquí para buscar la ayuda de Magnus? porque no dejare que se involucre en este tipo de situaciones, es muy peligroso y él no está...

Sé lo que está pasando, la energía de los brujos está siendo afectada y no quiero complicar más las cosas aquí, pero créanme cuando digo que vengo de un lugar mucho peor y que no tiene esperanza. —Ella miro hacia la entrada con un anhelo indescifrable para ambos hombres—. Por lo menos eso creía.

Ella suspiro recuperando el enfoque.

No vine aquí solo por Magnus. —declaró.

¿Qué otra cosa podías buscar? —Los ojos de gato dorado verdoso se hicieron dos líneas severas.

Alice respondió con una mirada, una fuerte y firme que se enfocó en el Cazador de Sombras.

¿Quieres ayuda de Alec? —preguntó Magnus.

De La Clave — Corrigió su amado sin preguntar, esa tenía que ser la única respuesta.

Si quieres involucrar a La Clave, es tu decisión. —dijo Alice—. Como dije, esto nos afecta a todos. Y a ti… Más que a cualquier otro.

¿A qué te refieres con eso? —Magnus era una persona difícil de sobresaltar o impresionar, pero la calma que siempre le representaba estaba abandonándole rápidamente—. ¿Por qué?

Te lo dije: porque esto le concierne más a él de lo que nos podría concernir a cualquiera en esta dimensión.

Las manos de Magnus brillaron en azul y camino hacia Alice lentamente de manera amenazante e inesperada.

¿Has involucrado al padre de mis hijos en esto? ¿Cómo te atreves?

Magnus. —Le llamó Alec en forma de advertencia para intentar calmarlo.

No fue mi decisión. —dijo Alice en un intento débil de explicarse—. Y… Estrictamente no estamos hablando del padre de tus hijos.

Alice, la viajante, será mejor que nos des más información antes de que…

El hada se había cansado de las palabras, inhaló aire con fuerza hastiada y camino hacia la entrada y abrió la puerta. Ella se asomó por la escalera.

Está bien —Dijo amablemente a alguien abajo—. Ya puedes pasar.

Magnus y Alec de nuevo compartieron una mirada, ellos se encontraron con la sorpresa de que ambos estaban preparados para enfrentar cualquier peligro que se atreviera a amenazar a su familia, Magnus había conjurado el arco de Alec el cual apareció discretamente a un paso de distancia del cazador, Alec movió la cabeza aceptando la ayuda silenciosa. Estaban listos para conocer a la persona a la que Alice le hubiera concedido el pase.

Se escuchó el sonido de pasos ligeros y lentos subiendo.

Todas las leyendas son ciertas; era algo que todo el que vivía dentro del mundo de las sombras conocía, incluso aquellas que solo habían sido escuchadas por los más antiguos brujos, las historias perdidas en los siglos podían ser verdad y podían llegar a ti sin poder anticiparlo.

Alec y Magnus creían en los viajes entre dimensiones, ellos habían escapado de una dimensión en donde la tierra se había convertido en infierno, pero ni siquiera ese ya inverosímil viaje los podía preparar para aceptar lo que tenían frente a ellos. Magnus no vió a Alec de regreso, le fue más fácil mirar hacia una fotografía de años pasados de su amado que estaba sobre la repisa de la chimenea, incluso entonces, no se miraba tan joven como este Alec parado frente a ellos, sin hablar, sin moverse, con ojos enormes, azules y aterrados. Se veía temeroso como hacía años no lo miraba, pequeño como nunca lo fue y claramente mal herido.

El silencio fue abrumador por varios instantes hasta que Magnus, el brujo difícil de sorprender, habló.

Oh. —exclamo con falsa tranquilidad—. Otro Alec, esto es como navidad para mí.


* * *


Esto no está bien —dijo Magnus mientras caminaba de un lado a otro de la habitación, era el más inquieto ahí ya que extrañamente, Alice y ambos Alec estaban muy tranquilos—. Estoy muy seguro de que nunca debe haber más de un mismo individuo en una misma dimensión.

El hada sonrió mostrando sus dientes un poco en punta.

Estas en lo cierto. —No parecía demostrar ni una pizca de arrepentimiento o preocupación al respecto—. Siempre lo estas, Magnus.

Magnus se detuvo sólo para confrontarla.

Esto no es ninguna broma.

Basta los dos. —Dijo el Alec mayor con voz firme mientras daba a su otro yo un vaso con agua, el chico estaba sentado muy quieto sobre el sillón—. No te vez muy bien ¿Qué te pasó?

Alec se limitó a tomar el vaso y beber toda el agua, por alguna razón estaba sediento y seguía terriblemente desorientado, y el que estuviera ahí en medio de estos desconocidos quienes le miraban como un bicho raro no ayudaba a mejorar, y el ver a este hombre que era como verse a sí mismo con cinco, quizás seis años más de edad, tampoco lo hacía.

¿No habla? —preguntó Magnus levantando una ceja.

Lo hizo hace un par de minutos, tal vez sólo habla con las personas que le agradan.

Magnus cerro dolorosamente sus ojos, pero debía esperar a tener la oportunidad de castigar a Alice de alguna manera, ahora, el hada tenía muchas preguntas que responder.

¿Y de qué hablaron? – Insistió el brujo.

La actitud de Alice no ayudo en nada, ella rodó los ojos al cielo.

No profundizamos ¿Si, Magnus? Sólo hablamos.

¿Podrían? —les hablo finalmente Alec—. Dejar de hablar como si yo no estuviera aquí. Claro que hablo, es sólo que…

Esto es demasiado para todos nosotros —dijo el hombre mayor con su mismo rostro y sus mismos ojos—. Entiendo que para ti debe ser peor, pero necesitamos entender que ocurre. ¿Puedes ayudarnos con eso? – Pidió amablemente.

Alec no recordaba la última vez en la que un adulto le hablaba como un igual, la paz que su otro yo transmitía le envolvió con mucha facilidad, le respondió moviendo la cabeza.

Yo no sé mucho —habló tímidamente—. Sé que estaba luchando contra esos demonios y creí que moriría, entonces Alice apareció y me trajo aquí. Sé que es otra dimensión... En donde tomo asteroides o algo ¡Eres enorme!

La actitud del chico le hizo despertar su curiosidad aún más.

¿Qué edad tienes? —le preguntó sonriendo.

Dieciséis.

Eso lo explica, soy mayor que tú.

Magnus se acercó a su Alec, era algo que hacía sin darse cuenta, estar hombro con hombro con él era una forma de autodefensa.

¿Te veías así a los dieciséis? —pregunto.

Alec observó con mayor detalle al chico sentado en el sillón, observó las marcas en sus brazos, no de runas, la mayoría eran de heridas cerradas, sus brazos eran delgados, sin musculatura, su rostro estaba demacrado, cubierto en sangre e icor, bajo sus ojos había grandes sombras negras de cansancio.

No. —dijo Alec serio—. Definitivamente no. Pero… No lo entiendo ¿Qué hacías tu solo luchando con demonios? Claramente no llevas siquiera el equipo de combate, ¿En dónde están los demás? ¿Y tus hermanos?

No tengo hermanos, fui hijo único.

El rostro del Alec adulto cambió, Magnus tomó su mano y la presionó con fuerza y éste le miró de regreso con ojos aterrados pidiéndole ayuda para comprender eso.

No puede ser hijo único, eso es imposible ¿cierto?

Calma, cariño, recuerda que es otra dimensión, no olvides eso.

¿Tú tienes hermanos? —La voz del chico fue casual tras su pregunta inofensiva, pero Alec mayor sintió que le preguntaron el equivalente a si tenía órganos internos.

Si —Respondió rápidamente—. Claro que tengo, tengo tres.

Siempre serian tres, sin importar que Max no estuviera con ellos.

Oh, que cool.

Alec sacudió su cabeza intentando despejar la simple y horrible idea.

¿Que… qué hay de tu parabatai? ¿En dónde está?

Alec sonrió, pero Alec mayor no creyó haber preguntado nada mínimamente divertido.

Apenas conozco a un par de Cazadores, uno de ellos es malvado, por cierto… ¿Y esperas que tenga un parabatai?

El hombre llevó una mano a su boca. Magnus decidió intervenir preocupado por la reacción de su Alec.

De acuerdo, nos detendremos aquí antes de que Alexander tenga un colapso nervioso. —El brujo tomo el rostro de su Alec entre las palmas de sus manos—. No olvides lo que te dije, ¿sí? estaremos bien, cálmate mi amor.

Comenzaron un breve dialogo privado entre ellos, mientras su visitante interdimensional les observaba fijamente, para Alec era muy obvio que eran pareja, incluso más que eso, recordó el nombre bajo el timbre, ellos habían juntado sus apellidos para formar un nuevo nombre, uno que los representara a ambos como una unidad, ellos estaban en un mundo que cada vez se veía más inalcanzable, como un cuento que había tenido un final feliz.

¿Qué harán ahora? —Pregunto Alice interrumpiendo a la pareja en su conversación y a Alec en sus pensamientos.

Magnus no tenía ya paciencia para Alice.

¿Tú preguntas eso? Fuiste tú quien lo ha traído.

El hada movió la cabeza rápidamente aceptando ese hecho.

Y fue una gran interferencia de mi parte, de ahora en más seré precavida por lo que pueda pasar.

Y ahora se te ocurre abandonar el barco —la acuso Magnus y después regreso su atención a su Alec—. Tú decides.

Había algo en la forma en la que Magnus miro a su pareja que hizo que se sonrojara, era muy evidente el apoyo que se brindaban, Alec los había conocido apenas hacía unos minutos y ya podía darse una idea del amor que ambos se profesaban.

Bien, hermanos, parabatai… Otra cosa que envidiarte.

No quiero causar problemas. —Se puso en pie con dificultad—. Gracias por salvarme, pero creo que debo volver.

—No aún. —Le aseguro Alice—. No es posible que abra un portal de regreso aun y no es posible que sobrevivas al viaje.

Los ojos de Alec se abrieron aterrados.

Magnus reclamó al hada.

¿Quizás quieras mantener tu boca cerrada? Por un tiempo sería excelente.

¿Voy a morir? —preguntó Alec y ambos hombres le miraron como si miraran a un hijo.

Le calmaron fraternalmente.

Claro que no.

En lo absoluto, estarás bien.

Te llevaremos al Instituto. —declaró el Alec mayor.

Excelente idea —respondió Magnus—. Haré un portal.

No creo que eso sea una buena idea. —dijo Alice nerviosa—. El pequeño Alexander acaba de usar por primera vez un portal, sin mencionar que no fue de un lugar a otro si no de una dimensión a otra. Debe estar a punto de colapsar, me extraña que no lo haya hecho ya.

¿Primera vez? —le preguntó su yo mayor—. Dime algo ¿Acaso no eres un Cazador de Sombras?

La pregunta le tomó por sorpresa y respondió de manera defensiva.

Lo intento ¿de acuerdo?

Su versión mayor tenía un fuerte deseo de seguir preguntando, pero el hombre Magnus tocó su hombro haciendo que la paz volviera, Alec nunca había visto ese tipo de interacción entre dos personas, era como si las extremidades de uno fueran también las del otro. Palabras adecuadas, movimientos perfectos, estaba comenzando a tener nauseas.

Tenemos que llevarlo de alguna manera. —Dijo el hombre alto con ojos de gato.

Alec Mayor sacó su teléfono desde el bolsillo trasero de su pantalón.

Llamaré a Simon, tiene ese auto que usa cuando está en la ciudad, le pediré que venga a recogernos.

Alec observaba a Magnus mientras este hacia lo mismo con su amado, estaba preocupado, sin duda lo estaba, le observó fijamente mientras este se retiraba un poco para hacer la llamada, no se había dado cuenta de que en algún momento esos ojos dorados se habían posado en él. Intentó disimular moviendo rápidamente la cabeza.

Acompáñame —le pidió el brujo sonriendo—. Tienes que limpiarte un poco, amiguito.

El hombre le indicó el camino, mientras caminaban por el corredor, Alec tropezó un par de veces con diferentes juguetes.

Debes disculparnos, no somos muy organizados.

Había fotografías por toda la pared, en verdad se sentía mal.

Y este… Instituto… ¿Es una especie de escuela?

