Mágica Celebración
―Estas distraído
―dijo Jace mientras le extendía la mano a su parabatai para
ayudarlo a levantarse ―Es la tercera vez que te derribo.
Alec tomo su mano
y se levantó.
―No necesitas
ser tan presumido.
Jace rio.
―Normalmente me
cuesta mucho más esfuerzo derribarte.
Alec comenzó a
jugar con la daga e su mano de manera nerviosa.
―Es cumpleaños
de Magnus.
― ¡Lo sé!
―exclamo el chico―. Clary y yo salimos a comprar su obsequio
ayer.
― ¿Otro pato de
goma?
―Necesitamos
mantener al día su colección.
Antes de que Alec
contestara, las dulces risas de dos pequeños llegaron a ellos, les
miraron al otro lado de la sala de entrenamiento; Rafe tenía en alto
una espada de madera y el pequeño Max corría a su alrededor dejando
una pequeña estela casi imperceptible de polvo de magia.
― ¡Recuerda la
postura, Rafe! ―le grito Jace tomando su atención―. No dejes que
te impresione su dulzura.
― ¡Oye!
―reclamo Alec―. No entrenes a mi hijo, es pequeño.
―Mira la forma
en la que sujeta esa espada… Es un guerrero nato.
Alec negó con la
cabeza mientras sonreía.
―Espera unos
años para decirle eso a Magnus, por favor.
Jace
considero esa reacción y le encantó la idea de decírselo en ese
preciso momento.
― ¿Qué te
preocupa? ―pregunto su hermano finalmente con un tono de seriedad―.
Deberías de estar feliz.
―Lo estoy… es
decir, es solo que… esto debió haber sido diferente. Esta mañana
Magnus salió deprisa para atender a un importante cliente, apenas
sentí cuando se despidió y no tuve la oportunidad de felicitarlo.
―Podrán estar
juntos esta tarde, no es gran problema.
―Quizás, pero…
debí haberle organizado una fiesta, es decir, él es un brujo muy
importante, seguramente llegaran obsequios de todo el mundo mostrando
sus respetos al Gran Brujo de Brooklyn y… Una tarde en familia no
es algo que podría considerarse glamuroso.
―No creo que
algo así le moleste a Magnus.
―Sé que no,
pero… debí haber organizado una impresionante fiesta, digna de él
¿entiendes? Grandes adornos luminosos en el santuario para poder
invitar a Lily y su clan, también a la manada de Maia y a todos los
brujos de Nueva York incluso hadas que mantienen conexión con él,
Magnus ahora tiene a tantas personas que le importan, todos ellos
deberían de estar aquí para celebrar tan importante acontecimiento.
―Eso suena bien
―comento Jace conversando.
―Sus amigos más
cercanos siempre están muy ocupados, pero si hubiera organizado una
reunión, estoy seguro que hubieran asistido y entonces Magnus
estaría feliz de verlos.
―Te refieres a
Catarina Loss ―respondió Jace―. Seguramente si, ella es amable y
adora a tu familia.
― ¿Ahora
entiendes? Soy un novio mediocre.
―En lo absoluto
creo eso, Alec. Sigue hablándome de esa fiesta imaginaria, quizás
te ayude a desahogarte.
Alec le hablo
sobre la comida perfecta, las bebidas e incluso la decoración que
lograrían haber encantado a Magnus si tan solo se hubiera atrevido a
organizar esta tan mencionada fiesta y si tuviera el tiempo de
hacerlo, con su nueva postura de enlace entre La Clave y los
subterráneos y algo mucho más importante; ser papa de dos inquietos
niños, apenas tenía la cabeza para salir un día a la vez. Siempre
se esforzaba tanto en lo profesional y en lo personal, siendo todo
tan nuevo y con el temor de fallar, paradójicamente ahora sentía
que le había fallado a su amado.
―Wow ―le dijo
Jace una vez que había terminado su explicación ―Organizas
mejores fiestas que Isabelle, hipotéticas, claro.
―No es gracioso,
Jace.
