Guerra Fría IX - Fronteras Rotas

- ¿Que has dicho? – Pregunto Edrian, era extraño el sentimiento de entender claramente las palabras que Alec pronunciaba, pero no comprender el contexto de ellas.

Alec estaba sombríamente parado frente al enorme ventanal mirando hacia las torres demonio, estaba vestido de manera formal, como lo hacía desde que era Cónsul. – Quiero que te vayas. – Repitió Alec.

- ¿Irme a dónde?

- Edward Pangborn ha dirigido el instituto de Alemania por más de medio siglo. Es un hombre honorable y…

- Conozco a Ed. – Dijo Edrian sin amabilidad. – Crecí ahí, me crio junto a Nessie y sus propios hijos. He preguntado ¿Por qué quieres que me vaya?

- Edward ha pedido tu reasignación, quiere que seas tú quien lo suceda en su cargo como director del instituto.

Hubo silencio entre ambos, Alec no había girado para ver a Edrian el cual estaba sorprendido por la petición de su tutor quien tenía a sus propios hijos, se preguntó si ellos habían rechazado el cargo, sus pensamientos fueron en un viaje rápido hacia Alemania y en la necesidad de ir a hablar con Edward.

- Es un importante puesto. – Dijo Alec despertándolo – Creo que es uno mejor que ser el asistente del Cónsul.

- ¿Quieres que me vaya? – Pregunto Edrian reflejando en su voz la incredulidad que le embargaba.

- Te lo dije. - Alec seguía mirando hacia afuera, intentando no darse cuenta del dolor que estaba provocando en Edrian. Pero que no podía evitar. – Quiero que te vallas.

- Bien. – Dijo Edrian – Ahora voltea y dímelo de frente. Quizás entonces te crea.

Alec cerró los ojos con fuerza, pensó en Magnus y fue toda la determinación que necesito. Giro y confronto directamente a los ojos de Edrian.

- Quiero que te vallas.

- ¿Qué haces? – Murmuro Edrian preguntándoselo a sí mismo en un esfuerzo por descifrar lo que ocurría. - ¿Por qué haces esto?

Alec sentía que tenía que ser honesto con Edrian, es lo menos que podía hacer. – Estoy haciendo lo necesario para mejorar, para recuperar a mi familia.

- ¿Y crees que alejarme es la mejor forma de hacerlo?

- Creo que es lo mejor para todos.

- No lo es para nadie, ni siquiera para ti ¿Crees que Magnus volverá solo porque me mandas lejos? ¿Qué merito tendría eso? Alejarme solo te hace parecer sospechoso. Si es eso, entonces me quedare a luchar por ti, ya que al parecer la única forma de resistirte a mi es mandándome lejos.

- ¡¿Que?! ¡No! ¡Claro que no! Es…

Alec lo pensó por un momento se maldijo mil veces, odiaba estas cosas, odiaba tener que hablar o hacer algo cuando se trataba de sus sentimientos o los de cualquiera a su alrededor, una cosa más por lo que amaba a Magnus era por el hecho de que siempre sabía lo que pensaba y sentía, su forma de amarlo era simple y sin complicaciones.

Optó por la mejor opción, no decir más. Alec camino hacia el sillón de su oficina derrotado. – Ahora todos son expertos ¿ciertos? – Se dejó caer junto a su fachada de hombre decidido.

Edrian no pudo evitar reírse mentalmente de su jefe. – No es eso - Dijo y se sentó a lado de Alec. - Es solo que tú eres terrible, en verdad, el peor que conozco y que…

- Ya entendí. – Alec cubrió su rostro con sus manos. – Estoy destinado a arruinarlo todo, una y otra, y otra vez.

Edrian se compadeció. – Puedo ayudarte.

- Edrian, no es buena idea. – Alec estaba mirando a Edrian a la cara, no podía seguir sin ser como mejor sabia ser, directo y sin pantallas. – Si quiero recuperar a mi familia necesito…

- No lo digas, no… por favor, no me alejes.

- No puedo darte lo que quieres de mí. No es justo para ti. Quisiera que lo entendieras. – Alec respiro profundamente y para sorpresa de Edrian este se le acercó un poco más. Sus rostros estaban muy cerca, pero a pesar de eso Alec se miraba seguro, listo para hacer una sincera confesión. – Me gustas. – Le dijo y Edrian se quedó sin palabras, escuchar a Alec decir eso era lo que había querido desde hace tiempo, hubo una explosión en el pecho de Edrian que no supo cómo controlar, sin embargo, solo se quedó callado. Escuchando lo que Alec tenía que decirle, ya que de alguna manera no se sentía de la manera que pensó se sentiría. – Quizás, si hubiera sido sincero con mis sentimientos desde un principio y no hubiera luchado tanto por esconderlos, nada de esto hubiera pasado.

- No lo entiendo. – Dijo Edrian. - ¿Decírmelo antes?

- No, no a ti.

Hubo claridad en el rostro de Edrian. – Magnus. – Murmuro su propia respuesta.

- No me atreví a ser sincero con Magnus. – confeso Alec. - Pensé que el estar atraído hacia otra persona era lo peor que podía hacerle, no quería hacerlo, no quería que descubriera eso en mi porque entonces pensaría que no lo amo como lo hago. Pero ahora me doy cuenta de que no soy responsable de eso, pero si lo soy de mis actos, si hubiera hablado con él, si hubiera sido valiente y hubiera confiado en él, realmente confiado en él. Magnus hubiera sabido que hacer, me hubiera ayudado y ahora no…

- Eso es… diferente. – Y toda la esperanza de Edrian se fue, la forma de amar que Alec tenía era extraña, era diferente, era perfecta. Pero no era perfecta para él, lo era para Magnus Bane. Darse cuenta le rompió el corazón, Magnus Bane era y seria siempre la única persona que podía entender a Alec Lightwood no solo como se merecía. También como lo necesitaba.

- No quiero irme. – Repitió Edrian. - No quiero alejarme de ti, solo… te prometo que no haré nada en contra de ti y de Magnus, si vuelves o no a estar con él, no me importa, solo quiero estar a tu lado, solo quiero seguir ayudante y que logres todo lo que has querido. Déjame. Déjame estar a tu lado. – Edrian tomo la mano de Alec. – Seré tu arma, tu voz, tu escudo, tal y como lo he sido hasta ahora. Solo… Déjame.

Alec no aparto la mano de Edrian, por el contrario, la tomo con mayor fuerza. – También quiero que te quedes. – Le dijo sin duda y sin remordimiento. – Te necesito a mi lado, ahora más que nunca.

* * * * *

La puerta de su apartamento se cerró y Max equilibro con dificultad el enorme florero que el repartidor había entregado, Max no tenía problemas tratando con mundanos, siempre llevaba encima un glamour poderoso que incluso a personas que tenían la visión les era difícil penetrar. Camino hacia la cocina y colocando las flores en la mesa se apresuró a leer la tarjeta, la última vez que había mirado a su padre en Alicante le había dicho que solo le quedaba enviar flores, fue mucha la desilusión de Max cuando leyó otro nombre en la tarjeta.

- ¿Son para ti? – Pregunto Magnus tomando la jarra de la cafetera.

- No. – Dijo Max con notorio enfado. – Son para ti. – El chico le entrego la tarjeta a su padre golpeándola contra su pecho en un esfuerzo por no arrojarla por la ventana.

Magnus la leyó y sonrió. – Son tiempos modernos, ya que no es normal que un hombre le envié flores a otro hombre, que dulce de parte de Jerry, es un chico muy amable.

- Mi padre te enviaba flores todo el tiempo. – Max seguía molesto y mirando a su padre fijamente.

La sonrisa de Magnus se disipo. - ¿Es necesario que menciones a tu padre cada dos segundos?

- ¿Por qué te llegan estos obsequios y no te llegan los que mi padre ha enviado?

- Es un encantamiento, nada de su parte llega aquí.

- ¿Es una broma?

- No. – Dijo Magnus sin remordimiento, toco una flor amarilla sin interés. – Me la pase muy bien anoche, por si te interesa.

- Saliste con un mundano ¿Podría ver algo de interesante en eso?

Magnus volvió a su café e intentando inútilmente verse desinteresado, pregunto: - ¿Se lo has mencionado a tu padre?

¿Quién menciona a mi padre ahora? Pensó Max, pero opto por la paz mundial y no dijo nada. Lo que sí dijo fue: - ¿Quieres que Jerry muera o algo así? Porque hay métodos menos crueles.

Magnus concedió eso. – Tienes un punto.

- ¿Por eso lo haces? – Pregunto Max. – Para que mi padre se entere.

Magnus dejo su taza de café un lado sintiendo el sabor malo de boca que el comentario de su hijo le había dejado, se dio cuenta que sería imposible tomar un sorbo más. – Mejor hablamos cuando estés de un mejor humor. – Magnus camino cerca de Max para ir a la sala, pero su hijo lo detuvo tomándolo del brazo.

Magnus miro la mano y después el rostro de su hijo, la imagen le creo un agujero en el estómago. – Lo lamento. – Le dijo Max con los ojos cristalizados. – No me gusta estar así, no quiero seguir peleando, perdóname, papá, por favor.

- hijo… - Fue lo único que necesito decir el brujo para que Max se aferrara a él con mucha fuerza dejando al locuaz Magnus Bane sin poder decir palabra.

