Guerra Fría XIII - Contraataque
- ¡No te acerques!
¡Aléjate de mí!
Magnus dio un paso
atrás casi instintivamente, aun cuando su cuerpo no quería más que estar cerca
de Alec.
- ¿Alec? ¿Qué pasa?
¿Por qué me pides que me aleje?
Lagrimas comenzaron a
salir de los ojos de Alec. – Aléjate de mí, no te acerques o en verdad yo…
- Volveré a dormirlo. –
Dijo Rose preocupada y tomando una decisión rápida.
- ¡No! – le pidió
Magnus con desesperación. – No lo hagas, por favor.
- Magnus, está muy
alterado, se hará daño a sí mismo.
- No si se calma. –
Dijo el brujo y miro a Alec. – Me iré. – Anuncio. – Me iré, pero debes
calmarte. – Magnus tenía un semblante de hierro y camino lentamente hacia
atrás, sin poder quitar sus ojos de Alec quien lo miraba como si mirara a
alguien en verdad detestable. – Solo cálmate.
Toda su familia
permaneció en silencio y con ojos desorbitados, la escena recién ocurrida era
imposible para todos, muy difícil de creer, antes de salir, Magnus miro a Jace,
un asentimiento en acuerdo para dejar en sus manos el bienestar de Alec, de
este Alec que había despertado siendo otro y odiando a Magnus.
Fue hasta que se cerró
la puerta detrás de Magnus que Alec sucumbió aún más al dolor.
- ¡Por el Ángel! – Dijo
Isabelle acercándose. – Debes recostarte, estas muy mal herido.
Herido.
Pensó Alec, él no estaba herido hace unos minutos en Brooklyn. Entonces ¿él
realmente había estado en Brooklyn?
Alec llevo ambas manos
a su cabeza - ¿Qué ocurrió? – Pregunto a nadie en particular. - ¿Qué ocurrió?
Jace se acercó y tomo
una de las manos de su parabatai. -
¿No lo recuerdas? ¿No recuerdas nada?
Alec presiono la mano
de Jace y la observo con detenimiento, intentando descubrir si era real. Jace y
todos en el lugar se dieron cuenta de ello. – Alec. – Le llamo y con su mano,
delicadamente levanto el rostro de Alec. – Háblame. Dime que estas bien.
Alec negó con la
cabeza. – No… - Se interrumpió a sí mismo, las lágrimas surgieron de nuevo. –
No sé qué ocurre. Yo no. – Soltó a Jace para ocultar su rostro entre sus manos.
– Estoy tan perdido.
Rose no perdió tiempo e
hizo brillar sus manos para buscar el problema en Alec, Jace e Isabelle se
acercaron aún más a su hermano, ambos arrojaron sus brazos a su alrededor,
confortándole y susurrándole que todo estaría bien, que estaba de vuelta y que
no dejarían que nada le lastimara de nuevo.
Entonces Alec se preguntó
si acaso aquello era real, si estos eran sus hermanos, y si lo eran, entonces
Magnus también y Magnus le dijo que lo prefería muerto, entonces, prefería
estarlo.
*
* * * *
- ¿Papá? – Pregunto Max
al ver a su padre en el pasillo, el brujo estaba con su frente pegada a la fría
pared, como si esta fuera la que lo mantenía en pie. - ¡Por el ángel! – Exclamo
Max con terror. El brujo de piel azul había llegado ahí de la mano de Nathan y
aun cuando corrió al lado de su padre no lo soltó, no podía, no ahora. - ¿Papá está
bien? Él está…
Magnus se apresuró a
contestar. – Esta bien, hijo. Tranquilo, tu padre está bien.
- ¿Qué ocurrió? ¿Por
qué estás aquí? ¿Qué…
- Max. – Dijo Magnus. –
Tu padre ha despertado, debes ir con él, te necesita.
