Hermanos Lightwood-Bane

La intención original era actualizar con el siguiente capítulo de Guerra Fría, pero no creí que estuviera listo y dejar algo apresurado no sería justo para ustedes. Pero tampoco podía pasar este día sin un regalo para ustedes. Este fic lo hice hace un par de meses, es el primero en donde participa toda la Familia Lightwood-Bane y espero de corazón que lo disfruten.

* * * * *

Era increíble, o por lo menos difícil de imaginar que los jardines del instituto de Nueva York resultaran ser un área de juego considerada decente para dos niños y su padre además de un área de entrenamiento. Alec Lightwood, Rafael y Maxwell Lightwood-Bane estaban pasando una tarde agradable en el área de pasto de la enorme catedral, los tres armaban una formación en triángulo y pasaban de uno al otro un balón de soccer, ambos Cazadores tenían cuidado con Max, el pequeño de tres años de edad que hacia el mayor esfuerzo por patear y no caer al suelo por su coordinación de casi un bebé.

Sin embargo y pese a sus múltiples caídas, era quien más reía, llenando el jardín con sus hermosas y ruidosas risas de niño. Isabelle Lightwood apareció con una charola y refrescos para todos. Ella sonreía deslumbrante, casi tanto como el anillo de compromiso en su mano.

- ¡Descanso! – Grito ella y los pequeños corrieron hacia su tía. Rafael tomo la mano de Max para que no cayera una vez más por su entusiasmo.

- ¿Te nos unes? – Pregunto Alec a su hermana tomando un vaso con refrescante bebida.

- Claro. – Dijo Isabelle sonriendo.

Ambos miraron hacia los pequeños, Max rechazo su bebida naranja mirándola de una manera acusadora, Rafael se acercó de inmediato para cambiarla por la suya que era azul. El pequeño quedo más que satisfecho con el intercambio.

Alec rio, ahora eran tres las personas quien se preocupaban por los caprichos de Maxwell.

- Se parece tanto a ti. – Dijo Isabelle con la mirada fija en Rafael y su mente en el pasado.

Alec no podía estar de acuerdo en ello. – Izzy. – Dijo llamando a su hermana para que fuera precavida. Ninguno de estos niños eran sus hijos de sangre, la oración Se parece a ti era difícil de creer.

- No hablo solo por hablar. – Dijo Isabelle sonriendo - ¿En verdad crees que no recuerdo como intentabas complacernos todo el tiempo? a Jace a mí a… A Max.

- Eran pequeños, Max, sobre todo.

- Tú también lo eras, pero eso no te detuvo. Me dabas todas tus galletas con relleno de chocolate.

- Tus llantos eran insoportables.

- Aprendiste a leer antes que nadie para poder sustituir a mi padre en los cuentos de la noche cuando ellos tenían que estar fuera.

- Era práctica, para comenzar con las lecturas de dialectos demoníacos.

- Estuviste con Jace, incluso en las peores ideas, incluso culpándote de sus temerarias aventuras.

- Me gustaba decir Te lo dije.

Isabelle miro a Rafael ignorando un poco a su hermano. – Tal vez ha sido poco el tiempo que ha pasado con ustedes, pero ha aprendido la mejor forma de demostrar agradecimiento – Isabelle fijo su mirada en los ojos azules de su hermano. – Cuidando a los demás, definitivamente eso lo ha aprendido de ti.

Alec se acercó a Isabelle y jalo un mechón de su cabello. – Son mis hermanos pequeños, no hice nada que un hermano mayor no haría.

- No, Alec. Hiciste lo que creías debías hacer porque así eres, no todos los hermanos mayores lo hacen. La sangre no es amor, eso me lo dijo Magnus.

Alec observo a sus hijos y su nueva actividad que incluía un par de insectos y una rama de árbol seco. - ¿Crees que… que ellos lleguen amarse como nosotros amamos a Jace?

Isabelle sonrió resplandeciente cuando miro a Rafael intentando levantar al pequeño niño robusto de tres años para que llegara a una de las ramas de uno de los árboles y atrapara su propio insecto. - ¿Eso responde tu pregunta?

Alec sonrió y enarco una ceja cuando Max se deshizo del agarre de Rafe para correr hacia otra área de los jardines. - ¡Papá! ¡Papá! (En español) – Exclamo y Rafael quien le siguió de cerca intentaba sacar más información de la que los Cazadores de Sombras conocían. Su respuesta llego junto al par de porterías de juguete que aparecieron en medio de brillos azules.