- Sé que tienes derecho de rehacer tu vida. – Dijo Max con su rostro pegado al pecho de su padre. – Pero lo único que veo es como se desintegra la mía. – Max busco el rostro de Magnus quien lo sostenía con fuerza. – Necesito tiempo para acostumbrarme, tenme paciencia ¿Quieres?

- Mi Blueberry. – Le dijo el brujo con demasiado cariño. – He estado tan sumergido en mis pensamientos que nunca se me ocurrió ponerme en tus zapatos, discúlpame, Alec siempre fue mejor contigo en todo.

- Pero tú eres más divertido.

Magnus rio y limpio la lagrima que pretendía asomarse del ojo de su hijo. – Me das tanta fuerza que pienso que tú la tienes también. Cambiare eso, hijo. Somos tu y yo ¿Recuerdas?

- Para siempre. – Dijo Max y Magnus asintió dejando que su hijo fuera a su cuarto.

- Llamare a Nat. – Anuncio antes de irse.

Magnus observo como su hijo caminaba con un poco más de ánimo, chasqueo los dedos y las flores que Jerry había enviado desaparecieron de la mesa dejando solo detrás un rastro azul de magia.

* * * * *

El Valle Azul era una región en el reino hada en donde la guerra no había alcanzado a sus ocupantes, eran los habitantes más pacíficos y los más alejados del mundo mundano y de los Cazadores de Sombras, eran los granjeros y trabajadores, todos ellos al servicio de la reina y de la naturaleza, Tristan; un hada del valle se encargaba de dar a los guardias de palacio los mejores corceles disponibles, tenía las caballerizas más grandes y los mejores ejemplares de caballos, voladores y no voladores, con cabello de fuego o pelaje de hojas, siempre orgulloso y al pendiente de lo que su reina necesitara.

Tristan hacia correr a un pequeño caballo blanco que tenía alas alrededor de un prado, el caballo obedecía al sonido del viento que cortaba con su látigo. En ese momento y cuando más concentración estaba teniendo, un caballero de la guardia apareció surcando los cielos, el viento en la melena de su caballo negro le hacía ver cruel y peligroso. Tristan se puso nervioso al ver que no se trataba de un soldado cualquiera, sino del general de la Reina.

- Mi señora no me informo sobre necesitar más corceles. – Dijo Tristán preocupado en cuanto Gwyllion llego al suelo.

- No he venido a eso, entrenador. – Le dijo el hada con voz firme. – Tu Reina necesita un servicio diferente de tu parte.

Tristán trago con fuerza, no era un guerrero, ni un ser mágico como los más cercanos a su majestad, no podía pensar en alguna otra utilidad de su parte para la Reina. – General, yo no…

- Hablaras cuando se te ordene, por ahora debes tomar uno de tus caballos y acompañarme. No harás esperar a tu Reina.

El hada pidió un momento para devolver al potrillo a las caballerizas y tomar un corcel volador. Antes de que ambos despegaran Gwyllion miro hacia los establos. – Te escuche hablando. – Dijo.

Tristan se miró incómodo. – Hablo con mis caballos, señor, lo lamento yo…

Gwyllion levanto una mano pidiendo que guardara silencio. – No cabe duda que nuestra Reina sabe bien lo que hace.

Gwyllion y Tristán salieron en camino a palacio.

* * * * *

Alec dejó caer el mensaje de fuego que recibió de su hijo sobre el escritorio. – Es increíble. – Dijo molesto.

Edrian estaba muy concentrado leyendo los informes de batalla de los últimos meses, poniéndose al día para restablecerse en sus labores. - ¿Qué es increíble? – Pregunto quitando la vista de los documentos para ver a Alec desde el sillón donde estaba sentado.

Alec suspiro. – Magnus tiene un hechizo para que nada de lo que le envié llegue a él.

- ¿Es una broma? Es decir ¿Puede hacer eso?

- Puede. – Dijo Alec tallando entre sus ojos. – Puede hacer lo que quiera.

- Igual que tú. – Dijo Edrian. - Eres Cónsul.

- No entiendo tu punto.

- Magnus es parte del consejo ¿No debería de estar aquí como todos los demás miembros? Estamos a orillas de una guerra.

Alec le observo expectante y Edrian noto que seguía sin entender a donde quería llegar.

- Terrible. – Repitió Edrian refiriéndose a Alec y los asuntos del corazón. – Puedes obligarlo a volver, es su deber estar aquí.

- Nadie puede hacer que Magnus haga nada que no quiera, es Magnus Bane.

- ¿En verdad no sabes el poder que tienes sobre él? Magnus se fue porque si se queda no iba a soportar estar sin ti. Es orgulloso pero débil cuando se trata de ti.

- obviamente no lo es. Han pasado meses y… no hemos hablado o nos hemos visto en ese tiempo.

- Ya deberías cambiar eso. – Dijo Edrian dando por terminada la conversación y volviendo a los documentos.

*****

- Esto si es una sorpresa. – Dijo Magnus al dejar entrar a Jace a su apartamento. – Espero y sea agradable, Herondale.

Jace camino a la sala de estar, el apartamento lucia bastante ordenado, Alec tenía razón al dejar que Max se fuera con Magnus, no quería pensar en lo que sería del brujo sin él. Alec lo necesitaba, pero la autodestrucción no era su estilo. Magnus Bane en cambio era un peligro para él mismo y los demás.

- ¿Y Max? – Pregunto Jace de inmediato.

- Fue a Planeta Prohibido, al parecer su lectura está siendo peligrosamente menguada y fue a buscar un par de nuevos mangas.

A Jace no le sorprendía para nada, por el contrario, lo entendió de inmediato. – Quizás pase, ante de volver para llevar algo a Will.

- Toma asiento, por favor.

Jace lo hizo – Sabes que no vine a hablar de Mangas ¿Cierto?

Magnus tomo un lugar en otro de los sillones de la sala, la luz entraba abundantemente por las ventanas, era un día hermoso, por lo menos eso parecía.

- ¿Qué te trae aquí?

- Necesitas volver a Alicante, de hecho, volver con Alec.

Magnus rió - ¿No tienes un marcado sentimiento de dejavu? Yo sí.

- Magnus, escucha. Hace poco tuve una conversación con Alec, intentaba animarlo, es decir, la está pasando mal, sé que tu igual, pero tenía que hacer algo, es mi parabatai, mi mejor amigo, es mi hermano y…

- Al punto Herondale.

La actitud del hombre era extraña e intrigante para Magnus, a pesar de los años era la primera vez que miraba a Jace tan ansioso por algo.

- Quizás le dije a Alec algo que malinterpreto y ahora, quizás te halla perjudicado y necesito que entiendas que esa nunca fue mi intención.

- Sigues sin decirme mucho.

Jace suspiro. – Esta bien. Le dije a Alec que tenía que dejar de sufrir y que tenía que hacer lo que fuera, sin importar que para que comenzara a mejorar.

- No veo nada de malo en ello, Jace, debes calmarte, no me has perjudicado.

- Quizás Alec me malinterpreto porque le dije que debía pensar en Edrian y en porque había hecho lo que hizo.

Magnus hizo un gesto.

- Fue un arma de doble filo, eso era claro, pero no podía saber que haría Alec exactamente. Me refería a que pusiera sus asuntos en orden y comenzara a actuar.

- ¿Qué hizo Alec? – Pregunto Magnus sinceramente curioso.

Jace tomo un largo respiro. – Hizo llamar a Edrian.

Pensar en Edrian, era lo que Magnus estaba esperando, lo que sabía que tarde o temprano pasaría si continuaba alejado de Alec. Ahora que estaba pasando y a pesar de creer que estaba listo, se dio cuenta de que no era así. Magnus se inclinó hacia enfrente. - ¿Ellos están juntos?

Jace lo pensó por unos momentos. – La última vez que trabaje con Alec, Edrian estaba ahí y parecían estar cómodos el uno con el otro, como si nada hubiera pasado.

- Pregunte si estaban juntos.

- No lo sé. No lo parece. – Jace movió la cabeza y Magnus que era experto leyendo a las personas noto como diría algo que no quería decir. – Alec está mejor. Piensa con mayor claridad e incluso está comiendo de nuevo.

- Eres su parabatai, deberías estar feliz por él.

- Alec es mi familia. – Dijo el hombre tan claro como la certeza que pronuncio, con el orgullo en su rostro y el cariño expresado en su voz.

Magnus se sentía demasiado agotado como para intentar ocultar su desilusión, era como si las noticias que Jace le había traído lo hubieran dejado vacío.

Jace lo noto enseguida, una brecha que significaba esperanza. – Es mi familia tanto como lo eres tú. – Le dijo mirándole a los ojos y Magnus pudo ver la sinceridad en sus palabras.

Magnus se sorprendió y lo demostró al no decir nada.

Por el contrario, Jace rio. – No deberías de lucir tan asombrado. No es tan difícil de creer, hubo un tiempo hace muchos años en el que otra familia Herondale te consideraba un miembro más de su familia y ellos estaban en tu corazón.

La mente de Magnus viajo a Londres, a las calles empedradas y a los ojos azules de Will Herondale, iguales, pero tan distintos a los de Alec. La sonrisa llego a su rostro sin esfuerzo. – No deberías creer todo lo que Tessa diga. Es algo un poco romántica.