Los ojos de Max
brillaron por la buena noticia. Sin esperar más y sin soltar la mano de Nathan
entro a la habitación. Magnus se quedó fuera, dejo que la puerta se cerrara
frente a él, ver la reunión de sus dos seres más amados era algo que ansiaba
ver desde hace mucho, pero por el bien de todos, por el bien de Alec, le
dejaría pasar, perdería ese momento, esperanzado en que sería en ultimo que perdería,
la esperanza de no perder a Alec era lo único que le impidió no derrumbarse en
ese momento.
*
* * * *
Alec había sido
paciente, había escuchado a cada persona dentro de la habitación, todos
ayudándole a encajar las piezas que hacían falta en su mente. Como Edrian había
ido a salvarle, como Magnus había hecho lo imposible por romper las fronteras y
como había sido tomado por las hadas con engaños, entonces una alarma se
encendió en Alec, un recuerdo que llego a él en un centello resplandeciente. -
¿Y Max? – Pregunto de inmediato intentando alejar el ultimo recuerdo de su hijo
en Brooklyn. - ¿En dónde están? ¿En dónde están los niños?
- Ellos están muy bien,
- Le dijo Rosemary. – Ellos nunca estuvieron en posesión de las hadas.
- Desobedecieron. –
Dijo Isabelle sin poder perdonar del todo la imprudencia. – Pero fue por su
propia cuenta.
En ese momento la
puerta se abrió. Max y Nathan entraron, Max sujetaba la mano de Nathan con
fuerza, incluso al ver a su padre despierto, pareció tomar fuerza para
soltarlo. Alec le miro y entendió que ese era su hijo, su verdadero hijo,
enamorado y necesitando a su primer amor para pasar por malos momentos.
- Max. – Murmuro Alec
como si esta hubiera sido la primera vez que le miraba. Levanto sus manos para
que este se acercara.
Los ojos de Max se
llenaron de lágrimas, soltó a Nathan y subió a la cama de su padre, andando por
encima de él, sin importarle nada más que llegar a los brazos estirados de
Alec. Todos se preocuparon por las heridas, pero negarle esto al brujo sería
demasiado cruel, todos en cambio, miraron como Max hundió su rostro en el pecho
de su padre y comenzaba a llorar como si de un niño se tratara. Había tanto en
el llanto, culpa, desesperación y alivio. Lentamente la habitación se vacío
para dejarles solos, para dejar que Alec consolara a su hijo y que su hijo le
diera la paz que por ahora parecía no podría encontrar en nadie más.
Después de un tiempo en
el que Alec no dejo de consolar a Max, recordándole aquel primer día en el que
Max llego a ellos, en donde el bebé no dejaba de llorar y lo único que podía
hacer era mantenerse a su lado, susurrándole, intentando transmitirle un poco
de paz y calma. Max logro calmarse, seco sus lágrimas y comenzó a explicar a su
padre lo que había sucedido. De cómo había ido al reino hada para traer de vuelta
a Nat y Will y como al volver se dieron cuenta de que las hadas le habían
llevado.
- Después del ataque. –
Dijo Max. – Vladimir apareció ante nosotros. Nos dijo sobre la deuda que
mantenía con Edrian y le ofreció ir a salvarte, Edrian no lo dudo, fue por ti
de inmediato. Te trajo de vuelta.
Alec miro la alegría en
los ojos de su hijo. Hubo momentos de memorias, pequeños fragmentos fugaces que
llegaban a él, uno en donde Edrian le pedía que aguantara, que saldrían de ahí,
otro en donde ambos cabalgaban velozmente hacia las fronteras. Entonces eso era
verdad, por lo menos eso lo era.
- ¿Por qué no está papá
aquí? – Preguntó Max. - ¿Quieres que lo llame?
- No. – Dijo Alec
rápidamente sorprendiendo a Max. – No hijo, por favor, no hagas eso.
- ¿Por qué no? ¿Acaso
no quieres verlo?
Alec sabía muy bien la
respuesta a eso, pero romper el corazón de su hijo, ahora que estaba tan frágil
no estaba dentro de una posibilidad. – Max. – Comenzó Alec. – Hay algo que
ocurre con tu padre, yo… yo sinceramente no sé cómo explicarlo, solo no puedo
estar cerca de él, no ahora.