Magnus se detuvo, su rostro era una máscara indescifrable.
¿No conoces los institutos?

El joven sacudió la cabeza.

No, no que yo recuerde.

Magnus tomó la información con tranquilidad, también una gran bocanada de aire y sonrió de la forma en la que lo haces para no alterar a tu interlocutor.

Te agradecería mucho que dejaras que fuera yo quien le de esa información a.… Ya sabes… Mi Alec.

Alec se encogió de hombros.

Claro, no hablaré más de lo necesario, se está poniendo algo…

El chico levantó ambas manos y las movió como si un gato hubiera saltado con sus uñas salidas. Magnus rio.

Que tierno eres, quisiera poder conservarte, pero estoy seguro de que debe haber algo muy malo en intentarlo.

Eso creo, no puedes quedarte con las personas, porque… Ya sabes, no son objetos.

Magnus continúo guiándolo por el corredor, el hombre movió la mano como si espantara una mosca.

Tecnicismos.

El brujo amablemente indicó en donde podía ducharse, le aseguró que encontraría un cambio de ropa en la habitación de al lado y que era libre de sentirse en casa.

Aunque, está en realidad si es tu casa.

Gracias.

Entro a la regadera y dejó que el agua caliente comenzara a relajar sus músculos, había partes de su espalda y pecho que ardían, la suciedad se fue por el sumidero rápidamente, se sorprendió al ver la misma botella de shampoo que usaba en casa, también la misma loción, era como si realmente viviera ahí, algo que técnicamente hacía. Sacudió la cabeza para evitar pensar en ello, ya le dolía lo suficiente como para estresarla aún más.

Caminó por el pasillo hacia la siguiente habitación con una toalla alrededor de su cintura, al entrar en ella pudo ver una muda de ropa colocada sobre la cama, era exactamente como la ropa que traía puesta y que había dejado en el piso del baño sucia, rota y llena de icor. Pero no entendía cómo era posible, aun cuando este Alec tuviera los mismos gustos, que ya había comprobado que sí, no podía ser de su talla ya que su gemelo adulto tenía un cuerpo por completo diferente. Se vistió finalmente con lentitud ya que sus heridas no habían sanado, se hizo el apunte mental de que debía tratarlas en cuanto tuviera el tiempo, también debía preguntar sobre la ropa nueva, la lista de cosas extrañas estaba en aumento y sabía que quizás nunca se detendría.

Así está mejor —dijo una voz desde la puerta—. Ya no das pena.

¿Estás seguro de eso?

Dejé ropa sucia en…

Magnus chasqueo los dedos y pequeñas chispas azules salieron de ellos.

Listo, esa ropa no es más un problema.

Un brujo, claro.

El chico movió con dos dedos la manga de su propia camiseta.

Gracias por la ropa, supongo que tu…

¿La conjuré? Así es, ¿No sabias que los brujos podemos hacer eso?

No, pero en realidad no sé muchas cosas.

Ya veo. Ven, el auto llegó.

Cuando ambos llegaron de regreso a la sala de estar, Alice se había ido y en su lugar estaba un hombre de cabello castaño, usaba gafas y tenía runas en sus brazos, muchas de ellas, Alec nunca las había visto.

Por el ángel —exclamó en cuanto le miro—. Me lo dijeron chicos, pero verlo es…

Alec, quiero presentarte a Simon Lovelace.

¿Es uno de tus hermanos? ―preguntó acercándose para darle la mano.

Alec y Simon se miraron y rieron.

Aun no, pero pronto se casará con mi hermana.

Wow, más buenas noticias.

Que cool. ―respondió secamente.

Espera —dijo Simon ignorando el sarcasmo adolescente—. ¿Entonces no me conoces?

No, es la primera vez que te veo.

Que gracioso.

Si —dijo Alec de nuevo con su peculiar tono—. Me muero de risa.

La actitud del chico fue fácilmente leída por su yo mayor, cambió el tema de inmediato preguntándole si quería comer algo antes de que se fueran rumbo al instituto. Alec no quería comer, su ánimo había decaído mucho más en los últimos minutos, agradeció la atención y se negó lo más amable que pudo, su amabilidad justo ahora no era su fuerte.

Simon era un joven amable, se quedó con él mientras la pareja se retiraba de nuevo hacia su universo privado, Alec les puso mucha más atención a ellos que al amable Simon Lovelace.

Odio sacarlos de su cama a media noche —se lamentaba su otro yo mayor.

Magnus tenía una sonrisa mientras acariciaba el cabello de Alec.

Estarán bien, llegarán a su propia cama en el instituto y no tendrán tiempo de quejarse.

Alec movió la cabeza.

Los veo allá.

Y se besaron, lento, dulce y como si no fuera suficiente, ellos pegaron sus frentes después de hacerlo y se dijeron mutuamente: Te amo.

Alec quiso largarse de ahí más que cualquier cosa en el mundo.

El auto era uno muy normal, tipo sedán de color gris con ventanas oscurecidas, parecía de los que usan los detectives en las series de televisión.

Simon Lovelace tomó el volante, El Alec mayor le acompaño de copiloto y él subió atrás, después de todo seguía siendo un niño. Ambos adultos se hicieron preguntas rápidas, Alec lo hizo sobre lo que al parecer era el trabajo de Simon, algo sobre reclutamiento y Simon sacó lo que parecía ser el tema favorito de Alec; su familia, rieron un poco cuando mencionó a un Max y un desastre con mantequilla de maní.

Tuvo suficiente de bellas historias y decidió no seguir escuchando, las luces de la ciudad se estaban reflejando a través de las ventanas, todo estaba tan vivo que le fue muy fácil perderse entre las calles de esta ciudad que parecía desconocida. No se dio cuenta de cómo el silencio había llegado al auto, como si la realidad les hubiera alcanzado a los tres.

¿Y a Magnus? —preguntó su yo mayor sorprendiéndole—. ¿Lo conoces?

Había un sentimiento lúgubre en su voz, tanto que no pudo responder de manera sencilla como lo era la pregunta.

No había conocido a ningún brujo hasta hoy.

Alec sonrió como lo había hecho Magnus antes en el corredor, intentando no alterarlo.

Deja por favor que yo se lo diga —murmuró mirando hacia la ciudad.

Son tan parecidos que me dan nauseas.

¿Todo bien? —le preguntó Simón al notar el cambio en su ánimo.

Si —respondió, pero al Alec más joven no le pareció que fuera del todo sincero—. Es solo que... Es difícil imaginar mi vida sin Magnus.

¿Crees que es difícil? Pensó Alec. Intenta tener la mía.


* * *


La llegada al mencionado Instituto no fue tan rápida como esperaba, aun cuando se había pasado el trayecto mirando hacia las personas que caminaban tranquilas en media noche, un privilegio que supuso nadie valoraba por el simple hecho de ser algo que tenían seguro, el tiempo se le hacía lento.

El ruido de metal lo sacó de sus pensamientos, dos grandes portones oxidados se abrían frente al auto negro. El instituto no era para nada como se lo imaginaba o si quiera como su padre se lo había descrito, su padre olvidó mencionar que los institutos eran edificios abandonados de aspecto gótico y sucios, muy sucios.

Las portezuelas se abrieron y los tres chicos salieron de él.

Alec echó una mirada a la parte alta de la enorme catedral.

¿Este es el instituto?

El Alec de esa dimensión se dio cuenta de cómo este arrugaba su nariz tras su pregunta, entendió lo que ocurría.

Concéntrate y… Observa de nuevo.

¿En qué debo concentrarme -Oh maldición…

Simon sonrió.

Lo mismo dije la primera vez que lo miré, es impresionante ¿cierto?

Alec seguía mirando el hermoso edificio.

Es un glamour ¿cierto?

Así es —le respondió su yo mayor—. Se supone que deberías de ver a través de él sin problema y…

Se detuvo al percibir la juiciosa mirada asesina que el chico le dedico. Y se preguntó si era también capaz de hacer algo parecido, o si en alguna ocasión la hubiera usado sin saber que lo hacía.

El hombre apartó la vista cambiando el tema, era muy claro que el asunto de no ser un Cazador de Sombras instruido era una fibra que se debía tratar con mayor delicadeza.

No importa, trabajaremos en eso después. Pasa por favor.

Caminaron por los jardines cubiertos de hojas amarillas y llegaron hasta un elevador en donde los tres permanecieron en silencio.

Deberían de poner una música de espera aquí —dijo Alec adolescente, odiaba los silencios.

Lo he sugerido un par de veces —respondió Simon—. Pero no somos muy amantes de la música, tiene que ver con la apariencia circunspecta que debemos mantener.

Nos gusta la música —protesto Alec mayor mirando a Simon—. Mi Parabatai es músico y disfruto escuchar como toca el piano, solo somos algo… Selectivos con ella.

Circunspectos —confirmo Simon.

Su otro yo no pareció molestarse, por el contrario, sonreía como si le sonriera a un ser querido.

Simon se apresuró a abrir la puerta corrediza del elevador cuando el ruido de los frenos se escuchó, lo hizo con una cotidianidad adquirida invisible quizás para ellos, pero no para los nuevos visitantes como lo era él.

Solo dio un paso dentro del piso lujosamente alfombrado antes de que un desconocido se colocara frente a él, el hombre de cabello rubio y ojos miel casi le hace inclinarse hacia atrás.

¿Es cierto? —le preguntó sin contexto alguno—. ¿No tienes un Parabatai?

Alec sólo tuvo tiempo de mover la cabeza antes de que un desconocido más se le acercara, ella tenía cabello negro muy largo, sus ojos eran negros profundos y había un parecido a si mismo que no pudo evitar mirar con ojos casi desorbitados, la cabeza se sentía como si le fuera a estallar en cualquier momento. Ella apartó al primer hombre como si él no tuviera la musculatura y estatura que tenía.

Eso no es importante —le reclamó y después posó su rostro frente al de él—. ¿Es cierto que no tienes hermanos? Eso no es posible, no hay mucha diferencia entre Alec y yo, debiste tenerme por lo menos a mi…

¡Isabelle! —la reprendió su hermano mayor—. Por favor no digas esas cosas, es horrible.

Horrible es que no me tenga.

¿Que dicen de mí? ¡Soy su Parabatai!

Tiene tres hermanos, dijo tres.

Hubo una discusión entre los tres con nombres de personas desconocidas, las voces estaban en aumento hasta que una mujer de baja estatura y cabello rojo se acercó a ellos.

Chicos, creo que lo están abrumando, parece como si fuera a desmayarse.

Los tres se preocuparon y le prestaron atención, ciertamente se veía exactamente así.

Está bien —le habló su otro yo con voz calmada, al parecer tenía experiencia en hablar para calmar—. Nos iras conociendo de a poco, no hay ninguna razón para que te sientas abrumado u hostigado por alguno de nosotros.

Estoy abrumado desde que vi tu nombre debajo de ese timbre.

Sólo movió la cabeza, aun si quisiera, no tenía como responder a nada de lo que había pasado. Después de eso se permitió mirar de nuevo a Isabelle, ella se parecía tanto a él quizás era esa la razón por la que su corazón se había acelerado al verla y porque su estómago se descompuso, el tenerla en frente le despertaba una sensación indescriptible de malestar, no era que le desagradara, era más un sentido de alarma incomprensible, tenía la sensación de que la había mirado antes.

No es tu mundo, no es tu vida.

Se reprendió al darse cuenta de la facilidad con la que podría querer a Isabelle Lightwood.

Daddy, Daddy…

Un pequeño cuerpo regordete se movió rápidamente hacia Alec mayor, este se agachó sin esperar para alzarlo en brazos, el adolescente pudo ver la piel azul del niño y sus cuernos, su sonrisa fue contagiosa y sus bellos ojos azules brillaban como dos estrellas.

Que bebé más lindo.

Creí que estarías dormido ―el hombre le habló con sus labios pegados a su mejilla.

El brujo Magnus Bane se acercó y como Alec, cargaba a otro niño en brazos sólo un poco más grande que el primero.

Demasiada conmoción creo, no pude hacerlos volver a la cama.

Alec pareció hipnotizado por los rostros de ambos niños, Magnus se dio cuenta y no esperó para hacer las presentaciones.