- Pero nunca mentirosa.

- Nunca. – Concordó Magnus.

- Quiero lo mejor para Alec y lo mejor para él eres tú, Magnus por favor. Danos otra oportunidad.

Magnus siguió con su mirada fija en Jace, sin expresión, demasiado cansado para hacer notar cualquier pensamiento o sentimiento que atravesara su cuerpo.

- No solo te estas alejando de Alec, te alejas de tu familia. Somos tu familia, Magnus. Recuerda eso.

Antes de que Magnus pudiera responder cualquier cosa, la puerta del apartamento se abrió y Max entro con una gran bolsa de papel, le tomo unos segundos notar a su tío.

- Es una biblioteca la que tienes ahí ¿Eh? – Le dijo Jace y Max camino hacia los brazos extendidos de su tío.

- ¿Sucedió algo? – Pregunto Max después de haber abrazado a Jace. - ¿Papa está bien?

Jace sacudió la desordenada melena azul del chico.

- No debes preocuparte tanto por tu padre. – Le dijo en un tono de burla. – Te ves un poco mayor a la última vez, deben ser las angustias innecesarias.

- Tío, nos miramos hace un par de días.

- Jace hizo un gesto. – Deberías entonces preocuparte.

Max rió y dejo que revolviera de manera casi violenta su cabello.

* * * * *

Los pasillos del Instituto de Idris eran bastante iluminados, incluso de noche, Vanessa caminaba por el pasillo principal hacia la salida, había dejado a Aurora, la pequeña niña hada en su alcoba para que esta descansara de su largo día de juegos y aprendizajes, esta era la peor parte, odiaba dejarla, odiaba prometerle volver al día siguiente sin poder estar segura de que lo haría. La Cazadora de Sombras acelero el paso, pensar en Aurora cuando no la tenía cerca se había convertido en una agonía. Empujo la puerta con fuerza y dejo que el aire frío de la noche entrara en sus pulmones y alejara la sensación de ahogo y desesperación al pensar en la pequeña niña que no era suya. Cuando levanto la mirada noto la figura siempre familiar de Edrian.

- ¿Estas bien? – Pregunto su amigo al instante en que la vio. – Te miras…

- Estoy bien. – Le aseguro la chica enderezando la espalda. – No esperaba verte más por aquí.

- Lo lamento. – Dijo Edrian aun observando el comportamiento de su amiga. – Necesitaba ponerme al tanto de los asuntos de La Clave ¿Segura que estas bien?

- Estoy bien. – Repitió Vanessa de mala gana.

Edrian no hizo más que sonreír. – Día difícil ¿Eh?

- Nada que no se pueda superar. – Vanessa miro a Edrian de la cabeza a los pies. – Parece que tu día fue mejor que el mío.

- Yo no estaría tan seguro. Como sea, me gustaría hablar contigo de… Bueno de…

Ambos Cazadores de Sombras habían continuado su caminata por los jardines del instituto. Vanessa no dejo que Edrian terminara, la chica levanto una mano frente a su rostro. – Antes de que digas cualquier cosa sobre tu nuevo amor. Necesito decirte, algo primero. – Edrian estaba a punto de explicarle lo que había sucedido con Alec, acerca de cómo las cosas con él se habían moldeado a una situación estable y cómoda, a pesar de no ser lo que quería o deseaba se sentía bien con ello. Estar con Alec de esta manera era mil veces mejor que estar sin el en lo absoluto. – No. – Dijo Edrian. – Alec y yo…

- Te amo. – Le interrumpió Vanessa.

Edrian le miro en silencio por un momento esperando a que ella hablara un poco más, no lo hizo. El Cazador de sombras sonrió poco después. – También te amo, Nessie. Lo sabes.

- No – Dijo Vanessa. – No es lo que piensas. – Yo en verdad te amo y sé que ahora debes estar más que emocionado por ti y Alec, pero estoy segura de que eso no durara porque Alexander ama, adora a Magnus. Y…

Edrian levanto una mano para que dejara de hablar. - ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué me dices estas cosas? No tiene sentido.

- Lo tiene, necesito que sepas cuáles son tus opciones, de que Alec no es el único que puede darte seguridad, Edrian te conozco de siempre y sé que Alexander no podrá hacerte feliz porque no es lo que necesitas.

Edrian se quedó pensando en lo que ocurría, intentando asimilar las palabras y hacer de la situación lo menos dañina posible. - ¿Desde cuándo? Es decir ¿Esto es nuevo? ¿cierto?

Vanessa rio en burla a su amigo. – Claro que no, me enamore de ti desde hace diez años. Cuando decidiste dejarme, por cierto.

- Nessie, nunca te deje, es solo que…

- Tenías que encontrarte. – Vanessa miro hacia el cielo, a las estrellas que iban apareciendo una a una, mirando hacia el pasado, su pasado tortuoso por la pérdida de sus padres, por la lucha constante de mantenerse con vida, y el abandono de la única persona a la que había querido tener cerca. – Así que decidí que no podías, que no serias ser capaz de amar a nadie si primero no podías amarte a ti mismo. Te vi marcharte y guarde silencio con esperanza de que algún día tu volvieras, que sanaras y te perdonaras a ti mismo y entonces, entonces yo podría…

- ¿Por qué no me lo dijiste antes?

Vanessa rio con dolor. – Supongo que me deje llevar por la absurda idea del amor, los mundanos actúan así, esperan a que el amor llegue a ellos. Por alguna estúpida razón pensé que ese tipo de amor podría ser para mí, error.

- No eres una mundana.

- Gracias al Ángel no lo soy, así que he decidido actuar como lo que soy, una Cazadora de Sombras, deje de esperar a que el amor llegara, ahora soy yo quien lo está buscando. No tenemos tiempo para esperar a que un cabeza hueca mire a su alrededor – Vanessa se acercó a Edrian quien no retrocedió ni un centímetro. – Te estoy buscando a ti, Edrian.

- Nessie, yo…

- Luchamos a diario por nuestros seres amados, por nuestro deber y por el mundo que queremos para nosotros y para los que nos importan. Lucho por ti todos los días, Edrian. Era tiempo de que lo supieras. – Vanessa se apodero de la chaqueta de Edrian poniendo las manos a sus costados y jalando con fuerza al hombre, no fue difícil acercarlo, Vanessa era casi tan fuerte como Edrian.

Edrian dejo que lo acercara y sintió el cuerpo de Vanessa pegado al suyo, sus manos firmes y su olor le inundo de inmediato, jazmín y lavanda. Por alguna razón no podía pensar en nada más. Vanessa subió en sus puntos para alcanzar los labios de Edrian, los encontró suaves y dulces.

Edrian sintió sus labios moldeándose a los de Vanessa sin ningún esfuerzo, como piezas embonando en su lugar. Pero era demasiado, era extraño y no se sintió listo para lo que ocurría, sin poder quitar su mirada del rostro nunca antes tan cerca de Vanessa, levanto su mano para ponerla en su hombro y alejarla, su mano toco la piel de la Cazadora y el cabello de Vanessa le acaricio el dorso de la mano, suave y abundante, la parte física que siempre le había gustado de su amiga. Y Vanessa coloco sus manos a través de su espalda, presionándolo con fuerza, con la fuerza de la poderosa Cazadora que era. El corazón de Edrian se aceleró y su estómago giro sin control, una sensación nunca antes expuesta en él.

Edrian no aparto a Nessie, ahora ambas manos llegaron al cuello de la Cazadora y se quedaron anidadas ahí. Edrian cerró los ojos y beso a Vanessa plenamente, tal y como ella lo era.

* * * * *

Max Lightwood-Bane era uno de los jóvenes brujos más populares de Brooklyn, todos los adolescentes del mundo de las sombras querían conocer e incluso entablar una amistad con él, así que no fue difícil para Lily Chan encontrar al grupo adecuado para él. los amigos perfectos que le admiraran lo suficiente como para que mantuvieran su ánimo lo que se consideraba decentemente estable para la difícil situación por la que su ahijado, titulo auto establecido, estaba pasando. Había pasado los últimos años en Idris, pero Lily sabía que no tenía el tiempo de crear nuevas relaciones, suerte para Max por tener en su vida a tan eficiente madrina para ahorrarle ese trabajo.

Max volvía al departamento en donde vivía con su padre brujo de una salida exageradamente programada por la vampira. Estaba abrumado por que sus acompañantes, a pesar de ser amables, le preguntaban por la pareja del año, quienes para no su sorpresa eran sus padres, definitivamente el plan de Lily no salió bien. El chico entro en el apartamento y se quedó en la entrada ya que la imagen que llego a sus ojos era poco probable e inexplicable para su cerebro.

- Hm… ¿Papá? ¿Qué pasa aquí?

Las chispas de la magia de su padre saltaban de un lado a otro por todo el apartamento, mientras que Magnus caminaba de un lado a otro, parecía estar tomando objetos de aquí a allá y colocándolas sobre la mesa que estaba al lado de dos grandes baúles de viaje.

Magnus no respondió, hizo un gesto y un papel voló atravesando la habitación hacia las manos de su hijo. El sello estaba roto, era el sello de La Clave. - ¿Es de papá? – Pregunto entusiasmado Max. - ¿Levantaste el encantamiento?