- ¿No puedes estar
cerca de él? ¿A qué te refieres?
Alec hizo un movimiento
con su mano a lado de su cabeza, como si girara algo. – Necesito moderar algunas
cosas aquí dentro, pero no quiero que te preocupes ¿De acuerdo? Lo
solucionaremos.
- Ya lo creo que sí. –
Dijo Max. – Pero para eso necesitamos a papá, somos un equipo ¿Recuerdas?
Alec asintió
lentamente, no seguiría explicando nada a su hijo, no ahora que parecía no
querer escuchar malas noticias. – Un equipo. – Repitió Alec sin emoción.
Para Max no era difícil
leer a su padre y saber que algo malo pasaba. - Tienes que decirme que ocurre.
– Pidió el niño. - ¿Te han hecho algo las hadas además de esto? – Max toco
delicadamente uno de los vendajes de Alec.
Alec pudo ver en los
ojos azules de su hijo un tono más oscuro que los suyos, que no había forma de
mantenerlo alejado. No era más un niño y como tal, quería y tenía el derecho de
luchar por el bien de su familia. Alec no podía negarle eso. – Creo que sí. –
Confeso Alec. – Creo que hicieron algo en mi mente.
- ¿Cómo te ayudo?
Alec tomo con mayor
fuerza la mano de su hijo, una punzada de dolor le atravesó por su herida en la
mano, Max lo noto y de inmediato uso su magia para hacer que este pasara.
- Dime. – Le pidió
Alec. - ¿Qué opinas del amor?
Max quito su atención
de la herida para ponerla en el rostro de su padre. - ¿Papá te dijo?
Alec permaneció en
silencio.
- Yo… yo tenía miedo.
No era mi intención enamorarme, incluso después de que ocurrió no quería
aceptarlo. Aun no lo hago del todo, creo.
Alec se miró
confundido.
Max continuo su
explicación. – No era el plan, no quería enamorarme, no en mucho, mucho tiempo.
- Max, eso no es algo
que se pueda controlar.
- Ahora lo sé. Ahora
que… estoy tan, pero tan enamorado de un montón de problemas en un cuerpo
pequeño.
Alec rio. – Descripción
de tu padre para los Fairchilds.
Max asintió. – Sé lo
que debes pensar; Que sé yo del amor, si solo tengo catorce.
- El amor no revisa
edades. Yo tenía dieciocho cuando… cuando encontré a tu padre.
- Lo extrañas ¿Cierto?
Una lagrima pesada rodo
por la mejilla de Alec. – Más de lo que puedo soportar.
- Si es así, entonces…
- No lo entiendes, no
puedo, no puedo verlo ni tenerlo cerca sin que llegue este sentimiento de odio
y traición, no puedo confiar en él, no después de lo que dijo.
- ¿Qué dijo?
Alec le conto todo a su
hijo, cada detalle de su encuentro con Magnus, el problema fue que Alec lo
creía real, y Max lo creyó igual. Alec le contaba sobre lo que ahora estaba
creyendo no eran sueños, Max al escuchar cada detalle erro al pensar que eran
fragmentos de conversaciones reales, una de todas las ultimas peleas y
encuentros.
- No. – Dijo Max. – Eso
no es verdad. No puede serlo.
Alec llevo una mano a
su frente, el dolor parecía volver por momentos, sin embargo ahora parecía algo
más. - ¿Que? ¿Por qué? – Se preguntó el Cazador haciendo que Max se preocupara.
– No puedo creer que te haya contado esto – Alec tallo su rostro. - ¿Qué
demonios pasa conmigo?
Max tomo la mano de su
padre. – No hay nada malo contigo. Está bien, puedes decirme lo que quieras.
Pero Alec sabia en su
interior que no había sido correcto, siempre protegía a su hijo de este tipo de
asuntos. No podía entender que fue lo que le hizo romper su propia regla y
decirle algo que podría afectar la imagen de Magnus en Max.
- No, no está bien,
Max. Escucha, debes… - Alec se llevó ambas manos a su cabeza, el dolor ahora
era insoportable.