Magnus Bane se encontraba en Brooklyn decidiendo si concedía o no un poco de magia, a un considerable precio a un mundano con problemas y la visión, aburrido había anunciado el brujo cuando despidió a su familia en su camino hacia el instituto, claramente lo era, ningún profesional quitaría su atención de su cliente para hacer aparecer juguetes para sus hijos a kilómetros de distancia.

Rafael volvió hacia Alec para conseguir de nueva cuenta el balón, Alec se lo dio y el niño le sonrió tímido pero alegre. Ambos cazadores le observaron irse hacia su hermano para reiniciar el juego.

- ¿Cómo está? – Pregunto Isabelle con seriedad.

Alec suspiro. – Está mejorando, - Le dijo sin quitar la vista de ambos niños. – Pasa algunas noches sin pesadillas, pero en ocasiones algo le dispara los recuerdos y… las noches se convierten para él en algo horrible.

Isabelle se apodero del brazo de Alec para mirar a ambos niños sintiendo el apoyo de su hermano. - ¿La compañía de Max no le ayuda?

- Mucho. – Dijo Alec. – Pero Max es aún un bebe y no es justo que no duerma lo que debe dormir por las noches. Quisiera que compartieran habitación, pero por ahora eso no es posible, lamentablemente.

- Entiendo, pero sé que nadie puede darle más protección que ustedes, Rafe sabrá muy pronto que no hay poder en este mundo que logre lastimarlo si los tiene a ustedes como padres.

Alec sonrió y su mirada fue hacia sus hijos, esos dos pequeños indefensos que ahora y como nunca se habían convertido en su mundo por completo. – Eso espero. – Dijo con esperanza.

* * * * *

- ¡Los extrañe! – Exclamo Magnus al abrir la puerta. Alec tenía en brazos a un inconsciente Max y de la mano a Rafe quien además tenía el balón de soccer bajo su brazo. – Ven acá. – Magnus extendió sus brazos por Rafael.

El resto de la tarde paso tranquila, los dos niños jugaron con Presidente mientras Alec y Magnus preparaban la cena para todos.

- Alguna novedad en el instituto? – Pregunto Magnus.

Alec movió la cabeza sin quitar mucho su concentración de su tarea, sin duda era un novato en el asunto de hacer este tipo de cosas, pero Magnus notaba lo mucho que se esforzaba y lo mucho que le gustaba hacerlo para su familia.

- Es solo que, Izzy y yo tuvimos una conversación sobre Rafe y sus temores nocturnos.

Magnus tomo la espalda de Alec y recargo su barbilla en el hombro. – Lo superara y le ayudaremos a hacerlo.

- Es solo que…

- Eres su padre y darías tu vida para que estuviera bien, lo harías por cualquiera de nosotros.

- Pero no puedo hacer nada, no puedo ayudarlo.

Magnus le hizo girar para verle a la cara. – Lo haces. Haces más que suficiente, Rafael lo sabe y solo tiene cinco años, lo único que necesitas, amor mío, es tener paciencia, porque todo lo que has hecho lo has hecho estupendamente.

- Hemos. – Dijo Alec envolviendo a Magnus con sus brazos. - Nada podría hacer sin ti.

- Difiero en eso, pero haré lo que sea para que nunca tengas que descubrirlo.

Alec y Magnus se besaron. Con el cielo anaranjado entrando por la ventana, una línea perfecta de dos cuerpos envueltos uno en el otro.

Max y Rafe les miraban sonriendo con pena y burla. – Beso. – Dijo Max

Rafael miro a sus padres. Su rostro vuelto rojo y su sonrisa avergonzada pero enorme. – Dijo beso.

Alec y Magnus no pudieron soportar la escena de estos dos encantadores pequeños y soltaron a reír siguiendo a sus hijos. Magnus salto en su contra para comenzar con el juego de huir y atrapar, era extraño y hermosos ver al Magnifico Magnus Bane en el suelo sin el glamour, orgullo y pretensión que siempre le acompañaba, jugando plenamente con dos niños que en tan solo unas horas habían robado su corazón.

Alec les había amado en unos minutos, pero estábamos hablando del Corazón cauteloso de Magnus Bane, y en esa habitación estaban las personas que tenían el honor de decir que poseían lo mejor y lo peor de El Gran Brujo de Brooklyn, por hoy y para siempre.

* * * * *

Alec estaba listo para salir a cazar.

Estaba colocando las ultimas armas sobre su cinturón. – Hay un problema de territorio entre las sirenas del East River y los vampiros del lado este. Iré con Lily y Maia a una reunión para intentar arreglarlo.

- ¿Jace ira con ustedes?

- No. Al parecer no quieren que el Instituto se inmiscuya. – Magnus podía entender eso perfectamente. – Si se arregla pronto y espero que así sea, iré con Jace, tal vez podamos ir al subterráneo, Maia y sus chicos creen que hay un demonio rondando en esa área.