―De hecho…
―Sera mejor que
vaya a casa, quizás compre un pastel y…
―Buena idea
―Jace se mostró extrañamente sonriente―. Ve y se esposo. Ah,
ellos se quedan aquí ―levanto su mano apuntando a los dos niños
jugando ahora con un látigo.
―Am…
―Robert y Maryse
avisaron que vendrían. No quieres que vayan con su actitud de
abuelos a tu casa ¿O sí?
―Definitivamente
no ―miro a sus dos pequeños y suspiro―. Supongo que está bien
que se queden y después podemos venir por ellos.
―Encargaremos
comida, comeremos pastel, será un buen día, mi regalo lo volverá
loco, lo prometo.
Eso sonaba muy
bien para Alec, de hecho, excelentemente bien, pero su ánimo
rápidamente se desmorono.
―Un regalo, no
tengo un regalo ¿Qué se supone que le compras a un brujo que lo
tiene todo?
―Llevas un
perfecto regalo en tu bolsillo desde hace semanas.
Alec metió su
mano al bolsillo y presiono en su puño la pequeña pieza de metal
mágico, en ocasiones se sorprendía por las habilidades de Jace al
leerlo, pensó que era una parte importante de ser parabatai, los
seres más unidos en la tierra, pero cuando se trataba de Jace, era a
veces una desventaja.
―No… no es tan
simple.
―Debes relajarte
y convencerte de que lo estás haciendo muy bien, eres un excelente
padre y un excelente esposo. Acéptalo.
Aceptar algo por
lo que seguía luchando día a día era algo que no podía hacer,
había alcanzado una seguridad propia al reconocerse y aceptarse a sí
mismo, le había tomado mucho tiempo y mucho esfuerzo, ahora quería
ser un buen padre y un buen hombre para aquellos que amaba y que le
amaban, quería que sintieran que amaban a alguien que merecía su
amor, Magnus Bane era el ser más espectacular que nunca había
conocido, sentir que era suficiente para él, era demasiado difícil,
seguir esforzándose era lo único que podía hacer, quizás algún
día sentiría que era merecedor del amor del Magnifico Magnus Bane.
―Es solo que…
Magnus es tan…
― ¿Brillante?
Alec rio.
―Sí, eso iba a
decir.
* * *
Alec entro a su
hogar, estaba en cierta forma apurado para organizar una pequeña
merienda con unas copas de vino y música de la enorme colección de
Magnus, a lo largo del tiempo se habían encontrado con la
maravillosa sorpresa de compartir los mismos buenos gustos musicales,
Magnus le mostro y a Alec le encanto de inmediato. Se quedó parado
en el umbral de la puerta, el departamento era un desastre, había
juguetes por todos lados, los platos del desayuno seguían en la mesa
y el desorden se notaba en cada una de los puntos del lugar. Alec
respiro profundo e inicio la limpieza, se dio cuenta rápidamente que
siempre había sido muy sencillo con la magia de Magnus mantener las
cosas en su lugar, hacerlo al modo tradicional le iba a tomar un poco
más de tiempo.
Tomo el último de
los peluches para arrojarlo al baúl de los juguetes y se colocó la
manta favorita de Rafe al hombro, entonces Magnus entro al
apartamento.
―No te muevas
―le pidió sin mucho sentido―. Deja guardar esa sensual imagen en
mi mente.
Alec rio y se
deshizo de la mantita arrojándola al armario.
―Se supone que
iba a prepararte algo, pero llegaste antes de lo que pensé.
―Está bien
―dijo Magnus quitando su abrigo―. Mirar a este temible Cazador de
Sombras con una mantita fue más de lo que podía pedir.
―Temible, sobre
todo.
Ambos rieron y
Magnus lo beso.
― ¿Mis hijos?
―pregunto de inmediato el brujo.
―Jace los
secuestro con la excusa de que mis padres vienen de Idris, están en
el instituto.
― ¿Tenemos la
casa para nosotros dos? Este día mejora.
Alec se miró
alarmado.
―Lamento no
haber alcanzado a prepararte nada, no tuve tiempo y...
―Amor mío ―dijo
Magnus acercándose―. Tenemos todo el tiempo del mundo ¿No lo
sabes?
Alec levanto sus
manos para atrapar el rostro del brujo.
