Guerra Fría IX - Fronteras Rotas
- ¿Que has dicho? –
Pregunto Edrian, era extraño el sentimiento de entender claramente las palabras
que Alec pronunciaba, pero no comprender el contexto de ellas.
Alec estaba
sombríamente parado frente al enorme ventanal mirando hacia las torres demonio,
estaba vestido de manera formal, como lo hacía desde que era Cónsul. – Quiero
que te vayas. – Repitió Alec.
- ¿Irme a dónde?
- Edward Pangborn ha
dirigido el instituto de Alemania por más de medio siglo. Es un hombre
honorable y…
- Conozco a Ed. – Dijo
Edrian sin amabilidad. – Crecí ahí, me crio junto a Nessie y sus propios hijos.
He preguntado ¿Por qué quieres que me vaya?
- Edward ha pedido tu
reasignación, quiere que seas tú quien lo suceda en su cargo como director del
instituto.
Hubo silencio entre
ambos, Alec no había girado para ver a Edrian el cual estaba sorprendido por la
petición de su tutor quien tenía a sus propios hijos, se preguntó si ellos
habían rechazado el cargo, sus pensamientos fueron en un viaje rápido hacia
Alemania y en la necesidad de ir a hablar con Edward.
- Es un importante
puesto. – Dijo Alec despertándolo – Creo que es uno mejor que ser el asistente
del Cónsul.
- ¿Quieres que me
vaya? – Pregunto Edrian reflejando en su voz la incredulidad que le embargaba.
- Te lo dije. - Alec seguía
mirando hacia afuera, intentando no darse cuenta del dolor que estaba
provocando en Edrian. Pero que no podía evitar. – Quiero que te vallas.
- Bien. – Dijo Edrian –
Ahora voltea y dímelo de frente. Quizás entonces te crea.
Alec cerró los ojos con
fuerza, pensó en Magnus y fue toda la determinación que necesito. Giro y
confronto directamente a los ojos de Edrian.
- Quiero que te vallas.
- ¿Qué haces? – Murmuro
Edrian preguntándoselo a sí mismo en un esfuerzo por descifrar lo que ocurría.
- ¿Por qué haces esto?
Alec sentía que tenía
que ser honesto con Edrian, es lo menos que podía hacer. – Estoy haciendo lo
necesario para mejorar, para recuperar a mi familia.
- ¿Y crees que alejarme
es la mejor forma de hacerlo?
- Creo que es lo mejor
para todos.
- No lo es para nadie,
ni siquiera para ti ¿Crees que Magnus volverá solo porque me mandas lejos? ¿Qué
merito tendría eso? Alejarme solo te hace parecer sospechoso. Si es eso, entonces
me quedare a luchar por ti, ya que al parecer la única forma de resistirte a mi
es mandándome lejos.
- ¡¿Que?! ¡No! ¡Claro
que no! Es…
Alec lo pensó por un
momento se maldijo mil veces, odiaba estas cosas, odiaba tener que hablar o
hacer algo cuando se trataba de sus sentimientos o los de cualquiera a su
alrededor, una cosa más por lo que amaba a Magnus era por el hecho de que
siempre sabía lo que pensaba y sentía, su forma de amarlo era simple y sin
complicaciones.
Optó por la mejor
opción, no decir más. Alec camino hacia el sillón de su oficina derrotado. –
Ahora todos son expertos ¿ciertos? – Se dejó caer junto a su fachada de hombre
decidido.
Edrian no pudo evitar
reírse mentalmente de su jefe. – No es eso - Dijo y se sentó a lado de Alec. -
Es solo que tú eres terrible, en verdad, el peor que conozco y que…
- Ya entendí. – Alec
cubrió su rostro con sus manos. – Estoy destinado a arruinarlo todo, una y otra,
y otra vez.
Edrian se compadeció. –
Puedo ayudarte.
- Edrian, no es buena
idea. – Alec estaba mirando a Edrian a la cara, no podía seguir sin ser como
mejor sabia ser, directo y sin pantallas. – Si quiero recuperar a mi familia
necesito…
- No lo digas, no… por
favor, no me alejes.
- No puedo darte lo que
quieres de mí. No es justo para ti. Quisiera que lo entendieras. – Alec respiro
profundamente y para sorpresa de Edrian este se le acercó un poco más. Sus
rostros estaban muy cerca, pero a pesar de eso Alec se miraba seguro, listo
para hacer una sincera confesión. – Me gustas. – Le dijo y Edrian se quedó sin
palabras, escuchar a Alec decir eso era lo que había querido desde hace tiempo,
hubo una explosión en el pecho de Edrian que no supo cómo controlar, sin
embargo, solo se quedó callado. Escuchando lo que Alec tenía que decirle, ya
que de alguna manera no se sentía de la manera que pensó se sentiría. – Quizás,
si hubiera sido sincero con mis sentimientos desde un principio y no hubiera
luchado tanto por esconderlos, nada de esto hubiera pasado.
- No lo entiendo. –
Dijo Edrian. - ¿Decírmelo antes?
- No, no a ti.
Hubo claridad en el
rostro de Edrian. – Magnus. – Murmuro su propia respuesta.
- No me atreví a ser
sincero con Magnus. – confeso Alec. - Pensé que el estar atraído hacia otra
persona era lo peor que podía hacerle, no quería hacerlo, no quería que
descubriera eso en mi porque entonces pensaría que no lo amo como lo hago. Pero
ahora me doy cuenta de que no soy responsable de eso, pero si lo soy de mis
actos, si hubiera hablado con él, si hubiera sido valiente y hubiera confiado
en él, realmente confiado en él. Magnus hubiera sabido que hacer, me hubiera
ayudado y ahora no…
- Eso es… diferente. –
Y toda la esperanza de Edrian se fue, la forma de amar que Alec tenía era
extraña, era diferente, era perfecta. Pero no era perfecta para él, lo era para
Magnus Bane. Darse cuenta le rompió el corazón, Magnus Bane era y seria siempre
la única persona que podía entender a Alec Lightwood no solo como se merecía. También
como lo necesitaba.
- No quiero irme. –
Repitió Edrian. - No quiero alejarme de ti, solo… te prometo que no haré nada
en contra de ti y de Magnus, si vuelves o no a estar con él, no me importa,
solo quiero estar a tu lado, solo quiero seguir ayudante y que logres todo lo
que has querido. Déjame. Déjame estar a tu lado. – Edrian tomo la mano de Alec.
– Seré tu arma, tu voz, tu escudo, tal y como lo he sido hasta ahora. Solo…
Déjame.
Alec no aparto la mano
de Edrian, por el contrario, la tomo con mayor fuerza. – También quiero que te
quedes. – Le dijo sin duda y sin remordimiento. – Te necesito a mi lado, ahora
más que nunca.
*
* * * *
La puerta de su
apartamento se cerró y Max equilibro con dificultad el enorme florero que el
repartidor había entregado, Max no tenía problemas tratando con mundanos,
siempre llevaba encima un glamour poderoso que incluso a personas que tenían la
visión les era difícil penetrar. Camino hacia la cocina y colocando las flores
en la mesa se apresuró a leer la tarjeta, la última vez que había mirado a su
padre en Alicante le había dicho que solo le quedaba enviar flores, fue mucha
la desilusión de Max cuando leyó otro nombre en la tarjeta.
- ¿Son para ti? –
Pregunto Magnus tomando la jarra de la cafetera.
- No. – Dijo Max con
notorio enfado. – Son para ti. – El chico le entrego la tarjeta a su padre
golpeándola contra su pecho en un esfuerzo por no arrojarla por la ventana.
Magnus la leyó y sonrió.
– Son tiempos modernos, ya que no es normal que un hombre le envié flores a
otro hombre, que dulce de parte de Jerry, es un chico muy amable.
- Mi padre te enviaba
flores todo el tiempo. – Max seguía molesto y mirando a su padre fijamente.
La sonrisa de Magnus se
disipo. - ¿Es necesario que menciones a tu padre cada dos segundos?
- ¿Por qué te llegan
estos obsequios y no te llegan los que mi padre ha enviado?
- Es un encantamiento,
nada de su parte llega aquí.
- ¿Es una broma?
- No. – Dijo Magnus sin
remordimiento, toco una flor amarilla sin interés. – Me la pase muy bien
anoche, por si te interesa.
- Saliste con un
mundano ¿Podría ver algo de interesante en eso?
Magnus volvió a su café
e intentando inútilmente verse desinteresado, pregunto: - ¿Se lo has mencionado
a tu padre?
¿Quién
menciona a mi padre ahora? Pensó Max, pero opto por la paz
mundial y no dijo nada. Lo que sí dijo fue: - ¿Quieres que Jerry muera o algo así?
Porque hay métodos menos crueles.
Magnus concedió eso. –
Tienes un punto.
- ¿Por eso lo haces? –
Pregunto Max. – Para que mi padre se entere.
Magnus dejo su taza de
café un lado sintiendo el sabor malo de boca que el comentario de su hijo le
había dejado, se dio cuenta que sería imposible tomar un sorbo más. – Mejor
hablamos cuando estés de un mejor humor. – Magnus camino cerca de Max para ir a
la sala, pero su hijo lo detuvo tomándolo del brazo.
Magnus miro la mano y
después el rostro de su hijo, la imagen le creo un agujero en el estómago. – Lo
lamento. – Le dijo Max con los ojos cristalizados. – No me gusta estar así, no
quiero seguir peleando, perdóname, papá, por favor.
- hijo… - Fue lo único
que necesito decir el brujo para que Max se aferrara a él con mucha fuerza
dejando al locuaz Magnus Bane sin poder decir palabra.