Ellos son nuestros hijos —explico—. Max Lightwood y Rafe Lightwood.

Max, Max Lightwood y tambien Rafe, Rafe Lightwood.

No dijo nada, pero todos se dieron cuenta de su respiración agitándose.

Por favor no te desmayes ―pidió Isabelle―. Papá y mamá están por venir.

Los ojos de Alec adolescente se abrieron por la impresión de haber escuchado eso último.

¿Mamá y papá? ¿sus padres?

Sólo de nosotros tres —explico Jace—. Si fueran los padres de todos aquí sería algo moralmente extraño.

Quizás sea que nadie se conocía mejor que si mismo, ya que fue Alec el único que se percató de la sombra de dolor que atravesó el rostro del adolescente.

Pasa —le habló con toda la amabilidad posible—. ¿Tienes frio?

Se habían trasladado todos a la sala principal en donde la chimenea calentaba el ambiente agradablemente.

El adolescente aprovechó la oportunidad para caminar por una pared y otra mirando los títulos de los libros que había ahí, la decoración era algo arcaica, pero era fantástica, había cuadros de batallas y espadas empotradas por encima de la chimenea que brillaban con la luz chispeante del fuego, se perdió un poco al estar leyendo los títulos en los lomos de cada libro uno más interesante que el anterior.

¿Qué hay de la chica hada? ¿La que lo trajo aquí? —quiso saber Isabelle, ni ella ni ninguno de los presentes le podía quitar la vista de encima al adolescente curioso.

Simon estaba al lado de su Parabatai.

Se marchó al reino hada, habló algo sobre recargar energías.

No podemos contar con ella —respondió Magnus con una voz seria y que pocas veces se le había escuchado—. Eso nos lo dejó muy claro, espera que nosotros resolvamos lo que provocó.

No entiendo —habló Clary bajando un poco la voz—. ¿Por qué traerlo aquí cuando es tan peligroso para todos y más para ella misma?

Alec dejó ir al inquieto Max.

Dijo que quería ayudar.

Rafe también bajó de los brazos de Magnus y siguió a su hermano.

¿Ayudarnos o ayudarlo? —preguntó Jace, todos ellos murmuraban para no perturbar al ya alterado visitante.

Alec siguió el andar de sus hijos hasta su otro yo.

Eso sólo lo podremos saber cuándo hablemos con el chico.

Max se había imaginado que su padre adolescente estaba buscando algo importante, el bebé le ayudó con esa tarea, fue directamente desde el sillón en donde estaba su libro favorito y se lo entregó, seguramente estaba esperando la hora de la lectura y por ello estaba tan interesado en los libros de los estantes.

El Alec que venía de otra dimensión tomó el libro despacio y con cuidado, no sabía cómo interactuar con niños, mucho menos con unos tan pequeños. Al notar como el otro niño también se le acercó, cedió a los enormes ojos expectantes y se sentó en el piso con ellos, Alec comenzó a leer en un tono de voz suficiente como para que sólo ellos escucharan, Max se colocó sobre sus piernas cruzadas y Rafe a lado de ambos para no perderse de los dibujos. Fue extraño y conmovedor al mismo tiempo.

Pase lo que pase —dijo Isabelle cruzando sus brazos sobre su pecho, ella se veía muy determinada—. Tenemos que mantenerlo a salvo.

Magnus dejo salir aire fuertemente.

Creo que lo más difícil será que confié en nosotros y que nos cuente lo que sucede en su dimensión, lo que Alice nos dijo y lo poco que sabemos sobre él solo indica que la situación allá es muy precaria.

Es alarmante ―dijo Clary sin apartar la Mirada de los niños y del adolescente leyendo en el piso―. No conozco a ningún hada que actué solo por el hecho de ayudar, no me mal interpreten, es solo que…

Buscan siempre un bien mayor y que por lo general los beneficie ―habló Simon completando la frase de Clary como ya todos estaban acostumbrados. Simon e Isabelle mantenían uno de sus brazos entrelazados mientras el hombre meditaba―. Y si no tendremos respuestas de ella, debemos tenerlas de… el Alec adolescente que no nos quiere de amigos.

Hacerte amigo de Alec es difícil ―dijo Clary mirando a su ahora hermano y parabatai de su amado.

Alec jaló uno de los mechones de Clary con cariño sonriéndole.

Quizás, pero… No es como yo, es decir, es más… Un mundano.

Noté lo mismo ―aseguro Jace―. La forma en la que nos mira me recuerda mucho a Alec, casi estoy seguro de lo que está pensando, pero ese es el problema, solo lo piensa y no lo dice.

Adolescente ―acentuó Isabelle.

El Alec de esta dimensión jugó con su mejilla al estar pensando.

Tenemos que comenzar a ganarnos su confianza y descubrir porque lo han traído aquí, si La Clave sabe de él…

Quiero irme a casa. ―Ninguno de ellos se había dado cuenta de cómo se había alejado de los niños y se les había acercado haciendo que estos Cazadores de Sombras experimentados dieran un pequeño salto que intentaron después disimular.

Vaya ―dijo Magnus mientras caminaba a por sus hijos―. Sabemos que es escurridizo al menos.

Alec mayor notó la seriedad mortal en ese rostro molesto. Ninguno ahí más que él se percató y estaba muy seguro de que algo estaba a punto de explotar.

Isabelle sonrió intentando calmar al chico.

Recuerda que no puedes irte, Alice no…

Díganme en donde encuentro al hada, haré que me lleve de vuelta.

Esto se estaba saliendo de control con demasiada rapidez.

Vamos, peque, ―le llamó Jace amablemente―. Solo necesitamos que nos des un poco de tiempo para descubrir que es lo que pasa contigo y tu dimensión.

No vuelvas a llamarme así.

Esto ya se había terminado antes de empezar, no había vuelta atrás. Éste Alec adolescente había decidido que les odiaba.

Además, ¿Por qué les importa? No conozco a ninguno de ustedes y voy a irme a casa aun cuando eso signifique ir al reino hada yo solo.

Calma ―Pidió Isabelle mirándole con preocupación.

Quiero irme ―Repitió el chico con voz temblorosa―. ¿Por qué estoy aquí?

Algo no anda bien ―Magnus se acercó al adolescente con su mano envuelta en una neblina azul.

Alec dio dos pasos atrás.

¡No te acerques a mí! ¡Aléjate de mí con esa cosa azul!

Vamos, peque, queremos ayudarte.

Había comenzado a sudar, su visión se había nublado, sentía el cuerpo entumido y le era cada vez más difícil moverse o mantenerse en pie, miraba esos rostros desconocidos acercándose e intentando tomarle, sus voces se hicieron sonidos chirriantes que sólo le hacían que la cabeza retumbara, sabía que no tenía mucho tiempo, sabía que debía salir de ahí, vio alrededor de la habitación, la misma que daba vueltas infinitas, encontró lo que necesitaba, una salida, no dudó y corrió hacia ella, le fue difícil, fue quizás lo más difícil que haya hecho nunca.

Se quitó de encima un agarre y dos, le llamaron por su nombre pero no hizo caso, escapó y corrió y siguió corriendo hasta que llegó a la entrada, pero algo lo detuvo, su cuerpo chocó con el de alguien más. Alguien que lo tomó y no lo soltó. Estaba a punto de protestar y exigir que lo liberara cuando sus ojos chocaron con los del hombre, no era un extraño y ya había estado en estos brazos antes, la última vez que eso paso ambos habían estado sobre una azotea mirando las estrellas, él le cantaba mientras el hombre le abrazaba y lloraba con su rostro oculto en su hombro.

Alec dejo de pelear, ambos estaban igual de sorprendidos por verse.

Eres tú ―respiro Alec con dificultad, sonriendo sin darse cuenta.

Robert Lightwood estaba ahí porque le habían llamado por una emergencia, había chocado con este Alec que era inconfundible, era su hijo con menos edad, levantó la mirada un poco para ver a su Alexander, este la sostuvo, pero en la habitación estaban preocupados, preocupados por lo que pasaría a continuación y por este Alec más joven.

Estas aquí, en verdad… estas…

Pudo sentir el cuerpo de su hijo a punto de colapsar. Era algo imposible, pero antes de tratar lo imposible, necesitaba saber que ocurría con su salud.

¿Qué pasa? ¿Qué tienes?

Alec no respondió, aun cuando parecía estarse esforzando por ello. Uso toda su fuerza, toda la que le quedaba en su cuerpo cada vez más débil para tirar sus brazos alrededor de su padre, no quería dejar de abrazarlo, no quería soltarlo y que se fuera de nuevo.

Papá ―murmuro el chico―. Papá.

Robert habló al resto en la habitación.

Debemos llevarlo arriba, parece veneno.

Pero el plan no siguió tan rápido como habían pensado.

¿Alec? ―le llamó una voz externa sonando como un recién llegado.

Recordaba esa voz y fue consciente de que la había extrañado y necesitado toda su vida, fue como recuperar una parte de ese último arrullo, de un último Te Amo e incluso el sonido de una última risa, todo en un solo sonido. Que, sin estar consciente de ello, la había guardado en una parte de su mente y su corazón.

Giro hacia su derecha sin soltar a su padre, la mujer tenía ojos azules enormes y le miraban con demasiada angustia, Alec sintió que iba a morir, veneno, había dicho su padre y no le importo, podría morir, y aun así se sentía inmensamente feliz, no se resistió más, no tenía la fuerza para hacerlo, dejó que la oscuridad le llamara y le envolviera sin poder o querer hacer nada, se desvaneció lentamente con una palabra en su mente que llenó su corazón:

Mamá.


* * *


Micah había dejado de ir a la escuela, en algún momento sin darse cuenta comenzó a sentir que no tenía ningún caso seguir con la fachada de estudiante, el propósito había sido mantener seguros a los estudiantes, pero ahora que su equipo se había reducido a una tercera parte, ellos tenían que tomar una actitud más de ataque que de defensa. Se habían convertido en una sola unidad, un equipo, una misión cada noche. Micah no creía que su desinterés a la escuela caía en la idea de que Alec no había aparecido a la mañana siguiente para que ambos hablaran como lo habían pactado, o que no respondiera sus mensajes desde hacía tres días. Tampoco quería pensar en el hecho de que Maia no se había comunicado con él, siempre que llegaba a su departamento en Manhattan y miraba las fotografías en donde los tres se veían felices y como grandes amigos se daba cuenta de que había sido un ingenuo, quizás no había sido el que les había estado engañando con su actuación de estudiante de colegio, quizás ellos como los adolescentes que eran, formaban relaciones que a final de cuentas eran efímeras, quizás había sido un tonto al ver profundidad en una amistad con adolescentes.

Pero aun así no podía abandonarles, quizás a ellos no les importaba, pero a él sí y no podía estar tranquilo hasta saber que ellos estaban seguros, aun cuando lo más difícil de eso sería ponerse en contacto con ellos primero, una cosa que no tenía idea de cómo hacer ya que no sabía en donde se encontraba Maia y el apartamento de Alec y su padre parecía abandonado desde la última vez que fue a buscarlo.

Eso sería después, ahora tenían que sobrevivir a una misión.

¿Qué haces con ese traje? ―preguntó Micah a Oscar―. No te ofendas, pero no te queda.

Oscar acomodó sus anteojos sobre el puente de su nariz.

No me voy a quedar aquí mientras ustedes se ocupan de la acción, ya me cuesta aceptar que nada de la tecnología que intentamos usar funciona para matar esas cosas.

Ambos jóvenes tenían el equipo completo de Swat, como armaduras negras que brillaban en sus partes endurecidas. Tenían una enorme arma y un auricular en su oído.

Demonios ―les interrumpió Kairi acercándose a ambos―. Esas cosas son demonios.

No se quedó a conversar, se fue al frente del pelotón para escuchar las ordenes de su comandante que había entrado a la habitación.

¿Soy yo? ―preguntó Oscar terminando de montarse todo su equipo―. ¿O esto de las cosas sobrenaturales se le da bastante bien?

Micah recordó la última extraña conversación que había tenido con su compañera, la advertencia que le dio y como al parecer sabia como podía llamar a cada una de las criaturas que les atacaban.

Creo que tiene más que decir de lo que pensamos y obviamente de lo que dice.

