Mágica Celebración

Estas distraído ―dijo Jace mientras le extendía la mano a su parabatai para ayudarlo a levantarse ―Es la tercera vez que te derribo.

Alec tomo su mano y se levantó.

No necesitas ser tan presumido.

Jace rio.

Normalmente me cuesta mucho más esfuerzo derribarte.

Alec comenzó a jugar con la daga e su mano de manera nerviosa.

Es cumpleaños de Magnus.

¡Lo sé! ―exclamo el chico―. Clary y yo salimos a comprar su obsequio ayer.

¿Otro pato de goma?

Necesitamos mantener al día su colección.

Antes de que Alec contestara, las dulces risas de dos pequeños llegaron a ellos, les miraron al otro lado de la sala de entrenamiento; Rafe tenía en alto una espada de madera y el pequeño Max corría a su alrededor dejando una pequeña estela casi imperceptible de polvo de magia.

¡Recuerda la postura, Rafe! ―le grito Jace tomando su atención―. No dejes que te impresione su dulzura.

¡Oye! ―reclamo Alec―. No entrenes a mi hijo, es pequeño.

Mira la forma en la que sujeta esa espada… Es un guerrero nato.

Alec negó con la cabeza mientras sonreía.

Espera unos años para decirle eso a Magnus, por favor.

Jace considero esa reacción y le encantó la idea de decírselo en ese preciso momento.

¿Qué te preocupa? ―pregunto su hermano finalmente con un tono de seriedad―. Deberías de estar feliz.

Lo estoy… es decir, es solo que… esto debió haber sido diferente. Esta mañana Magnus salió deprisa para atender a un importante cliente, apenas sentí cuando se despidió y no tuve la oportunidad de felicitarlo.

Podrán estar juntos esta tarde, no es gran problema.

Quizás, pero… debí haberle organizado una fiesta, es decir, él es un brujo muy importante, seguramente llegaran obsequios de todo el mundo mostrando sus respetos al Gran Brujo de Brooklyn y… Una tarde en familia no es algo que podría considerarse glamuroso.

No creo que algo así le moleste a Magnus.

Sé que no, pero… debí haber organizado una impresionante fiesta, digna de él ¿entiendes? Grandes adornos luminosos en el santuario para poder invitar a Lily y su clan, también a la manada de Maia y a todos los brujos de Nueva York incluso hadas que mantienen conexión con él, Magnus ahora tiene a tantas personas que le importan, todos ellos deberían de estar aquí para celebrar tan importante acontecimiento.

Eso suena bien ―comento Jace conversando.

Sus amigos más cercanos siempre están muy ocupados, pero si hubiera organizado una reunión, estoy seguro que hubieran asistido y entonces Magnus estaría feliz de verlos.

Te refieres a Catarina Loss ―respondió Jace―. Seguramente si, ella es amable y adora a tu familia.

¿Ahora entiendes? Soy un novio mediocre.

En lo absoluto creo eso, Alec. Sigue hablándome de esa fiesta imaginaria, quizás te ayude a desahogarte.

Alec le hablo sobre la comida perfecta, las bebidas e incluso la decoración que lograrían haber encantado a Magnus si tan solo se hubiera atrevido a organizar esta tan mencionada fiesta y si tuviera el tiempo de hacerlo, con su nueva postura de enlace entre La Clave y los subterráneos y algo mucho más importante; ser papa de dos inquietos niños, apenas tenía la cabeza para salir un día a la vez. Siempre se esforzaba tanto en lo profesional y en lo personal, siendo todo tan nuevo y con el temor de fallar, paradójicamente ahora sentía que le había fallado a su amado.

Wow ―le dijo Jace una vez que había terminado su explicación ―Organizas mejores fiestas que Isabelle, hipotéticas, claro.

No es gracioso, Jace.