Max no pudo evitar
sentir rencor por Magnus, tenía sus manos apretadas y su semblante era de
hierro. – Esta bien. – Dijo Max intentando confortar a su padre. – Todo estará
bien.
Antes de que Alec
pudiera decir cualquier otra cosa a su hijo, Isabelle entro a la habitación.
- ¿Está todo bien? –
Pregunto la mujer preocupada al ver a su hermano.
Max no espero más,
salto de la cama y camino hacia la salida.
- Max – Le llamo Alec,
pero Max no se detuvo, el chico salió furioso en busca de su padre.
*
* * * *
- Debe ser veneno. –
Dijo Rosemary mientas caminaba de un lado a otro por el pasillo, intentando dar
una razón al comportamiento extraño de Alec. – No puede ser otra cosa, debemos
saber que le han dado para crear el antídoto y…
- ¿De qué están
hablando? – Pregunto Edrian quien había llegado en ese momento, había un
portafolio bajo su brazo.
- Alec rechazo a
Magnus. – Dijo Jace poniéndolo al día.
- ¿Que? – Pregunto
sinceramente sorprendido. - ¿Qué significa eso?
- Significa que no
quiere que me le acerque, que no me tolera, que no me soporta, que no me
quiere…
- Magnus, - Le llamo
Rose. – Lo resolveremos.
Magnus paso su mano por
su cabello con cansancio y desesperación, Isabelle había entrado a la habitación
de Alec a petición suya, le pidió que verificara que todo estuviera bien, pedir
a alguien más que hiciera lo que debía y quería hacer por su cuenta era una
tortura que lo consumía de a poco.
La puerta de la
habitación se abrió, Max salió y se colocó furioso frente a Magnus.
- ¿Cómo pudiste? – Le
reclamo. - ¿Cómo pudiste hacer eso?
Magnus se le acerco
alterado. - ¿De qué hablas? ¿Alec está bien?
- No. Por supuesto que
no, no después de la forma en la que le trataste.
- ¿La forma en la que
le trate? ¿De qué hablas, hijo?
- ¿Por qué? – Le
pregunto Max con dolor - ¿Por qué quieres a mi padre muerto?
- Maxwell Lightwood. –
Dijo Magnus severo. – Sera mejor que expliques tus palabras o de lo contario
tendrás serios problemas.
Nathan se acercó a Max
mientras este inicio su explicación. – Me lo dijo todo, me dijo lo que le
dijiste. Que lo prefieres muerto antes que… - Max miro a Edrian sin poder
hablar más.
Magnus entendió muy
bien a lo que se refería, lo que no entendía era porque Alec le había dicho
algo así cuando no era verdad. – Tengo que hablar con él.
- ¡No! – Dijo Max. – No
quiere verte, no quiere hablar contigo.
- Tiene que decirme de
que está hablando, Max. Hazte a un lado.
- Magnus, Max. – Dijo
Rosemary levantando la voz. - ¿No ven lo que ocurre? No es una mentira.
- ¿Insinúas que he
dicho a Alexander todas esas cosas? – Pregunto Magnus – Esas horribles cosas.
- No es una mentira,
porque Alec lo cree. – Fue Edrian quien hablo. – Le han hecho lo mismo que a mí
cuando volví del Reino Seelie.
- Exacto. – Dijo
Rosemary - Jugaron con su mente. Quizás mientras permanecía dormido.
- Pero ahora está
despierto. – Dijo Magnus.
- Eso no importa. –
Explico Edrian. – No recuerdo mucho de esos momentos, pero recuerdo la
sensación, era horrible. – La mirada de Edrian se fijó, claramente recordando. –
Saber que no eras tú del todo, pero aun así no ser consiente de tu cuerpo o de
tu mente. Si Alec no hubiera estado ahí, si no me hubiera salvado, ahora sin
duda yo estaría muerto.