- Sé que tienes derecho
de rehacer tu vida. – Dijo Max con su rostro pegado al pecho de su padre. –
Pero lo único que veo es como se desintegra la mía. – Max busco el rostro de
Magnus quien lo sostenía con fuerza. – Necesito tiempo para acostumbrarme,
tenme paciencia ¿Quieres?
- Mi Blueberry. – Le
dijo el brujo con demasiado cariño. – He estado tan sumergido en mis
pensamientos que nunca se me ocurrió ponerme en tus zapatos, discúlpame, Alec
siempre fue mejor contigo en todo.
- Pero tú eres más
divertido.
Magnus rio y limpio la
lagrima que pretendía asomarse del ojo de su hijo. – Me das tanta fuerza que
pienso que tú la tienes también. Cambiare eso, hijo. Somos tu y yo ¿Recuerdas?
- Para siempre. – Dijo
Max y Magnus asintió dejando que su hijo fuera a su cuarto.
- Llamare a Nat. –
Anuncio antes de irse.
Magnus observo como su
hijo caminaba con un poco más de ánimo, chasqueo los dedos y las flores que
Jerry había enviado desaparecieron de la mesa dejando solo detrás un rastro
azul de magia.
*
* * * *
El Valle Azul era una
región en el reino hada en donde la guerra no había alcanzado a sus ocupantes,
eran los habitantes más pacíficos y los más alejados del mundo mundano y de los
Cazadores de Sombras, eran los granjeros y trabajadores, todos ellos al
servicio de la reina y de la naturaleza, Tristan; un hada del valle se
encargaba de dar a los guardias de palacio los mejores corceles disponibles, tenía
las caballerizas más grandes y los mejores ejemplares de caballos, voladores y
no voladores, con cabello de fuego o pelaje de hojas, siempre orgulloso y al
pendiente de lo que su reina necesitara.
Tristan hacia correr a
un pequeño caballo blanco que tenía alas alrededor de un prado, el caballo obedecía
al sonido del viento que cortaba con su látigo. En ese momento y cuando más
concentración estaba teniendo, un caballero de la guardia apareció surcando los
cielos, el viento en la melena de su caballo negro le hacía ver cruel y peligroso.
Tristan se puso nervioso al ver que no se trataba de un soldado cualquiera,
sino del general de la Reina.
- Mi señora no me
informo sobre necesitar más corceles. – Dijo Tristán preocupado en cuanto
Gwyllion llego al suelo.
- No he venido a eso,
entrenador. – Le dijo el hada con voz firme. – Tu Reina necesita un servicio diferente
de tu parte.
Tristán trago con
fuerza, no era un guerrero, ni un ser mágico como los más cercanos a su
majestad, no podía pensar en alguna otra utilidad de su parte para la Reina. –
General, yo no…
- Hablaras cuando se te
ordene, por ahora debes tomar uno de tus caballos y acompañarme. No harás
esperar a tu Reina.
El hada pidió un
momento para devolver al potrillo a las caballerizas y tomar un corcel volador.
Antes de que ambos despegaran Gwyllion miro hacia los establos. – Te escuche
hablando. – Dijo.
Tristan se miró incómodo.
– Hablo con mis caballos, señor, lo lamento yo…
Gwyllion levanto una
mano pidiendo que guardara silencio. – No cabe duda que nuestra Reina sabe bien
lo que hace.
Gwyllion y Tristán
salieron en camino a palacio.
*
* * * *
Alec dejó caer el
mensaje de fuego que recibió de su hijo sobre el escritorio. – Es increíble. –
Dijo molesto.
Edrian estaba muy
concentrado leyendo los informes de batalla de los últimos meses, poniéndose al
día para restablecerse en sus labores. - ¿Qué es increíble? – Pregunto quitando
la vista de los documentos para ver a Alec desde el sillón donde estaba
sentado.
Alec suspiro. – Magnus
tiene un hechizo para que nada de lo que le envié llegue a él.
- ¿Es una broma? Es
decir ¿Puede hacer eso?
- Puede. – Dijo Alec
tallando entre sus ojos. – Puede hacer lo que quiera.
- Igual que tú. – Dijo
Edrian. - Eres Cónsul.
- No entiendo tu punto.
- Magnus es parte del
consejo ¿No debería de estar aquí como todos los demás miembros? Estamos a
orillas de una guerra.
Alec le observo
expectante y Edrian noto que seguía sin entender a donde quería llegar.
- Terrible. – Repitió
Edrian refiriéndose a Alec y los asuntos del corazón. – Puedes obligarlo a
volver, es su deber estar aquí.
- Nadie puede hacer que
Magnus haga nada que no quiera, es Magnus Bane.
- ¿En verdad no sabes
el poder que tienes sobre él? Magnus se fue porque si se queda no iba a
soportar estar sin ti. Es orgulloso pero débil cuando se trata de ti.
- obviamente no lo es.
Han pasado meses y… no hemos hablado o nos hemos visto en ese tiempo.
- Ya deberías cambiar
eso. – Dijo Edrian dando por terminada la conversación y volviendo a los
documentos.
*****
- Esto si es una
sorpresa. – Dijo Magnus al dejar entrar a Jace a su apartamento. – Espero y sea
agradable, Herondale.
Jace camino a la sala
de estar, el apartamento lucia bastante ordenado, Alec tenía razón al dejar que
Max se fuera con Magnus, no quería pensar en lo que sería del brujo sin él.
Alec lo necesitaba, pero la autodestrucción no era su estilo. Magnus Bane en
cambio era un peligro para él mismo y los demás.
- ¿Y Max? – Pregunto
Jace de inmediato.
- Fue a Planeta
Prohibido, al parecer su lectura está siendo peligrosamente menguada y fue a
buscar un par de nuevos mangas.
A Jace no le sorprendía
para nada, por el contrario, lo entendió de inmediato. – Quizás pase, ante de
volver para llevar algo a Will.
- Toma asiento, por
favor.
Jace lo hizo – Sabes
que no vine a hablar de Mangas ¿Cierto?
Magnus tomo un lugar en
otro de los sillones de la sala, la luz entraba abundantemente por las
ventanas, era un día hermoso, por lo menos eso parecía.
- ¿Qué te trae aquí?
- Necesitas volver a
Alicante, de hecho, volver con Alec.
Magnus rió - ¿No tienes
un marcado sentimiento de dejavu? Yo sí.
- Magnus, escucha. Hace
poco tuve una conversación con Alec, intentaba animarlo, es decir, la está
pasando mal, sé que tu igual, pero tenía que hacer algo, es mi parabatai, mi
mejor amigo, es mi hermano y…
- Al punto Herondale.
La actitud del hombre
era extraña e intrigante para Magnus, a pesar de los años era la primera vez
que miraba a Jace tan ansioso por algo.
- Quizás le dije a Alec
algo que malinterpreto y ahora, quizás te halla perjudicado y necesito que
entiendas que esa nunca fue mi intención.
- Sigues sin decirme
mucho.
Jace suspiro. – Esta
bien. Le dije a Alec que tenía que dejar de sufrir y que tenía que hacer lo que
fuera, sin importar que para que comenzara a mejorar.
- No veo nada de malo
en ello, Jace, debes calmarte, no me has perjudicado.
- Quizás Alec me
malinterpreto porque le dije que debía pensar en Edrian y en porque había hecho
lo que hizo.
Magnus hizo un gesto.
- Fue un arma de doble
filo, eso era claro, pero no podía saber que haría Alec exactamente. Me refería
a que pusiera sus asuntos en orden y comenzara a actuar.
- ¿Qué hizo Alec? –
Pregunto Magnus sinceramente curioso.
Jace tomo un largo
respiro. – Hizo llamar a Edrian.
Pensar en Edrian, era
lo que Magnus estaba esperando, lo que sabía que tarde o temprano pasaría si
continuaba alejado de Alec. Ahora que estaba pasando y a pesar de creer que
estaba listo, se dio cuenta de que no era así. Magnus se inclinó hacia
enfrente. - ¿Ellos están juntos?
Jace lo pensó por unos
momentos. – La última vez que trabaje con Alec, Edrian estaba ahí y parecían
estar cómodos el uno con el otro, como si nada hubiera pasado.
- Pregunte si estaban
juntos.
- No lo sé. No lo
parece. – Jace movió la cabeza y Magnus que era experto leyendo a las personas
noto como diría algo que no quería decir. – Alec está mejor. Piensa con mayor
claridad e incluso está comiendo de nuevo.
- Eres su parabatai, deberías estar feliz por él.
- Alec es mi familia. –
Dijo el hombre tan claro como la certeza que pronuncio, con el orgullo en su
rostro y el cariño expresado en su voz.
Magnus se sentía demasiado
agotado como para intentar ocultar su desilusión, era como si las noticias que
Jace le había traído lo hubieran dejado vacío.
Jace lo noto enseguida,
una brecha que significaba esperanza. – Es mi familia tanto como lo eres tú. –
Le dijo mirándole a los ojos y Magnus pudo ver la sinceridad en sus palabras.
Magnus se sorprendió y
lo demostró al no decir nada.
Por el contrario, Jace
rio. – No deberías de lucir tan asombrado. No es tan difícil de creer, hubo un
tiempo hace muchos años en el que otra familia Herondale te consideraba un
miembro más de su familia y ellos estaban en tu corazón.
La mente de Magnus
viajo a Londres, a las calles empedradas y a los ojos azules de Will Herondale,
iguales, pero tan distintos a los de Alec. La sonrisa llego a su rostro sin
esfuerzo. – No deberías creer todo lo que Tessa diga. Es algo un poco
romántica.