- Se cauteloso. – Magnus le dio su chaqueta.

Alec miro a sus hijos en el sillón, con sus pijamas puestas, comiendo palomitas y con su vista firme en la televisión. – No dejes que se duerman tarde, tal vez Rafe quiera comer de nuevo, una fruta sería lo mejor para que no tenga pesadillas, la cobija favorita de Max está en el armario, olvide sacarla, y si crees que Rafe se sienta mejor durmiendo contigo, tal vez debas dejarlo y…

- ¿Quieres por favor ya irte para que podamos llamar a las desnudistas?

Alec rio avergonzado. – Lo siento, Te amo. – Dijo y beso a Magnus levemente para bajar las escaleras.

Magnus cerró la puerta, giro y aplaudió para atraer la atención de sus hijos. – De acuerdo niños – Dijo Magnus emocionado - ¿Quién quiere descubrir como Aladino salió de esa terrible cueva?

Los niños saltaron de emoción en un resonante Yo que se escuchó en todo el apartamento.

- Eso creí. – Dijo Magnus tomando el libro de la estantería.

* * * * *

Max fue el primero en dormirse con su cabeza en el regazo de Magnus, mientras que Rafael luchaba con toda su pequeña y ferviente voluntad para no hacerlo. Magnus cerro el libro. – Creo que es suficiente por esta noche ¿Quieres ayudarme a llevar a tu hermano a su cama?

Rafael asintió tímidamente.

Magnus camino con el pequeño en sus brazos, lo coloco en su cuna y subió el barandal. Rafael tomo su cobija del armario y la coloco cerca del pequeño de color azul.

- Buen trabajo, compañero. – Le dijo Magnus y Rafael sonrió. Magnus lo levanto del suelo a sus brazos. - Ahora es tu turno, eres el que se duerme tarde, beneficios de hermano mayor.

Cuidadosamente lo sentó en la cama y Magnus se sentó a su lado. - ¿Quieres que lea otra cosa para que te duermas? – Rafael no contesto, era común que el niño se retrajera considerablemente a la hora de dormir, no eran sus momentos favoritos del día, Magnus lo sabía e intentaba siempre confortarlo para hacérselo más fácil. Lo cubrió cariñosamente, Rafael estaba asustado, Magnus lo notaba. – Me quedare justo aquí leyendo hasta que te quedes dormido, no debes temer, hijo. No me iré a ningún lado.

Fue entonces que Rafael le hablo. - ¿Hay monstruos allá afuera?

En tu mundo sí. Pensó Magnus, no lo dijo. – No debes preocuparte por ellos, - Le dijo Magnus inclinado hacia su hijo, levanto su mano frente a su rostro y la encendió con fuego azul. – Nada puede entrar a tu casa y nada puede lastimarte, no mientras yo esté aquí.

- ¿Papá fue a matar monstruos?

- Es su trabajo.

- ¿Ellos van a lastimarlo?

- Tu padre es uno de los mejores Cazadores de Sombras de la historia, no hay muchos demonios que puedan lastimarlo. Y no está solo, hay quienes se preocupan por él y lo protegen.

- Él es fuerte. – Dijo Rafe, no como pregunta, si no como afirmación.

- El más fuerte del mundo. – Le confirmo Magnus.

- Quisiera ser fuerte.

- Lo serás. – Le aseguro Magnus. – Si tú lo quieres podrás ser como tu padre, el mejor Cazador de Sombras de la historia y entonces tu podrás defenderte y defender a quienes amas, los monstruos te temerán.

Eso pareció encantarle al pequeño guerrero. – Protegeré a Max, nada nunca va a asustarlo.

El corazón de Magnus se conmovió e impacto por las dulces palabras desinteresadas y genuinas de su pequeño niño. Acaricio el cabello desordenado de Rafael, casi tan desordenado como el de su padre. - ¿Y sabes algo? – Dijo Magnus después de un momento. - El también podrá protegerte.

- ¿También será fuerte?

- Ambos lo serán.

- ¿Podremos cuidarlos a ustedes de los monstruos?

- Eso espero o estaríamos perdidos sin ustedes. – Magnus movió sus manos por el estómago de Rafael para arrancarle un par de carcajadas con cosquillas.

Los ojos de Rafe brillaban como en las noches difícilmente lo hacían. – Ahora duerme ¿Quieres?

Rafael se acomodó hundiéndose en la almohada y cerro sus ojos. Magnus se quedó acompañándolo hasta que logro quedarse dormido.

* * * * *

Magnus no se percató del tiempo que transcurrió hasta que miro a Alec entrando al estudio, encontrándolo concentrado en la traducción de un manuscrito antiguo.