―No el
suficiente para darte lo que mereces.
Magnus lo beso de
nuevo y bajo el cierre de la chaqueta de Alec.
―Quiero mi
regalo ahora.
―Magnus ―murmuro
el cazador cuando sintió su aliento tibio en su garganta.
―Déjame
explicarte algo sobre el tiempo ―murmuraba Magnus cuando movió sus
manos por los hombros y brazos de Alec para que la chaqueta cayera al
piso―. Cuando eres inmortal el tiempo es algo que se da por
sentado, hasta que amas a alguien que no lo es, entonces comienzas a
contar cada año, cada segundo tortuoso en el que el tiempo no hace
más que separarlos ―el brujo le había rodeado con sus manos
sujetándolo fuertemente por debajo de su camiseta―. Pero tú, como
la maravilla que eres, me has dado algo que nunca había tenido
―Magnus mordió y beso los labios de Alec mientras seguía
hablando―. Tú has logrado que el tiempo se detenga, cada vez que
me tocas o que me sonríes, el tiempo no es nada, el tiempo por
primera vez en toda mi existencia es mi aliado y solo tú eres el
responsable de ese milagro.
A esa altura Alec
era una llama encendida que no podía mas que buscar desprender al
brujo de toda prenda inútil para ese momento.
―Nunca será
suficiente ―le dijo Alec probando la piel en el pecho de Magnus.
―No, nunca lo
será, pero tampoco nos va a traicionar.
Magnus aparto la
camiseta de Alec jalando por encima de su cabeza haciendo que su
abundante cabello negro quedara en un mayor desastre que el que ya
era, era tan hermoso, con la inocencia de siempre latente en su
mirada azul, la suavidad de su amabilidad y la euforia de su pasión
y todo estaba dirigido a él. Nunca se había sentido tan dueño de
algo o alguien, nunca tan seguro y nunca tan abierto a todas las
posibilidades que había ahora a su alrededor, sentirse tan vivo sin
esperar nada más, porque sentía que por primera vez lo tenía todo.
―Te amo ―le
susurro mientras caminaban a la alcoba al final del apartamento sin
desenredarse el uno del otro.
La cama aún no
estaba arreglada, una suerte para Magnus que con un leve movimiento
de muñeca aparto las mantas para colocar a Alec sobre ella, con
cuidado y con demasiada seguridad, en el siguiente segundo sobre sus
cuerpos solo estaban las suaves sabanas carmín de ceda, pero ni esa
suavidad se comparaba con las firmes y suaves manos de Alec que
viajaron por toda su espalda y tan abajo en su espalda que le hizo
liberar un clamo de placer. Alec abrió su boca para poder sentir aún
mas de Magnus y sus dientes chocaron con poca elegancia. Se lamentó.
―Lo siento ―le
pidió―. Soy torpe.
―Eres perfecto
―le aseguro Magnus sin poder hablar―. Siendo tú, sin ninguna
cubierta, demostrándome todo de ti y aceptando todo de mí.
―Todo en ti es
hermoso ―dijo Alec acompañado de un gemido fuerte lleno de anhelo
y pasión, su cabeza se hundió en la almohada con su rostro al aire
y sus dedos presionando con más fuerza la espalda de Magnus, al fin
ambos eran uno.
Pero no hubo
silencio, a Magnus le encantaba escuchar la voz ronca de Alec sin
inhibiciones al amar, disfrutando de la forma en la que le llamaba y
en como aun con inocencia le pedía más. Esta vez Magnus le murmuro
en el oído muchas cosas, era como si el brujo hubiera sentido de
alguna manera la angustia de Alec y ahora le intentaba hacer ver lo
equivocado e innecesariamente preocupado que estaba por nada, porque
le amaba y él le amaba de regreso y Magnus no podía esperar que
algo mejor le ocurriera.
― ¿Recuerdas el
primer beso? Tan apresurado, torpe, pero con todo lo que habías
llevado dentro saliendo para mí.