- Pero nunca mentirosa.
- Nunca. – Concordó
Magnus.
- Quiero lo mejor para
Alec y lo mejor para él eres tú, Magnus por favor. Danos otra oportunidad.
Magnus siguió con su
mirada fija en Jace, sin expresión, demasiado cansado para hacer notar
cualquier pensamiento o sentimiento que atravesara su cuerpo.
- No solo te estas
alejando de Alec, te alejas de tu familia. Somos tu familia, Magnus. Recuerda
eso.
Antes de que Magnus
pudiera responder cualquier cosa, la puerta del apartamento se abrió y Max
entro con una gran bolsa de papel, le tomo unos segundos notar a su tío.
- Es una biblioteca la
que tienes ahí ¿Eh? – Le dijo Jace y Max camino hacia los brazos extendidos de
su tío.
- ¿Sucedió algo? –
Pregunto Max después de haber abrazado a Jace. - ¿Papa está bien?
Jace sacudió la
desordenada melena azul del chico.
- No debes preocuparte
tanto por tu padre. – Le dijo en un tono de burla. – Te ves un poco mayor a la última
vez, deben ser las angustias innecesarias.
- Tío, nos miramos hace
un par de días.
- Jace hizo un gesto. –
Deberías entonces preocuparte.
Max rió y dejo que
revolviera de manera casi violenta su cabello.
*
* * * *
Los pasillos del
Instituto de Idris eran bastante iluminados, incluso de noche, Vanessa caminaba
por el pasillo principal hacia la salida, había dejado a Aurora, la pequeña
niña hada en su alcoba para que esta descansara de su largo día de juegos y
aprendizajes, esta era la peor parte, odiaba dejarla, odiaba prometerle volver
al día siguiente sin poder estar segura de que lo haría. La Cazadora de Sombras
acelero el paso, pensar en Aurora cuando no la tenía cerca se había convertido
en una agonía. Empujo la puerta con fuerza y dejo que el aire frío de la noche
entrara en sus pulmones y alejara la sensación de ahogo y desesperación al
pensar en la pequeña niña que no era suya. Cuando levanto la mirada noto la
figura siempre familiar de Edrian.
- ¿Estas bien? –
Pregunto su amigo al instante en que la vio. – Te miras…
- Estoy bien. – Le
aseguro la chica enderezando la espalda. – No esperaba verte más por aquí.
- Lo lamento. – Dijo
Edrian aun observando el comportamiento de su amiga. – Necesitaba ponerme al tanto
de los asuntos de La Clave ¿Segura que estas bien?
- Estoy bien. – Repitió
Vanessa de mala gana.
Edrian no hizo más que sonreír.
– Día difícil ¿Eh?
- Nada que no se pueda
superar. – Vanessa miro a Edrian de la cabeza a los pies. – Parece que tu día
fue mejor que el mío.
- Yo no estaría tan
seguro. Como sea, me gustaría hablar contigo de… Bueno de…
Ambos Cazadores de
Sombras habían continuado su caminata por los jardines del instituto. Vanessa
no dejo que Edrian terminara, la chica levanto una mano frente a su rostro. –
Antes de que digas cualquier cosa sobre tu nuevo amor. Necesito decirte, algo
primero. – Edrian estaba a punto de explicarle lo que había sucedido con Alec,
acerca de cómo las cosas con él se habían moldeado a una situación estable y cómoda,
a pesar de no ser lo que quería o deseaba se sentía bien con ello. Estar con
Alec de esta manera era mil veces mejor que estar sin el en lo absoluto. – No.
– Dijo Edrian. – Alec y yo…
- Te amo. – Le interrumpió
Vanessa.
Edrian le miro en
silencio por un momento esperando a que ella hablara un poco más, no lo hizo.
El Cazador de sombras sonrió poco después. – También te amo, Nessie. Lo sabes.
- No – Dijo Vanessa. –
No es lo que piensas. – Yo en verdad te amo y sé que ahora debes estar más que
emocionado por ti y Alec, pero estoy segura de que eso no durara porque
Alexander ama, adora a Magnus. Y…
Edrian levanto una mano
para que dejara de hablar. - ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué me dices estas
cosas? No tiene sentido.
- Lo tiene, necesito
que sepas cuáles son tus opciones, de que Alec no es el único que puede darte
seguridad, Edrian te conozco de siempre y sé que Alexander no podrá hacerte
feliz porque no es lo que necesitas.
Edrian se quedó
pensando en lo que ocurría, intentando asimilar las palabras y hacer de la
situación lo menos dañina posible. - ¿Desde cuándo? Es decir ¿Esto es nuevo?
¿cierto?
Vanessa rio en burla a
su amigo. – Claro que no, me enamore de ti desde hace diez años. Cuando
decidiste dejarme, por cierto.
- Nessie, nunca te
deje, es solo que…
- Tenías que
encontrarte. – Vanessa miro hacia el cielo, a las estrellas que iban
apareciendo una a una, mirando hacia el pasado, su pasado tortuoso por la pérdida
de sus padres, por la lucha constante de mantenerse con vida, y el abandono de
la única persona a la que había querido tener cerca. – Así que decidí que no podías,
que no serias ser capaz de amar a nadie si primero no podías amarte a ti mismo.
Te vi marcharte y guarde silencio con esperanza de que algún día tu volvieras,
que sanaras y te perdonaras a ti mismo y entonces, entonces yo podría…
- ¿Por qué no me lo
dijiste antes?
Vanessa rio con dolor.
– Supongo que me deje llevar por la absurda idea del amor, los mundanos actúan así,
esperan a que el amor llegue a ellos. Por alguna estúpida razón pensé que ese
tipo de amor podría ser para mí, error.
- No eres una mundana.
- Gracias al Ángel no
lo soy, así que he decidido actuar como lo que soy, una Cazadora de Sombras,
deje de esperar a que el amor llegara, ahora soy yo quien lo está buscando. No
tenemos tiempo para esperar a que un cabeza hueca mire a su alrededor – Vanessa
se acercó a Edrian quien no retrocedió ni un centímetro. – Te estoy buscando a
ti, Edrian.
- Nessie, yo…
- Luchamos a diario por
nuestros seres amados, por nuestro deber y por el mundo que queremos para
nosotros y para los que nos importan. Lucho por ti todos los días, Edrian. Era
tiempo de que lo supieras. – Vanessa se apodero de la chaqueta de Edrian
poniendo las manos a sus costados y jalando con fuerza al hombre, no fue
difícil acercarlo, Vanessa era casi tan fuerte como Edrian.
Edrian dejo que lo
acercara y sintió el cuerpo de Vanessa pegado al suyo, sus manos firmes y su
olor le inundo de inmediato, jazmín y lavanda. Por alguna razón no podía pensar
en nada más. Vanessa subió en sus puntos para alcanzar los labios de Edrian,
los encontró suaves y dulces.
Edrian sintió sus
labios moldeándose a los de Vanessa sin ningún esfuerzo, como piezas embonando
en su lugar. Pero era demasiado, era extraño y no se sintió listo para lo que ocurría,
sin poder quitar su mirada del rostro nunca antes tan cerca de Vanessa, levanto
su mano para ponerla en su hombro y alejarla, su mano toco la piel de la
Cazadora y el cabello de Vanessa le acaricio el dorso de la mano, suave y
abundante, la parte física que siempre le había gustado de su amiga. Y Vanessa
coloco sus manos a través de su espalda, presionándolo con fuerza, con la
fuerza de la poderosa Cazadora que era. El corazón de Edrian se aceleró y su estómago
giro sin control, una sensación nunca antes expuesta en él.
Edrian no aparto a
Nessie, ahora ambas manos llegaron al cuello de la Cazadora y se quedaron
anidadas ahí. Edrian cerró los ojos y beso a Vanessa plenamente, tal y como
ella lo era.
*
* * * *
Max Lightwood-Bane era
uno de los jóvenes brujos más populares de Brooklyn, todos los adolescentes del
mundo de las sombras querían conocer e incluso entablar una amistad con él, así
que no fue difícil para Lily Chan encontrar al grupo adecuado para él. los
amigos perfectos que le admiraran lo suficiente como para que mantuvieran su ánimo
lo que se consideraba decentemente estable para la difícil situación por la que
su ahijado, titulo auto establecido, estaba pasando. Había pasado los últimos
años en Idris, pero Lily sabía que no tenía el tiempo de crear nuevas
relaciones, suerte para Max por tener en su vida a tan eficiente madrina para
ahorrarle ese trabajo.
Max volvía al
departamento en donde vivía con su padre brujo de una salida exageradamente
programada por la vampira. Estaba abrumado por que sus acompañantes, a pesar de
ser amables, le preguntaban por la pareja del año, quienes para no su sorpresa
eran sus padres, definitivamente el plan de Lily no salió bien. El chico entro
en el apartamento y se quedó en la entrada ya que la imagen que llego a sus
ojos era poco probable e inexplicable para su cerebro.
- Hm… ¿Papá? ¿Qué pasa aquí?
Las chispas de la magia
de su padre saltaban de un lado a otro por todo el apartamento, mientras que
Magnus caminaba de un lado a otro, parecía estar tomando objetos de aquí a allá
y colocándolas sobre la mesa que estaba al lado de dos grandes baúles de viaje.
Magnus no respondió,
hizo un gesto y un papel voló atravesando la habitación hacia las manos de su
hijo. El sello estaba roto, era el sello de La Clave. - ¿Es de papá? – Pregunto
entusiasmado Max. - ¿Levantaste el encantamiento?