De hecho…

Sera mejor que vaya a casa, quizás compre un pastel y…

Buena idea ―Jace se mostró extrañamente sonriente―. Ve y se esposo. Ah, ellos se quedan aquí ―levanto su mano apuntando a los dos niños jugando ahora con un látigo.

Am…

Robert y Maryse avisaron que vendrían. No quieres que vayan con su actitud de abuelos a tu casa ¿O sí?

Definitivamente no ―miro a sus dos pequeños y suspiro―. Supongo que está bien que se queden y después podemos venir por ellos.

Encargaremos comida, comeremos pastel, será un buen día, mi regalo lo volverá loco, lo prometo.

Eso sonaba muy bien para Alec, de hecho, excelentemente bien, pero su ánimo rápidamente se desmorono.

Un regalo, no tengo un regalo ¿Qué se supone que le compras a un brujo que lo tiene todo?

Llevas un perfecto regalo en tu bolsillo desde hace semanas.

Alec metió su mano al bolsillo y presiono en su puño la pequeña pieza de metal mágico, en ocasiones se sorprendía por las habilidades de Jace al leerlo, pensó que era una parte importante de ser parabatai, los seres más unidos en la tierra, pero cuando se trataba de Jace, era a veces una desventaja.

No… no es tan simple.

Debes relajarte y convencerte de que lo estás haciendo muy bien, eres un excelente padre y un excelente esposo. Acéptalo.

Aceptar algo por lo que seguía luchando día a día era algo que no podía hacer, había alcanzado una seguridad propia al reconocerse y aceptarse a sí mismo, le había tomado mucho tiempo y mucho esfuerzo, ahora quería ser un buen padre y un buen hombre para aquellos que amaba y que le amaban, quería que sintieran que amaban a alguien que merecía su amor, Magnus Bane era el ser más espectacular que nunca había conocido, sentir que era suficiente para él, era demasiado difícil, seguir esforzándose era lo único que podía hacer, quizás algún día sentiría que era merecedor del amor del Magnifico Magnus Bane.

Es solo que… Magnus es tan…

¿Brillante?

Alec rio.

Sí, eso iba a decir.


* * *


Alec entro a su hogar, estaba en cierta forma apurado para organizar una pequeña merienda con unas copas de vino y música de la enorme colección de Magnus, a lo largo del tiempo se habían encontrado con la maravillosa sorpresa de compartir los mismos buenos gustos musicales, Magnus le mostro y a Alec le encanto de inmediato. Se quedó parado en el umbral de la puerta, el departamento era un desastre, había juguetes por todos lados, los platos del desayuno seguían en la mesa y el desorden se notaba en cada una de los puntos del lugar. Alec respiro profundo e inicio la limpieza, se dio cuenta rápidamente que siempre había sido muy sencillo con la magia de Magnus mantener las cosas en su lugar, hacerlo al modo tradicional le iba a tomar un poco más de tiempo.

Tomo el último de los peluches para arrojarlo al baúl de los juguetes y se colocó la manta favorita de Rafe al hombro, entonces Magnus entro al apartamento.

No te muevas ―le pidió sin mucho sentido―. Deja guardar esa sensual imagen en mi mente.

Alec rio y se deshizo de la mantita arrojándola al armario.

Se supone que iba a prepararte algo, pero llegaste antes de lo que pensé.

Está bien ―dijo Magnus quitando su abrigo―. Mirar a este temible Cazador de Sombras con una mantita fue más de lo que podía pedir.

Temible, sobre todo.

Ambos rieron y Magnus lo beso.

¿Mis hijos? ―pregunto de inmediato el brujo.

Jace los secuestro con la excusa de que mis padres vienen de Idris, están en el instituto.

¿Tenemos la casa para nosotros dos? Este día mejora.

Alec se miró alarmado.

Lamento no haber alcanzado a prepararte nada, no tuve tiempo y...

Amor mío ―dijo Magnus acercándose―. Tenemos todo el tiempo del mundo ¿No lo sabes?

Alec levanto sus manos para atrapar el rostro del brujo.