―Magnus, no…
―Y nada de eso
ha cambiado ―Magnus hablaba entre ahogos, controlado y desesperado
al mismo tiempo, con el rostro de Alec frente al suyo, reflejando
todo el placer en cada gesto, tan hermoso y tan especial como la
primera vez―. Es mi cumpleaños, mi amor y necesito decirte que
eres el mejor regalo que la vida nunca me dio, te celebro a ti por
estar conmigo, debes saberlo.
Alec quería
decirle que se callara, que no necesitaba decir nada de eso, que el
momento estaba siendo más de lo que podía manejar, de nuevo Magnus
lo leyó y de ahí en adelante solo le repitió en el oído que lo
amaba una y otra vez hasta sentir esa explosión que los unía mas,
la misma que los hacia subir juntos al espacio y sentirse por
completo solos en el universo, dos partes de un mismo astro que se
encontraban con una mirada o un beso del destino.
* * *
Alec estaba
recostado en el brazo de Magnus acariciando ligeramente su pecho con
uno de sus dedos.
―Feliz
cumpleaños ―le dijo y busco su rostro―. No te lo había dicho.
Magnus se inclinó
para besar su frente.
―Gracias ―le
dijo sonriendo.
* * *
Alec estaba ahora
mucho más tranquilo, todo lo que Magnus le había dicho le había
ayudado a recuperar la tranquilidad, además de que la tarde era
joven y aun podía ser salvado este especial día.
― ¡Wow!
―exclamo Magnus cuando salió de la ducha al ver a Alec parado
frente al espejo―. Te ves increíble. ¿Qué celebramos?
Rio.
Alec toco su
propia nariz.
―Pensé en que
podíamos ir por Rafe y Max para después ir a cenar. ¿Qué dices?
―Con ese traje
no puedo más que presumirte por toda la ciudad, esta vez no podré
competir contigo, mi amor.
Alec sonrió
complacido y se acercó a Magnus, él tenía el cabello mojado, sin
maquillaje era como más le encantaba, era una visión única,
privada y que solo él podía disfrutar, ese momento en el que Magnus
se sentía más como suyo que como en ningún otro.
―Es tu
cumpleaños, sé que encontraras la manera de brillar.
Magnus fue ahora
el que toco su propia nariz.
Alec salió de la
habitación para llamar a Jace y preguntar si Isabelle podía
arreglar a los niños para una salida formal. Jace le dijo que eso ya
estaba arreglado, de nuevo se comportó sospechoso y colgó diciendo:
―Tus hijos ya
están listo con todo el porte Lightwood, ya los esperamos, no
tarden.
Alec se quedó
mirando su teléfono con un ligero aire de preocupación por el
misterioso comportamiento de Jace.
― ¿Quién era?
―pregunto Magnus saliendo de la habitación.
―Era Jace, pero…
Alec había
viajado al reino hada muchas veces, siempre había creído que ahí
había descubierto las criaturas más hermosas que su visión le daba
la oportunidad de ver, seres mágicos que te encantaban al instante,
el departamento se había oscurecido con la llegada del atardecer, la
luz naranja brillante llegaba desde el ventanal de la alcoba
iluminando la silueta de Magnus. Alec se quedó sin palabras, el
brujo había atrapado su mirada como un ser mágico en tierra de
hadas lo hubiera hecho, sin hechizos ni engaños, solo con la belleza
de un hombre, le miro desde los pies, pasando por su pecho, sus
cincelados hombros, hasta llegar a los ojos dorados, esos
espectaculares ojos que se fijaron en los suyos, que le maravillaron
robándole el aliento y que, sin hablar, le dijeron que disfrutaba de
la atención que había logrado en Alec.
Saber si Magnus se
había esforzado era difícil, se miraba como normalmente se miraría,
pero con un toque de novedad que logro fascinar al cazador, su
conjunto eran botas negras con hebillas doradas, un pantalón negro
ajustado en los lugares perfectos y un abrigo tipo gendarme con
hombreras y decorados dorados que jugaban con el dorado de sus ojos,
llevaba al cuello un listón a juego con la camisa que Magnus le
había dicho que había pertenecido a María Antonieta, un vestuario
digno de realeza sin duda.
Pero de repente
todo lo que podía ver eran esos ojos de gato verde dorado que
brillaban por la oscuridad de la habitación, Alec trago con fuerza,
se acercó al brujo y atrapando su rostro entre sus manos le sonrió.