- Claro que no. – Dijo
Magnus gritando desde la habitación. – Es de La Clave, no de tu padre, por eso
llego aquí.
Max rio, había sido
buena idea, decir que era de La Clave era lo mismo que decir que era del Cónsul,
del máximo representante. – Bien jugado, Pá. – Murmuro Max comenzando a leer.
Para:
Miembros del Consejo de Subterráneos
De:
Cónsul Alexander Gideon Lightwood
“Mis
queridos hermanos y hermanas en armas:”
- Max sonrió al leer
esta primera línea, eran las palabras de saludo que su padre había adoptado
para todas sus cartas, palabras escrita por Charlotte Fairchild hace más de un
siglo, en la carta que fue dirigida a los miembros del consejo Nefilim de
aquella época en donde pedía ayuda, la carta permanecía guardada en el
escritorio de su padre, rescatada de los archivos y colocada ahí por Magnus, un
gusto más que le daba a Alec por la importancia que recaía en ella y que tenía
mucho significado para la visión de Cónsul que Alec llevaba actualmente en sus
hombros. Max suspiro y siguió leyendo.
Los
tiempos en los que nos ha tocado vivir han sido muy difíciles para todos, en
especial para ustedes, luchadores incansables de los Acuerdos, los cuales
siempre ambicionamos hacer valer, remarcando con sincera expectación que mis
actos durante mi periodo como mayor líder de la Clave les haya hecho sentir
respetados y respaldados. Decirles que mi mayor esfuerzo ha sido colocado en
estos Acuerdos, por que como ya se los he expuesto, mi creencia en el absoluto
abatimiento de nuestros enemigos infernales recae en ustedes, poderosos seres
mágicos a los cuales les debemos la oportunidad de haber salido victoriosos de
cada guerra en la que nos hemos enfrentado. Lamentablemente nunca con el
reconocimiento debido. Una vez más me dirijo a ustedes para pedirles que no
fallen en su deber de hacer cumplir la Ley, ley que ahora les favorece en la
medida que me ha sido posible cambiarla. El Reino Hada esta en agonía y no
puedo sentir más que tristeza por ello, y por ello les pido que me ayuden a
tomar las decisiones adecuadas para recuperar este indispensable reino, su
pueblo los necesita y la Clave les necesita.
A
partir del día de mañana se realizarán las reuniones para tomar en mesa los
asuntos, pero sobre todo los actos que se llevarán a cabo para terminar con
esta Guerra Fría.
Estaré
muy agradecido al contar con su presencia en las importantes reuniones para que
puedan brindar su apoyo.
Suyo
fielmente,
Alexander
Gideon Lightwood, Cónsul.
- Entonces… - Dijo Max
doblando el papel. - ¿Iras a ayudarle?
Magnus dejo de lado lo
que hacía para mirar a su hijo, parecía molesto, realmente molesto. Levanto sus
manos en protesta. - ¿Tengo otra opción?
Max movió su cabeza y
Magnus entro a la habitación para seguir empacando.
Max le dio la espalda
para que no descubriera su sonrisa. – Bien jugado, pá. – Dijo a nadie. – Bien
jugado.
- ¡POR QUE NO COMIENZAS
A EMPACAR?! EN LUGAR DE ESTAR AHÍ PARADO RIENDO COMO…
Max corrió a su
habitación antes de terminar de escuchar el final de esa frase. Su sonrisa se
había vuelto el doble de pronunciada.
*
* * * *
Bastaron un par de
chasquidos para que el polvo de la casa desapareciera, Max corrió por las
escaleras hacia su habitación, la que era la misma de siempre, pero por alguna
razón se sentía tan liberador estar ahí, un paso más hacia la normalidad.
Coloco las maletas en el piso y a su gato con cuidado sobre la cama, presidente
no tardo en enrollarse en sí mismo para seguir durmiendo. Max le acaricio la cabeza
y bajo de nuevo saltando los escalones, era mucha la energía y el ánimo, no
podía esperar para salir en busca de Will y Nathan y decirles que por lo menos
en unos días, podrían verse a diario.
- Ahora vuelvo. – Dijo
Max tomando su chaqueta.
- Max – Llamo Magnus
enseguida. – Espera, hijo.
- Desempacare cuando
regrese, y sin usar magia, lo prometo.
Magnus rio. – Puedes
usar magia para eso. Pero no es el asunto que quiero tratar.
Max soltó la perilla de
la puerta. – Sabia que algo pasaba, estuviste muy callado en el viaje aquí.
Magnus volvió a reír. –
Viaje es una palabra muy completa para el salto que acabamos de dar.
- Tú me entiendes.
Magnus suspiro para
coger voluntad. – Necesito que tengas cuidado. – Inicio el brujo. – Sé lo que
Nathan significa para ti, pero… no puedes confiar en él.
Las palabras de su
padre cayeron sobre él como hielo en su espalda. - ¿Qué no confié en Nathan? Es
mi novio.
Magnus hizo una mueca –
Creí que aún no estaba establecido.
- No. – Dijo Max
mirándose apenado. – Pero se lo pediré hoy. El punto es ¿De que estas hablando?
Magnus se acercó a su
hijo y movió el cabello que caía sobre su frente. – Hay rumores. – Le dijo en
un tono de voz suave, como si las palabras pudieran tener cuchillos. – Las
hadas son un pueblo rencoroso y Nathan es el hijo de La Reina.
- Creí que ya habíamos
pasado por esto. Nathan nos eligió, quiere ser un Cazador de Sombras.
- No se trata de lo que
quiere o no. No puedes cambiar a alguien que nació para ser lo que es.
La furia estaba creciendo
en Max, aparto la mirada y con toda su fuerza de voluntad respondió tranquilo.
– Nos ha ayudado, perdió todo por ello ¿No es suficiente prueba de lealtad para
ti?
- No cuando se trata de
tu seguridad. – Magnus movió el rostro de su hijo para que le viera a los ojos.
– Quizás Nathan no lo sabe y sea parte de un plan de la reina para llegar a los
Cazadores.
Max aparto las manos de
su padre, era demasiado para soportar. – Quizás tu no lo sabes. – Max había
tenido suficiente y giro para irse lo más pronto y lo más lejos posible de su
padre, antes de que le gritara.
- ¿Siquiera sabes su
nombre? – Le pregunto Magnus antes de que saliera. Max giro para verle y su
padre noto que era algo en lo que nunca había pensado.
Las hadas nunca decían
su nombre, decirlo era darle poder a esa persona sobre ellos. Max lo sabía, lo
que no sabía, era si conocía el nombre verdadero de Nathan.
Magnus se sintió herido
en nombre de su hijo, era claro que ni siquiera Max estaba seguro, se acercó y
esta vez coloco sus manos en los hombros del joven brujo. – Solo sé prudente,
sé inteligente y por el amor de dios. Cuídate. Por mí. – Magnus dudo antes de
pronunciar lo siguiente. – Por tu padre.
La tristeza y
devastación en los ojos de Max era clara y desgarradora para Magnus, lo tomo y
apreso contra su pecho. – Quizás tengas razón. – Le dijo para confortarlo. – No
es algo de lo que yo pueda estar seguro. – Le aparto un poco para buscar su
rostro. – Solo no bajes la guardia hasta que estemos seguros de que La reina no
puede llegar a nosotros usándolo a él.
Max asintió, como lo hacía
cuando era consciente de la importancia de obedecer a sus padres en esas
peculiares peticiones.
- Ahora ve a buscar a
Will y Nathan, perdóname por decirte estas cosas, pero…
- Solo quieres
protegerme.
- Exacto. Con mi vida.
- Me cuidare. – Le
aseguro a su padre. Max no salió de la casa, comenzó a subir de nuevo las
escaleras.
- ¿No saldrás?
- Desempacare primero.
– Dijo y desapareció en el segundo piso.
*
* * * *
El viento golpeaba
fuerte contra las ramas de los árboles que les rodeaban en el prado cercano a
la residencia Herondale. El lugar que se había hecho oficial para los
entrenamientos de Nathan y Will, Will creía que era más por el motivo de estar
cerca del bosque que por alguna otra razón, era otoño en Alicante y los
primeros vientos helados llegaban a ellos desde las montañas que resguardaban
el país por el norte. Will usaba un suéter abrigados que su madre le había
obligado a usar, por el contrario, Nathan solo mantenía encima una camiseta de
tirantes, el chico de cabello rojo cereza mantenía su concentración en los
movimientos con la espada que hacia como entrenamiento, agiles y certeros,
saltando con agilidad y cayendo en perfecto balance, con su espada como un
miembro más de su cuerpo.
Will le observaba con
atención, le gustaba ver a Nathan y su baile coordinado, casi con la misma
fuerza con la que su padre lo hacía, pero con la agilidad que solo un hada
podría tener.
Nathan se detuvo de su
entrenamiento abruptamente. Will se percató de esto y se puso de pie. - ¿Qué
sucede? – Le pregunto.
Nathan observaba hacia
el bosque. – Alguien viene.
Will corrió al lado de
su primo para mirar hacia donde él lo hacía. - ¿Cómo lo sabes? No veo nada.
Nathan no respondió,
dio un paso más al frente para colocarse frente a su primo y levanto su espada.
Antes de que Nathan y Will dijeran cualquier otra cosa, una sombra se vislumbró
desde los árboles, negra y oscura.
- No puede ser. – Dijo
Nathan al descubrir la identidad del individuo que se acercaba. Bajo su espada
al mismo tiempo que le llamaba. - ¿Tristan? – Pregunto con duda al hada que se
les acercaba.