- Claro que no. – Dijo Magnus gritando desde la habitación. – Es de La Clave, no de tu padre, por eso llego aquí.

Max rio, había sido buena idea, decir que era de La Clave era lo mismo que decir que era del Cónsul, del máximo representante. – Bien jugado, Pá. – Murmuro Max comenzando a leer.

Para: Miembros del Consejo de Subterráneos
De: Cónsul Alexander Gideon Lightwood

“Mis queridos hermanos y hermanas en armas:”

- Max sonrió al leer esta primera línea, eran las palabras de saludo que su padre había adoptado para todas sus cartas, palabras escrita por Charlotte Fairchild hace más de un siglo, en la carta que fue dirigida a los miembros del consejo Nefilim de aquella época en donde pedía ayuda, la carta permanecía guardada en el escritorio de su padre, rescatada de los archivos y colocada ahí por Magnus, un gusto más que le daba a Alec por la importancia que recaía en ella y que tenía mucho significado para la visión de Cónsul que Alec llevaba actualmente en sus hombros. Max suspiro y siguió leyendo.

Los tiempos en los que nos ha tocado vivir han sido muy difíciles para todos, en especial para ustedes, luchadores incansables de los Acuerdos, los cuales siempre ambicionamos hacer valer, remarcando con sincera expectación que mis actos durante mi periodo como mayor líder de la Clave les haya hecho sentir respetados y respaldados. Decirles que mi mayor esfuerzo ha sido colocado en estos Acuerdos, por que como ya se los he expuesto, mi creencia en el absoluto abatimiento de nuestros enemigos infernales recae en ustedes, poderosos seres mágicos a los cuales les debemos la oportunidad de haber salido victoriosos de cada guerra en la que nos hemos enfrentado. Lamentablemente nunca con el reconocimiento debido. Una vez más me dirijo a ustedes para pedirles que no fallen en su deber de hacer cumplir la Ley, ley que ahora les favorece en la medida que me ha sido posible cambiarla. El Reino Hada esta en agonía y no puedo sentir más que tristeza por ello, y por ello les pido que me ayuden a tomar las decisiones adecuadas para recuperar este indispensable reino, su pueblo los necesita y la Clave les necesita.

A partir del día de mañana se realizarán las reuniones para tomar en mesa los asuntos, pero sobre todo los actos que se llevarán a cabo para terminar con esta Guerra Fría.

Estaré muy agradecido al contar con su presencia en las importantes reuniones para que puedan brindar su apoyo.

Suyo fielmente,
Alexander Gideon Lightwood, Cónsul.


- Entonces… - Dijo Max doblando el papel. - ¿Iras a ayudarle?

Magnus dejo de lado lo que hacía para mirar a su hijo, parecía molesto, realmente molesto. Levanto sus manos en protesta. - ¿Tengo otra opción?

Max movió su cabeza y Magnus entro a la habitación para seguir empacando.

Max le dio la espalda para que no descubriera su sonrisa. – Bien jugado, pá. – Dijo a nadie. – Bien jugado.

- ¡POR QUE NO COMIENZAS A EMPACAR?! EN LUGAR DE ESTAR AHÍ PARADO RIENDO COMO…

Max corrió a su habitación antes de terminar de escuchar el final de esa frase. Su sonrisa se había vuelto el doble de pronunciada.

* * * * *

Bastaron un par de chasquidos para que el polvo de la casa desapareciera, Max corrió por las escaleras hacia su habitación, la que era la misma de siempre, pero por alguna razón se sentía tan liberador estar ahí, un paso más hacia la normalidad. Coloco las maletas en el piso y a su gato con cuidado sobre la cama, presidente no tardo en enrollarse en sí mismo para seguir durmiendo. Max le acaricio la cabeza y bajo de nuevo saltando los escalones, era mucha la energía y el ánimo, no podía esperar para salir en busca de Will y Nathan y decirles que por lo menos en unos días, podrían verse a diario.

- Ahora vuelvo. – Dijo Max tomando su chaqueta.

- Max – Llamo Magnus enseguida. – Espera, hijo.

- Desempacare cuando regrese, y sin usar magia, lo prometo.

Magnus rio. – Puedes usar magia para eso. Pero no es el asunto que quiero tratar.

Max soltó la perilla de la puerta. – Sabia que algo pasaba, estuviste muy callado en el viaje aquí.

Magnus volvió a reír. – Viaje es una palabra muy completa para el salto que acabamos de dar.

- Tú me entiendes.

Magnus suspiro para coger voluntad. – Necesito que tengas cuidado. – Inicio el brujo. – Sé lo que Nathan significa para ti, pero… no puedes confiar en él.

Las palabras de su padre cayeron sobre él como hielo en su espalda. - ¿Qué no confié en Nathan? Es mi novio.

Magnus hizo una mueca – Creí que aún no estaba establecido.

- No. – Dijo Max mirándose apenado. – Pero se lo pediré hoy. El punto es ¿De que estas hablando?

Magnus se acercó a su hijo y movió el cabello que caía sobre su frente. – Hay rumores. – Le dijo en un tono de voz suave, como si las palabras pudieran tener cuchillos. – Las hadas son un pueblo rencoroso y Nathan es el hijo de La Reina.

- Creí que ya habíamos pasado por esto. Nathan nos eligió, quiere ser un Cazador de Sombras.

- No se trata de lo que quiere o no. No puedes cambiar a alguien que nació para ser lo que es.

La furia estaba creciendo en Max, aparto la mirada y con toda su fuerza de voluntad respondió tranquilo. – Nos ha ayudado, perdió todo por ello ¿No es suficiente prueba de lealtad para ti?

- No cuando se trata de tu seguridad. – Magnus movió el rostro de su hijo para que le viera a los ojos. – Quizás Nathan no lo sabe y sea parte de un plan de la reina para llegar a los Cazadores.

Max aparto las manos de su padre, era demasiado para soportar. – Quizás tu no lo sabes. – Max había tenido suficiente y giro para irse lo más pronto y lo más lejos posible de su padre, antes de que le gritara.

- ¿Siquiera sabes su nombre? – Le pregunto Magnus antes de que saliera. Max giro para verle y su padre noto que era algo en lo que nunca había pensado.

Las hadas nunca decían su nombre, decirlo era darle poder a esa persona sobre ellos. Max lo sabía, lo que no sabía, era si conocía el nombre verdadero de Nathan.

Magnus se sintió herido en nombre de su hijo, era claro que ni siquiera Max estaba seguro, se acercó y esta vez coloco sus manos en los hombros del joven brujo. – Solo sé prudente, sé inteligente y por el amor de dios. Cuídate. Por mí. – Magnus dudo antes de pronunciar lo siguiente. – Por tu padre.

La tristeza y devastación en los ojos de Max era clara y desgarradora para Magnus, lo tomo y apreso contra su pecho. – Quizás tengas razón. – Le dijo para confortarlo. – No es algo de lo que yo pueda estar seguro. – Le aparto un poco para buscar su rostro. – Solo no bajes la guardia hasta que estemos seguros de que La reina no puede llegar a nosotros usándolo a él.

Max asintió, como lo hacía cuando era consciente de la importancia de obedecer a sus padres en esas peculiares peticiones.

- Ahora ve a buscar a Will y Nathan, perdóname por decirte estas cosas, pero…

- Solo quieres protegerme.

- Exacto. Con mi vida.

- Me cuidare. – Le aseguro a su padre. Max no salió de la casa, comenzó a subir de nuevo las escaleras.

- ¿No saldrás?

- Desempacare primero. – Dijo y desapareció en el segundo piso.

* * * * *

El viento golpeaba fuerte contra las ramas de los árboles que les rodeaban en el prado cercano a la residencia Herondale. El lugar que se había hecho oficial para los entrenamientos de Nathan y Will, Will creía que era más por el motivo de estar cerca del bosque que por alguna otra razón, era otoño en Alicante y los primeros vientos helados llegaban a ellos desde las montañas que resguardaban el país por el norte. Will usaba un suéter abrigados que su madre le había obligado a usar, por el contrario, Nathan solo mantenía encima una camiseta de tirantes, el chico de cabello rojo cereza mantenía su concentración en los movimientos con la espada que hacia como entrenamiento, agiles y certeros, saltando con agilidad y cayendo en perfecto balance, con su espada como un miembro más de su cuerpo.

Will le observaba con atención, le gustaba ver a Nathan y su baile coordinado, casi con la misma fuerza con la que su padre lo hacía, pero con la agilidad que solo un hada podría tener.

Nathan se detuvo de su entrenamiento abruptamente. Will se percató de esto y se puso de pie. - ¿Qué sucede? – Le pregunto.

Nathan observaba hacia el bosque. – Alguien viene.

Will corrió al lado de su primo para mirar hacia donde él lo hacía. - ¿Cómo lo sabes? No veo nada.

Nathan no respondió, dio un paso más al frente para colocarse frente a su primo y levanto su espada. Antes de que Nathan y Will dijeran cualquier otra cosa, una sombra se vislumbró desde los árboles, negra y oscura.

- No puede ser. – Dijo Nathan al descubrir la identidad del individuo que se acercaba. Bajo su espada al mismo tiempo que le llamaba. - ¿Tristan? – Pregunto con duda al hada que se les acercaba.