No el suficiente para darte lo que mereces.

Magnus lo beso de nuevo y bajo el cierre de la chaqueta de Alec.

Quiero mi regalo ahora.

Magnus ―murmuro el cazador cuando sintió su aliento tibio en su garganta.

Déjame explicarte algo sobre el tiempo ―murmuraba Magnus cuando movió sus manos por los hombros y brazos de Alec para que la chaqueta cayera al piso―. Cuando eres inmortal el tiempo es algo que se da por sentado, hasta que amas a alguien que no lo es, entonces comienzas a contar cada año, cada segundo tortuoso en el que el tiempo no hace más que separarlos ―el brujo le había rodeado con sus manos sujetándolo fuertemente por debajo de su camiseta―. Pero tú, como la maravilla que eres, me has dado algo que nunca había tenido ―Magnus mordió y beso los labios de Alec mientras seguía hablando―. Tú has logrado que el tiempo se detenga, cada vez que me tocas o que me sonríes, el tiempo no es nada, el tiempo por primera vez en toda mi existencia es mi aliado y solo tú eres el responsable de ese milagro.

A esa altura Alec era una llama encendida que no podía mas que buscar desprender al brujo de toda prenda inútil para ese momento.

Nunca será suficiente ―le dijo Alec probando la piel en el pecho de Magnus.

No, nunca lo será, pero tampoco nos va a traicionar.

Magnus aparto la camiseta de Alec jalando por encima de su cabeza haciendo que su abundante cabello negro quedara en un mayor desastre que el que ya era, era tan hermoso, con la inocencia de siempre latente en su mirada azul, la suavidad de su amabilidad y la euforia de su pasión y todo estaba dirigido a él. Nunca se había sentido tan dueño de algo o alguien, nunca tan seguro y nunca tan abierto a todas las posibilidades que había ahora a su alrededor, sentirse tan vivo sin esperar nada más, porque sentía que por primera vez lo tenía todo.

Te amo ―le susurro mientras caminaban a la alcoba al final del apartamento sin desenredarse el uno del otro.

La cama aún no estaba arreglada, una suerte para Magnus que con un leve movimiento de muñeca aparto las mantas para colocar a Alec sobre ella, con cuidado y con demasiada seguridad, en el siguiente segundo sobre sus cuerpos solo estaban las suaves sabanas carmín de ceda, pero ni esa suavidad se comparaba con las firmes y suaves manos de Alec que viajaron por toda su espalda y tan abajo en su espalda que le hizo liberar un clamo de placer. Alec abrió su boca para poder sentir aún mas de Magnus y sus dientes chocaron con poca elegancia. Se lamentó.

Lo siento ―le pidió―. Soy torpe.

Eres perfecto ―le aseguro Magnus sin poder hablar―. Siendo tú, sin ninguna cubierta, demostrándome todo de ti y aceptando todo de mí.

Todo en ti es hermoso ―dijo Alec acompañado de un gemido fuerte lleno de anhelo y pasión, su cabeza se hundió en la almohada con su rostro al aire y sus dedos presionando con más fuerza la espalda de Magnus, al fin ambos eran uno.

Pero no hubo silencio, a Magnus le encantaba escuchar la voz ronca de Alec sin inhibiciones al amar, disfrutando de la forma en la que le llamaba y en como aun con inocencia le pedía más. Esta vez Magnus le murmuro en el oído muchas cosas, era como si el brujo hubiera sentido de alguna manera la angustia de Alec y ahora le intentaba hacer ver lo equivocado e innecesariamente preocupado que estaba por nada, porque le amaba y él le amaba de regreso y Magnus no podía esperar que algo mejor le ocurriera.

¿Recuerdas el primer beso? Tan apresurado, torpe, pero con todo lo que habías llevado dentro saliendo para mí.