―Por el ángel,
soy el hombre más afortunado de este planeta.
Magnus
difícilmente se sonrojaba, en esta ocasión tampoco lo hizo, pero
hubo un brillo de pena en sus hermosos brillantes ojos. Un efecto que
solo este Cazador lograba en él.
―Discúlpame si
no estoy de acuerdo contigo ―le dijo dulcemente y se inclinó para
besarlo.
* * *
Usaron un portal
para llegar al instituto, los jardines se miraban como normalmente lo
hacían, se acercaron al elevador, Alec movió la reja para que
Magnus entrara. Ya adentro ambos tomaron un extremo del elevador,
Magnus se miró en la pared reflejante y acomodo el saco impecable
que usaba, de la misma forma miro la sonrisa de Alec mientras le
miraba fijamente recargado en la pared.
―No me has
quitado la mirada de encima ―le advirtió el brujo acomodando su
lazo del cuello.
La sonrisa de Alec
se amplió aún más.
―Afortunadamente
no tengo porque hacerlo.
Entonces Magnus se
acercó a él y ambos comenzaron a besarse eufóricamente, Magnus
apreso al cazador entre su cuerpo y la pared, Alec enredo sus manos
en el cabello negro de Magnus, pudo sentir la suavidad entre sus
dedos y el sabor dulce de la magia en sus labios.
Solo se separaron
cuando escucharon los rechinidos de los frenos al llegar a la entrada
del Instituto.
―Sera una larga
noche ―anuncio el brujo con un largo y fuerte lamento.
Alec tuvo que
acomodar de nuevo su camisa, Magnus era siempre muy hábil.
Llegaron a los
largos pasillos del lobby del instituto.
― ¿Dónde está
todo el mundo? ―pregunto Magnus al notar la tranquilidad que no
debía haber con sus dos pequeños en el edificio.
―Quizás en la
biblioteca ―dijo Alec mientras ambos caminaban hombro a hombro por
las largas alfombras oscuras de los pasillos.
Llegaron a la
biblioteca y no encontraron a nadie, viajaron por las habitaciones,
el comedor principal, la cocina y la sala de entrenamiento.
―Solo queda el
santuario, ahí deben estar. ―aseguro Alec.
― ¿Crees que
haya ocurrido alguna emergencia?
―No ―se
apresuró a contestar Alec―. Me hubieran avisado, no te preocupes
por nada.
Alec extendió su
mano, estaba sonriendo, Magnus la tomo y le contagio su tranquilidad,
otra maravilla que solo Alec Lightwood podía darle.
Caminaron tomados
de la mano hasta las enormes puertas del Santuario, entonces
escucharon la dulce risa de Max.
― ¿Ves?
―informo Alec―. Te lo dije.
Fue como si
hubieran encendido una linterna frente a sus ojos, en el momento en
el que Alec abrió la puerta una ola de miradas y rostros cayeron
sobre ambos, todos los presentes le saludaron con un escandaloso:
¡SORPRESA! Globos dorados y azules cayeron desde los altos techos,
había brillantina por todas partes al igual que sonrisas y copas
levantadas.
No había forma de
que Magnus recordara la última vez en que algo le había sorprendido
de manera tan profunda, se inclinó un poco hacia atrás para darle a
su mente ese segundo que necesitaba para asimilar lo ocurrido.
La cantidad
inmensa de personas frente a él guardaron silencio esperando esa
primera impresión del brujo tras la sorpresa.
―Por el ángel
―murmuro él―. ¿Qué pasa aquí?
Les regreso cien
veces aumentada la sorpresa a los invitados al escucharlo decir esa
frase tan particular de los Cazadores de Sombras. Le respondieron con
una carcajada. Y la ola humana comenzó a acercase para tener la
fortuna de abrazar al cumpleañero. Los primeros fueron sus dos
pequeños que se colgaron de su cuello y se quedaron ahí para que la
larga fila les abrazara a los tres.
Miro tantos
rostros amados, rostros conocidos e incluso rostros que nunca había
mirado, o que no recordaba.