* * * * *

Los pequeños Lovelace eran un par de gemelos que actuaban siempre en conjunto, pero con sus respectivas personalidades siempre bien definidas, Cecily Lovelace tenía la fuerza y carácter de su madre y el pequeño Gabriel la ternura e inteligencia de su padre. A ellos siempre se les unía Charlotte Herondale, la parte neutra en medio de este torbellino.

A Alec siempre le gusto estar en la casa Herondale, por lo regular era lugar de reunión de toda su familia, observaba a los pequeños en el centro del estudio, sentados en la alfombra jugando con tizas y pizarrones, sonrió al ver como Charlie dibujaba una flor en la suela del zapato de Gabie. El estudio estaba ocupado por Jace y Simon quienes ayudaban a Alec para hacer tratados de guerra dirigidos hacia las hadas rebeldes y otros reinos hadas que habían expresado su interés en reincorporarse a la Clave de nuevo. La puerta se abrió.

- Parece ser que funciono. – Edrian entro despertando a los hombres de su trabajo. Miro a los niños en el piso y no pudo evitar sonreír. – Las cartas enviadas a los representantes. – Dijo eficaz. – Obtuvimos respuestas positivas de todas ellas.

- ¿Todas? – pregunto Alec.

Edrian se notó un poco apenado. – Casi. – Corrigió. – El representante de los brujos no mando nada en respuesta.

Alec rio con dolor. – Claro que no.

Simon y Jace compartieron una mirada, pero no dijeron nada, siguieron con sus tareas hasta que los pequeños decidieron que tenían hambre, ambos padres tomaron a sus hijos para ir a la cocina, Edrian se quedó con Alec para seguir ayudándole.

El estudio paso de ser una combinación de guardería y trabajo en una sala de fuerte concentración, eso hasta que Edrian hablo.

- Lo lamento. – Dijo sin mucho sentido para Alec.

- ¿Qué es lo que lamentas? – Pregunto Alec desde el escritorio sin quitar la mirada de los documentos.

Edrian se puso de pie y camino hacia Alec. – Lo que está pasando, lo que te está pasando. Es mi culpa y…

Alec levanto la mirada. – No es tu culpa. Es mía, solo mía. – Alec suspiro. Lo menos que necesitaba ahora era entrar de nuevo en ese túnel negro de tristeza, tristeza por Magnus. – No importa. – Dijo. – Concentrémonos en…

- Si importa, Alec. – Edrian se miraba molesto. - En verdad lo lamento, yo no debí entrometerme con…

Alec levanto una mano. – Tienes que entender una cosa. No te entrometiste, Amo a mi… A Magnus. Nada ni nadie cambiara eso, nunca.

- Lo sé, yo… lo sé. No estoy diciendo lo contrario, no es a lo que me refiero.

Alec le miro, ver a Edrian tan abierto incluso para él era extraño, algo a lo que no había puesto mucha atención, Edrian parecía en el último día estar pasando por alguna especie de dilema personal. Seguía siendo eficiente como siempre, pero callado como nunca.

El Cazador pareció estarse disculpándose una vez más con la mirada. – Debes estar terriblemente arrepentido de ese día. Nunca dejaras de estarlo y no puedo dejar de sentirme culpable por lo que paso.

Alec se compadeció, se puso de pie y camino hacia Edrian, coloco una mano sobre su hombro. – Debes entender otra cosa. – Lo dijo sin duda en su voz, con sinceridad sin disfrazar sus palabras para confortarlo. - Lo que hice te salvo la vida. Y nunca podría estar arrepentido de eso.

- Alec.

Alec golpeo el hombro de Edrian e incluso sonrió. – Además, estoy intentando hacer que el brujo me perdone.

Edrian se relajó. – Nunca lo llamas así.

- Nunca, no me gusta hacerlo, ni que las personas lo hagan, pero tú lo haces…

Edrian levanto las cejas. - ¿Eso fue una broma?

- Lo fue. – Dijo Alec apenado. - por lo menos eso intente.

Ambos cazadores rieron, Alec era terrible con las bromas y acababa de hacer demostración de ello. Y Edrian entendió que podía ser posible, que la idea no podía ser tan descabellada, ser amigo de Alec. Un amigo sincero y fiel. Entonces pensó en que quizás podía contarle de Vanessa e incluso podría ayudarle con sus nuevos sentimientos hacia su amiga de infancia, los que no sabía cómo manejar.

Seguían riendo cuando la puerta se abrió, la sonrisa de Alec se borró al instante que miro a Magnus parado en la puerta, mirándoles con ojos firmes y fríos, tan brillantes como siempre, pero amenazantes como solo él era capaz de convertir su dulce mirada.

- Magnus… - Dijo Alec sin poder decir más.

- ¿No es gracioso que sigamos teniendo este tipo de situaciones? – Dijo Magnus.

* * * * *

- Tristan. – Repitió Nathan. - ¿Qué haces aquí? No deberías estar aquí, mi madre…

- Pedí permiso a palacio para venir a verte. – Dijo el hada. – Necesitaba que supieras algo.

- ¿Algo? – Dijo Nathan sin salir aun de su sorpresa por ver al criador oficial de palacio.

Will miro del extraño a su primo en varias ocasiones. - ¿Quién es él? – Pregunto el niño con inocencia.

Nathan miro a su primo. – Su nombre es Tristan. Entrenador de los corceles de la guardia de mi madre.

- No solo crio a caballos soldados. – Agrego Tristan. Y una pulsada llego al corazón de Nathan.

- él me dio a Blanco. – Dijo Nathan mirándose triste. – Por orden de mi madre.

Para Will no fue ajeno el dolor de Nathan. - ¿Estas bien? – Le pregunto sin poder hacer más.

Nathan sacudió la cabeza con los recuerdos de Blanco, recuerdos que aún eran muy dolorosos.

- ¿Qué quieres decirme?

Tristán rio. – La madre de Blanco, tuvo un potrillo. Supuso que era una noticia que quisieras oír.

Los ojos de Nathan se iluminaron. – Creí que… dijiste, cuando me entregaste a Blanco que sería el último de su linaje.

- Lo hubiera sido si no lo hubiéramos perdido. La raza de la que Blanco era parte es de una especie de caballo volador de las más peculiares, no podía dejar que se perdiera.

Se perdió. Pensó Nathan, pero el criador solo pensaba en salvar una especie, Nathan sabía que nunca ningún caballo seria como su Blanco.

- Me da gusto escuchar eso. – Dijo Nathan triste.

Fue demasiado para Will. - ¿Y que esperamos? – Dijo el niño con ilusión. – Vamos a verlo.

- No, claro que no. Es demasiado peligroso.

- ¿Para quién? – Dijo Will. – Sé que quieres verlo, necesitas algo que te levante el ánimo, para variar, mira a Tristan, entro y salió del reino sin ningún problema.

- Obtuve permiso. – Dijo. – Pero en verdad no tuve problemas.

- ¿Escuchaste eso? ¡Vamos!

- Tus padres nos mataran si nos vamos y con mayor razón si vamos al reino hada. No, no, Will es una tontería.

- Tal vez lo sea. – Dijo Tristan. – Pero vine para decirte que me gustaría que lo conservaras, si no lo sacas de ahí se convertirá en un miembro más de la guardia de la reina. Quisiera que estuviera en un lugar mejor, que te acompañara como Blanco lo hizo.

- ¿Me lo cederás?

- Sabes que debes ser tu quien lo haga volar por primera vez para que su lealtad sea tuya, justo como con Blanco.

- ¡Por el Ángel! – exclamo Will. - ¿Por qué lo piensas tanto? Tenemos que ir por él.

En el interior de Nathan había una guerra. Sabía que era demasiado peligroso ir, pero al parecer nada malo tendría que pasar si nadie se enteraba.

- Es hermano de Blanco. – Dijo Will avivando la ansiedad. – No puedes abandonarlo. Es tuyo.

Hermano de Blanco. Fueran las palabras que arrebataron el sentido común de Nathan.

- Esta bien. – Dijo poniéndose su chaqueta y guardando su espada en el cinturón de armas, luciendo ahora más como un cazador de sombras que como un hada. – Iremos por él.

Will sonrió con ilusión.

* * * * *

- En verdad lo lamento. – Dijo Magnus con ironía marcada en su voz. - ¿Interrumpo algo?

La defensiva de Edrian se activó. - ¿Eso te pareció?

- ciertamente sí. – Dijo Magnus fulminando a Edrian con la mirada.

- No eres muy creativo ¿Eh, brujo?

- Suficiente. – Dijo Alec al ver que ambos se ponían cada vez más intensos, no permitiría que se volviera peligroso.

- Tu mayordomo se sigue tomando libertades que no debería. – Dijo Magnus riendo de Edrian.

- ¿Quieres ver lo que este mayordomo es capaz de hacer?

- ¡SUFICIENTE! – Exclamo Alec a Edrian.

Magnus rio aún más. Alec le miro. – AMBOS – Dijo con la suficiente firmeza que sorprendió a Magnus y la sonrisa del brujo se apagó un poco.

- No pueden seguir así. – Continuo Alec. – Mirarse e intentar matarse no ayuda a nadie, o aprenden a tolerarse o a ignorarse, lo que mejor les funcione o se irán. – Miro de nuevo a Magnus. – Ambos.