- Bienvenido. – Le dijo Magnus estirando su espalda, no se había dado cuenta de lo cansado que estaba.

- Creí que te encontraría dormido ¿Todo bien?

- Hasta ahora todo bien, tuve una interesante conversación con Santiago.

- ¿Ha despertado? – Pregunto Alec preocupado por las malas noches del pequeño.

- No, parece que se quedó tranquilo ¿Me dejas ver eso? – Pregunto Magnus acercándose a su amado al ver una herida en su cuello. – Parece que alguien intento quitar tu cabeza de su lugar.

- No es ni cerca, lo grave que dices.

- Todo es en perspectiva. – Magnus hizo flotar magia alrededor de la herida y Alec se relajó al sentir el alivio casi inmediato. - ¿Mejor?

- Mucho mejor.

- Te preparare algo de comer. – Dijo Magnus, pero Alec se opuso de inmediato diciéndole que había visto demasiadas viseras e icor como para tener apetito.

- Pero el asunto de las sirenas y vampiros resulto muy bien, - Le comento Alec. - Organizaran incluso una fiesta para celebrar, seguramente recibiremos la invitación pronto.

Magnus rió y abrazo a su amado. – Eres increíble, Alexander Lightwood. - Le murmuro al oído y luego lo beso.

Después de un momento se separaron. – Preparare la ducha para que quites todo el Icor, después podremos meternos juntos a la bañera ¿Qué dices?

- No podría rechazar eso.

Magnus sonrió complacido. – Dame cinco minutos. – El brujo salió para preparar el baño que tomaría en conjunto con su amado. Mientras Alec fue a las habitaciones para ver a sus hijos.

Max estaba en su cuna, el barandal estaba abajo, pero lo subió para que el pequeño estuviera más protegido de una posible caída. Beso su frente y se alejó en silencio cerrando la puerta con cuidado. Cuando entro a la habitación de Rafe su runa de visión nocturna le dejo ver a Rafael sentado en la orilla de su cama, el niño se movió rápido al escuchar la puerta y Alec noto como metía algo bajo su almohada y se acomodó para fingir que estaba dormido cerrando los ojos con fuerza.

Alec se acercó con cuidado, se sentó a su lado en la cama, prendiendo la luz de noche y le hablo. – Rafe. – Le dijo con dulzura. – Sé que estas despierto, hijo ¿Tuviste un mal sueño?

Rafael se miró de inmediato descubierto. – Perdón. – Dijo triste.

- No tienes por qué disculparte, no hiciste nada malo, solo dime ¿Tuviste un sueño feo?

- No.

- Puedes decírmelo ¿Lo sabes?

- ¿Max está bien?

- ¿Por qué preguntas por Max?

- No quiero que este asustado.

Alec se sorprendió. – Max está muy bien, está durmiendo, acabo de ir a su habitación. No debes temer porque algo le pase, tampoco porque algo te pase a ti. Nunca lo permitiremos, eso te lo prometo.

- Tú me proteges, Papá (en español) me protege. Y cuando seamos grandes Max y yo los protegeremos a ustedes.

Alec sonrió. – Incluso entonces, seguiré intentando protegerlos a todos. Porque ustedes son mi mundo por completo ¿Entiendes eso, Rafe?

El pequeño movió su cabeza.

- Por eso no tienes que preocuparte por nada, ahora estas a salvo y mientras estés con nosotros lo estarás, sin importar lo que pase. No tienes que buscar tu lugar en esta casa, todo lo que hay aquí te pertenece ¿Entiendes lo que digo?

- ¿Todo?

- Así es, tal vez no puedas jugar con algunas cosas ahora, porque eres pequeño, pero con forme vayas creciendo podrás tomar lo que quieras. Te mire escondiendo algo debajo de tu almohada, no tienes que mostrármelo o decirme que es. – Se apresuró a decir Alec. – Pero quiero que sepas que sea lo que sea no nos enojaremos y no tienes que esconderlo ¿Entiendes eso, hijo?

Rafael movió su cabeza sin querer hablar.

- Eres parte de esta familia, como nosotros somos parte de ti. – Alec tomo la pequeña mano de su hijo y la beso. – Ahora intenta dormir, Me quedare hasta que…

- No. – Dijo Rafael poniéndose cómodo sobre la almohada, - Soy valiente.

Alec se inclinó a besar la frente del niño. – Por supuesto que lo eres. – Arropo a su hijo y camino a la salida de la habitación.

- ¿Papá? – Le llamo Rafael antes de que saliera - Mataste muchos monstruos ¿Verdad?