- La Reina te quería
muerto incluso al dejarte ir. Y peor aún, si te hubieras hecho daño no hubiera
sido posible llevarte a la Ciudad de Hueso después de tu muerte. La peor ofensa
a un Nefilim. – Dijo Jace con el peso de sus propias palabras en sus ojos. – La
Reina sabe de crueldad.
- Pero ya no puede
lastimar a Alec ¿Cierto? – Pregunto Edrian preocupado.
- Lo están haciendo. –
Dijo Max, ahora estaba tranquilo, lo que acababa de escuchar tenía mucho más
sentido, y miro a su padre. – Lo lastima de la única manera en la que le puede
lastimar. Manteniéndole lejos de mi padre.
Magnus siempre había
sido un hombre al que los mundanos, subterráneos o incluso Cazadores de Sombras
acudían en busca de una ayuda mágica para resolver sus problemas, siempre se
había considerado en el otro lado del rio, en donde todo era seguridad, en
donde podría mantener a su familia intacta. Ahora Magnus no era ese hombre,
ahora estaba en un problema doloroso y a la única persona a la que necesitaba
acudir no lo quería cerca. Se sentía por completo perdido.
- Hay mucho que hacer.
– Dijo Rose y toco el brazo de Magnus. – Encontraremos la manera. Lo haremos.
Magnus asintió y Rose
se alejó para entrar a la habitación de Alec, Jace le siguió, había descansado
y ahora estaba listo para seguir fortaleciendo a Alec por su vínculo parabatai.
- Lo lamento. – dijo
Max débilmente. – Nunca debí…
Magnus le sonrió a su
hijo. – Nunca podría enojarme contigo por proteger a tu padre. No te preocupes
por eso.
- Eso no importa. –
Dijo Max – No debí dudar de ti, no debí, Ayah.
Perdóname.
- No hay nada que
perdonar, Max. – Magnus coloco sus brazos en los costados de su hijo. – Te
necesita más que nunca. Debes ir con él.
- Quiero quedarme
contigo, también me necesitas.
- Estuviste conmigo
cuando más te necesite, te fuiste conmigo a Brooklyn, lo hiciste sin pensar.
- No iba a dejarte,
eres un desastre. – Ambos brujos rieron.
- Ahora te pido que no
lo dejes a él. Quédate con él y cuídalo por mi ¿Me harías ese favor?
- Te amo, papá.
Magnus abrazo a su hijo
y beso su cabello. – También te amo y te prometo que solucionare esto. Te lo
prometo.
Max entro a la
habitación de su padre. Nat le dijo que iría con Will y que estaría abajo por
si lo necesitaba, beso su frente y se alejó dejando a Magnus y Edrian en el
pasillo casi vacío del hospital.
- Necesito pedirte un
par de cosas. – Le dijo Magnus a Edrian cuando habían quedado solos. – Primero,
quisiera que hablaras con Alec, que le dijeras lo que nos has dicho a nosotros.
- Creo que eso podría
ayudarle a entender lo que sucede en su cabeza, pero aun así, quizás la magia
de Rosemary sea mucho más efectiva ¿No lo crees?
- Quizás. – Dijo
Magnus. – pero voy a intentarlo todo.
Edrian asintió. – Lo
hare ¿Querías pedirme otra cosa?
- Quiero que reúnas a
los subterráneos, tenemos que ponernos en operación lo antes posible.
Edrian no entendió las intenciones
de Magnus. – Puedo hacer eso. – Le dijo. – Pero no tiene mucho caso si Alec no
puede estar ahí. Los subterráneos o los Cazadores no podemos hacer mucho sin
sus órdenes.
- Alec no dará ninguna
orden, no importa lo que pase, aun con esto, nunca ordenara un ataque.
- Pero eso es
inevitable. – Dijo Edrian desconcertado. – La Paz Fría no puede seguir, no
después de lo que le han hecho a Alec.
- Eso tu y yo lo
sabemos, pero Alec nunca iniciara una guerra, no mientras pueda seguir
evitándolo.
- Sigo sin entender.
Sin las ordenes de Alec no podemos hacer nada.
- Quizás los Cazadores
de Sombras no. Pero los subterráneos podemos.