Magnus estaba a punto de protestar, pero sintió el cuerpo de Max atravesando la habitación para llegar a Alec, el cual se dejó envolver por la felicidad de ver a su hijo, lo recibió con una gran sonrisa y toda la intensidad se disipo.

- Max, - Dijo Alec con su hijo en los brazos. – No esperaba verte hoy. Te extrañe tanto.

Toda la energía de Alec giraba ahora alrededor de su hijo, borrando todo a su alrededor. Edrian camino tranquilamente hacia el escritorio y recogió los documentos que estaban dispersos ahí, profesional y eficiente como siempre. Magnus le miro irse discretamente, claramente ellos habían estado trabajando.

Max comenzó a hablar a su padre sobre su semana en Brooklyn y Alec le escuchaba y reía con su brazo alrededor del cuello de su hijo.

Magnus sintió que no había más lugar ahí para él, tal y como lo hizo Edrian, se retiró y cerró la puerta detrás de él, dejando a los seres que más amaba solos para que conversaran.

* * * * *

Cuando Max y Alec salieron del estudio, era la hora de la comida. Alec miro a Magnus sorprendido.

- No creí que te quedaras.

- ¿Quieres que me vaya?

- Por supuesto que no, es solo que…

- Recibí tu carta, pidiendo la ayuda de los representantes y …

- Y nos aburren con su política, si van a hablar de ello, vayan al estudio, es una regla en esta casa. - dijo Isabelle. – Lo saben.

Para sorpresa de todos, fue Magnus el primero en caminar hacia el estudio. Alec le miro sin saber que hacer a continuación, se obligó a reaccionar y siguió a Magnus. Ambos entraron y cerraron la puerta.

Clary se acercó a Isabelle. - ¿Una regla de la casa? – Pregunto la mujer.

- Funciono ¿Cierto?

- Eso espero. – Dijo Clary suspirando.

- Era inevitable. – Dijo Max con un aire de pretensión. – ¿Y Will y Nat?

- Entrenando. – Dijo Clary. – Es hora de comer, no deberán tardar, vuelven siempre a esta hora y muertos de hambre.

- Entonces hay que tener todo listo. – Isabelle arrastro a Clary hacia la cocina, su entusiasmo era difícil de ocultar.

Simon y Jace se sentaron en la sala sumergiéndose en una conversación sobre la Academia y su nuevo ciclo.

Max dio una última mirada a la puerta cerrada del estudio, suspiro y se sentó en la alfombra junto a sus primos más pequeños para esperar a Will y Nathan.

* * * * *

- No creí que vendrías. – Dijo Alec a Magnus mientras este caminaba alrededor del escritorio, examinando los papeles que habían quedado. – Gracias por hacerlo.

Magnus le miro, no estaba enojado. – Quiero lo mejor para mi hijo. Y la única forma de lograrlo es terminando con esta Guerra, además de reforzar los acuerdos.

- En eso estamos de acuerdo. – Dijo Alec. – Por lo menos.

Magnus se acercó a Alec. – Escucha, Max la está pasando muy mal, me preocupa, tal vez no volvamos a estar juntos, pero podemos llevarnos bien, podemos intentarlo por él.

Para Alec no era nada razonable lo que Magnus estaba pidiendo, no quería llevarse bien con él, quería estar con él. Quería pasar el resto de su vida a su lado, quería besarlo y abrazarlo cada noche y cada mañana de cada día del resto de su vida.

Pero esto era un principio y no lo desaprovecharía. – Esta bien para mí. – Dijo Alec sencillamente.

No era lo que Magnus esperaba, esperaba que Alec le suplicara, que se mirara desesperado porque le diera otra oportunidad y la duda entro en él ¿Acaso lo estaba perdiendo? Pero entonces ¿No era esto lo que quería?

Magnus dio un paso más hacia Alec. No dijo nada, solo le miro, le miro a los ojos azules expectante y sin saber qué hacer, raramente no sabía qué hacer.

Alec lo noto y decidió hacer más, esperando no arruinar nada, levanto su mano hacia Magnus para tocar su brazo. Pero la puerta fue abierta abruptamente.

- Hay novedades, - Dijo Jace. Entrando y caminando hacia el escritorio, sabia en donde se localizaba un mapa que mostraba las fronteras de Alicante con el reino hada. – Alguien cruzo del reino hada hacia aquí, muy cerca de aquí.

- Eso es imposible, - Dijo Alec. – Las fronteras están cerradas, de ambos lados.

- Alguien no solo entro. – Continúo trazando con una tiza el lugar de los hechos. – Volvió.

- ¿Cuánto tiempo duro tras las fronteras?

- una hora, quizás menos.

Alec observo las líneas que Jace había dibujado. – No hay nada ahí. – Dijo analítico. – Ninguna base rebelde o nuestra. Solo bosque y prados.

- No tiene sentido. – Dijo Jace.

- Ninguno, pero tenemos que ir a…

- No, no tienes, por lo menos tú no. – Jace miro a su parabatai. – Edrian ya se dirige al lugar. Pero tú, debes ir al Gard.

- ¿Y hacer qué? Es en este lugar en donde…

- Quizás haya respuesta de alguno de los tratados que hemos enviado, hasta donde sé te corresponde responder.

Alec pareció pensarlo bien. – Tienes razón, iré al Gard.

Jace coloco su mano sobre el hombro de su parabatai. – Te alcanzare ahí en cuanto descubramos quien o quienes cruzaron las fronteras.

Alec se dispuso a marcharse enseguida. Tomo su abrigo y se detuvo de nuevo cerca de Magnus. – Hablaremos después. – Le dijo afligido.

Magnus asintió con la cabeza. Y miro a Alec marcharse.

* * * * *

Jace, Edrian y una guardia conformada por unos cuantos Cazadores de sombras cabalgaban a gran velocidad a través del bosque y sus senderos. Edrian había localizado la fuente de la señal por donde habían traspasado las fronteras. Ahora seguían ese rastro mágico a través del bosque, en cuanto más cabalgaban, la preocupación y ansiedad entraban más y más en Jace, se estaba a cercando no solo a su hogar, si no también al prado en donde sabia se encontraban entrenando Nathan y Will, tenía la esperanza de que esos dos hubieran vuelto a casa antes de que quien sea, haya atravesado las barreras, los hubiera encontrando en su camino.

Presiono a su caballo para que acelerara el paso, Edrian le siguió de cerca, se imaginaba lo que pasaba por la cabeza de Jace y al igual que él, esperaba que ambos niños estuvieran ya en casa.

Llegaron, y por desgracia la preocupación de Jace no tuvo razón para cesar, por el contrario, aumento. Ahí estaban parados en el prado que era su lugar de entrenamiento por excelencia.

Edrian bajo de su caballo con el sensor en sus manos. – Aquí termina el rastro.

- ¿Estás seguro?

Edrian no respondió enseguida. Se concentró en el censor y en toda la información que este estaba colectando. – No debes alterarte. – Le dijo Edrian a Jace quien se miraba claramente angustiado. – No sabemos si Nathan y Will seguían aquí cuando…

- Seguían. – Dijo una voz desde los árboles.

- ¡Muéstrate! – Demando Edrian con voz firme hacia la oscuridad del bosque y Leah apareció caminando ágilmente hacia ellos. - ¿Qué significa esto? – Dijo al ver a la joven hada.

- Hubo una alteración en las protecciones, los rumores corren más rápido que la magia, eso parece. – Dijo Leah.

- Si sabes quién atravesó las fronteras y que fue lo que vino hacer, debes hablar o serás arrestada. – Le grito Jace.

- Los vieron cruzar hace poco. – Dijo Leah. – No estaba segura de creer, pero al encontrarlos aquí.

- Basta de eludir. – Dijo Edrian con poca paciencia. - ¿Cuáles son los rumores de los que hablas?

- Los que todos creímos desde un principio, Nathan Morgenstern no es más que un utensilio más para la Reina.

- ¿Qué tiene que ver Nathan Fairchild aquí? – Pregunto Jace acentuando el apellido de Nathan.

- Todo. – Dijo Leah. – A sido convocado en el reino hada, ha ido al llamado y se ha llevado con él ha Will Herondale.

Hubo murmullos de asombro. Jace y Edrian compartieron una mirada, no podían dejarse llevar por esas acusaciones, no cuando Nathan había demostrado ser un joven honorable, dispuesto a ayudar aun a costa de su vida.

- Y una cosa más. – Dijo Leah despertando a ambos Cazadores. – No estamos solos. – Leah apunto su dedo hacia el cielo.

Edrian y Jace miraron hacia arriba y lo notaron en seguida, rodeado de un manto azul de energía, flotando sobre sus cabezas estaba Max Lightwood.

- No. – Dijo Jace al notar la expresión de su sobrino. – Max, no.

La petición de Jace no fue tomada en cuenta por Max quien salió disparado por el aire hacia la dirección por donde la guardia de Nefilims había llegado. Jace no se detuvo e inicio su cabalgata veloz para alcanzar a su sobrino. En un minuto lo perdió de vista, desapareció en las profundidades del bosque, en el cielo inmenso e inalcanzable.

* * * * *

Como muchos habían predicho, las respuestas a los tratados habían llegado de diversos reinos hada. Los más hostiles informaban que no irían contra la reina Seelie, que no se unirían a la causa al menos que ella fue derrocada.