Maldición ―se quejó Oscar―. No me gusta tener a esos miembros en el equipo, nunca sabes si puedes confiar en ellos.

Micah pensaba lo mismo y sin querer los pensamientos de sus amigos ausenten vinieron a él, confiar en ellos era lo único que podía hacer ahora.

Micah bajó la cabeza con pena.

No tenemos otra opción ―respondió mientras se acercaba a escuchar las instrucciones de la misión.

El general señalaba en un pizarrón con un láser una parte de Manhattan.

Este es un instituto, o lo fue, era un centro de reunión de los desaparecidos Cazadores de Sombras, ha sido de todos ellos de donde hemos conseguido la mayor información acerca de las criaturas que atacan a los civiles cada noche. Hoy será una misión de extracción, en los pasados archivos recolectados de un instituto en los ángeles se encontraron antiguos informes sobre una ciudad oculta que podría ser ahora un refugio para los últimos Cazadores de Sombras, necesitamos recaudar más información sobre en donde se encuentra escondida esa ciudad. La misión es simple: Entrar, tomar y salir, no se queden a observar.

Micah quedó extrañado por ese último comentario. Mientras daba instrucciones más precisas al jefe de la unidad, se preguntó que sería tan digno de observarse como para que arriesgues tu vida.

El movimiento de sus compañeros le despertó, todo estaba listo para salir.

Vamos ―le pidió Oscar.

Micah movió la cabeza, había tantas cosas que no entendía, quizás aún no lograba adaptarse a lo extraordinario de la situación, respiro profundamente para prepararse a sí mismo.

Vamos ―respondió a su amigo.


* * *


El equipo llegó a Manhattan, usaron el callejón para que sus camionetas no llamaran la atención, era de noche y generalmente trabajaban después del toque de queda, pero nunca podían estar seguros de que algún civil no pudiera verles.

Micah, Oscar y Kairi bajaron con agilidad y entraron a los jardines de lo que parecía una catedral gótica.

Micah echó un vistazo rápido hacia las torres que brillaban con la luz de la luna.

Impresionante ¿cierto? ―Oscar se colocó a su lado mientras esperaban la señal de avance.

Es muy extraño, he pasado por aquí toda mi vida y siento que es la primera vez que veo el edificio.

Es parte del engaño. Los Cazadores siempre tuvieron trucos bajo la manga para mantenerse ocultos de los mundanos ―les dijo Kairi, pero ninguno de los dos supo que preguntar a continuación.

La señal de avanzada apareció y los tres chicos fueron seleccionados para entrar por el edificio que parecía estar externo a la catedral, ellos abrieron las enormes puertas y se toparon con una decoración exuberante, había viejos muebles dispersos por algunas áreas, estaba todo definitivamente abandonado, ya que el polvo había formado una capa muy gruesa sobre las mesas y las sillas que ahí se encontraban.

Es como una iglesia ―comentó Oscar sin bajar la mira de su arma.

Es el Santuario ―les respondió Kairi.

Micah estaba empezando a desconfiar más y más de esta chica. Ellos habían encendido sus linternas para poder avanzar en la oscuridad absorbente del lugar. Oscar había memorizado la ruta que debían seguir y rápidamente se colocó frente a la línea de expedición que los tres habían formado. Pasaron por largos pasillos los tres agazapados sobre las miras de sus rifles hasta que bajaron por unas escaleras.

Nos toca revisar en el sótano ―les informó como cortesía a sus compañeros.

Pero el sótano no parecía en lo absoluto eso, era como una especie de zona recreativa abandonada, tenía un aire de sala de entrenamiento que no se había usado en años, las marcas conocidas, que ahora sabían eran runas, estaban en todas partes y también había líneas en el suelo, una vez que terminaron su mapeo y que se dieron cuenta de que no había nadie más ahí, pudieron iniciar su búsqueda, aunque su sentido común les dijo que no encontrarían nada de documentos ahí. Micah se acercó a una de las paredes, a pesar de la poca luz que le entregaba su linterna, pudo notar los estantes y las sombras de las armas que habían estado ahí desde hacía mucho tiempo y que alguien había quitado dejando esas marcas del paso del tiempo en la pared.

¿Qué crees que signifique? ―preguntó Oscar al notar lo mismo que su amigo.

Que alguien vino por las armas que había aquí, incluso cuando estas parecían ser solo decoración.

Micah se movió con su linterna a través de los estantes, había cajas vacías amontonadas sobre uno de ellos, su atención fue hacia un objeto que reacciono al reflejo de su linterna, movió las cajas y se encontró con una pieza extraña, era un cristal opaco con forma de bolígrafo. Observo hacia atrás rápidamente para asegurarse de que nadie le estuviera observando. El chico coloco el objeto en uno de sus bolsillos internos.

Alguien vino por las armas. ―meditó su compañero―. ¿Ósea que hay alguien por ahí con uno de estos?

Oscar señaló una sombra en la pared en donde parecía haber estado un hacha que media el doble de su estatura.

La idea también le pareció aterradora a Micah quien solo respondió con un encogimiento de hombros.

Los Cazadores de Sombras se están ahogando en su propio ego, se merecen esto y más.

¿Sabes? ―confrontó Micah a la chica―. Me estas hartando con tu actitud de “Sé más que todos aquí” si no dirás algo que podamos comprender, será mejor que mantengas tu boca cerrada.

Kairi rio.

¿Es así como tratas a las chicas?

Micah se alejó de ella.

Creo fielmente en la igualdad de género. Larguémonos de aquí.

Te sigo ―respondió Oscar―. Es todo tan extraño, desde que entramos he estado buscando una fuente de energía, pero estos tipos, no usaban instalaciones eléctricas, ¿Cómo funcionaban esas?

Oscar levantó su mano y la luz de su linterna para señalar a las lámparas en la pared.

Era una pregunta muy válida. Micah no se cohibió esta vez y miro a Kairi por una respuesta.

Ella se encogió de hombros.

Piedras rúnicas de luces mágicas ―respondió la chica.

Oscar y Micah compartieron una mirada.

Supongo que en alguna parte de esta historia eso tiene sentido. ―dijo Oscar tomando su posición detrás de Micah para iniciar su regreso a la primea planta.

Una vez ahí, los tres comenzaron a caminar por el largo pasillo, había puertas a ambos lados de este y por diversas ocasiones Micah pensó en entrar o si quiera abrir una de ellas para averiguar lo que podría descubrir ahí, estaba intentando perder interés en eso cuando vio una luz blanca moviéndose a través del pasillo detrás de ellos.

¿Vieron eso? ―preguntó a su pequeño equipo.

No, -respondió Oscar, ― ¿Qué viste?

Micah guardó silencio mientras miraba fijamente al lugar.

Quizás fue una de las linternas de los demás equipos ―sugirió Kairi al ver el interés de Micah―. Sigamos.

Micah estaba a punto de hacer eso cuando la luz apareció de nuevo moviéndose dentro del pasillo.

¡Ahí está!

Micah corrió detrás de ella sin que Oscar o Kairi pudieran evitarlo.

Era veloz, pero Micah también lo era, subieron por una escalera y se topó con un callejón sin salida cuando llegó a un campanario, su equipo se había quedado atrás por la sobresaliente habilidad de Micah para correr, era rápido, siempre lo había sido.

Antes de que pudiera avisar a su rezagado equipo que no había encontrado nada, una mano lo tomó del cuello y lo empujó en contra de la puerta, esta se cerró con Micah como principal obstáculo, la linterna y el arma fueron arrancadas de sus manos con demasiada velocidad y la iluminación de un cristal le dejo ver el rostro de su atacante.

Él mantenía una mano sosteniendo el cristal que iluminaba la habitación y la otra estaba en su cuello, evitando que Micah se moviera o que incluso respirara, Micah conoció rápidamente a su atacante.

Señor Starkweather ―dijo con dificultad con el dolor de su agarre en la garganta.

Micah sabia sobre la diferencia de sus apellidos porque Alec les había confesado que este hombre no era su padre, aun así, eso no importaba, habían sido años de ver el trato que le daba a Alec, para cualquier persona con un poco de información sabría que este hombre era el padre de Alec, sin importar que no tuvieran la misma sangre o el mismo apellido.

Hodge tenía ojos sobresaltados.

¿En dónde está mi hijo? Dímelo o te juro que te presionaré el cuello hasta que se rompa.

Micah no dudó que eso fuera imposible, estaba comenzando a ver borroso.

Hodge lo soltó antes de que se desmayara.

Tosió y gimió para recuperarse.

Habla, mundano, no tengo tiempo. ―Le dijo el hombre que se había encargado de poner una gran viga a través de la puerta que evitaba que se abriera por el exterior.

¿Alec? ―preguntó Micah con dificultad―. No sé en dónde está, fui a buscarlo a su departamento, pero no había nadie.

Hodge no tenía paciencia y tomó de nuevo al chico para que su cabeza se estrellara contra la pared de piedra.

Sé de lo que son capaces de hacer los tuyos, podrían haber encerrado a mi hijo para recaudar la información que tienen de los Cazadores de Sombras, ¡Habla!

No sé en dónde está Alec, pero la información que nos dan la han tomado de institutos como este, es lo que sé.

Hodge retiró su mano para que Micah cayera deslizándose por la pared hasta el suelo.

No puede ser ―murmuró el hombre―. No te creo.

Micah buscó la mirada del hombre, el que estuviera vestido como lo estaba, su espada e incluso las runas ahora visibles en su piel eran lo que menos le importaba.

¿Le pasó algo malo a Alec? Dígame.

La angustia en la voz del chico le hizo bajar un poco su enojo.

Desapareció hace tres días. Y ahora tú y tu equipo entran al instituto, eso no puede ser una casualidad.

Micah uso la pared como apoyo para ponerse en pie.

Tres días ―repitió―. Pero yo lo vi, en el centro de patinaje hace unas noches.

Eso atrajo el interés del hombre.

¿Qué te dijo? ¿De qué hablaron?

Le pedí que se fuera de ahí, le dije que era peligroso por las desapariciones. Él se fue y quedamos de hablar al día siguiente, pero… Pero no apareció. No lo he visto desde entonces, le ha llamado, pero… ¿Cree que le paso algo malo? ¿Qué fue atacado por una de esas cosas?

Alec no es tan indefenso, no como tú incluso con todo ese equipo que llevas, es un brillante luchador y no se dejaría vencer por un demonio, no sin que ates hiciera cualquier cosa para salvarse a sí mismo.

Micah se asustó un poco por el estado del hombre, sus movimientos eran erráticos, había demasiada desesperación en él.

No, no, no está muerto, lo sabría ―levantó la mirada de nuevo hacia Micah―. Ustedes lo tienen y yo voy a…

Micah levantó sus dos manos antes de que Hodge lo sujetara de nuevo.

Usted no me conoce, pero Alec es mi mejor amigo y nunca dejaría que le pasara nada malo, si usted cree que mis superiores lo tienen encerrado, se lo juro, que quemare todo el maldito cuartel hasta encontrarlo, se lo juro.

Hodge era bueno leyendo a las personas, entendía a los guerreros mejor que nadie, siempre le habían considerado un tutor nato, este chico no le estaba mintiendo, este chico era un guerrero nacido aun cuando era un mundano.

Encuéntralo y entonces creeré en tu palabra, y te haré una advertencia, si no lo haces tú, lo hare yo y nunca sabrán siquiera que los golpeo.

Micah no dudo ni por un segundo en esas palabras.

Oscar y Kairi habían llegado a la puerta y la golpeaban con fuerza para intentar abrirla.

Tengo que irme de aquí ―anuncio el Cazador―, Los institutos son ahora el punto de enfoque de los demonios, y gracias a las muertes, el suelo sagrado no repele más a los… ―miro al chico al darse cuenta de que había hablado de más―. Es peligroso que un solo Cazador venga aquí.

¿Por qué lo hizo?

Nada me detendrá para seguir buscando a mi hijo y tampoco será la última vez que me veas, mundano. ―Estaba por irse cuando giro una vez más hacia Micah―. Y, por cierto, informa a tus superiores que si quieren continuar con esta farsa que se han montado… Que realicen las misiones en el día; los demonios no pueden sobrevivir a los rayos del sol.