*
* * * *
Los pequeños Lovelace eran
un par de gemelos que actuaban siempre en conjunto, pero con sus respectivas
personalidades siempre bien definidas, Cecily Lovelace tenía la fuerza y
carácter de su madre y el pequeño Gabriel la ternura e inteligencia de su
padre. A ellos siempre se les unía Charlotte Herondale, la parte neutra en
medio de este torbellino.
A Alec siempre le gusto
estar en la casa Herondale, por lo regular era lugar de reunión de toda su
familia, observaba a los pequeños en el centro del estudio, sentados en la
alfombra jugando con tizas y pizarrones, sonrió al ver como Charlie dibujaba
una flor en la suela del zapato de Gabie. El estudio estaba ocupado por Jace y
Simon quienes ayudaban a Alec para hacer tratados de guerra dirigidos hacia las
hadas rebeldes y otros reinos hadas que habían expresado su interés en reincorporarse
a la Clave de nuevo. La puerta se abrió.
- Parece ser que
funciono. – Edrian entro despertando a los hombres de su trabajo. Miro a los
niños en el piso y no pudo evitar sonreír. – Las cartas enviadas a los
representantes. – Dijo eficaz. – Obtuvimos respuestas positivas de todas ellas.
- ¿Todas? – pregunto
Alec.
Edrian se notó un poco
apenado. – Casi. – Corrigió. – El representante de los brujos no mando nada en
respuesta.
Alec rio con dolor. –
Claro que no.
Simon y Jace
compartieron una mirada, pero no dijeron nada, siguieron con sus tareas hasta
que los pequeños decidieron que tenían hambre, ambos padres tomaron a sus hijos
para ir a la cocina, Edrian se quedó con Alec para seguir ayudándole.
El estudio paso de ser
una combinación de guardería y trabajo en una sala de fuerte concentración, eso
hasta que Edrian hablo.
- Lo lamento. – Dijo
sin mucho sentido para Alec.
- ¿Qué es lo que
lamentas? – Pregunto Alec desde el escritorio sin quitar la mirada de los
documentos.
Edrian se puso de pie y
camino hacia Alec. – Lo que está pasando, lo que te está pasando. Es mi culpa
y…
Alec levanto la mirada.
– No es tu culpa. Es mía, solo mía. – Alec suspiro. Lo menos que necesitaba
ahora era entrar de nuevo en ese túnel negro de tristeza, tristeza por Magnus.
– No importa. – Dijo. – Concentrémonos en…
- Si importa, Alec. –
Edrian se miraba molesto. - En verdad lo lamento, yo no debí entrometerme con…
Alec levanto una mano.
– Tienes que entender una cosa. No te entrometiste, Amo a mi… A Magnus. Nada ni
nadie cambiara eso, nunca.
- Lo sé, yo… lo sé. No
estoy diciendo lo contrario, no es a lo que me refiero.
Alec le miro, ver a
Edrian tan abierto incluso para él era extraño, algo a lo que no había puesto
mucha atención, Edrian parecía en el último día estar pasando por alguna
especie de dilema personal. Seguía siendo eficiente como siempre, pero callado
como nunca.
El Cazador pareció
estarse disculpándose una vez más con la mirada. – Debes estar terriblemente
arrepentido de ese día. Nunca dejaras de estarlo y no puedo dejar de sentirme
culpable por lo que paso.
Alec se compadeció, se
puso de pie y camino hacia Edrian, coloco una mano sobre su hombro. – Debes
entender otra cosa. – Lo dijo sin duda en su voz, con sinceridad sin disfrazar
sus palabras para confortarlo. - Lo que hice te salvo la vida. Y nunca podría
estar arrepentido de eso.
- Alec.
Alec golpeo el hombro
de Edrian e incluso sonrió. – Además, estoy intentando hacer que el brujo me
perdone.
Edrian se relajó. –
Nunca lo llamas así.
- Nunca, no me gusta
hacerlo, ni que las personas lo hagan, pero tú lo haces…
Edrian levanto las
cejas. - ¿Eso fue una broma?
- Lo fue. – Dijo Alec apenado.
- por lo menos eso intente.
Ambos cazadores rieron,
Alec era terrible con las bromas y acababa de hacer demostración de ello. Y
Edrian entendió que podía ser posible, que la idea no podía ser tan
descabellada, ser amigo de Alec. Un amigo sincero y fiel. Entonces pensó en que
quizás podía contarle de Vanessa e incluso podría ayudarle con sus nuevos
sentimientos hacia su amiga de infancia, los que no sabía cómo manejar.
Seguían riendo cuando
la puerta se abrió, la sonrisa de Alec se borró al instante que miro a Magnus
parado en la puerta, mirándoles con ojos firmes y fríos, tan brillantes como siempre,
pero amenazantes como solo él era capaz de convertir su dulce mirada.
- Magnus… - Dijo Alec
sin poder decir más.
- ¿No es gracioso que
sigamos teniendo este tipo de situaciones? – Dijo Magnus.
*
* * * *
- Tristan. – Repitió
Nathan. - ¿Qué haces aquí? No deberías estar aquí, mi madre…
- Pedí permiso a
palacio para venir a verte. – Dijo el hada. – Necesitaba que supieras algo.
- ¿Algo? – Dijo Nathan
sin salir aun de su sorpresa por ver al criador oficial de palacio.
Will miro del extraño a
su primo en varias ocasiones. - ¿Quién es él? – Pregunto el niño con inocencia.
Nathan miro a su primo.
– Su nombre es Tristan. Entrenador de los corceles de la guardia de mi madre.
- No solo crio a
caballos soldados. – Agrego Tristan. Y una pulsada llego al corazón de Nathan.
- él me dio a Blanco. –
Dijo Nathan mirándose triste. – Por orden de mi madre.
Para Will no fue ajeno
el dolor de Nathan. - ¿Estas bien? – Le pregunto sin poder hacer más.
Nathan sacudió la
cabeza con los recuerdos de Blanco, recuerdos que aún eran muy dolorosos.
- ¿Qué quieres decirme?
Tristán rio. – La madre
de Blanco, tuvo un potrillo. Supuso que era una noticia que quisieras oír.
Los ojos de Nathan se
iluminaron. – Creí que… dijiste, cuando me entregaste a Blanco que sería el último
de su linaje.
- Lo hubiera sido si no
lo hubiéramos perdido. La raza de la que Blanco era parte es de una especie de
caballo volador de las más peculiares, no podía dejar que se perdiera.
Se
perdió. Pensó Nathan, pero el criador solo pensaba en
salvar una especie, Nathan sabía que nunca ningún caballo seria como su Blanco.
- Me da gusto escuchar eso.
– Dijo Nathan triste.
Fue demasiado para
Will. - ¿Y que esperamos? – Dijo el niño con ilusión. – Vamos a verlo.
- No, claro que no. Es
demasiado peligroso.
- ¿Para quién? – Dijo
Will. – Sé que quieres verlo, necesitas algo que te levante el ánimo, para
variar, mira a Tristan, entro y salió del reino sin ningún problema.
- Obtuve permiso. –
Dijo. – Pero en verdad no tuve problemas.
- ¿Escuchaste eso?
¡Vamos!
- Tus padres nos
mataran si nos vamos y con mayor razón si vamos al reino hada. No, no, Will es
una tontería.
- Tal vez lo sea. –
Dijo Tristan. – Pero vine para decirte que me gustaría que lo conservaras, si
no lo sacas de ahí se convertirá en un miembro más de la guardia de la reina.
Quisiera que estuviera en un lugar mejor, que te acompañara como Blanco lo
hizo.
- ¿Me lo cederás?
- Sabes que debes ser
tu quien lo haga volar por primera vez para que su lealtad sea tuya, justo como
con Blanco.
- ¡Por el Ángel! –
exclamo Will. - ¿Por qué lo piensas tanto? Tenemos que ir por él.
En el interior de
Nathan había una guerra. Sabía que era demasiado peligroso ir, pero al parecer
nada malo tendría que pasar si nadie se enteraba.
- Es hermano de Blanco.
– Dijo Will avivando la ansiedad. – No puedes abandonarlo. Es tuyo.
Hermano
de Blanco. Fueran las palabras que arrebataron el sentido
común de Nathan.
- Esta bien. – Dijo
poniéndose su chaqueta y guardando su espada en el cinturón de armas, luciendo
ahora más como un cazador de sombras que como un hada. – Iremos por él.
Will sonrió con
ilusión.
*
* * * *
- En verdad lo lamento.
– Dijo Magnus con ironía marcada en su voz. - ¿Interrumpo algo?
La defensiva de Edrian
se activó. - ¿Eso te pareció?
- ciertamente sí. –
Dijo Magnus fulminando a Edrian con la mirada.
- No eres muy creativo
¿Eh, brujo?
- Suficiente. – Dijo
Alec al ver que ambos se ponían cada vez más intensos, no permitiría que se
volviera peligroso.
- Tu mayordomo se sigue
tomando libertades que no debería. – Dijo Magnus riendo de Edrian.
- ¿Quieres ver lo que
este mayordomo es capaz de hacer?
- ¡SUFICIENTE! –
Exclamo Alec a Edrian.
Magnus rio aún más.
Alec le miro. – AMBOS – Dijo con la suficiente firmeza que sorprendió a Magnus
y la sonrisa del brujo se apagó un poco.
- No pueden seguir así.