Magnus, no…

Y nada de eso ha cambiado ―Magnus hablaba entre ahogos, controlado y desesperado al mismo tiempo, con el rostro de Alec frente al suyo, reflejando todo el placer en cada gesto, tan hermoso y tan especial como la primera vez―. Es mi cumpleaños, mi amor y necesito decirte que eres el mejor regalo que la vida nunca me dio, te celebro a ti por estar conmigo, debes saberlo.

Alec quería decirle que se callara, que no necesitaba decir nada de eso, que el momento estaba siendo más de lo que podía manejar, de nuevo Magnus lo leyó y de ahí en adelante solo le repitió en el oído que lo amaba una y otra vez hasta sentir esa explosión que los unía mas, la misma que los hacia subir juntos al espacio y sentirse por completo solos en el universo, dos partes de un mismo astro que se encontraban con una mirada o un beso del destino.


* * *


Alec estaba recostado en el brazo de Magnus acariciando ligeramente su pecho con uno de sus dedos.

Feliz cumpleaños ―le dijo y busco su rostro―. No te lo había dicho.

Magnus se inclinó para besar su frente.

Gracias ―le dijo sonriendo.


* * *


Alec estaba ahora mucho más tranquilo, todo lo que Magnus le había dicho le había ayudado a recuperar la tranquilidad, además de que la tarde era joven y aun podía ser salvado este especial día.

¡Wow! ―exclamo Magnus cuando salió de la ducha al ver a Alec parado frente al espejo―. Te ves increíble. ¿Qué celebramos?

Rio.

Alec toco su propia nariz.

Pensé en que podíamos ir por Rafe y Max para después ir a cenar. ¿Qué dices?

Con ese traje no puedo más que presumirte por toda la ciudad, esta vez no podré competir contigo, mi amor.

Alec sonrió complacido y se acercó a Magnus, él tenía el cabello mojado, sin maquillaje era como más le encantaba, era una visión única, privada y que solo él podía disfrutar, ese momento en el que Magnus se sentía más como suyo que como en ningún otro.

Es tu cumpleaños, sé que encontraras la manera de brillar.

Magnus fue ahora el que toco su propia nariz.

Alec salió de la habitación para llamar a Jace y preguntar si Isabelle podía arreglar a los niños para una salida formal. Jace le dijo que eso ya estaba arreglado, de nuevo se comportó sospechoso y colgó diciendo:

Tus hijos ya están listo con todo el porte Lightwood, ya los esperamos, no tarden.

Alec se quedó mirando su teléfono con un ligero aire de preocupación por el misterioso comportamiento de Jace.

¿Quién era? ―pregunto Magnus saliendo de la habitación.

Era Jace, pero…

Alec había viajado al reino hada muchas veces, siempre había creído que ahí había descubierto las criaturas más hermosas que su visión le daba la oportunidad de ver, seres mágicos que te encantaban al instante, el departamento se había oscurecido con la llegada del atardecer, la luz naranja brillante llegaba desde el ventanal de la alcoba iluminando la silueta de Magnus. Alec se quedó sin palabras, el brujo había atrapado su mirada como un ser mágico en tierra de hadas lo hubiera hecho, sin hechizos ni engaños, solo con la belleza de un hombre, le miro desde los pies, pasando por su pecho, sus cincelados hombros, hasta llegar a los ojos dorados, esos espectaculares ojos que se fijaron en los suyos, que le maravillaron robándole el aliento y que, sin hablar, le dijeron que disfrutaba de la atención que había logrado en Alec.

Saber si Magnus se había esforzado era difícil, se miraba como normalmente se miraría, pero con un toque de novedad que logro fascinar al cazador, su conjunto eran botas negras con hebillas doradas, un pantalón negro ajustado en los lugares perfectos y un abrigo tipo gendarme con hombreras y decorados dorados que jugaban con el dorado de sus ojos, llevaba al cuello un listón a juego con la camisa que Magnus le había dicho que había pertenecido a María Antonieta, un vestuario digno de realeza sin duda.