Entonces Hodge se acercó a uno de los grandes arcos del campanario y sin titubear saltó.

Micah se acercó esperando ver una tragedia, se topó con la increíble visión del hombre dando saltos agiles sobre los edificios, convirtiéndose rápidamente en una sombra que desapareció en la lejanía.

La puerta se abrió violentamente haciendo que la viga saltara en miles de estillas a través de la habitación, Kairi había usado uno de sus potentes movimientos de pelea.

¿Con quién hablabas? ―quiso saber la chica al notar que Micah estaba solo.

Con nadie.

¿Nadie? ―le miró Kairi inquisitivamente.

Nadie ―repitió Micah mientras tomaba su arma y linterna del suelo―. Debemos irnos, parece que el lugar no es nada seguro.

Kairi se colocó frente al chico.

¿Cómo lo sabes? ―le preguntó sin rodeos con esa cara ya conocida para Micah, la misma que decía que ella no te creía.

Micah se encontraba ahora carente de paciencia. Dio un paso hacia la chica colocando su rostro frente a frente en una manera de desafío.

Supongo que de la misma forma que tú sabes todas esas cosas.

Vamos, chicos ―intervino Oscar preocupado―. Debemos irnos, deben estarse reagrupándose ahora.

Kairi estaba a punto de responder cuando una criatura con alas se colocó en uno de los arcos del campanario, esta se inclinó hacia enfrente y emitió un sonido tan fuerte que provocó que los tres soldados de balancearan hacia atrás por el dolor en sus oídos. La criatura entró a la misma habitación que ellos rápidamente.

¡Salgan! ―gritó Micah y comenzó a disparar al demonio.

Los disparos disminuyeron la velocidad a la criatura, pero no lograron ningún daño significativo.

Oscar y Kairi habían bajado por la escalera y se quedaron a la mitad de ellas apuntando hacia arriba y esperando que Micah apareciera para que ellos pudieran cubrirle, pero eso no ocurrió, pasaron cinco, seis y siete segundos y no apareció.

¡Maldición! ― la chica emprendió de regreso su ascenso para ayudarle.

Se topó con una escena horrible en donde el demonio había rasguñado los brazos de Micah, el chico ya sangraba de casi todo su cuerpo y la criatura parecía dispuesta a romper su cuello.

Le disparó, pero las balas solo le movieron muy poco, aun así, era todo lo que podía hacer para que este soltara a Micah, en un segundo Oscar se le había unido, ambos estaban vaciando la carga de sus armas sobre la criatura, pero esta solo se quedó parado recibiendo los disparos, cuando las municiones se acabaron, el demonio prestó de nuevo atención a la víctima en su garra. La criatura abrió su boca y Kairi saltó sobre él para evitar que mordiera a Micah, era resbaladizo, pero usó su arma como una palanca apresando su cuello para mantenerse encima, el demonio se movió violentamente para hacer que la chica se soltara, Micah había caído al suelo y ya no estaba en la garra de la bestia.

Oscar se colocó frente a su amigo intentando cubrirlo mientras buscaba un nuevo cartucho para su arma. Pero el demonio era más fuerte y rápido que los tres juntos. Antes de que pudiera terminar de cargar su arma fue arrojado hacia una de las paredes violentamente haciendo que perdiera el conocimiento.

Entre el demonio y Micah, que parecía ser su principal interés, no había nada.

Kairi seguía sobre el demonio luchando sin posibilidades cuando soltó un extremo de su arma para buscar algo en uno de los bolsillos de su cinturón, era una botella de cristal con un líquido rojo protegido con un corcho de madera. Uso su boca para retirarlo y lo vertió todo sobre la espalda del demonio. Este chilló tan fuerte que hizo despertar a los dos chicos heridos, Kairi se liberó del demonio y dio dos pasos lejos de él mientras este se consumía por la poción que le había vertido encima. La habitación se inundó de un horrible olor a azufre y en poco tiempo los gritos se terminaron, cuando el demonio cayó al piso sin moverse, los tres seguían mirando atónitos lo que pasaba, unos segundos después el cuerpo de la criatura se convirtió en cenizas sin quedar más que partículas de polvo flotando en toda la habitación.

Antes de que cualquiera de los tres hablara, la habitación se llenó con los integrantes de los demás equipos, ayudaron a ambos chicos y todos salieron del campanario y del instituto rápidamente. Micah estaba siendo atendido, Oscar usaba una tableta electrónica para escribir su informe o eso intentaba, ninguno de los dos chicos podía quitar la vista de Kairi.

Kairi sabia más de lo que incluso Micah podía imaginar y sin importar lo que pasara lo descubriría, las palabras de Hodge le atormentaron mientras llegaban a su base, quizás tenía razón, quizás Kairi era parte del grupo que tenía Alec, no podía explicarse cómo poseía toda esa información que conocía.

Nada era seguro, solo una cosa: Si Alec estaba en la estación, lo encontraría sin importarle por quien tuviera que pasar.

Incluida la hábil y misteriosa Kairi Himura.


* * *


Se sentía como si todo su cuerpo estuviera amarrado a la cama, aun el más mínimo movimiento provocaba una pulsación de dolor que corría por todo su sistema nervioso, poco a poco fue sintiendo como la conciencia llegaba a él, Alec no abrió los ojos, no podía hacerlo aun cuando estaba esforzándose, podía escuchar el movimiento a su alrededor y las personas que hablaban de él, fue muy extraño escuchar su propia voz, aunque eso fue lo que le hizo recordar el lugar en donde estaba y con quienes estaba, los nombres giraron en su cabeza como un remolino; Jace, Clary, Simon, Magnus, Isabelle… No quiso abrir los ojos, no quería hacerlo, no hasta que recordó ese último memento antes de desmayarse, los brazos que le sujetaron y la voz que le llamó.

Mamá y papá.

Y abrió los ojos. Parpadeó muchas veces antes de que una imagen con algún sentido apareciera ante él, no había prisa ya que su cuerpo no podía moverse por el entumecimiento.

La urgencia llegó a él cuando sintió una mano cálida tocando la suya, sintió el peso de alguien a su lado sobre la cama y la imagen de la mujer más dulce que podía recordar se presentó claramente ante sus ojos. Se levantó rápidamente, el dolor no importaba más. La miro por más tiempo, mismo que no se sentía el suficiente y se atrevió a levantar su mano para ponerla sobre la mejilla de su madre.

Había tenido tanto miedo de que algún día, con el paso del tiempo yo te olvidara ―le dijo con voz baja y sonrió un poco―. Pero eres exactamente cómo te recuerdo.

Maryse presionó la mano del chico aún más sobre su mejilla, recordaba esa dulzura, la forma de demostrar cariño que su hijo tenía, había pensado que en algún momento lo había perdido, pero no era así, su hijo había tenido que esconderse del mundo y se había visto obligado a esconder una parte de sí. Alec siempre fue cariñoso, pero en algún momento le obligaron a no demostrarlo, eso hasta ahora, ahora que había encontrado a su familia y volvió a hacer el ser más dulce que solo él podía ser. Era fácil darse cuenta de que este Alec había crecido sin temor, este Alec había crecido sin sus padres y sin el duro juicio de Cazadores de Sombras cerca.

Me alegra que estés mejor ―dijo su padre cerca de su cama sonriendo.

Alec sonrió y se miró con la intención de correr de nuevo hacia él.

No te levantes ―le pidió su padre―. Aun no te recuperas del todo, por favor quédate tranquilo.

El chico lo hizo, su actitud había cambiado, era ahora un ejemplo de obediencia y su hostilidad se había ido.

Por lo menos no intenta irse corriendo al reino hada ―dijo Magnus acercándose a Alec quien estaba al lado de su parabatai.

Todos ellos observaban la curiosidad que era ahora el visitante de otra dimensión, era extraño para todos, excepto para Alec.

No le gustan los extraños ―aclaró el hombre―. Necesita confiar primero en nosotros.

Magnus observo el nuevo comportamiento del chico, de cómo sonreía a los dos adultos que le miraban con una fascinación similar.

Creo que podemos dejar esa parte a mamá y papá.


* * *


Alec pasó toda la tarde y buena parte de la noche hablando con sus desaparecidos padres, él les habló de su vida, de sus amigos y de su padre, no pudo evitar ver una sombra de preocupación en sus rostros cada vez que hablaba de él. Ambos hicieron uso de toda su persuasión para que el chico aceptara descansar y dormirse, aún estaba delicado y necesitaba recuperar su energía. Su familia en esta dimensión se dio turnos para mantenerse con él el mayor tiempo posible.

A Magnus le toco el primer turno de la noche. El brujo esperó a que este se durmiera para usar su magia y hacer un diagnóstico de su condición.

¿Cómo está? ―preguntó Alec mayor entrando a la habitación.

Magnus le miro y la paz que Alec transmitía le inundó, le encantaban este tipo de cosas, le gustaba mucho como sólo bastaba que con que el cazador entrara a una habitación para que se sintiera feliz.

Parece que todo está…

Se interrumpió a sí mismo quedándose en silencio.

¿Qué ocurre? ― preguntó Alec mirando la mano del brujo sobre la frente de su yo más joven.

No estoy seguro. ―respondió Magnus y con determinación apartó la mano del rostro del chico―. Parece que alguien hizo una especie de bloqueo en su mente.

¿Qué? ¿Qué clase de bloqueo?

Las manos de Magnus brillaron con mayor intensidad.

Se parece… Es tan parecido al hechizo que Jocelyn me pidió para Clary, aunque este no es inquebrantable, quien lo puso lo hizo con la intención de que fuera retirado con facilidad.

Quítalo ―le pidió su Alec.

Magnus negó con la cabeza.

Es solo que… No se colocó para hacer daño, se realizó como una forma de protección.

Quizás su padre intentó desvanecer su visión, como intentaron con Clary.

Las manos de Magnus se habían alejado del adolescente.

¿Robert?

Alec sonrió con dolor.

No, aun no estamos seguros, pero parece que su padre adoptivo es Hodge.

El brujo se recargó sobre su silla con un rostro de asombro y un poco de alarma.

¿Hodge? ―preguntó sin intenciones de que le respondieran―. ¿El mismo Hodge que ayudo a Valentine y que traiciono a todos? Wow, estoy mucho menos preocupado por él ahora.

El Alec en la cama se movió un poco volviendo a una respiración profunda casi de inmediato.

Alec mayor puso su dedo atravesando su propia boca para que Magnus midiera el volumen de su voz.

Mis padres me hablaron sobre eso. Él les conto sobre su vida, sobre su padre y sus amigos.

Magnus se inclinó hacia enfrente demostrando interés en lo que su amado le decía.

Entre ellos están Maia y Raphael ―continuo―. Maia no me sorprende, pero Raphael, eso es…

Una sorpresa de la vida, no deja de sorprendernos.

Alec le sonrió, camino hacia él y parado a su lado, Magnus sujeto la camiseta gris que le hacía ver más joven de lo que era. El cazador metió su mano en el enredo de cabello que tenía Magnus, habían salido de su casa con demasiada anticipación que este no había pensado si quiera en usar la brillantina o el maquillaje que usaba siempre, cerro su mano sintiendo su cabello como una caricia entre sus dedos.

Me dijo que no te conocía. En esa dimensión tu y yo…

Lo sé, me lo dijo también. Pero no debemos enfocarnos en eso, por ahora debemos intentar ayudarlo, es más que obvio que la ha pasado bastante mal.

Alec se sintió aliviado por esas palabras.

¿Qué me dices del bloqueo? ¿Debemos quitarlo? ―el hombre se movió al otro lado de la cama, su postura había cambiado a una de determinación.

Magnus volvió a colocar su mano sobre la frente de Alec.

No por ahora, no sé qué es lo que está cubriendo, Alec, pero creo que fue colocado ahí por un bien mayor, y… Para evitar un profundo dolor.

Eso no suena bien.

Y no se siente bien, esto es… ―se interrumpió de nuevo.

¿Qué ocurre ahora?

Encontré la firma ―Magnus miro a su amado y sonrió― Definitivamente no fue para provocarle un daño, nunca pensaría algo así de la bruja que lo coloco.

¿Quién es?

La mirada de Magnus brilló con una nube de esperanza.

Si ella está cerca, quizás yo también, es Catarina, Catarina Loss.