Las personas
comenzaron a esparcirse por el lugar para seguir disfrutando de la
fiesta, en un momento se miró rodeado solo por su familia más
cercana.
― ¿Qué
hiciste, Alexander? ―reclamo una vez tuvo la oportunidad.
Alec se encogió
de hombros.
―Exacto
―respondió Jace abrazando a su parabatai―. Todo fue su idea.
―Todo es tan
impresionante como el mismo festejado ―la voz que sonó desde atrás
de Isabelle y Simon despertó en Magnus una sensación de melancolía,
Tessa y Jem se acercaron al brujo―. Felicidades mi querido Magnus.
Tessa y Magnus se
abrazaron fuertemente, raro en los brujos.
―Los creí al
otro lado del mundo ―les dijo Magnus cuando se separaron.
― ¿Para qué
quieres magia si no la usaras para estar con tus seres amados?
―respondió Jem y todos a su alrededor le dieron la razón.
―Es mi turno
―anuncio Catarina acercándose, ella lucía un hermoso vestido en
blanco y plata que hacía que su piel azul y su cabello blanco
resaltaran.
Magnus se movió
más de lo que ella lo hizo y rápidamente el pequeño cuerpo de la
bruja quedo envuelto en sus brazos fuertes y largos.
―Gracias por
darte un tiempo y venir ―le dijo Magnus al dejarla ir.
Catarina levanto
su mano y acaricio la mejilla del brujo.
―Nunca me lo
hubiera perdido, lo sabes.
― ¡Mira todo
eso! ―anuncio Isabelle con Max en brazos y señalando a la enorme
mesa que atravesaba casi todo el enorme salón― No dejan de llegar
regalos, ―ella movió su mano libre imitando los movimientos de
Magnus al hacer magia.
Simon tenia a Rafe
sobre sus hombros.
―Están llegando
del todo el mundo, los brujos son muy generosos ―dijo.
Magnus hizo un
movimiento desdeñoso con una de sus manos.
―Baratijas,
seguramente.
―Magnus ―le
reprendió Alec.
―Es una regla no
dicha ―explico el brujo―. Una baratija centenaria no deja de ser
baratija.
―Como sea ―dijo
Jace abrazando ahora a Clary―. Te muestran sus respetos, como dijo
Alec.
Alec no tenía
forma de negar eso.
―Si la comida
también fue tu idea ―dijo Lily acercándose y tomando a Max de los
brazos de Isabelle―. Felicidades.
Felicito a Magnus
y abrazo también a Alec.
―Mi regalo no
está envuelto, pero es el gran jarrón que está ahí.
―Mira ―dijo
Magnus―. Justo como el que quebraste la semana pasada mientras
jugabas con mis hijos.
―Así es ―dijo
la vampiro―. Qué casualidad ¿No es así?
―No fuiste muy
creativa ―Maia había tomado a Rafe y ahora lo llevaba en brazos
recargándolo en su cintura―. Debiste haberte tomado más tiempo
para elegir uno.
Abrazo a Magnus y
agrego:
―Yo te traje un
sombrero que va a juego con tu traje purpura y negro.
―Odio ese traje
―anuncio Lily.
―Lo sé
―respondió Maia sonriendo al igual que todos a su alrededor lo
hicieron.
― ¿Quizás
quieras ver este regalo? ―dijo Clary y levanto una caja con un
enorme moño rojo.
―Yo elegí el
listón ―dijo Max con su dulce voz desde los brazos de Lily.
―Y yo el marco
―agrego Rafe.
― ¿En verdad?
―pregunto ilusionado Magnus y abrió el regalo.
Dentro había un
cuadro enmarcando una encantadora obra de arte, un cuadro familiar,
la piel azul de Max, el cabello castaño de Rafe, los ojos azules de
Alec y la magia de Magnus saliendo desde sus manos envolviéndo a los
cuatro.
―Lo hicimos
nosotros ―dijo Rafe levantando sus manos aun manchadas por la
pintura.
―Tía Clary nos
ayudó ―Anuncio Max señalando el dibujo.
―Solo les preste
el material ―explico la chica―. Son unos verdaderos artistas.