– Continuo Alec. – Mirarse e intentar matarse no ayuda a nadie, o aprenden a
tolerarse o a ignorarse, lo que mejor les funcione o se irán. – Miro de nuevo a
Magnus. – Ambos.
Magnus estaba a punto
de protestar, pero sintió el cuerpo de Max atravesando la habitación para
llegar a Alec, el cual se dejó envolver por la felicidad de ver a su hijo, lo
recibió con una gran sonrisa y toda la intensidad se disipo.
- Max, - Dijo Alec con
su hijo en los brazos. – No esperaba verte hoy. Te extrañe tanto.
Toda la energía de Alec
giraba ahora alrededor de su hijo, borrando todo a su alrededor. Edrian camino
tranquilamente hacia el escritorio y recogió los documentos que estaban
dispersos ahí, profesional y eficiente como siempre. Magnus le miro irse
discretamente, claramente ellos habían estado trabajando.
Max comenzó a hablar a
su padre sobre su semana en Brooklyn y Alec le escuchaba y reía con su brazo
alrededor del cuello de su hijo.
Magnus sintió que no
había más lugar ahí para él, tal y como lo hizo Edrian, se retiró y cerró la
puerta detrás de él, dejando a los seres que más amaba solos para que
conversaran.
*
* * * *
Cuando Max y Alec
salieron del estudio, era la hora de la comida. Alec miro a Magnus sorprendido.
- No creí que te
quedaras.
- ¿Quieres que me vaya?
- Por supuesto que no,
es solo que…
- Recibí tu carta,
pidiendo la ayuda de los representantes y …
- Y nos aburren con su
política, si van a hablar de ello, vayan al estudio, es una regla en esta casa.
- dijo Isabelle. – Lo saben.
Para sorpresa de todos,
fue Magnus el primero en caminar hacia el estudio. Alec le miro sin saber que
hacer a continuación, se obligó a reaccionar y siguió a Magnus. Ambos entraron
y cerraron la puerta.
Clary se acercó a
Isabelle. - ¿Una regla de la casa? – Pregunto la mujer.
- Funciono ¿Cierto?
- Eso espero. – Dijo
Clary suspirando.
- Era inevitable. –
Dijo Max con un aire de pretensión. – ¿Y Will y Nat?
- Entrenando. – Dijo
Clary. – Es hora de comer, no deberán tardar, vuelven siempre a esta hora y
muertos de hambre.
- Entonces hay que
tener todo listo. – Isabelle arrastro a Clary hacia la cocina, su entusiasmo
era difícil de ocultar.
Simon y Jace se
sentaron en la sala sumergiéndose en una conversación sobre la Academia y su
nuevo ciclo.
Max dio una última
mirada a la puerta cerrada del estudio, suspiro y se sentó en la alfombra junto
a sus primos más pequeños para esperar a Will y Nathan.
*
* * * *
- No creí que vendrías.
– Dijo Alec a Magnus mientras este caminaba alrededor del escritorio,
examinando los papeles que habían quedado. – Gracias por hacerlo.
Magnus le miro, no
estaba enojado. – Quiero lo mejor para mi hijo. Y la única forma de lograrlo es
terminando con esta Guerra, además de reforzar los acuerdos.
- En eso estamos de acuerdo.
– Dijo Alec. – Por lo menos.
Magnus se acercó a
Alec. – Escucha, Max la está pasando muy mal, me preocupa, tal vez no volvamos
a estar juntos, pero podemos llevarnos bien, podemos intentarlo por él.
Para Alec no era nada
razonable lo que Magnus estaba pidiendo, no quería llevarse bien con él, quería
estar con él. Quería pasar el resto de su vida a su lado, quería besarlo y
abrazarlo cada noche y cada mañana de cada día del resto de su vida.
Pero esto era un
principio y no lo desaprovecharía. – Esta bien para mí. – Dijo Alec
sencillamente.
No era lo que Magnus
esperaba, esperaba que Alec le suplicara, que se mirara desesperado porque le
diera otra oportunidad y la duda entro en él ¿Acaso lo estaba perdiendo? Pero
entonces ¿No era esto lo que quería?
Magnus dio un paso más
hacia Alec. No dijo nada, solo le miro, le miro a los ojos azules expectante y
sin saber qué hacer, raramente no sabía qué hacer.
Alec lo noto y decidió
hacer más, esperando no arruinar nada, levanto su mano hacia Magnus para tocar
su brazo. Pero la puerta fue abierta abruptamente.
- Hay novedades, - Dijo
Jace. Entrando y caminando hacia el escritorio, sabia en donde se localizaba un
mapa que mostraba las fronteras de Alicante con el reino hada. – Alguien cruzo
del reino hada hacia aquí, muy cerca de aquí.
- Eso es imposible, -
Dijo Alec. – Las fronteras están cerradas, de ambos lados.
- Alguien no solo
entro. – Continúo trazando con una tiza el lugar de los hechos. – Volvió.
- ¿Cuánto tiempo duro
tras las fronteras?
- una hora, quizás
menos.
Alec observo las líneas
que Jace había dibujado. – No hay nada ahí. – Dijo analítico. – Ninguna base
rebelde o nuestra. Solo bosque y prados.
- No tiene sentido. –
Dijo Jace.
- Ninguno, pero tenemos
que ir a…
- No, no tienes, por lo
menos tú no. – Jace miro a su parabatai. – Edrian ya se dirige al lugar. Pero
tú, debes ir al Gard.
- ¿Y hacer qué? Es en
este lugar en donde…
- Quizás haya respuesta
de alguno de los tratados que hemos enviado, hasta donde sé te corresponde
responder.
Alec pareció pensarlo
bien. – Tienes razón, iré al Gard.
Jace coloco su mano
sobre el hombro de su parabatai. – Te alcanzare ahí en cuanto descubramos quien
o quienes cruzaron las fronteras.
Alec se dispuso a
marcharse enseguida. Tomo su abrigo y se detuvo de nuevo cerca de Magnus. –
Hablaremos después. – Le dijo afligido.
Magnus asintió con la
cabeza. Y miro a Alec marcharse.
*
* * * *
Jace, Edrian y una
guardia conformada por unos cuantos Cazadores de sombras cabalgaban a gran
velocidad a través del bosque y sus senderos. Edrian había localizado la fuente
de la señal por donde habían traspasado las fronteras. Ahora seguían ese rastro
mágico a través del bosque, en cuanto más cabalgaban, la preocupación y
ansiedad entraban más y más en Jace, se estaba a cercando no solo a su hogar,
si no también al prado en donde sabia se encontraban entrenando Nathan y Will, tenía
la esperanza de que esos dos hubieran vuelto a casa antes de que quien sea, haya
atravesado las barreras, los hubiera encontrando en su camino.
Presiono a su caballo
para que acelerara el paso, Edrian le siguió de cerca, se imaginaba lo que
pasaba por la cabeza de Jace y al igual que él, esperaba que ambos niños
estuvieran ya en casa.
Llegaron, y por
desgracia la preocupación de Jace no tuvo razón para cesar, por el contrario,
aumento. Ahí estaban parados en el prado que era su lugar de entrenamiento por
excelencia.
Edrian bajo de su
caballo con el sensor en sus manos. – Aquí termina el rastro.
- ¿Estás seguro?
Edrian no respondió
enseguida. Se concentró en el censor y en toda la información que este estaba
colectando. – No debes alterarte. – Le dijo Edrian a Jace quien se miraba
claramente angustiado. – No sabemos si Nathan y Will seguían aquí cuando…
- Seguían. – Dijo una
voz desde los árboles.
- ¡Muéstrate! – Demando
Edrian con voz firme hacia la oscuridad del bosque y Leah apareció caminando
ágilmente hacia ellos. - ¿Qué significa esto? – Dijo al ver a la joven hada.
- Hubo una alteración
en las protecciones, los rumores corren más rápido que la magia, eso parece. –
Dijo Leah.
- Si sabes quién
atravesó las fronteras y que fue lo que vino hacer, debes hablar o serás
arrestada. – Le grito Jace.
- Los vieron cruzar
hace poco. – Dijo Leah. – No estaba segura de creer, pero al encontrarlos aquí.
- Basta de eludir. –
Dijo Edrian con poca paciencia. - ¿Cuáles son los rumores de los que hablas?
- Los que todos creímos
desde un principio, Nathan Morgenstern no es más que un utensilio más para la
Reina.
- ¿Qué tiene que ver
Nathan Fairchild aquí? – Pregunto Jace acentuando el apellido de Nathan.
- Todo. – Dijo Leah. –
A sido convocado en el reino hada, ha ido al llamado y se ha llevado con él ha
Will Herondale.
Hubo murmullos de
asombro. Jace y Edrian compartieron una mirada, no podían dejarse llevar por
esas acusaciones, no cuando Nathan había demostrado ser un joven honorable,
dispuesto a ayudar aun a costa de su vida.
- Y una cosa más. –
Dijo Leah despertando a ambos Cazadores. – No estamos solos. – Leah apunto su
dedo hacia el cielo.
Edrian y Jace miraron
hacia arriba y lo notaron en seguida, rodeado de un manto azul de energía,
flotando sobre sus cabezas estaba Max Lightwood.
- No. – Dijo Jace al
notar la expresión de su sobrino. – Max, no.
La petición de Jace no
fue tomada en cuenta por Max quien salió disparado por el aire hacia la
dirección por donde la guardia de Nefilims había llegado. Jace no se detuvo e
inicio su cabalgata veloz para alcanzar a su sobrino. En un minuto lo perdió de
vista, desapareció en las profundidades del bosque, en el cielo inmenso e inalcanzable.