- Muchísimos – Le dijo Alec desde la entrada. – Y seguiré matándolos para ti, hijo.

Rafael sonrió y cerro sus ojos con tranquilidad, su padre se encargaría de todos los monstruos del mundo y todo lo haría por él.

- Dulces sueños. – Murmuro Alec cerrando la puerta.

* * * * *

Al día siguiente Alec y Magnus discutieron de nuevo sobre la conversación que habían tenido con su hijo.

- Pero no había nada bajo su almohada. – Dijo Magnus con intriga.

- ¿Husmeaste? Se supone que no debes hacerlo.

Ambos estaban susurrando, parados frente al fregadero, lavando los platos de la merienda juntos, brazo con brazo mientras sus hijos jugaban con Presidente en la sala.

- Tenia curiosidad, le gusta el soccer, pero fuera de eso aún no muestra algún otro interés, quería saber que le había llamado la atención.

- Ya lo hará, y también le gusta leer.

- A todos los niños les gusta leer. – Dijo Magnus levantando una ceja y echando una mirada rápida hacia los niños para estar seguro de que no les estaban escuchando.

Alec le miro sorprendido, nunca pensó que encontraría un tema en el que tuviera más experiencia que Magnus. – No, no a todos.

- ¿En serio? Qué raro. Como sea, no había nada.

- Quizás lo devolvió a su lugar.

- ¡¿Significa que nunca lo sabremos?! – Magnus se miró sinceramente decepcionado.

- ¡Shush! Baja la voz. - Alec parecía divertido y encantado. – Mantenerte intrigado y en constante interés es una tarea complicada.

- No para ustedes, según veo.

- Eso espero.

Alec y Magnus sonrieron y dieron por terminado el misterio de su hijo Rafael y el objeto bajo su almohada. Por lo menos eso creyeron.


* * * * *

Los siguientes días fueron mejores al anterior y en aumento, Rafael se estaba convirtiendo en el niño que realmente era, sin miedos, sin gritos en las noches y sin dudas al amor de sus padres y las personas que le rodeaban. Alec y Magnus no podían estar más felices por el cambio y tampoco más sorprendidos, habían hecho todo cuanto estaba en sus manos para confortar al pequeño, nunca se imaginaron que diera frutos tan rápidamente.

En unas semanas Rafael estaba brincando en la habitación de su hermano con una espada de madera moviéndola de un lado a otro.

- ¡Entonces los mataremos! – Decía el pequeño mientras su hermanito lo miraba desde su cuna. – Y tú los harás gritar con tu magia, Max ¿Quieres eso?

- ¡Si! ¡Si! – Concordó Max brincando y aplaudiendo siguiendo los ánimos de su hermano.

Las noches eran las mismas, las lecturas valiosas de Magnus, los besos de Alec al despedirse y subir el barandal de la cuna de Max.

- Es pequeño aun, puede caer.

- No te miento, Alec. Yo lo subo todas las noches sin falta.

Alec rio con malicia. – Si pudiera hacerte un encantamiento para que no lo olvidaras.

Magnus hizo surgir chispas de sus dedos. – Pues yo puedo hechizarte si sigues sin creerme. - Las chispas terminaron recorriendo la espalda desnuda de Alec quien tenía su cabeza apoyada en el hombro de Magnus, cubiertos solo con una sábana a la altura del ombligo del brujo y la espalda baja de Alec, en el nudo que era su cama.

- Tal vez está descompuesto. – Dijo Alec sin creer realmente eso.

Magnus entendió de inmediato la insinuación de Alec. – Cierra la boca, Lightwood. – Le dijo sonriendo por su sagacidad. – Y ven acá, aun no tengo suficiente de ti. – Magnus jalo a Alec de nuevo hacia él.

* * * * *

- ¡No! ¡No! – Dijo Maryse Lightwood con una postura de piedra. – No puedes solo aparecer e intentar pasar la tarde con ellos sin avisar, debes avisar.

- No sabía que mis nietos tenían una agenda. – Dijo Robert Lightwood en protesta. – No tengo muchos días libres y estoy lejos, tú los tienes a minutos de distancia y los miras a diario, no lo niegues, sé que los miras a diarios.

- Tengo un día preparado para ellos, no cambiaremos el plan solo porque tuviste un día libre.

- Estas siendo desconsiderada.

Maryse sonrió. – Y ni siquiera me importa.

Alec e Izzy huyeron de la escena. – No estoy segura si esta discusión es adorable o ridícula.

- un poco de ambas, creo.

Los hermanos se sentaron bajo la sombra de un enorme abeto en los jardines del instituto. Max y Rafe se habían alejado de sus abuelos para iniciar su día de juego, con abuelos o sin ellos, los niños Lightwood estaban decididos a pasarla bien.