―Lo son ―dijo
Alec animando a sus hijos.
―Es el mejor
regalo ―respondió Magnus tocando dulcemente la silueta del dibujo
con demasiada ternura ―Ira directo a mi escritorio.
Ambos niños se
miraron entre si sorprendidos, al parecer su padre les había dado el
mejor de los reconocimientos, se sintieron de lo más orgullosos y
comenzaron a expresarlo con movimientos exagerados de triunfo. Se
ganaron las sonrisas de todos los que le rodeaban.
―Bueno aun no
canten victoria ―les dijo Jace tomando a ambos niños, ventajas de
ser fuerte, pensó Clary ―Que aún falta el mío y… el de Alec.
Alec le dedico a
su parabatai una mirada asesina la cual solo ignoro.
― ¿Quieren
pastel? ―pregunto el tío Jace a ambos niños que respondieron con
un grito de felicidad.
La idea de comer
pastel pareció haber encantado no solo a los dos niños, ya que en
un segundo se habían quedado solos Alec y Magnus. A veces su familia
era dolorosamente traicionera, pensó Alec sin saber que hacer a
continuación tras la inoportuna declaración de Jace.
― ¿Te has dado
cuenta? ―dijo Magnus intentando romper los nervios evidentes de
Alec―. ¿Que nuestros hijos difícilmente tocan el suelo?
¿Nervios por
qué?
Pensó Alec. Este
es Magnus, mi Magnus.
―Si ―le
respondió acercándose―. También lo note.
Magnus pego su
frente a la de Alec.
―Gracias por
todo.
―No mereces
menos que esto. Es decir… mereces todo lo bueno que se te pueda
dar.
―Alec.
―Escucha. Yo…
he llevado esto desde hace semanas, es solo que… sé que dijiste
que no querías casarte si no era de dorado y ahora más que nunca
creo que eso es posible ¿cierto?
―Lo es, La ley
por primera vez esta de nuestro lado.
―Nos casaremos
―afirmo Alec con una decisión mortal―. Cuando podamos hacerlo, y
sé que cumpliremos cualquier promesa que hagamos sin más.
― ¿Alec?
Alec tomo un largo
respiro y tomo la pequeña pieza que estaba en su bolsillo.
―Es tradición
entre Cazadores de Sombras intercambiar anillos familiares, se hace
cuando se tiene una relación seria o cuando quedan prometidos en
matrimonio.
―Lo sé.
Alec trago con
fuerza.
―Sé que no eres
un Cazador de Sombras y que tampoco tienes un anillo familiar, así
que… pensé… si tú quieres y solo si lo quieres que quizás
podrías usar este ―levanto la joya, había un anillo entre los
dedos nerviosos de Alec, no era como el suyo, este mantenía un
brillante resplandor plateado, los grabados de fuego permanecía
alrededor como el de él, sin embargo, había una parte ancha y
grande en una de sus caras en donde la letra L estaba dibujada con
incrustaciones impresionantes de diamantes, era como si se hubiera
unido la seriedad y orgullo del nombre de Alec y la extravagancia y
brillantes de Magnus en una sola joya perfecta―. Me darías una
gran felicidad y honor si aceptaras llevar el anillo de mi familia,
aun cuando… cuando no estamos unidos en matrimonio.
―No lo estamos
―dijo Magnus seriamente. ―Pero… a nosotros dos nos unen cosas
mucho más fuertes, nos une el amor, el amor a nuestros seres amados,
el amor a nuestros hijos, nuestros hijos, Alec Lightwood. Nuestro
mismo ser, porque ni tu ni yo podríamos ser nosotros mismos si no
estuviéramos juntos, me tomo cuatrocientos años, pero… ahora lo
entiendo, lo entiendo tan bien como lo siento vivo en mi corazón.