Ahora las cosas estaban
más claras. Magnus iniciaría no una guerra para terminar con los problemas de
las hadas, no era eso, ya que las políticas de La Clave tenían que estar
presentes. Magnus quería iniciar una guerra por Alec, por lo que le habían
hecho. Sin embargo, Edrian siguió sin encontrarle sentido alguno.
- ¿Qué es lo que
quieres brujo?
- La Reina. – Dijo
Magnus fríamente y proyectando peligro. – La quiero muerta.
Eso Edrian lo entendió
sin ningún problema. – Todos queremos eso, pero…
- Necesito que decidas
¿Harás lo que te he pedido?
Edrian suspiro. – Lo
hare, puedo hacerlo, pero… Espera un poco, - Pidió Edrian. – Es decir. Puedo
crearte una reunión con los subterráneos que ahora están en Alicante, pero dale
tiempo a Alec para que se recupere, El Consejo está esperando por él, solo
necesitan su orden para que vayamos a la batalla.
- Eso no va a ocurrir.
- Eso no lo sabes,
todos, incluso el Consejo está dispuesto a dar su autorización para atacar el
Reino Seelie en cuanto Alec lo disponga.
- Conozco a Alexander,
Edrian. No iniciara una guerra, no lo hará.
- Espera a que nos lo
diga. – Dijo Edrian. – Si eso ocurre, entonces yo mismo iré contigo y sostendré
a Seelie para que cortes su cabeza. Solo espera un poco.
Dentro de la sabiduría
de Magnus, el brujo entendió que Edrian, quien mantenía los mismos ideales de
Alec, necesitaba eliminar todas las opciones, Magnus lo entendió, lo acepto y
le dio la oportunidad. – Lo hare. – Dijo con decisión. – Pero debes tener algo
muy claro, sin importar lo que El Cónsul decida, con o sin Cazadores de
Sombras, La Guerra iniciara.
- Estoy de acuerdo. –
Dijo Edrian decidido, hubo un momento de duda, estaba seguro de que lo que
acababa de ocurrir era un trato entre ambos, hubo silencio un poco incómodo
después.
Magnus lo noto. – No
estoy listo para estrechar tu mano.
- No iba a pedirlo. –
Dijo Edrian y se alejó.
*
* * * *
Vanessa siempre fue una
institutriz dedicada, los niños del instituto de Idris se habían convertido
poco a poco en un motor que impulsaba sus días, eran todos especiales y cada
uno estaba en su corazón, pero había una niña a la que le pertenecía su alma,
la niña que sentía suya como nunca sintió a nadie. Aurora termino de escuchar
la historia que Vanessa le contaba arropada cómodamente en su cama.
- Ahora a dormir. –
Dijo Nessie a la niña mientras cerraba el libro y besaba su frente.
- ¿Dónde está Edrian? –
Pregunto la niña antes de que Nessie se alejara.
- Esta ocupado,
preciosa, pero le diré que venga a verte.
- Las hadas lastimaron
al cónsul ¿Cierto?
Vanessa asintió.
- ¿Lo lastimaron porque
ustedes vinieron a protegernos?
- Oh, no, no cariño. Lo
que le sucedió al Cónsul no tiene que ver contigo o con ninguno de ustedes. El Cónsul
siempre ha querido que ustedes estén bien, por eso ha creado este lugar para
todos.
- ¿Siempre podremos
quedarnos aquí?
- Si eso es lo que
quieres. – Dijo Nessie sonriendo.
- Quiero estar contigo
¿Siempre estarás conmigo?
El corazón de Vanessa
se estremeció por las inocentes palabras de la niña, al darse cuenta que ambas
deseaban lo mismo. – Siempre voy a estar contigo. – Le prometió. – Siempre.
El rostro de Aurora se
ilumino con su hermosa sonrisa, se movió en la almohada y cerró los ojos.
Vanessa beso de nuevo su frente antes de salir de la habitación.
Una última mirada a la
niña pequeña sobre la enorme cama antes de cerrar la puerta. Edrian se acercó
con paso acelerado a ella.