- ¿Cómo les va con Rafael? – Pregunto Isabelle.

- De maravilla, no creerías el cambio tan espectacular que ha tenido. Se terminaron las pesadillas por completo.

- Solo intentas hacerme sentir bien ¿Cierto?

Alec se sorprendió. - ¿Qué?

Isabelle se miró aun escéptica. - ¿Y puedo preguntar desde cuando fue este maravilloso cambio?

- ¿Por qué lo preguntas con ese tono? Y, no sabría decirlo con exactitud, supongo que hace un par de semanas, ambos tuvimos una conversación con Rafe y a partir de ahí hubo cambios notorios.

- ¿Y no fue el día en que jugaban los tres aquí y Magnus les envió esos juguetes con magia?

Alec lo pensó por unos momentos, - Sí. – Dijo Seguro, - Ahora que lo pienso fue esa misma noche ¿Por qué? ¿Cómo lo supiste?

Isabelle rodó los ojos. – Ahora estoy segura que lo haces para hacerme sentir bien.

Alec le presto mucha más atención a su hermana. – Izzy, en verdad no sé de qué hablas.

Isabelle noto la sinceridad en el rostro trasparente de su hermano. – En verdad no lo sabes.

- Te digo que no ¿Podrías por favor ponerme al tanto?

Isabelle se movió en su lugar, preparándose y tomando una posición de la manera que las personas hacen cuando dirán algo importante. – Ese día antes de que se marcharan, tú fuiste a despedirte de Jace y Clary, así que aproveche la ocasión y lleve a los niños a mi habitación. Yo… le di a Rafe el soldadito de madera de Max ¿Sabes cuál?

- Si. – Dijo Alec sorprendido. – Izzy, no tenías que hacer eso, sé lo que ese juguete significa para ti.

- Se convirtió en mi más valioso tesoro. – Confeso Isabelle. - Pero después de escucharte hablar sobre los temores de Rafael, yo… quise dárselo.

- Izzy.

- Tenía pensado dárselo a Max de cualquier manera, solo que cuando estuviera más grande y pudiera contarle de nuestro hermano, quería que conservara él el juguete como un tesoro, un tesoro que quería darle, pero sentí que Rafael lo necesitaba más, le hable de Max y de cómo ese juguete le hacía sentir seguro, Alec, Rafael es un niño especial, lo tomo y me dijo que lo cuidaría y que lo usaría bien. Hizo que mis dudas al entregárselo se desvanecieran, ahora sé que entregárselo fue lo mejor.

Alec se quedó observando a Isabelle por un momento, pensando en lo difícil que pudo ser entregar ese recuerdo tan preciado de la persona que más había amado y que había perdido. – Gracias. – Le dijo sin poder expresar más. – Izzy, lo que hiciste por mi hijo, cambio su vida.

Isabelle hizo un gesto descuidado pero sus ojos estaban brillando con el recuerdo de su hermano. – Rafael y Maxwell vinieron a cambiar nuestras vidas, es lo menos que podía hacer.

Alec busco la mano de su hermana y la sostuvo por largo tiempo, ambos miraron a los pequeños jugando, y como sus abuelos habían dejado de perder el tiempo para unirse a ellos y sus juegos, en definitiva, estos niños habían venido a cambiar sus vidas.

* * * * *

Era de noche en el apartamento de la familia Lightwood-Bane, los dos pequeños se habían ido a dormir hacia una hora en tiempo estimado.

- Si tu teoría es correcta. – Dijo Magnus murmurando, ambos estaban sentados en el suelo del pasillo de las habitaciones, uno frente al otro, esperando. – Max deberá salir de su habitación en algún momento de la noche.

- En teoría. – Dijo Alec. - ¿Esto es raro? Es decir ¿Estamos haciendo bien?

- No le veo nada de malo, en cambio, es muy emocionante. – Los ojos de Magnus brillaban en la oscuridad como si estuviera realizando la más interesante aventura.

Alec no pudo evitar sonreír, una de sus manos estaba en la rodilla de Magnus. – Míranos, espiando a nuestros hijos.

Magnus hizo un gesto desdeñoso. – Se acostumbrarán en algún momento de sus vidas. – Dijo casualmente con toda su atención puesta en la puerta de la habitación de Max.

- Supongo. – Dijo Alec con una sonrisa.