Pero de repente todo lo que podía ver eran esos ojos de gato verde dorado que brillaban por la oscuridad de la habitación, Alec trago con fuerza, se acercó al brujo y atrapando su rostro entre sus manos le sonrió.

Por el ángel, soy el hombre más afortunado de este planeta.

Magnus difícilmente se sonrojaba, en esta ocasión tampoco lo hizo, pero hubo un brillo de pena en sus hermosos brillantes ojos. Un efecto que solo este Cazador lograba en él.

Discúlpame si no estoy de acuerdo contigo ―le dijo dulcemente y se inclinó para besarlo.


* * *


Usaron un portal para llegar al instituto, los jardines se miraban como normalmente lo hacían, se acercaron al elevador, Alec movió la reja para que Magnus entrara. Ya adentro ambos tomaron un extremo del elevador, Magnus se miró en la pared reflejante y acomodo el saco impecable que usaba, de la misma forma miro la sonrisa de Alec mientras le miraba fijamente recargado en la pared.

No me has quitado la mirada de encima ―le advirtió el brujo acomodando su lazo del cuello.

La sonrisa de Alec se amplió aún más.

Afortunadamente no tengo porque hacerlo.

Entonces Magnus se acercó a él y ambos comenzaron a besarse eufóricamente, Magnus apreso al cazador entre su cuerpo y la pared, Alec enredo sus manos en el cabello negro de Magnus, pudo sentir la suavidad entre sus dedos y el sabor dulce de la magia en sus labios.

Solo se separaron cuando escucharon los rechinidos de los frenos al llegar a la entrada del Instituto.

Sera una larga noche ―anuncio el brujo con un largo y fuerte lamento.

Alec tuvo que acomodar de nuevo su camisa, Magnus era siempre muy hábil.

Llegaron a los largos pasillos del lobby del instituto.

¿Dónde está todo el mundo? ―pregunto Magnus al notar la tranquilidad que no debía haber con sus dos pequeños en el edificio.

Quizás en la biblioteca ―dijo Alec mientras ambos caminaban hombro a hombro por las largas alfombras oscuras de los pasillos.

Llegaron a la biblioteca y no encontraron a nadie, viajaron por las habitaciones, el comedor principal, la cocina y la sala de entrenamiento.

Solo queda el santuario, ahí deben estar. ―aseguro Alec.

¿Crees que haya ocurrido alguna emergencia?

No ―se apresuró a contestar Alec―. Me hubieran avisado, no te preocupes por nada.

Alec extendió su mano, estaba sonriendo, Magnus la tomo y le contagio su tranquilidad, otra maravilla que solo Alec Lightwood podía darle.

Caminaron tomados de la mano hasta las enormes puertas del Santuario, entonces escucharon la dulce risa de Max.

¿Ves? ―informo Alec―. Te lo dije.

Fue como si hubieran encendido una linterna frente a sus ojos, en el momento en el que Alec abrió la puerta una ola de miradas y rostros cayeron sobre ambos, todos los presentes le saludaron con un escandaloso: ¡SORPRESA! Globos dorados y azules cayeron desde los altos techos, había brillantina por todas partes al igual que sonrisas y copas levantadas.

No había forma de que Magnus recordara la última vez en que algo le había sorprendido de manera tan profunda, se inclinó un poco hacia atrás para darle a su mente ese segundo que necesitaba para asimilar lo ocurrido.

La cantidad inmensa de personas frente a él guardaron silencio esperando esa primera impresión del brujo tras la sorpresa.

Por el ángel ―murmuro él―. ¿Qué pasa aquí?

Les regreso cien veces aumentada la sorpresa a los invitados al escucharlo decir esa frase tan particular de los Cazadores de Sombras. Le respondieron con una carcajada. Y la ola humana comenzó a acercase para tener la fortuna de abrazar al cumpleañero. Los primeros fueron sus dos pequeños que se colgaron de su cuello y se quedaron ahí para que la larga fila les abrazara a los tres.