Derrocamiento de un miembro real Seelie. Alec se preguntó si era posible. Se levantó y camino hacia la estantería con los libros más antiguos escrito por nefilims que hablaban de los reinos hadas, tomo uno de ellos, y se concentró en leer las primeras páginas. Estaba inmergido en la lectura cuando alguien llamo a la puerta.

- Pase. – Dijo el cónsul distraídamente.

La puerta se abrió y se escuchó el murmullo de pasos. Nadie hablo, Alec miro hacia la entrada después de unos momentos, por muy poco deja caer el libro de sus manos, nunca se esperó ver a Magnus en su oficina, habían dicho que hablarían luego. No creyó que fuera tan pronto y no pensó en lo difícil que fue verlo ya que no estaba preparado.

- Claramente no me esperabas. – Dijo Magnus. – Volveré después.

- No, por favor, quédate.

Magnus se alejó de la puerta para caminar por la oficina. – Este lugar no ha cambiado nada.

- No soy bueno con asuntos de decoración.

Magnus le hecho una mirada rápido al libro en las manos de Alec. - ¿Qué lees?

Alec tallo su rostro. – Intento averiguar si alguna vez se ha despojado a un miembro real de su cargo en el reino hada.

- No necesitas un libro para eso. – Dijo Magnus sin mucha emoción. – La respuesta es no.

Alec devolvió el libro a su lugar, su rostro lucio mucho más decepcionado. – Esto es inútil. – Murmuro para sí mismo, pero Magnus lo escucho.

- Lo estas intentando.

- Intentar no sirve de nada si no hay resultados.

- Hablas como todo un miembro de la Clave.

- Es lo que soy.

- Escuche sobre tus nuevas formas, el duro Cónsul haciendo cumplir La Ley. Castigos y aprensiones más severas.

- La Ley es dura, pero es la Ley.

- Siempre has detestado esa frase.

- Las personas cambian.

- ¿Lo hacen?

- La mayoría.

Magnus rio con ironía. – Tu no. Siempre estás dispuesto a ayudar a proteger al desamparado, a ver por los…

- Es suficiente. – Dijo Alec casi en una súplica. – Tal vez tú puedas hacer esto, estar frente a frente y pretender que no pasa nada, pero yo no puedo. No soy tan fuerte, Magnus si solo viniste a torturarme, te suplico que lo reconsideres, porque estoy a nada de caer y… y sé que no podre levantarme.

- ¿Por qué crees que esto es sencillo para mí? – Magnus le miró fijamente, con reproche y enojo en sus ojos. – Cada vez que vengo, te encuentro con él y tú sigues sin hablarme claro. Deberías por lo menos decirme que te arrepientes de lo que hiciste. Quizás entonces crea que por lo menos lo intentas.

- ¿Quieres que te mienta? – Dijo Alec sin pensar, siendo sincero como siempre.

Magnus pareció haber entrado en shock. - ¿Qué significa eso? – Pregunto Magnus con voz débil.

El aire en los pulmones de Alec se dejó de sentir, el corazón se aceleró y un nudo en su garganta se apodero de sus palabras, tardó en responder.

- Contéstame. – Exigió Magnus - ¿Qué significa eso?

Los hombros de Alec subían y bajaban, trago con fuerza, no aparto la mirada de los ojos de Magnus, mordió su labio inferior y para cuando dijo la primera palabra, sus ojos estaban cristalizados. – Significa eso. No me arrepiento de lo que hice. Nunca podría.

Estoy a punto de caer. Había dicho Alec y Magnus noto la veracidad de esas palabras cuando surgió una lagrima que camino por su mejilla.

Magnus se acercó hipnotizado por la situación, levanto su mano y atrapo la lagrima con uno de sus dedos. - ¿Cuál es el motivo de tus lágrimas, Alec Lightwood? – Pregunto en un murmullo, como si se lo estuviera preguntando a sí mismo, en una incógnita que aun con su experiencia no podía responder.

- Porque sé que con estas palabras te estoy alejando aún más, y nunca estuve tan asustado en mi vida.

El rostro de Alec se encontraba ahora entre ambas manos de Magnus. Quien tenía su rostro más cerca de él.

- ¿Por qué siempre tienes que ser tan sincero? – Murmuro el brujo y lo beso.

Ellos estaban besándose, en un segundo las manos de Alec se enredaron en el cabello de Magnus para mantenerlo cerca, algo que era completamente innecesario, Magnus había acercado a Alec con fuerza contra su cuerpo y sus manos se habían clavado en las caderas de Alec con desesperación, como si pudiera acercarlo más. El beso se convirtió rápidamente en un incendio imposible de apagar.

Sus gargantas hacían sonidos profundos de placer y agonía, tanto tiempo, tanto deseo explotando en sus labios en un momento. El aire no era necesario, se sentía como si solo pudieran respirar a través de sus bocas unidas, a través de ellos, sin necesitar nada más. Magnus se movió efusivo apresando a Alec entre la estantería y su cuerpo, unos libros cayeron por la fuerza del choque, pero a ninguno le importo. No había nada más en el momento, nada que pudiera separarlos, nada que pudiera interponerse. Así pasaron varios minutos que se sintieron como segundos, la efusividad fue abandonándolos dejando la ternura y las caricias. Alec abrió sus ojos y miro los de Magnus, fijos en los de él, esa mirada que tanto había extrañado, la misma que le dedicaba cada mañana. – Magnus. – Murmuro Alec y volvió a sus labios, no dejo de besarlo, no podía. Al igual que Magnus quien lo mantenía aun apresado contra el mueble. Alec no dejo de besarlo aun después de sentirse mareado, se sujetó de Magnus aferrándose a él. Magnus no lo aparto, por el contrario, lo sujeto aun con mucha más fuerza.

No te dejare caer. Pensó el brujo aun saboreando los labios de su amado.

Las cosas bellas rara vez son para siempre. Magnus lo comprobó una vez más cuando fueron interrumpidos por la puerta que fue abierta de manera casi violenta. Edrian apareció, su respiración acelerada, su cabello pegado a su frente por el sudor.

Magnus le miro y se alejó de Alec. – Es increíble. – Dijo de la misma manera que alguien podría pronunciar una maldición.

- No te llame. – Dijo Alec molesto sin mirarle, esperando a que solo se fuera sin decir nada.

- Lo siento. – Dijo el Cazador, en verdad lo siento mucho.

Algo en Alec se despertó, Edrian no se estaba disculpando por haberlos interrumpido, era algo más.

- ¿Qué pasa? – Pregunto el Cónsul.

- Tienen que venir, ambos.

Ahora incluso Magnus presto atención.

- Es Max. – Dijo Edrian mirándose desesperado. – Jace y yo lo seguimos, pero no logramos alcanzarlo, fue demasiado rápido.

- ¡Edrian! – Llamo Alec - ¿Qué pasa con mi hijo?

- Atravesó las fronteras. – Dijo. – Fue al reino Seelie.

El miedo desgarro la habitación, Magnus volvió al lado de Alec quien movió su mano, encontrando la de Magnus, se sujetaron con fuerza sin pensarlo, sus manos se mantuvieron firmemente unidas, como si sintieran que, al soltarse, ambos caerían.


Continuara…

@MayGraciel




Lo prometido es deuda, no podía dejar de actualizar hoy, como les dije; es mi manera favorita de celebrar con ustedes mi cumpleaños *-* espero les haya gustado y que su fe en mi se haya restablecido, por lo menos un poco xD

Muchas gracias a todos ¡Los Quiero!

#May♥



Comentarios

  1. que excelnte , la sinceridad e alec ... porfinnnnnnnnnn magnus aflojoooo!!! estaba asustada y aunq no m gusta mucho q edrian este dando vueltas .. me parece lo correcto para asegurar que alec ama a magnus mas q a nadie... asi que los herderos estan en territorio enemigo dioss !!! que intriga!!!!
    te ame (tenias razon un pañuelito solito use) ....
    por fin las fichas caen ... en su lugar y ahora los 2 juntos para proteger a su hijo ..pobre la reina no sabe con quien se mete
    gracias !!!! garcias ! FELIZ CUMPLE!!! mas que merecido

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  2. Que increible capitulo may nunca dejes de escribir espere tanto este capitulo y no me decepciono gracias may y que tengas un FELIZ CUMPLEAÑOS

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  3. Feliz Cumpleaños!!!!! Me hiciste el día May muchas gracias! Y disfruta de tu día especial junto a tu familia <3

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  4. Muchas felicidades y mencanta������������no tardes en continuar por favor

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  5. Me encanto, muchas gracias por el capítulo lo he estado esperando toda la mañana! Por fin una luz después de tanta desesperanza, ya quiero que se perdonen y estén juntos, son más bellos así. Me agrada que Alec sea honesto con lo que siente y ya no ponga excusas. Aunque ahora estoy un poco preocupada por los chicos. A esperar de nuevo a ver que sucede. Por estar leyendo me perdí en mi clase y no puse atención, pero quien necesita saber hacer cálculos cuando puedo leer un bello y nuevo capítulo! XD
    Muchas felicidades por tu cumpleaños, espero recibas muchos regalos, te mando un abrazo muy fuerte y que te la pases increíble el día de hoy. El mio lo fue al leer el capítulo!