* * *


Catarina siempre tomaba turnos dobles, la habilidad de bruja que le hacía recobrar su energía era siempre muy útil para mantenerse en las salas de urgencias en los turnos más pesados, en los últimos días la actividad demoniaca se había intensificado, ella había esperado ver a más pacientes con heridas peculiarmente extrañas entrando a las salas de emergencia, había sido optimista ya que los demonios no dejan heridos, nunca lo hacen.

Eran casi las tres de la mañana cuando sintió al extraño en la sala de enfermería, ella se excusó con sus compañeros de guardia diciéndoles que tomaría un descanso, algo que alegró a los demás, Catarina rara vez tomaba descansos, el que lo hiciera ahora daba un poco de alivio a sus compañeros.

Eso le daba la seguridad de que no irían a molestarla, por lo menos no en un buen rato. Entró al pequeño cuarto con las mesas, una pequeña cocina, una camilla y un vestidor, todo lo necesario para que las largas guardias se hicieran más llevaderas.

¿Qué haces aquí? ―preguntó la enfermera al hombre parado frente a ella―. ¿Alec está bien?

Hodge levantó la cabeza, sus ojos estaban enrojecidos, su piel tenía un tono grisáceo, las malas noticias estaban por llegar, eso era claro.

No lo encuentro, mi hijo no está por ningún lado ―el hombre levantó su mano con una prenda en ella, solo Catarina tuvo la capacidad de ver el temblor casi imperceptible de sus dedos―. Necesito que me ayudes a rastrearlo.

Al ver el estado del hombre, Catarina no se atrevió a hacer ninguna otra cosa más que tomar la prenda que resultó ser una chaqueta escolar, había un escudo en uno de sus frentes y el apellido Lightwood en el otro.

Catarina hizo brillar su magia sujetando la chaqueta.

¿Desde cuándo no está?

Cuatro días.

La bruja levantó su rostro horrorizado, si le hubiera dicho que, hacia un par de horas, su rastreo podría tener sentido, con ese tiempo, era como si la esperanza siquiera se hubiera acercado.

Hodge leyó fácilmente sus pensamientos.

Mi hijo no está muerto, lo sabría si fuera el caso.

La enfermera no se atrevió a decir nada, ella se concentró en la prenda y en encontrar al chico.

Pasaron uno, dos y tres minutos, por lo general un rastreo le llevaba a un brujo un par de segundos, pero ninguno de los dos parecía estar dispuesto a rendirse. La magia cesó solo cuando Catarina dio un tras pie hacia atrás, ella había usado todo su poder para intentar encontrarlo, ahora apenas podía mantenerse en pie. Hodge la sujetó para que no cayera, ella tomó el valor para hablarle.

Lo lamento, no he logrado encontrarlo, lo lamento.

No.

No está en ninguna parte del mundo, no hay ninguna señal de rastreo.

Hodge se alejó de la mujer como si ella le hubiera hecho daño.

No, no, eso no es verdad, no es posible. ―su voz se quebró.

Catarina dio un paso hacia él, no sabía cómo tratar con Cazadores de Sombras, pero si con pacientes y había visto demasiadas veces esa reacción de los familiares al recibir esa terrible noticia, era una enfermera, sabia tratar con las personas, y los Nephilims eran mitad humanos al final de cuentas, y todos ellos, ahora lo entendía, sufrían de la misma manera.

La bruja levantó sus manos con precaución, se acercó aún más como si ella estuviera tratando con un animal peligroso.

Sé que es terrible escuchar esto, pero debes ir a la Ciudad de Hueso, debes asegurarte de que…

¡No está muerto!

Catarina le miró con pena, no estaba segura de que hacer a continuación, aun así, no se quedó sin hacer nada.

Yo puedo acompañarte, entonces podremos estar seguros de lo que pasó, deben buscar su cuerpo y llevarlo a la tumba familiar, merece estar con su familia, con toda ella.

Hodge movió la cabeza.

Yo soy su familia.

No le dio tiempo de entender lo que eso significaba, el hombre se acercó a la ventana y salió del edificio saltando hacia el otro techo. Catarina corrió hacia ahí para observarlo, este se perdió con rapidez entre las sombras de la noche.

Se quedó ahí con el frio entrando por la ventana y tocando su piel, agradeció que este le entumeciera un poco, no quería sentir, no como lo hacía, no quería saber lo que esas últimas palabras significaban y no quería recordar a ese pequeño que llegó a ella sufriendo y que ayudó a que la paz volviera a su corazón, no quería recordar sus ojos azules llenos de esperanza o las dulces sonrisas que le dedicaba cada vez que ella le ayudaba a sanar de alguna enfermedad.

Ella aún tenía la chaqueta de Alec entre sus manos, al final se dejó caer sobre la camilla que estaba ahí y abrazó la prenda, lo hizo mientras lloraba por ese chico, por uno de los últimos Cazadores que, como todos, se había perdido en la soledad y en medio de la noche.


* * *


Alec despertó y de inmediato buscó otros ojos azules, ya fueran de su madre o de su padre, pero en su lugar solo había unos ojos negros, oscuros, profundos y bellos, ella le miraba con admiración y ¿cariño?

Buenos días, espero y te sientas mejor ―Isabelle movió el cabello del chico para apartarlo de sus ojos―. Te ves mejor por lo menos.

Gracias, tu no… ¿Te quedaste toda la noche? no tenías que quedarte toda la noche.

La chica le sonrió, era muy entretenido escucharlo hablar.

Es lo que hacen los hermanos mayores, irónicamente, tú me lo enseñaste.

No tengo hermanos. ―le respondió para hacerle comprender que no estaba seguro de que le hablaba.

La chica se levantó, ella parecía estar feliz de estar ahí y de hablar con él.

Ahora los tienes y es oficial, soy mayor que tú, necesitamos dejar eso en claro.

Pues si lo eres.

Así es.

Isabelle caminó hacia una de las mesas y tomo una charola con comida en ella. Comida que parecía extraña.

Te prepare el desayuno, espero te guste. ―colocó la charola sobre las piernas de su ahora recientemente adquirido hermano menor.

Am, gracias, la verdad no tengo hambre.

Come o nuestros padres traerán a los hermanos silenciosos, odian ver a uno de sus hijos con un peso bajo y no aceptable.

Alec rio y hundió su cubierto en el plato tomando una porción de la comida que le era desconocida. Antes de que llegara a su boca este sintió la necesidad de preguntar algo más importante que su alimentación.

¿En dónde están?… ya sabes, tus…

Nuestros padres están atendiendo algunos asuntos, ellos quieren estar aquí para ti y deben dejar algunas cosas listas en Alicante.

Alec de nuevo bajó la cuchara que estaba a medio camino de su boca al escuchar esa palabra.

¿Qué es Alicante?

Isabelle se sintió mal al escuchar esa pregunta, pero no quería hacérselo notar.

Es una ciudad, la capital de Idris, el país de todos nosotros. ¿No sabias eso?

El chico lo pensó un poco mirando su comida.

No, creo que no, pero… Siento que lo he escuchado antes.

Come ―le pidió su hermana―. Te sentirás mejor cuando lo hagas.

Ella le sonrió y su sonrisa fue contagiosa, era encantadora y amable, ella era su hermana. Alec movió la cabeza y se dispuso a tomar ese primer bocado, pero recordó algo más, algo importante que ahora podía decirle a Isabelle.

¿Sabes? ―dijo bajando el cubierto―. También creo que te he visto antes, pero es imposible, lo sé, es solo que…

Nos parecemos, tu y yo, quizás por eso te parezco familiar.

Eso tenía sentido, y Alec lo aceptó.

Debe ser eso.

Antes de que llegara la comida a su boca, alguien llamó a la puerta y un mar de personas entraron a la habitación, los primeros fueron sus padres, quienes tenían en brazos a los dos pequeños hijos de Magnus y Alec de aquella dimensión, también entró su otro yo, fue un impacto verse de nuevo, quizás nunca se acostumbraría, Magnus le acompañó como siempre a su lado, el chico rubio, la pelirroja, el amable Simon y…

¡Maia! ―gritó el adolescente y se levantó de la cama para correr hacia la chica―. Te eche de menos, te eche tanto de menos.

Maia se sorprendió por la demostración de afecto, Alec era amable con sus palabras. Pero no demostrativo físicamente al menos que fueran sus hermanos, sus hijos o Magnus.

Oh, vaya, tu…

Alec se sintió reprimido al escucharla.

Lo siento, yo…

No te disculpes, es solo que ver lo que me han platicado en persona es, algo sorprendente, mírate, eres muy joven y pequeño.

Perdón, en casa eres mi mejor amiga y… La última vez que te vi, siento que fue hace tanto. Y tú… Te ves muy fuerte.

Alec se acercó a ambos.

Lo es y brillante, y también aquí es una de mis mejores amigas.

Los dos adultos se miraron para sonreírse.

No olvides a Lily, quien por cierto se las está ingeniando a pesar de arriesgar su vida para verte al doble.

No esperaría menos de ella.

¿Lily? ―preguntó el chico―. ¿La Lily de Raphael?

Isabelle se mostró interesada en la forma en la que su hermano menor habló de ambos.

¿A qué te refieres con “De Raphael”?

Alec se sonrojó, sin importar la dimensión, eso no cambiaba.

No es nada oficial, pero, es bastante obvio que Raphael está bastante interesado en ella.

Quiero ir a esa dimensión, ya. ―Anunció Magnus riendo.

En medio del problema, hubo un momento de relajación para todos.

¿También vendrá? ― preguntó Alec adolescente―. ¿También puedo ver a Raphael?

El silencio se instaló fríamente en los rostros de conocidos y desconocidos. Su yo mayor fue quien le dio la terrible noticia, ya que no dejaría que Magnus lo hiciera.

Lo lamento, Alec, él no, Raphael ya no está con nosotros, lo perdimos en la Guerra Oscura.

Había tantas preguntas; ¿Cómo pasó? ¿Qué era la Guerra Oscura? Pero sabía lo que era perder y no quiso prolongar el mal momento.

Oh, lo lamento, en verdad lo siento mucho, yo no…

No sabía que más decir, había pasado por tantas perdidas, pero en realidad ninguna que le pudiera afectar tanto como ahora la idea resiente de perder a su amigo. Pero tenía más amigos, la urgencia por uno en especial se despertó con un latido fuerte en su pecho.

¿Y Micah? ¿Micah está bien?

Las miradas viajaron de un rostro a otro.

¿Quién es Micah? ―pregunto Magnus.

No había una respuesta simple para esa pregunta, Micah no era solo su amigo, Micah era tantas cosas que al final de cuentas no supo que responder, no de inmediato, Alec se sonrojó vivazmente.

Am… un amigo.

Su reacción fue demasiado clara.

Amigo ¿Eh? ―pregunto Jace seriamente.

Algo así, ¿él está bien?

Isabelle tenía las manos sobre su cintura.

No conocemos a ningún Micah.

El joven Alec se sorprendió tanto y su rostro lo delató. Sin embargo, necesitó una respuesta más segura, buscó su propio rostro en la persona a su lado.

Alec se encogió de hombros.

Lo lamento, pero no conozco a ningún Micah.

Más te vale. ―Le dijo Magnus en un murmullo para que solo él le escuchara.

La aflicción de Alec adolescente fue más que clara. Pero no se rindió fácilmente.

¿Estás seguro? Maia también lo conoce…

Seguro, muy seguro ―Respondió rápidamente su yo mayor―. Ningún Micah por aquí.

Oh.

Ver un joven corazón roto no era lo que todos esperaban, Isabelle ayudó a su hermano menor.

Recuerda, esta no es tu dimensión, seguro y podrás ver a Micah cuando regreses.

Magnus le dedicó una mirada extraña.

Alec respiro profundamente.

Sí, claro que sí.

Recordó la promesa que le había hecho y sintió una urgencia por volver ¿Cuánto tiempo habría pasado en casa? ¿Micah estaría esperándolo en el salón de clases? Quizás en la mesa exterior en donde siempre podían tomar el sol en invierno. Instintivamente su mirada se fue a la ventana, hacia la mañana que seguía su camino, pensó en Micah y se lo imagino yéndose molesto a casa porque él no llegaría. El sentimiento era horrible e insoportable.