He vivido tanto,
he sentido y he perdido mucho, más de lo que incluso puedo recordar,
nunca me sentí tan vivo como ahora, nunca, ni aun cuando me sentí
el más feliz del mundo o el más desdichado. Cuando me jure a mí
mismo cuidar mi corazón y no amar de sobremanera lo que no es
inmortal para que no se llevara una parte de mi cuando se haya ido,
cuando te hayas ido, pero ahora, ahora nada de eso importa, porque te
tengo aquí, porque los tengo a todos ellos ―señalo al gran salón
por completo―. Porque tengo a dos hijos a tu lado, y tener dos
hijos, incluso tener uno era algo a lo que ni en mi más grandioso
sueño me era posible anhelar. Porque para los brujos es algo
prohibido e imposible, Tu sabes… tú conoces por completo mi vida y
la sigues escuchando cada vez que yo deseo contarte algo, sabes todo
cuanto sufrí, todo cuanto pase, como en ocasiones no pude soportar
el dolor y usé la magia para evitarlo.
―Pero eso no
quiere decir que no seas valiente, eres el más valiente, no todos
aceptan el peso de ser inmortales, muchos se rinden.
―Lo hacen ―le
aseguro Magnus―. Lo que intento decirte, explicarte es que, aun
cuando en mi mente sigue todo ese dolor, aun cuando mis viejos
recuerdos antes de ti me torturan como una sombra que no puedo
evitar… Yo no, nunca cambiaria un solo día, no evitaría ni una
sola de las traiciones, humillaciones o insultos que he vivido porque
cada uno de mis días me trajo aquí, porque me moldearon a lo que
soy y me trajeron aquí, frente a ti, a esos dos niños que nos
encontraron y que ahora son nuestros, tan nuestros como nos
pertenecemos tu y yo. Hoy cumplo cuatrocientos años, Alec y puedo
decirte sin ningún temor a equivocarme que es el día más feliz que
he vivido en toda mi existencia, y es en parte por ti.
Alec recupero el
aliento.
―Tener una parte
de la responsabilidad por tu felicidad es lo más grande que nunca me
paso, no desde Max y luego Rafe.
―Te comprendo
por completo.
Ambos rieron.
Magnus levanto su
mano disponiéndola para Alec.
―Y claro que
acepto, me encantaría llevar el anillo de tu familia en
representación de nuestra futura unión.
Alec rio con
nerviosismo de nuevo, tomo la mano de Magnus y delicadamente coloco
el anillo que encajo perfecto alrededor del dedo corazón, aun cuando
Magnus tenía el mayor número de sus dedos enjoyados, este no fue
opacado por ningún otro, era una pieza única y maravillosa, tal
como su portador.
Magnus contemplo
la joya ahora en su mano.
― ¿Y sabes cuál
es la mejor parte? ―pregunto Magnus con la feliz atención de Alec
puesta en él―. Que siento que este es el primero de millones de
días felices.
Alec sonrió, con
un aire ceremonial, tomo la mano de Magnus, se inclinó y le beso el
dorso de está dejando al brujo una vez más sin la posibilidad de
respirar de nuevo.
Alec mantenía su
reverencia cuando levanto la mirada hacia los ojos del brujo.
―Feliz
Cumpleaños, Monsieur Bane.
Magnus sonrió
encantado, Alec le había llevado a esa época en la que el amor era
un martirio, pero en este perfecto segundo su amor estaba aquí,
siempre sería un alma vieja entrañando esos tiempos de encantador
drama, Un alma vieja que le es inyectada la juventud en forma de amor
a través del inocente, feroz y puro corazón de un Cazador de
Sombras, su corazón que le pertenecía por la eternidad.
―Mi
agradecimiento será eterno hacia usted, Señor Lightwood ―respondió.
Fin
¡Gracias por leer!
Gracias...lindisimo...
ResponderBorrarMe encanto
ResponderBorrarimpresionante, sin palabrasm eres la mejor no me canso de decirlo, como siempre me ha emocionado y no tengo palabras para definir lo bien que escribes. Por poco no me entero que estaba escrita y eso si me ubiese sentado fatal. UN ABRAZO MUY FUERTE, ERES ESTUPENDA.
ResponderBorrarMay, linda mujer, cada dia me sorprendes mas, y me encanto este capitulo, espero tu actualizacion proxima.
ResponderBorrarMuchas gracias, linda.
BorrarGracias por el apoyo 😍
Belloo * .*
ResponderBorrarMe encanta esta pareja rara y tan normal...
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