En ese momento lo tan esperado ocurrió, la puerta de Max se abrió y Magnus chasqueo sus dedos para dejar caer sobre ambos un glamur suficientemente poderoso para que el pequeño brujo no se diera cuenta de ellos, aun así, Max giro su cabeza hacia ellos, tenía un pijama de dinosaurio con cola y orejas. Su vista era somnolienta y lo que sea que le haya hecho voltear perdió su interés de inmediato. Alec y Magnus respiraron de nuevo cuando el bebé siguió su camino, no los miro, pero ellos observaron claramente el soldadito de madera en su pequeña mano azul, lo sostenía cuidadosamente, entro a la habitación de su hermano, después de unos minutos salió de ahí y entro de nuevo a su propia habitación.

Alec y Magnus se asomaron por la puerta detrás de él y miraron como hábilmente el pequeño subía a su cuna de nuevo para quedar dormido casi al instante.

- ¿Lo ves? – Dijo Alec en un murmullo. – Sabe bajar el barandal, pero no subirlo.

- Esto cada vez se pone mejor. – Dijo Magnus cerrando la puerta de la habitación cuidadosamente.

Entrar a verificar la habitación de Rafael no era necesario, ahora todo estaba claro para ellos.

- Isabelle le entrego el soldadito a Rafe, pero Rafe pensaba que su hermano por ser menor lo necesitaba más.

No quiero que este asustado.  Había dicho el niño.

- Pero Max, - Dijo Magnus encajando las piezas. – Se dio cuenta de las terribles noches que su hermano pasaba y a pesar de que Rafe se lo dio, Max le lleva el soldado cada noche. Por eso Rafe puede dormir bien desde ese día.

- Y Rafe se lo devuelve cada mañana, por eso no encontraste nada bajo su almohada al día siguiente.

- ¡Fascinante! – Dijo Magnus con emoción.

Alec puso un dedo sobre sus labios. – Shhh, los despertaras.

- El problema. – Dijo Magnus volviendo a los murmullos. - ¿Cómo resolveremos su predicamento con ese soldado? Ambos creen que el otro lo necesita, pero ninguno está dispuesto a dejar al otro sin él.

A Alec le tomo un segundo resolverlo. - Vamos a dormir. – Dijo sonriendo. – Tenemos mucho que hacer mañana por la mañana.

Magnus puso su brazo alrededor del cuello de Alec. – Me gusta cómo funciona tu mente, mi amor.

* * * * *

Alec llamo a la puerta – Niños, les traje jugo y fruta.

- ¡Contaseña! – Grito Max desde dentro.

Alec rió. – Claro, hm. – El cazador intento hacer memoria. – El brujo azul cruzo el puente de Brooklyn para que el Cazador le diera un… ¿caramelo?

- ¡NO! – Gritaron al unísono sus hijos.

Alec se lamentó. - ¿Podrían ayudarme una vez más con su contraseña?

Después de unos segundos un misterioso papel apareció por debajo de la puerta. Alec uso su habilidad de equilibrio para tomarlo del suelo sin hacer caer la charola con las bebidas y la fruta. En el papel había algo dibujado con crayón rojo, Alec entendió de inmediato.

- Claro. – Dijo y repitió la contraseña. - El brujo azul cruzo el puente de Brooklyn para que el Cazador le diera una paleta.

La puerta se abrió de inmediato dejando pasar al invitado. Alec se sorprendió al ver el fuerte que Max y Rafael habían construido con almohadas y cobijas, la cama de Rafael estaba de un lado de la habitación y la ahora cama de Max estaba en el otro costado y justo en medio, la majestuosa construcción de sus hijos. Alec dejo la charola en una de las mesas. - ¿Puedo entrar? – Pregunto el Cazador y se asomó una mano desde dentro indicándole que pasara, Alec lo hizo y se acomodó sobre dos grandes almohadones. – Esto es increíble. – Les dijo y los niños se miraron orgullosos y complacidos. Max le ofreció a su invitado uno de sus peluches favoritos. – Eres muy amable, - Dijo Alec solemnemente.

Después de unos momentos llamaron nuevamente a la puerta. – El Brujo Azul cruzo el puente de Brooklyn para que el cazador le diera una paleta. – Dijo Magnus y Max corrió a quitar el seguro para que pasara. Magnus entro y se sentó frente a Alec. – El contrato de arrendamiento no dice nada sobre tener una construcción dentro del apartamento. Creo que estamos cubiertos. – Dijo Guiñando un ojo a su amado.

Alec le sonrió. Magnus tomo una hoja de papel del piso. - ¿Una paleta? – Pregunto y Alec le arrebato el dibujo.

- Es mío. – Dijo. - No soy bueno con las contraseñas, lo conservare por si lo necesito nuevamente.

Alec y Magnus rieron en una carcajada.