*
* * * *
Como muchos habían
predicho, las respuestas a los tratados habían llegado de diversos reinos hada.
Los más hostiles informaban que no irían contra la reina Seelie, que no se
unirían a la causa al menos que ella fue derrocada.
Derrocamiento de un
miembro real Seelie. Alec se preguntó si era posible. Se levantó y camino hacia
la estantería con los libros más antiguos escrito por nefilims que hablaban de
los reinos hadas, tomo uno de ellos, y se concentró en leer las primeras páginas.
Estaba inmergido en la lectura cuando alguien llamo a la puerta.
- Pase. – Dijo el
cónsul distraídamente.
La puerta se abrió y se
escuchó el murmullo de pasos. Nadie hablo, Alec miro hacia la entrada después
de unos momentos, por muy poco deja caer el libro de sus manos, nunca se esperó
ver a Magnus en su oficina, habían dicho que hablarían luego. No creyó que
fuera tan pronto y no pensó en lo difícil que fue verlo ya que no estaba preparado.
- Claramente no me
esperabas. – Dijo Magnus. – Volveré después.
- No, por favor,
quédate.
Magnus se alejó de la
puerta para caminar por la oficina. – Este lugar no ha cambiado nada.
- No soy bueno con
asuntos de decoración.
Magnus le hecho una
mirada rápido al libro en las manos de Alec. - ¿Qué lees?
Alec tallo su rostro. –
Intento averiguar si alguna vez se ha despojado a un miembro real de su cargo
en el reino hada.
- No necesitas un libro
para eso. – Dijo Magnus sin mucha emoción. – La respuesta es no.
Alec devolvió el libro
a su lugar, su rostro lucio mucho más decepcionado. – Esto es inútil. – Murmuro
para sí mismo, pero Magnus lo escucho.
- Lo estas intentando.
- Intentar no sirve de
nada si no hay resultados.
- Hablas como todo un
miembro de la Clave.
- Es lo que soy.
- Escuche sobre tus
nuevas formas, el duro Cónsul haciendo cumplir La Ley. Castigos y aprensiones
más severas.
- La Ley es dura, pero
es la Ley.
- Siempre has detestado
esa frase.
- Las personas cambian.
- ¿Lo hacen?
- La mayoría.
Magnus rio con ironía.
– Tu no. Siempre estás dispuesto a ayudar a proteger al desamparado, a ver por
los…
- Es suficiente. – Dijo
Alec casi en una súplica. – Tal vez tú puedas hacer esto, estar frente a frente
y pretender que no pasa nada, pero yo no puedo. No soy tan fuerte, Magnus si
solo viniste a torturarme, te suplico que lo reconsideres, porque estoy a nada
de caer y… y sé que no podre levantarme.
- ¿Por qué crees que
esto es sencillo para mí? – Magnus le miró fijamente, con reproche y enojo en
sus ojos. – Cada vez que vengo, te encuentro con él y tú sigues sin hablarme
claro. Deberías por lo menos decirme que te arrepientes de lo que hiciste. Quizás
entonces crea que por lo menos lo intentas.
- ¿Quieres que te
mienta? – Dijo Alec sin pensar, siendo sincero como siempre.
Magnus pareció haber
entrado en shock. - ¿Qué significa eso? – Pregunto Magnus con voz débil.
El aire en los pulmones
de Alec se dejó de sentir, el corazón se aceleró y un nudo en su garganta se
apodero de sus palabras, tardó en responder.
- Contéstame. – Exigió
Magnus - ¿Qué significa eso?
Los hombros de Alec
subían y bajaban, trago con fuerza, no aparto la mirada de los ojos de Magnus, mordió
su labio inferior y para cuando dijo la primera palabra, sus ojos estaban
cristalizados. – Significa eso. No me arrepiento de lo que hice. Nunca podría.
Estoy a punto de caer. Había
dicho Alec y Magnus noto la veracidad de esas palabras cuando surgió una
lagrima que camino por su mejilla.
Magnus se acercó
hipnotizado por la situación, levanto su mano y atrapo la lagrima con uno de
sus dedos. - ¿Cuál es el motivo de tus lágrimas, Alec Lightwood? – Pregunto en
un murmullo, como si se lo estuviera preguntando a sí mismo, en una incógnita
que aun con su experiencia no podía responder.
- Porque sé que con
estas palabras te estoy alejando aún más, y nunca estuve tan asustado en mi
vida.
El rostro de Alec se
encontraba ahora entre ambas manos de Magnus. Quien tenía su rostro más cerca
de él.
- ¿Por qué siempre
tienes que ser tan sincero? – Murmuro el brujo y lo beso.
Ellos estaban
besándose, en un segundo las manos de Alec se enredaron en el cabello de Magnus
para mantenerlo cerca, algo que era completamente innecesario, Magnus había
acercado a Alec con fuerza contra su cuerpo y sus manos se habían clavado en
las caderas de Alec con desesperación, como si pudiera acercarlo más. El beso
se convirtió rápidamente en un incendio imposible de apagar.
Sus gargantas hacían
sonidos profundos de placer y agonía, tanto tiempo, tanto deseo explotando en
sus labios en un momento. El aire no era necesario, se sentía como si solo
pudieran respirar a través de sus bocas unidas, a través de ellos, sin
necesitar nada más. Magnus se movió efusivo apresando a Alec entre la
estantería y su cuerpo, unos libros cayeron por la fuerza del choque, pero a
ninguno le importo. No había nada más en el momento, nada que pudiera
separarlos, nada que pudiera interponerse. Así pasaron varios minutos que se
sintieron como segundos, la efusividad fue abandonándolos dejando la ternura y
las caricias. Alec abrió sus ojos y miro los de Magnus, fijos en los de él, esa
mirada que tanto había extrañado, la misma que le dedicaba cada mañana. –
Magnus. – Murmuro Alec y volvió a sus labios, no dejo de besarlo, no podía. Al
igual que Magnus quien lo mantenía aun apresado contra el mueble. Alec no dejo
de besarlo aun después de sentirse mareado, se sujetó de Magnus aferrándose a
él. Magnus no lo aparto, por el contrario, lo sujeto aun con mucha más fuerza.
No
te dejare caer. Pensó el brujo aun saboreando los
labios de su amado.
Las cosas bellas rara
vez son para siempre. Magnus lo comprobó una vez más cuando fueron
interrumpidos por la puerta que fue abierta de manera casi violenta. Edrian
apareció, su respiración acelerada, su cabello pegado a su frente por el sudor.
Magnus le miro y se alejó
de Alec. – Es increíble. – Dijo de la misma manera que alguien podría
pronunciar una maldición.
- No te llame. – Dijo
Alec molesto sin mirarle, esperando a que solo se fuera sin decir nada.
- Lo siento. – Dijo el
Cazador, en verdad lo siento mucho.
Algo en Alec se
despertó, Edrian no se estaba disculpando por haberlos interrumpido, era algo más.
- ¿Qué pasa? – Pregunto
el Cónsul.
- Tienen que venir,
ambos.
Ahora incluso Magnus
presto atención.
- Es Max. – Dijo Edrian
mirándose desesperado. – Jace y yo lo seguimos, pero no logramos alcanzarlo,
fue demasiado rápido.
- ¡Edrian! – Llamo Alec
- ¿Qué pasa con mi hijo?
- Atravesó las
fronteras. – Dijo. – Fue al reino Seelie.
El miedo desgarro la
habitación, Magnus volvió al lado de Alec quien movió su mano, encontrando la
de Magnus, se sujetaron con fuerza sin pensarlo, sus manos se mantuvieron firmemente
unidas, como si sintieran que, al soltarse, ambos caerían.
Continuara…
@MayGraciel♥
Lo prometido es deuda, no podía dejar de actualizar hoy, como les dije; es mi manera favorita de celebrar con ustedes mi cumpleaños *-* espero les haya gustado y que su fe en mi se haya restablecido, por lo menos un poco xD
Muchas gracias a todos ¡Los Quiero!
#May♥
que excelnte , la sinceridad e alec ... porfinnnnnnnnnn magnus aflojoooo!!! estaba asustada y aunq no m gusta mucho q edrian este dando vueltas .. me parece lo correcto para asegurar que alec ama a magnus mas q a nadie... asi que los herderos estan en territorio enemigo dioss !!! que intriga!!!!
ResponderBorrarte ame (tenias razon un pañuelito solito use) ....
por fin las fichas caen ... en su lugar y ahora los 2 juntos para proteger a su hijo ..pobre la reina no sabe con quien se mete
gracias !!!! garcias ! FELIZ CUMPLE!!! mas que merecido
Que increible capitulo may nunca dejes de escribir espere tanto este capitulo y no me decepciono gracias may y que tengas un FELIZ CUMPLEAÑOS
ResponderBorrarFeliz Cumpleaños!!!!! Me hiciste el día May muchas gracias! Y disfruta de tu día especial junto a tu familia <3
ResponderBorrarMuchas felicidades y mencanta������������no tardes en continuar por favor
ResponderBorrarMe encanto, muchas gracias por el capítulo lo he estado esperando toda la mañana! Por fin una luz después de tanta desesperanza, ya quiero que se perdonen y estén juntos, son más bellos así. Me agrada que Alec sea honesto con lo que siente y ya no ponga excusas. Aunque ahora estoy un poco preocupada por los chicos. A esperar de nuevo a ver que sucede. Por estar leyendo me perdí en mi clase y no puse atención, pero quien necesita saber hacer cálculos cuando puedo leer un bello y nuevo capítulo! XD
ResponderBorrarMuchas felicidades por tu cumpleaños, espero recibas muchos regalos, te mando un abrazo muy fuerte y que te la pases increíble el día de hoy. El mio lo fue al leer el capítulo!