Miro tantos rostros amados, rostros conocidos e incluso rostros que nunca había mirado, o que no recordaba.

Las personas comenzaron a esparcirse por el lugar para seguir disfrutando de la fiesta, en un momento se miró rodeado solo por su familia más cercana.

¿Qué hiciste, Alexander? ―reclamo una vez tuvo la oportunidad.

Alec se encogió de hombros.

Exacto ―respondió Jace abrazando a su parabatai―. Todo fue su idea.

Todo es tan impresionante como el mismo festejado ―la voz que sonó desde atrás de Isabelle y Simon despertó en Magnus una sensación de melancolía, Tessa y Jem se acercaron al brujo―. Felicidades mi querido Magnus.

Tessa y Magnus se abrazaron fuertemente, raro en los brujos.

Los creí al otro lado del mundo ―les dijo Magnus cuando se separaron.

¿Para qué quieres magia si no la usaras para estar con tus seres amados? ―respondió Jem y todos a su alrededor le dieron la razón.

Es mi turno ―anuncio Catarina acercándose, ella lucía un hermoso vestido en blanco y plata que hacía que su piel azul y su cabello blanco resaltaran.

Magnus se movió más de lo que ella lo hizo y rápidamente el pequeño cuerpo de la bruja quedo envuelto en sus brazos fuertes y largos.

Gracias por darte un tiempo y venir ―le dijo Magnus al dejarla ir.

Catarina levanto su mano y acaricio la mejilla del brujo.

Nunca me lo hubiera perdido, lo sabes.

¡Mira todo eso! ―anuncio Isabelle con Max en brazos y señalando a la enorme mesa que atravesaba casi todo el enorme salón― No dejan de llegar regalos, ―ella movió su mano libre imitando los movimientos de Magnus al hacer magia.

Simon tenia a Rafe sobre sus hombros.

Están llegando del todo el mundo, los brujos son muy generosos ―dijo.

Magnus hizo un movimiento desdeñoso con una de sus manos.

Baratijas, seguramente.

Magnus ―le reprendió Alec.

Es una regla no dicha ―explico el brujo―. Una baratija centenaria no deja de ser baratija.

Como sea ―dijo Jace abrazando ahora a Clary―. Te muestran sus respetos, como dijo Alec.

Alec no tenía forma de negar eso.

Si la comida también fue tu idea ―dijo Lily acercándose y tomando a Max de los brazos de Isabelle―. Felicidades.

Felicito a Magnus y abrazo también a Alec.

Mi regalo no está envuelto, pero es el gran jarrón que está ahí.

Mira ―dijo Magnus―. Justo como el que quebraste la semana pasada mientras jugabas con mis hijos.

Así es ―dijo la vampiro―. Qué casualidad ¿No es así?

No fuiste muy creativa ―Maia había tomado a Rafe y ahora lo llevaba en brazos recargándolo en su cintura―. Debiste haberte tomado más tiempo para elegir uno.

Abrazo a Magnus y agrego:

Yo te traje un sombrero que va a juego con tu traje purpura y negro.

Odio ese traje ―anuncio Lily.

Lo sé ―respondió Maia sonriendo al igual que todos a su alrededor lo hicieron.

¿Quizás quieras ver este regalo? ―dijo Clary y levanto una caja con un enorme moño rojo.

Yo elegí el listón ―dijo Max con su dulce voz desde los brazos de Lily.

Y yo el marco ―agrego Rafe.

¿En verdad? ―pregunto ilusionado Magnus y abrió el regalo.

Dentro había un cuadro enmarcando una encantadora obra de arte, un cuadro familiar, la piel azul de Max, el cabello castaño de Rafe, los ojos azules de Alec y la magia de Magnus saliendo desde sus manos envolviéndo a los cuatro.

Lo hicimos nosotros ―dijo Rafe levantando sus manos aun manchadas por la pintura.

Tía Clary nos ayudó ―Anuncio Max señalando el dibujo.