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  6. Este capitulo fue hermoso y a la vez angustiante ¿porqué siempre nos torturas así? Mi felicidad de la reconciliación duró muy poco porque Max huyó /caritaangustiada

    ¡SABÍA QUE NO DEBÍA DESCONFIAR DE ALEC! Alec, vales un mundo. Me gustó la actitud que tomó en este capítulo. Vi a un Alec más serio y maduro ¡Supo mantener a raya a Magnus y Edrian para que dejaran de discutir! Eso lo amé <3
    Oh, y Nessie, espero que sea feliz, que Edrian la acepte porque la ame de verdad y no por que no podrá estar con Alec. Sé que así será, tengo esperanzas :')

    Mi comentario será un poco corto porque estoy en exámenes y debo estudiar :( pero este capitulo me hizo muy feliz! Sin embargo, también me angustia no saber que sucederá con el bebé Max (para mi, siempre sera mi bebé /llora) y que también puedan culpar a Nath de lo que sea que su madre esté haciendo, esa mujer nunca dejará de joder >:(

    Y, bueno linda, espero que pases un hermoso día junto a las personas que amas y aprecies. ¡Te mereces este día de felicidad y muchos más! <3 :')

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    1. Hola! Te invito a leer mi novela Ocultos en mi blog http://ocultosbyfv.blogspot.cl :)

      La historia de una chica de 16 años que está por descubrir que detrás de su realidad existe un mundo oculto!

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  7. Pero que te pasa?
    Me destrozas enserio, estaba tan feliz.....
    por fin se habían besado y ahora lo de Max.
    ¿Acaso me quieres matar? Porque lo esta logrando y llore cuando Alec lloro. Que momento tan mágico y luego todo se fue al carajo

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  8. Oye por cierto feliz cumpleaños. Y bien ahora que ya deje un poco de lado el drama, te quiero decir que me encanto, renovo mis esperanzas en la humanidad... jajaja bueno en Alec. Me emociones y te lo aseguro, enserio llore cuando Alec dijo que estaba mas asustado que nunca por alejar a Magnus... fue tan hermoso. Me encanto.

    Por favor, dime cuando vas a actualizar. Te lo suplico...

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  9. graciaaas!, mi alma descanso!, tal vez hubiera necesitado unas horas mas de besos entre malec, quedarse necesitando mas de algo bello tambien es buen sentimiento a comparacion de las angustias pasadas :P, porfavor protege al pequeño will y familia! feliz cumpleaños :D

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  10. Feliz cumpleaños May!! *tira serpentinas y le da un abrazo*

    Ame este capítulo, definitivamente valió la pena la espera. Lamento haber desconfiado de ti Alec!! Te amo :)

    Wow,amé que Alec fuera sincero con magnus y como magnus actuó ante esto.

    Espero que las cosas estén bien y puedan los dos juntos luchar por su hijo.

    Que nada malo le pasea max please.

    Quiero que Alec y magnus les demuestren que se metieron con la familia equivocada.

    Esperare con ansias la siguiente actualización, me encanta como escribes. Sigue así. Te deseo lo mejor. Suerte y que dios te bendiga.

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  11. Mayor dios te amo la señora valió la pena como siempre en cada capitulo me haces llorar y reír al mismo tiempo, esta historia te esta quedando increíble, dios te amo no puedo esperar por él otro capitulo.
    Lo esperare con ansias

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  12. Este es mi primer comentario aquí porque ayer empecé con la historia y justo hoy actualizas \(-.-)/ amo mi suerte. Me gustó muchísimo, escribes genial (aunque eso ya lo sabes) fue hermosa esa "reconciliación" malec, no digo reconciliación porque sé que aún les espera más. Pobre Max! Ojalá este bien,s e ha convertido en mi segundo perdonaje favorito. Deberían derrocar a la mugre reina, apuesto que Nathan sería un mejor rey ._.

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  13. Lo dije antes... Nunca apostaría contra un Lightwood, menos si es Alexander Gideon Lightwood. Ese beso no sería lo mismo sin los otros capítulos, así que BIEN HECHO.

    MUCHAS FELICIDADES POR TU CUMPLEAÑOS y que nuestro abrazo y TODO nuestro amor te alcance siempre donde estés.

    BENDICIONES:

    Pita =3

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  14. Estoy tan orgullosa, es increíble que tengamos a una autora tan talentosa para alimentarnos de fanfics, no se que seríamos si may no hubiera leido CDS y escribiera otra cosa en otro fandom ¿Que seríamos de nosotros sin ella? Somos muy afortunados :)

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    1. Afortunada soy yo por tener a unos lectores tan especiales *-*

      Mil gracias por tu comentario <3 <3

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  15. FELIZ CUMPLEAÑOS!!! Te juro que acabé llorando, soy todo un mar de lágrimas😭😭 Pero me encantó el capítulo. Y una vez más, TRIUNFA MALEC❤❤ Pero estoy preocupada por Nathan y Max (Mathan?). Por favor actualiza pronto, estuve llorando todo el capítulo y el final me mató, estoy demasiado preocupada pero al mismo tiempo muero de felicidad, como es eso posible? Te amo demasiado❤❤ MUCHAS GRACIAS😍

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  16. FELIZ CUMPEANOS WAPISIMA PASALO BIEN EN ESTE DIA TAN ESPECIAL PARA TI ERES GENIAL GRACIAS POR ESCRIBIR TAN LINDO SIGUE ASI HASTA TU PROXIMA ACTUALIZACION. XXCAROL36XX

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  17. Primero y lo más importante Feliz cumpleaños.
    El capítulo me gustó, otra vez me hiciste sentir un torbellino de emociones pero mi fe en Alec ha regresado. Creo que su corta separacion de Magnuson lo hizo madurar un poco el incluso ganó perspectiva.
    El asunto con Nathan supongo que pondrá a prueba su lealtad entre su madre y la familia que ha formado pero también él (desde el capítulo anterior) ha madurado. Además de su relación con Max.
    Espero que Máx no dude de los sentimientos de Nathan después del comentario de su padre.
    Como todo puede pasar en tu historia solo queda decir que espero la siguiente actualización con ansias.
    Nuevamente FELICIDADES.
    (Es el segundo comentario que te escribo desde que encontré tu blogspot y lo sentí muy largo, perdón)

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    1. Para nada! por favor sigue honrandome con tus comentarios *-*

      Muchas gracias por leerme :-*

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  18. No Mathan por fin Malec estaba bien y ahora esto T-T

    Ps: Feliz cumpleaños y gracias por tus historias que nos encantan y emocionan todos los días♡♡♡

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  19. Feliz cumple tarde pero seguro, me encanto llore, de regreso malec gracias, amo a ese alec. Gracias espero pronto actualices me muero de la angustia por que le padara a los niños. Viva Malec!!!!

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  20. Te retiro todos tus pecados hija mía..................GYAAAAAAAAAAAAAAA, toma bitch... Lo siento... ¡Que emoción! Volvieron, más fuertes que nunca, no debimos desconfiar de ellos. Odie a Alec pero nadie puedo comprenderlo! ¡Nadie! Y esa es la solución, solo Magnus Bane puede comprender a Alec Lightwood. Estoy muy emocionada ¡Gracias May! Mi corazón puede tener algo de paz este mes.... aunque sea por tu fic algo de pez pude tener

    Arigato x33 ya nee~

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  21. Felicidades guapísima!!!!
    Menuda manera de celebrarlo! Pedazo de beso!
    Menos mal que no quemaste vivo a Alec como más de una quería :-D
    Porfi, no se lo hagas pasar muy mal a esos tres niños maravillosos que has creado (sobre todo no mates a ninguno, ya fue duro perder al primer Max...)
    Lo dicho, muchísimos besos y abrazos.
    Merce (España)

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  22. Ahdjjfkdknsnehjdjdnnd ❤

    Me encantó encerio no se que decir :'3 lo ame, por fin se arreglo Malec y lo de Nathan no se queda atrás ya quiero saber qué pasa 'w'

    -Mare

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  23. Lo ame lo ame lo ame, me tienes con la duda, quiero que acabe está inquietud , se que todo va salir bien. Eso espero . Súbelo rápido, que me matan lpas ganas de leerlo

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  24. hola may quiero decirte que hace poco encontre tu blog y dejame decirte que es uno de los mejores me solo en una semana he leido todas tus historias y las que mas me gustaron fueron te encontrare y guerra fria estas me eeeennncaaataron ojala puedas subir mas rapido los capitulos que faltan soy algo obseviba con ka lectura y por lo general no lei historias inconclusas pero amo la forma en que escribes asi que no me resisti bay besos y bendiciones espero con ancias la continuacion

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  25. Necesito el proximo me estoy volviendo loka esperando jajajaj que susedera con max aaaahhh !!! Lo he leido 3 veces y aun asi me emociona y eriza la piel ...esperando con ansias el final de esta gerra fria

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  26. Por fin se besaron. Siempre supe que el corazón de Alec solo le pertenece a Magnus y el lo va perdonando awwwwwww. Que intriga lo lo de Max, Will y Nathan

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  27. Oh por el ángel esto fue grandioso *-* gracias por hacer que se besaran ya estaba extrañando tanto verloa juntos u.u ahora... A encontrar a Máx D':

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