Sintió una mano sobre su hombro, era Jace.

Estoy seguro de que tu amigo estará bien.

Pero ellos no saben en dónde estoy, mi padre, oh dios, mi padre debe estar como loco. Se pone histérico cuando no le aviso en donde estaré. Seguro me castigara el resto del año.

Maia puso manos a la obra, le habían llamado pidiéndole ayuda para que Alec confiara en ellos y les contara más sobre su dimensión.

Estoy segura de que cuando le expliques que te trajeron para salvarte, él entenderá.

El plan funcionaria más rápido de lo que esperaba, lo noto cuando vió la reacción del joven Alec.

Sí, seguramente sí. Dime ¿Aquí también eres un lobo?

Maia abrió sus brazos sonriendo.

¿Que más podría ser?

Alec sonrió, pero lo hizo tímidamente y con pena.

En casa, es decir… No ha sido fácil, para nadie, tampoco para ti.

Maryse se acercó a su hijo y le extendió una mano.

Ven, desayunemos todos juntos y nos hablaras de lo que sucede en tu mundo. ¿Te parece?

Alec tomó la mano de su madre sin esperar.

Pero Isabelle me hizo…

Oh, no te preocupes ―respondió la chica―. Es mejor que comamos lo que mamá nos prepare. Vamos.

Salieron todos en una progresión lenta y ordenada, pero ansiosa, Alec y Jace observaron la charola y el bocado nunca comido que Alec había dejado en la cama.

Algunos tienen suerte. ―codeó Jace a su parabatai.

Alec rio.

Irónicamente, si, así es.


* * *

Alec no habló, el chico se quedó en medio de Maia y de su madre, observando ocasionalmente a su padre y a los dos niños que estaban cambiando de brazos constantemente.

Isabelle y Clary conversaban, ellas intentaban hacerlo sentir en confianza, pero las cosas que decían, no ayudaban, eran demasiadas cosas buenas para contar y le dolía escucharlas, Alec no sabía lo mezquino que podría ser, no hasta ahora. Isabelle estaba hablando de su próxima boda cuando el pequeño de cabello castaño salto de los brazos de su abuelo para salir del comedor. Alec y Magnus se movieron como una sola unidad detrás de él.

Rafael ―le llamó su padre brujo mientras que su padre cazador entregaba a el hombre rubio al pequeño niño azul.

Lo tengo ―dijo Jace y comenzó a hacerle cosquillas sacando carcajadas al pequeño―. No se escapará.

La chica pelirroja se unió a ellos rápidamente y el brujo azul buscó sus brazos como un punto de escape.

Entonces los dos hombres volvieron con su muy amado hijo, ellos no estaban enojados, en algún momento se habían unido a su juego y los tres reían casi escandalosamente.

Volvió el fugitivo ―dijo su padre animadamente.

Alec no había probado bocado, cada una de las anécdotas estaban girando sobre su cabeza.

Alec ―le llamo Clary―. ¿Te gustaría tomar a Max?

Ella se levantó para ofrecérselo.

Estoy bien ―dijo el chico―. Gracias, no soy muy bueno con los bebés.

La chica insistió.

Estoy segura de que lo harás por instinto, ya nos lo demostraste.

¿En verdad? ―preguntó el muchacho enojado―. ¿Y cuándo fue que hice eso? Yo no soy este Alec, yo no…

Clary se alteró al notar la hostilidad volviendo a él.

No, no lo dije por eso, lo digo porque ayer jugaste con ellos y te veías tranquilo, pensé que…

No soy el padre de esos niños.

Nadie ha dicho nada parecido a eso ―le aseguro Isabelle.

El joven Alec se levantó de la mesa.

Acabas de decirme que eres mi hermana, nunca nos habíamos visto, pero tú ya me consideras tu hermano.

La pena en Isabelle fue obvia.

No es lo mismo ―dijo Magnus defendiéndola y tomando la mano de su Alec.

¿Por qué tienen que ser tan perfectos juntos?

Fue cuando todo pareció querer salir de él sin ningún filtro y sin poder o querer detenerlo.

No, no lo es. No hay nada parecido a esto de donde yo vengo, no tengo hijos, hermanos, padres o un parabatai, tampoco estoy con alguien y tampoco soy un verdadero Cazador de Sombras, porque tampoco tengo una estela y ni siquiera sé cómo manejar una espada, de las que, por cierto, solo tengo dos. Tengo a mi padre, que es adoptivo, a mis amigos que luchan para sobrevivir cada noche. Lo que si abunda en mi mundo son los demonios que siempre están intentando asesinarme. Tienen mucha razón, en lo absoluto es lo mismo.

Todos los rostros cayeron sobre él, había diferentes expresiones: pena, vergüenza, arrepentimiento, pero ninguna palabra.

Movió su cabeza y miro alrededor, a la hermosa y lujosa habitación.

Tranquilos, no espero que lo entiendan.

Salió del comedor, no conocía el lugar ni tampoco hacia donde se dirigía, pero no importo, solo necesitaba alejarse, alejarse y estar solo como siempre lo había estado, quizás era una condición a la que se había acostumbrado, quizás necesitaba la soledad porque era lo único que conocía.


* * *


Tessa y Magnus habían regresado a la isla desde Alicante, el frio se había sentido bien en su piel después de haber pasado todas esas horas entre ruinas y energía angelical, una incluso corrompida, las palabras del Cazador de Sombras poseído le estaban dando vueltas en la cabeza, quizás Valentine era más poderoso de lo que había imaginado, quizás tenía un plan, uno mayor a la idea de convertir humanos en cazadores de sombras.

Pensar justo ahora en eso no podía ser una posibilidad, Tessa le había reclamado una vez más cuando atravesaron las protecciones sobre la forma en la que negó su ayuda a las Hermanas de Hierro, Magnus no dio ninguna explicación, ciertamente no les había ofrecido ayuda por el hecho de que, sin importar la rama, no dejaban de ser Cazadoras de Sombras.

Tessa estaba molesta con él, pero la conocía y sabía que pronto pasaría a ser un mal olvidado. Si de algo era consiente Magnus era que los más grandes logros requieren grandes sacrificios. Esas eran palabras que se repetía constantemente, no solo por el significado sino también por aquella persona que se las había enseñado hacía mucho tiempo atrás.

Magnus observaba por la ventana hacia los reflejos multicolores que sus campos de energía formaban como un reflejo de la nieve. Últimamente había estado meditando en el pasado, lo odiaba, pero la melancolía era absurdamente insuperable.

Tessa había despertado una gran parte de esa melancolía con su última petición, una que hacía siglos alguien muy amado, le había hecho.

Se movió hacia uno de sus estantes y con un movimiento de su muñeca, un compartimiento secreto se reveló. Era una caja fuerte mágica, la abrió y de ella sacó un libro grueso pero pequeño, tenía una cubierta de piel marrón y una marca de páginas de seda que colgaba desde él. Al tomar el libro, buscó entre sus hojas una página en específico. El brujo leyó para sí.


Invierno de 1828

Padre hoy se molestó conmigo, es muy raro que lo haga, pero creo que tuve la culpa; no me gusta que vaya al pueblo, sé que es un hombre respetado y que todos lo buscan para que les ayude, padre siempre está ayudando a los extraños y no debería de sentir celos de eso, fue por eso que ahora estoy con él, pero me asusta que alguien le haga daño, me asusta que se aleje de mí, quiero que este a salvo, quiero estar con él siempre, para siempre, me prometió que así seria, pero también dijo que debíamos ayudar a las personas, a todas cuantas pudiéramos.

Se molestó porque le dije que las personas no nos ayudan, que nunca lo hacen y que no lo harían. Gracias a la expresión que me dedico me pude dar cuenta como mis palabras le lastimaron, pero me perdonó, siempre lo hace, me dijo que aún era joven y que me costaba confiar, mi padre nunca habla de mi madre, es sabio y puede leer que aún no estoy listo, pero ambos sabemos que todo lo malo que hay en mi es por culpa de ella.

Hoy quise escribir en mi diario porque no quiero olvidar lo que me ha dicho esta mañana, sin enojo me pidió que le hiciera una promesa.

Magnus presionó con mayor fuerza el cuaderno mientras que la imagen de ese día se recreaba en su cabeza, era muy clara a pesar del tiempo, las palabras escritas por él mismo aquel día le habían ayudado a volver a aquel momento.

Somos brujos, hijo mío. Pero también humanos y esa es la parte más importante, prométeme, anak sayang, que nunca perderás eso, que nunca perderás tu humanidad, porque entonces, sólo quedará la parte demonio y no lo eres, no eres un demonio. No lo eres.

Recordó la sonrisa de su padre y cerró el cuaderno fuertemente sin poder soportarlo. Había tanto pesar en él que tuvo que dejarlo sobre su escritorio. Magnus creía en las palabras, era un brujo y conocía del poder de estas, todo lo pronunciado llegaba a un lugar, habló en esa habitación solo con la esperanza de que sus palabras llegaran al lugar indicado.

Perdóname, padre, no sé si pueda cumplir mi promesa, el mundo es tan diferente desde que te fuiste, yo soy diferente desde que te fuiste, temo que perdí el rumbo sin tu guía, temo que ya es tarde para mí.


* * *


Alec no se detuvo, había encontrado unas escaleras y las subió, cuando estuvo en un lugar desconocido de arriba, subió aún más, las paredes con antiguos tapices estaban siendo remplazados por ladrillos rojos y grandes, quizás estaba a punto de encontrar la parte más alta del edificio, esa parte en donde nadie lo encontraría, se topó con una habitación abandonada, había dos camas, una junto a la otra en ella, siguió su camino y pasó de largo un invernadero, las plantas le provocaban alergias, siguió y siguió, entre más alto era mejor, entre más alejado mucho mejor. Se detuvo cuando pudo ver una de las campanas, el chico se acercó y se quedó mirando a la ciudad en la lejanía, las alturas eran tan relajantes, era como tener un propio universo en donde podía verlo todo, pero en el que nadie era consiente de él, como ser invisible y le fascinó la idea de serlo.

Esto fue demasiado fácil. ―le dijo una voz muy familiar.

El hombre se colocó a su lado, ninguno de los dos buscó mirarse, ambos veían a la ciudad a cientos de metros abajo.

Hubo un tiempo en el que venía aquí casi a diario, yo… Me escondía más de lo que incluso me daba cuenta.

Entonces no te daré crédito por haberme encontrado tan rápido.

Alec mayor sonrió.

No esperaba que lo hicieras.

Hubo silencio por unos momentos.

¿Por… por qué te escondías? ―preguntó tímidamente el adolescente.

El hombre respiró fuerte pensando en su respuesta.

Porque no sabía ser amable conmigo mismo, siempre pensé que debía esconderme porque creía que era la única forma en la que me podía proteger. Porque no quería decepcionar a nadie y porque esconderme era más fácil que ser valiente.

Alec entendió todo eso rápidamente, porque de alguna forma era lo mismo que hacía, no dejaba de luchar a pesar de arriesgar su vida porque no quería decepcionar la memoria de su padre.

Y… ¿Qué pasó? ¿Cómo dejaste de esconderte?

¿Qué pasó? ―preguntó su yo mayor sonriendo―. Creo que lo más trascendental fue que conocí a Magnus. Fue él quien me hizo darme cuenta de que no valía la pena negar quien era y que a cambio la recompensa si lo valía, por mucho.

La reacción de Alec fue clara para el hombre.

Sé que no tienes un Magnus que te provoque un fuerte conflicto interno, sé que de hecho no tienes muchas cosas ni a muchas personas. Pero tampoco las tenía y dependió de mi cambiar eso, de nadie más.

¿Qué estás diciéndome?

Que depende de ti cambiar tu vida. Quizás no tengas a tus hermanos o tus padres, pero tienes a tus amigos y desde mi punto de vista ellos son tu familia, porque darías todo por ellos, amas a tu padre, lo sé por como hablaste de él. Sé lo que se siente perder a un ser amado, sé lo que es estar aterrado por la simple idea de poder perder a alguien amado, pero eso no evita que ame, no me detiene para abrir mi corazón y aceptarme y aceptar a quienes están a mi lado, hay demasiadas personas que me importan ahora y que puedo perder, pero eso nunca evitará que haga todo para protegerlas, contigo es lo mismo, Alec, has perdido mucho, pero también has ganado y debes aferrarte a ello porque es lo que tienes. Es lo que te importa, es tu mundo y si no te gusta entonces cámbialo o muere en el intento por hacerlo, porque cualquier cosa es mejor que vivir escondido.