Rafael se sentó sobre las piernas cruzadas de Papá con un libro en sus manos. Max le mostraba a su papá su valiosa colección de muñecos de peluche. Debajo de sabanas y cobijas la familia paso gran parte de la tarde, disfrutando de la compañía de las personas que más amaban en el mundo, por encima de ellos, en una estantería, estaba el soldadito de madera, estaría ahí para ambos niños, vigilando sus sueños y representando la seguridad que habían depositado en el juguete, justo como su antiguo dueño había hecho. El primer tesoro familiar, el primer objeto que habían querido compartir estos dos hermanos que habían aprendido a amarse por instinto y por el enorme ejemplo de sus padres.

El amor garantizado de ambos hacia el otro llego tan natural como la seguridad que sus padres les ofrecían. Amor, confianza y esperanza era el rumbo que tomarían en este camino que iniciaban juntos, juntos como hermanos, lo que significaba, juntos para siempre.

Fin

Espero lo hayan disfrutado y espero que estén pasando este periodo de fiestas en compañía de sus seres más amados, en paz y alegría. Mis mejores deseos son para todos ustedes. Muchas gracias por seguir conmigo y por todos los hermosos comentarios que me han dedicado a mí y a mis fics.

¡FELIZ NAVIDAD PARA TODOS, LOS QUIERO!

@MayGraciel



Comentarios

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  2. Es lo más bonito que he leído!! :') Dios esta familia es lo más increible que hay! :3

    Gracias por regalarnos cosas tan bonitas May, eres y siempre serás la mejor!


    Te deseo la mejor de las Navidades! Y muchas cosas perfectas en tu vida y la de tus seres más amados! Además de muchas muchas ideas y ganas de escribir para que siempre siempre tengamos tus maravillosos Fics!


    Gracias de nuevo por tu esfuerzo para regalarnos esto hoy!

    Pd. No pierdo la esperanza de Rafe en Guerra Fría con Max como hermano Mayor!

    Y obvio también muchos más de ellos de bebés!!


    Por favoooooooor!

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  3. QUE HERMOSO!!❤❤ AMO COMO ESCRIBES

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  4. Es hermoso, lo ame por completo <3

    Feliz navidad a ti también y gracias por esto.

    -Mare

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  5. Me encanto la historia, amo como escribes sobre la familia Lightwood-Bane <3 Gracias por este regalito y que pases unas lindas fiestas con tus seres queridos saludos :D

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  6. Que hermoso!!! Amo cada cosa que escribes♡♡ Feliz Navidad para ti ♡♡

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  7. Hola, primero que nada muy hermoso fic, muy buen trabajo gracias por deleitarnos con tus ideas y tu imaginación(la cual es muy brillante, en mi opinión).
    Segundo, soy una de las nuevas en comentar, pero que son una especie de fan de tus historia, me las leí todas y cada una, no me la perdí ninguna (o eso creo); la cuestión es que mientras leía esta, me surgio una duda que no me deja dormir por poco, ¿viste? Y esta es:
    ¿por qué si Rafe tenía 5 y Max 3, en esta historia que seria del pasado de cuando max aún era bebé; en las de guerra fría, que son del futuro cuando Max es más grande y todo eso, no aparece Rafe en ningún momento ni siquiera cuando Alec está mal o cuando Malec se separa?
    Esto es sólo una observación, por favor no te lo tomes a mal; las historias en sí son muy buenas y te aconsejo y pido que continúes así, me encanta tu trabajo. Y gracias por tomarte el tiempo de seguir con este mundo hermoso que creo Cassandra Clare, que tanto adoramos todas las que leemos tu blog.
    Reitero, GRACIAS.

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    Respuestas
    1. Para nada me lo tomo a mal y la respuesta es simple; cuando comencé a escribir Guerra Fría aun no nos daban a conocer la existencia de Rafe, así que que en ese tiempo Max era hijo único xD

      Pero ahora conocemos al pequeño Rafe y seguramente aparecerá en nuevos fics, espero xD

      Y muchas gracias a ti por leerme, espero y sigas escribiendo comentarios *-*

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    2. Malec se separa? no terminan juntos en los libros? me dejaste con la duda(no los he leido D: )

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  8. Hola,amaría que me aclararas esta duda,por favor :3 ,en que libro aparece el segundo hijo de alec y Magnus,es decir,Raphael?¿en que que libro lo adoptan? realmente quiero leer esa parte del libro,porque amo tanto malec <3 <3

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  9. VIVA MALEC! amo a esta pareja y a sus hijos son bellos todos :3 amo la forma es que escribes te felicito
    hace apenas 2 meses que descubrí a cazadores de sombras y me encanto tanto que ya tengo todos sus libros publicados hasta la fecha

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  10. Hermosos 😍😍😍😍 me gusta más cada vez que lo lei

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