Este capitulo fue hermoso y a la vez angustiante ¿porqué siempre nos torturas así? Mi felicidad de la reconciliación duró muy poco porque Max huyó /caritaangustiada
ResponderBorrar¡SABÍA QUE NO DEBÍA DESCONFIAR DE ALEC! Alec, vales un mundo. Me gustó la actitud que tomó en este capítulo. Vi a un Alec más serio y maduro ¡Supo mantener a raya a Magnus y Edrian para que dejaran de discutir! Eso lo amé <3
Oh, y Nessie, espero que sea feliz, que Edrian la acepte porque la ame de verdad y no por que no podrá estar con Alec. Sé que así será, tengo esperanzas :')
Mi comentario será un poco corto porque estoy en exámenes y debo estudiar :( pero este capitulo me hizo muy feliz! Sin embargo, también me angustia no saber que sucederá con el bebé Max (para mi, siempre sera mi bebé /llora) y que también puedan culpar a Nath de lo que sea que su madre esté haciendo, esa mujer nunca dejará de joder >:(
Y, bueno linda, espero que pases un hermoso día junto a las personas que amas y aprecies. ¡Te mereces este día de felicidad y muchos más! <3 :')
Hola! Te invito a leer mi novela Ocultos en mi blog http://ocultosbyfv.blogspot.cl :)
BorrarLa historia de una chica de 16 años que está por descubrir que detrás de su realidad existe un mundo oculto!
Pero que te pasa?
ResponderBorrarMe destrozas enserio, estaba tan feliz.....
por fin se habían besado y ahora lo de Max.
¿Acaso me quieres matar? Porque lo esta logrando y llore cuando Alec lloro. Que momento tan mágico y luego todo se fue al carajo
Oye por cierto feliz cumpleaños. Y bien ahora que ya deje un poco de lado el drama, te quiero decir que me encanto, renovo mis esperanzas en la humanidad... jajaja bueno en Alec. Me emociones y te lo aseguro, enserio llore cuando Alec dijo que estaba mas asustado que nunca por alejar a Magnus... fue tan hermoso. Me encanto.
ResponderBorrarPor favor, dime cuando vas a actualizar. Te lo suplico...
graciaaas!, mi alma descanso!, tal vez hubiera necesitado unas horas mas de besos entre malec, quedarse necesitando mas de algo bello tambien es buen sentimiento a comparacion de las angustias pasadas :P, porfavor protege al pequeño will y familia! feliz cumpleaños :D
ResponderBorrarFeliz cumpleaños May!! *tira serpentinas y le da un abrazo*
ResponderBorrarAme este capítulo, definitivamente valió la pena la espera. Lamento haber desconfiado de ti Alec!! Te amo :)
Wow,amé que Alec fuera sincero con magnus y como magnus actuó ante esto.
Espero que las cosas estén bien y puedan los dos juntos luchar por su hijo.
Que nada malo le pasea max please.
Quiero que Alec y magnus les demuestren que se metieron con la familia equivocada.
Esperare con ansias la siguiente actualización, me encanta como escribes. Sigue así. Te deseo lo mejor. Suerte y que dios te bendiga.
Mayor dios te amo la señora valió la pena como siempre en cada capitulo me haces llorar y reír al mismo tiempo, esta historia te esta quedando increíble, dios te amo no puedo esperar por él otro capitulo.
ResponderBorrarLo esperare con ansias
Este es mi primer comentario aquí porque ayer empecé con la historia y justo hoy actualizas \(-.-)/ amo mi suerte. Me gustó muchísimo, escribes genial (aunque eso ya lo sabes) fue hermosa esa "reconciliación" malec, no digo reconciliación porque sé que aún les espera más. Pobre Max! Ojalá este bien,s e ha convertido en mi segundo perdonaje favorito. Deberían derrocar a la mugre reina, apuesto que Nathan sería un mejor rey ._.
ResponderBorrarLo dije antes... Nunca apostaría contra un Lightwood, menos si es Alexander Gideon Lightwood. Ese beso no sería lo mismo sin los otros capítulos, así que BIEN HECHO.
ResponderBorrarMUCHAS FELICIDADES POR TU CUMPLEAÑOS y que nuestro abrazo y TODO nuestro amor te alcance siempre donde estés.
BENDICIONES:
Pita =3
Estoy tan orgullosa, es increíble que tengamos a una autora tan talentosa para alimentarnos de fanfics, no se que seríamos si may no hubiera leido CDS y escribiera otra cosa en otro fandom ¿Que seríamos de nosotros sin ella? Somos muy afortunados :)
ResponderBorrarAfortunada soy yo por tener a unos lectores tan especiales *-*
BorrarMil gracias por tu comentario <3 <3
FELIZ CUMPLEAÑOS!!! Te juro que acabé llorando, soy todo un mar de lágrimas😭😭 Pero me encantó el capítulo. Y una vez más, TRIUNFA MALEC❤❤ Pero estoy preocupada por Nathan y Max (Mathan?). Por favor actualiza pronto, estuve llorando todo el capítulo y el final me mató, estoy demasiado preocupada pero al mismo tiempo muero de felicidad, como es eso posible? Te amo demasiado❤❤ MUCHAS GRACIAS😍
ResponderBorrarFELIZ CUMPEANOS WAPISIMA PASALO BIEN EN ESTE DIA TAN ESPECIAL PARA TI ERES GENIAL GRACIAS POR ESCRIBIR TAN LINDO SIGUE ASI HASTA TU PROXIMA ACTUALIZACION. XXCAROL36XX
ResponderBorrarPrimero y lo más importante Feliz cumpleaños.
ResponderBorrarEl capítulo me gustó, otra vez me hiciste sentir un torbellino de emociones pero mi fe en Alec ha regresado. Creo que su corta separacion de Magnuson lo hizo madurar un poco el incluso ganó perspectiva.
El asunto con Nathan supongo que pondrá a prueba su lealtad entre su madre y la familia que ha formado pero también él (desde el capítulo anterior) ha madurado. Además de su relación con Max.
Espero que Máx no dude de los sentimientos de Nathan después del comentario de su padre.
Como todo puede pasar en tu historia solo queda decir que espero la siguiente actualización con ansias.
Nuevamente FELICIDADES.
(Es el segundo comentario que te escribo desde que encontré tu blogspot y lo sentí muy largo, perdón)
Para nada! por favor sigue honrandome con tus comentarios *-*
BorrarMuchas gracias por leerme :-*
No Mathan por fin Malec estaba bien y ahora esto T-T
ResponderBorrarPs: Feliz cumpleaños y gracias por tus historias que nos encantan y emocionan todos los días♡♡♡
Feliz cumple tarde pero seguro, me encanto llore, de regreso malec gracias, amo a ese alec. Gracias espero pronto actualices me muero de la angustia por que le padara a los niños. Viva Malec!!!!
ResponderBorrarTe retiro todos tus pecados hija mía..................GYAAAAAAAAAAAAAAA, toma bitch... Lo siento... ¡Que emoción! Volvieron, más fuertes que nunca, no debimos desconfiar de ellos. Odie a Alec pero nadie puedo comprenderlo! ¡Nadie! Y esa es la solución, solo Magnus Bane puede comprender a Alec Lightwood. Estoy muy emocionada ¡Gracias May! Mi corazón puede tener algo de paz este mes.... aunque sea por tu fic algo de pez pude tener
ResponderBorrarArigato x33 ya nee~
Puedo ir en paz :'D
BorrarMuchas gracias XD
Felicidades guapísima!!!!
ResponderBorrarMenuda manera de celebrarlo! Pedazo de beso!
Menos mal que no quemaste vivo a Alec como más de una quería :-D
Porfi, no se lo hagas pasar muy mal a esos tres niños maravillosos que has creado (sobre todo no mates a ninguno, ya fue duro perder al primer Max...)
Lo dicho, muchísimos besos y abrazos.
Merce (España)
Ahdjjfkdknsnehjdjdnnd ❤
ResponderBorrarMe encantó encerio no se que decir :'3 lo ame, por fin se arreglo Malec y lo de Nathan no se queda atrás ya quiero saber qué pasa 'w'
-Mare
Lo ame lo ame lo ame, me tienes con la duda, quiero que acabe está inquietud , se que todo va salir bien. Eso espero . Súbelo rápido, que me matan lpas ganas de leerlo
ResponderBorrarhola may quiero decirte que hace poco encontre tu blog y dejame decirte que es uno de los mejores me solo en una semana he leido todas tus historias y las que mas me gustaron fueron te encontrare y guerra fria estas me eeeennncaaataron ojala puedas subir mas rapido los capitulos que faltan soy algo obseviba con ka lectura y por lo general no lei historias inconclusas pero amo la forma en que escribes asi que no me resisti bay besos y bendiciones espero con ancias la continuacion
ResponderBorrarNecesito el proximo me estoy volviendo loka esperando jajajaj que susedera con max aaaahhh !!! Lo he leido 3 veces y aun asi me emociona y eriza la piel ...esperando con ansias el final de esta gerra fria
ResponderBorrarPor fin se besaron. Siempre supe que el corazón de Alec solo le pertenece a Magnus y el lo va perdonando awwwwwww. Que intriga lo lo de Max, Will y Nathan
ResponderBorrarOh por el ángel esto fue grandioso *-* gracias por hacer que se besaran ya estaba extrañando tanto verloa juntos u.u ahora... A encontrar a Máx D':
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