Alec movió su cabeza aceptando sus palabras. La ira se había ido, incluso ahora esta perfecta e inalcanzable versión de sí mismo le agradaba mucho más.

Es solo que… Esto, todo esto es como un cuento de hadas, uno que ni en mis más grandes anhelos pude imaginar y ahora es todo tan…

Inesperado, puedo entender eso ―Alec sonrió antes de hablar por la felicidad que le causaron los recuerdos―. Max fue inesperado y Rafe igual de cierta forma. En ocasiones no hay tiempo siquiera de elegir, ¿Cierto?

Le gustó sentir que tenía más en común con este Alec de lo que creía.

Yo… Me esfuerzo, ¿sabes? Siempre tengo que mentirles a todos, porque no sé cómo ser un Cazador de Sombras, no tengo a nadie que me ayude con eso, mi padre no me entrenó, no quiere hacerlo, no porque sea mala persona, es el mejor, te lo aseguro, pero tiene miedo, miedo de perderme, creo. Y yo no sé qué hacer, no puedo ayudar a nadie, no puedo.

Eso no es cierto, Alice tuvo el tiempo de decirnos lo que hiciste, ayudaste a ese niño hasta el final, no te importó incluso perder tu propia vida, eres un Cazador de Sombras, incluso más honorable que muchos Cazadores entrenados que conozco.

Eso fue algo que nunca esperó escuchar de nadie, fue más de lo que alguna vez esperó, no supo que decir, le agradeció internamente con todo su corazón, ese agradecimiento se quedó solo para él.

Así que… ―dijo el chico cambiando el tema―. Tu vida no siempre fue perfecta ¿Eh?

Alec sonrió.

No, incluso ahora no lo es.

No te burles de mí. ¿Cuál es tu problema? ¿Magnus no te lleva el desayuno a la cama? ¿O alguno de tus encantadores hijos arruinó una de tus camisas?

Hubo un ruido extraño desde la garganta de Alec, era una carcajada que había sido apagada.

No exactamente eso, aunque Magnus te diría que fueron varias de sus camisas. Pero como te dije, hay muchas personas que me importan. Hay problemas en los Ángeles con una familia amiga e incluso aquí, Magnus tiene problemas de salud.

Lo lamento, yo no…

No te disculpes, no es tu culpa y tampoco es algo que nos detenga, ¿cierto?

Cierto.

La sonrisa del hombre era cálida, se preguntó si quizás él sonreía de igual manera.

Alec dio una última mirada a la ciudad antes de regresar al edificio.

Te dejaré solo ahora, quizás necesites pensar, estaremos abajo.

¿Puedo ir contigo? ―preguntó el adolescente con urgencia y haciendo que se detuviera―. Yo… Creo que me aburrí de estar solo.

Entonces ambos bajaron a reunirse con su familia.


* * *


Entraron a la sala común, la imagen de ambos juntos no dejaba de sorprender, fue su madre la primera en acercarse.

¿Estas bien? ―le preguntó con precaución.

Alec la abrazo, no podía perder ni una sola oportunidad de hacerlo.

Lo siento, no quise decir todo lo que dije.

Si lo quisiste ―le dijo Isabelle acercándose―. Y está bien, somos nosotros los que no sabíamos cómo actuar, a pesar de ser obvio.

¿Lo es? ―el chico observó precavido.

Magnus estaba parado detrás del grupo, él se había cambiado la ropa, ahora lucia como un hechicero salido de las películas de Hollywood.

Clary y Simon fueron al reino hada a buscar a Alice, necesitamos saber cuánto tiempo tenemos.

Alec pudo notar el ambiente con tensión, o era algo más, todos le miraban con determinación absoluta. No más risas, no más lindas y alegres anécdotas.

¿Tiempo para qué? ―preguntó dudosamente y con temor a la respuesta.

Su padre se colocó frente a él, había serenidad en su mirada.

Para darte lo único que podemos darte, lo único que podemos hacer por ti.

No entiendo.

Isabelle jugó con sus dedos sobre el brazalete en su muñeca.

Quizás no podamos protegerte, pero podemos darte las armas para que lo hagas tú mismo, casi literalmente.

¿Quieren decir que…?

Jace que estaba al lado de su parabatai cruzó los brazos sobre su pecho, su rostro era diferente, como el de los demás, dejaba en claro que había tomado una decisión.

Te entrenaremos, y serás mejor, el más fuerte Cazador de Sombras de todos.

Alec estaba demasiado aturdido como para comprender exactamente lo que le estaban diciendo.

¿De todos? ―repitió con pesar―. Yo en verdad soy el último.

Eso no pareció afectar al imperturbable Jace Herondale.

Bien, serás entonces el último que luche por el bien de la humanidad, el último que llevará las marcas del ángel, el último que cumplirá con su deber sagrado, serás el mejor y el último Cazador de Sombras.

Alec se acercó a él y colocó su mano sobre el hombro del chico.

No podemos cambiar tu mundo, pero podemos darte lo necesario para que lo intentes, si lo deseas.

Pensarlo era absurdo. El chico sonrió, por primera vez desde que había llegado lo hizo plena y sinceramente.

¿Cuándo empezamos? – Preguntó él.


Continuara…





Ilustración de @Neiara29


Beta: @PitaGonzalezME


Quiero dar un especial agradecimiento a mis queridas amigas Pita y Nei por el tiempo que me regalan cada vez que tengo un capitulo nuevo, espero algún día poder regresar todo lo que hacen por mí. Mil gracias preciosas, en verdad no sé qué hice para merecer tan increíbles seres a mi lado. Gracias.


Y gracias a todos ustedes por leer y por el afecto que me demuestran, no saben cuánto valoro eso.
Espero hayan disfrutado el capítulo.

¡Los leo en los comentarios!
♥♥♥

@MayGraciela♥




Comentarios

  1. Espere tanto por la actualización y como siempre fue genial, hermosa, perfecta!! Ame el capitulo de principio a fin, muchas gracias May por un maravilloso capítulo, ya dije que ame el capitulo? LO AME!! 🙌😍😭😙❤

    ResponderBorrar
  2. Mi muy amada May, MUCHISISIMAS gracias por la paciencia y la confianza. Me ha encantado ver estos colores en personajes que ya nos son TAN entrañables, desde lo más hondo de mi corazón te agradezco que Micah esté de regreso, que en mi corazón NUNCA se fue... El toca de Alec adolescente abrazando a Maia y preguntando por Raphael fue de oro, Alec pensando en su padre y lo increíble que es para el tener a mamá y a papá... Y esas cosquillitas con Izzy, WOW. Muchísimas gracias por seguir escribiendo. No dejes de hacerlo, que te extrañamos mucho.

    Con todo mi amor, espero ver cómo entrena en este cuento de hadas.

    Con amor, Pita,

    ResponderBorrar
  3. Un placer como siempre de verdad, merece la pena ilustrar tus maravillosas historias ya lo sabes. Y aun mas leerlas *_*. Y es una alegría tenerte en mi vida, a ti a Pita y a Mika, sois las mejores. Y ahora me vuelvo a la cueva que me esperan los apuntes ^^

    ResponderBorrar
  4. Uno momento, tiempo, tiempo, fue maravilloso, esplendoroso, como siempre, pero tengo tantas dudas, debes ser porque hay libros que no leí ¿Quizas? O que aquí no salieron ¿Tal vez? No me molesta el spoiler si me respondes.
    Anak Sayang ¿Es el verdadero nombre de Magnus? O es parte del fic? ¿Cómo Cómo edta eso que tiene problemas de Salud, es un brujo? En teoría no les afecta ese tipo de cosas, o sea que debe ser una enfermedad sobrenatural.

    Más increíble fue Alec preguntando por Raphael, sin duda es uno completamente diferente, más... ¿Bueno? Bondadoso o moral.
    Es obvio que Micah no me agrada, pero entiendo que es su mejor amigo y es muy honorable, aún asi hay cosas de el que no terminan de darme confianza. Quisiera verlo desde una perspectiva más objetiva, pero lo cierto es que amo a Malec por sobre todo, cambiaria de pareja, de hecho, no me molesta hacerlo en otros ámbitos, pero esta es una pareja que me encanta y siendo como son, viendo todas las adversidades, o leyéndolas, que han pasado, me gustan juntos, porque se complementan, por su historia, por sus personalidades y desarrollo.

    Bueno a Maia me es difícil verla, es como si estuviese persona la vez no, una parte importante que, apenas en 5 capítulos, no se desenvuelve en su totalidad, veremos cómo avanza.

    Alec y Micah los veo más como Parabatai, irónico, pero cierto, se llevan bien, aunque hay amor de por medio, los visualizo luchando codo con codo como cazadores de sombras o cazador-mundano, como si fuese Simon en los primero tomos.

    Bella, gracias por todo, espero con ansias en próximo capítulo.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, me encanta leer este tipo de cosas y darme cuenta de los conflictos que les provocan mis letras, en verdad para mi es maravilloso.

      Anak Sayang es la traducción del indonesio a "Querido hijo." o "Querido Chico" gracias por notarlo y gracias por el interés 😉

      Y sí, todo lo ocurrido en la dimensión de Cuento de Hadas es canon, así que para saber que sucede con la salud de Magnus te hace falta leer algunos libros (Lord Of Shadows).

      Gracias por exponer tus dudas, ha sido un placer responderte.

      Gracias por leer!

      Borrar
  5. Realmente me sorprendiste nunca imagine que mesclarias los mundos , espero con ansía el próximo capítulo , sigue así eres fantástica

    ResponderBorrar
  6. Wow!

    Estoy sin palabras simplemente perfecto, me encanto este capitulo realmente me sorprendiste no me lo esperaba en serio!

    Que el Alec joven viaje al universo de nuestros cazadores uff realmente me gusto mucho verlos a todos bien y felices después de pasar por tanto aunque debe ser fustrante y angustiante para nuestro viajero ver una vida que el no tiene.

    Los celos de Magnus por Micah jajaja

    Me enamore cuando Alec joven piensa : "¿Por qué tienen que ser tan perfectos juntos? "

    Estoy emocionada con la continuación y ahora mas que nunca espero el encuentro del viajero Alec con el Magnus de su dimensión XD

    ResponderBorrar
  7. Wwaauu realmente me sorprendió este capítulo. Fue tan conmovedor cuando vio a sus padres y como explotó diciéndolo todo sin filtro hasta me puso la piel de gallina, vaya hay tantas cosas que comentar desde el principio jjjjjaaa me encantan los capítulos largos. Dios deberías publicarlo en un libro es muy interesante creo que la muerte de Alec iba a afectar varias dimensiones, se verá más sobre otros mundos paralelos o solo estos dos y otra pregunta aparte del siguiente capítulo se verá aún que sucede en la dimensión de Lithwood Bane o solo se enfocará en la dimensión actual? .
    Malec forever byyeee espero con ansias el próximo capítulo

    ResponderBorrar
  8. Wwaauu realmente me sorprendió este capítulo. Fue tan conmovedor cuando vio a sus padres y como explotó diciéndolo todo sin filtro hasta me puso la piel de gallina, vaya hay tantas cosas que comentar desde el principio jjjjjaaa me encantan los capítulos largos. Dios deberías publicarlo en un libro es muy interesante creo que la muerte de Alec iba a afectar varias dimensiones, se verá más sobre otros mundos paralelos o solo estos dos y otra pregunta aparte del siguiente capítulo se verá aún que sucede en la dimensión de Lithwood Bane o solo se enfocará en la dimensión actual? .
    Malec forever byyeee espero con ansias el próximo capítulo

    ResponderBorrar
  9. espectacular no me esperaba todo eso wow ansioso por mas

    ResponderBorrar
  10. queriiiiiiiida May adoroooooooo como escribes <3 ........ estoy muriendo poco a poco por saber que pasara, enserio.. que muero de emoción .

    ResponderBorrar

Publicar un comentario