Solo les preste el material ―explico la chica―. Son unos verdaderos artistas.

Lo son ―dijo Alec animando a sus hijos.

Es el mejor regalo ―respondió Magnus tocando dulcemente la silueta del dibujo con demasiada ternura ―Ira directo a mi escritorio.

Ambos niños se miraron entre si sorprendidos, al parecer su padre les había dado el mejor de los reconocimientos, se sintieron de lo más orgullosos y comenzaron a expresarlo con movimientos exagerados de triunfo. Se ganaron las sonrisas de todos los que le rodeaban.

Bueno aun no canten victoria ―les dijo Jace tomando a ambos niños, ventajas de ser fuerte, pensó Clary ―Que aún falta el mío y… el de Alec.

Alec le dedico a su parabatai una mirada asesina la cual solo ignoro.

¿Quieren pastel? ―pregunto el tío Jace a ambos niños que respondieron con un grito de felicidad.

La idea de comer pastel pareció haber encantado no solo a los dos niños, ya que en un segundo se habían quedado solos Alec y Magnus. A veces su familia era dolorosamente traicionera, pensó Alec sin saber que hacer a continuación tras la inoportuna declaración de Jace.

¿Te has dado cuenta? ―dijo Magnus intentando romper los nervios evidentes de Alec―. ¿Que nuestros hijos difícilmente tocan el suelo?

¿Nervios por qué? Pensó Alec. Este es Magnus, mi Magnus.

Si ―le respondió acercándose―. También lo note.

Magnus pego su frente a la de Alec.

Gracias por todo.

No mereces menos que esto. Es decir… mereces todo lo bueno que se te pueda dar.

Alec.

Escucha. Yo… he llevado esto desde hace semanas, es solo que… sé que dijiste que no querías casarte si no era de dorado y ahora más que nunca creo que eso es posible ¿cierto?

Lo es, La ley por primera vez esta de nuestro lado.

Nos casaremos ―afirmo Alec con una decisión mortal―. Cuando podamos hacerlo, y sé que cumpliremos cualquier promesa que hagamos sin más.

¿Alec?

Alec tomo un largo respiro y tomo la pequeña pieza que estaba en su bolsillo.

Es tradición entre Cazadores de Sombras intercambiar anillos familiares, se hace cuando se tiene una relación seria o cuando quedan prometidos en matrimonio.

Lo sé.

Alec trago con fuerza.

Sé que no eres un Cazador de Sombras y que tampoco tienes un anillo familiar, así que… pensé… si tú quieres y solo si lo quieres que quizás podrías usar este ―levanto la joya, había un anillo entre los dedos nerviosos de Alec, no era como el suyo, este mantenía un brillante resplandor plateado, los grabados de fuego permanecía alrededor como el de él, sin embargo, había una parte ancha y grande en una de sus caras en donde la letra L estaba dibujada con incrustaciones impresionantes de diamantes, era como si se hubiera unido la seriedad y orgullo del nombre de Alec y la extravagancia y brillantes de Magnus en una sola joya perfecta―. Me darías una gran felicidad y honor si aceptaras llevar el anillo de mi familia, aun cuando… cuando no estamos unidos en matrimonio.

No lo estamos ―dijo Magnus seriamente. ―Pero… a nosotros dos nos unen cosas mucho más fuertes, nos une el amor, el amor a nuestros seres amados, el amor a nuestros hijos, nuestros hijos, Alec Lightwood. Nuestro mismo ser, porque ni tu ni yo podríamos ser nosotros mismos si no estuviéramos juntos, me tomo cuatrocientos años, pero… ahora lo entiendo, lo entiendo tan bien como lo siento vivo en mi corazón.

He vivido tanto, he sentido y he perdido mucho, más de lo que incluso puedo recordar, nunca me sentí tan vivo como ahora, nunca, ni aun cuando me sentí el más feliz del mundo o el más desdichado. Cuando me jure a mí mismo cuidar mi corazón y no amar de sobremanera lo que no es inmortal para que no se llevara una parte de mi cuando se haya ido, cuando te hayas ido, pero ahora, ahora nada de eso importa, porque te tengo aquí, porque los tengo a todos ellos ―señalo al gran salón por completo―. Porque tengo a dos hijos a tu lado, y tener dos hijos, incluso tener uno era algo a lo que ni en mi más grandioso sueño me era posible anhelar. Porque para los brujos es algo prohibido e imposible, Tu sabes… tú conoces por completo mi vida y la sigues escuchando cada vez que yo deseo contarte algo, sabes todo cuanto sufrí, todo cuanto pase, como en ocasiones no pude soportar el dolor y usé la magia para evitarlo.

Pero eso no quiere decir que no seas valiente, eres el más valiente, no todos aceptan el peso de ser inmortales, muchos se rinden.

Lo hacen ―le aseguro Magnus―. Lo que intento decirte, explicarte es que, aun cuando en mi mente sigue todo ese dolor, aun cuando mis viejos recuerdos antes de ti me torturan como una sombra que no puedo evitar… Yo no, nunca cambiaria un solo día, no evitaría ni una sola de las traiciones, humillaciones o insultos que he vivido porque cada uno de mis días me trajo aquí, porque me moldearon a lo que soy y me trajeron aquí, frente a ti, a esos dos niños que nos encontraron y que ahora son nuestros, tan nuestros como nos pertenecemos tu y yo. Hoy cumplo cuatrocientos años, Alec y puedo decirte sin ningún temor a equivocarme que es el día más feliz que he vivido en toda mi existencia, y es en parte por ti.

Alec recupero el aliento.

Tener una parte de la responsabilidad por tu felicidad es lo más grande que nunca me paso, no desde Max y luego Rafe.

Te comprendo por completo.

Ambos rieron.

Magnus levanto su mano disponiéndola para Alec.

Y claro que acepto, me encantaría llevar el anillo de tu familia en representación de nuestra futura unión.

Alec rio con nerviosismo de nuevo, tomo la mano de Magnus y delicadamente coloco el anillo que encajo perfecto alrededor del dedo corazón, aun cuando Magnus tenía el mayor número de sus dedos enjoyados, este no fue opacado por ningún otro, era una pieza única y maravillosa, tal como su portador.

Magnus contemplo la joya ahora en su mano.

¿Y sabes cuál es la mejor parte? ―pregunto Magnus con la feliz atención de Alec puesta en él―. Que siento que este es el primero de millones de días felices.

Alec sonrió, con un aire ceremonial, tomo la mano de Magnus, se inclinó y le beso el dorso de está dejando al brujo una vez más sin la posibilidad de respirar de nuevo.

Alec mantenía su reverencia cuando levanto la mirada hacia los ojos del brujo.

Feliz Cumpleaños, Monsieur Bane.

Magnus sonrió encantado, Alec le había llevado a esa época en la que el amor era un martirio, pero en este perfecto segundo su amor estaba aquí, siempre sería un alma vieja entrañando esos tiempos de encantador drama, Un alma vieja que le es inyectada la juventud en forma de amor a través del inocente, feroz y puro corazón de un Cazador de Sombras, su corazón que le pertenecía por la eternidad.

Mi agradecimiento será eterno hacia usted, Señor Lightwood ―respondió.




Fin


@MayGraciel


Ilustracion y portada de @Neiara29♥

¡Gracias por leer!

Comentarios

  1. impresionante, sin palabrasm eres la mejor no me canso de decirlo, como siempre me ha emocionado y no tengo palabras para definir lo bien que escribes. Por poco no me entero que estaba escrita y eso si me ubiese sentado fatal. UN ABRAZO MUY FUERTE, ERES ESTUPENDA.

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  2. May, linda mujer, cada dia me sorprendes mas, y me encanto este capitulo, espero tu actualizacion proxima.

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  3. Me encanta esta pareja rara y tan normal...

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