- ¿Está todo bien? –
Pregunto Nessie al verle.
- En lo que cabe. –
Dijo Edrian. – Esperaba poder alcanzarla despierta.
- Pregunto por ti. – Sonrió
Nessie. – quizás aún este despierta.
- No, está bien, vendré
a verla temprano en la mañana.
Vanessa soltó la
perilla de la puerta. – Suerte que aquí no hay horarios de visitas. – Dijo la
Cazadora afligida comenzando a caminar por el enorme pasillo.
- ¿Estas bien? –
Pregunto Edrian al darse cuenta del estado de Nessie.
Vanessa suspiro. – Esta
es mi parte favorita ¿Sabes? Arroparla, leer una historia, besar su frente,
pero justo cuando termina yo solo tengo que irme y dejarla.
- Nessie. – Susurro
Edrian con tristeza.
- Creí que estaba ya
acostumbrada. - Dijo Vanessa con ojos brillando y voz cada vez más rota. – Pero
cada día se hace peor, cada noche es más difícil dejarla.
Edrian no dijo nada, en
el silencio del pasillo Vanessa hizo un acto de valentía y sonrió. – Le prometí
que siempre estaría con ella. Es todo lo que puedo hacer por ahora.
Nessie giro para salir
del instituto, fue detenida por los brazos de Edrian envolviéndola. El Cazador
hablo en su oído. – Pronto no tendremos que dejarla. – Edrian giro a la
Cazadora para que sus rostros estuvieran frente a frente. Él la beso.
Vanessa respondió al
beso y se aferró a sus brazos, Edrian la aparto amablemente, él sonreía
traviesamente mientras quitaba su anillo familiar de su mano y tomaba la de
Nessie para quitar el de ella.
- ¿Qué haces? –
Pregunto la Cazadora desconcertada.
- Tu hiciste una promesa,
ahora yo hago otra a las dos personas que más me importan.
- Edrian.
Edrian coloco su anillo
familiar en el dedo de Nessie, Se quitó su colgante para colocar el anillo de
Nessie en la cadena junto al medallón con la runa angelical, metal con metal
chocaron en un tintineo melodioso, coloco de nuevo el colgante sobre su cuello
ahora con las dos joyas colgando de él. – Es costumbre intercambiar anillos
familiares. – Dijo el Cazador de Sombras aun sonriendo.
- ¿Estas? ¿Tu acabas?
Edrian seguía riendo
cuando pregunto: - No me harás arrodillarme ¿cierto?
Vanessa se arrojó a sus
brazos. – Te amo. – Le susurro antes de besarlo.
- También te amo. – Le
dijo Edrian al separarse, acariciando su cabello, ese cabello que le fascinaba.
– Perdóname. – Le dijo. – Debí darme cuenta antes.
- Estas perdonado. –
Dijo Nessie resplandeciente aun en sus brazos. – pero ¿Estás seguro de esto?
- Te quiero conmigo
para siempre, quiero adoptar a Aurora y después de lo que nos ha pasado, no
quiero seguir perdiendo tiempo. No quiero seguir cometiendo los mismos errores.
- Siempre vas
directamente por lo que quieres. – Le dijo su ahora prometida.
Edrian jalo un mechón
del cabello de Nessie. – Siempre. – Le confirmo y la beso de nuevo y toda la
noche.
*
* * * *
- ¿Querías verme? –
Pregunto Nathan a Vladimir. – El hada estaba hospedándose en una cabaña a
horillas de Alicante, cerca de la residencia Herondale.
- Quería saber que pasa
por tu cabeza. – Dijo Vladimir ofreciéndole sentarse amablemente, como todos
los movimientos de la hada.
- Son demasiadas cosas.
– Dijo Nat quitando su espada de su cintura para poder sentarse. – Y no hay
tiempo para decirlas todas, me han dicho que Max está durmiendo, por eso utilice
el tiempo para venir a hablar contigo. Quiero volver pronto para no arriesgarme
a que despierte y no me encuentre.
- Nunca lo he sentido.
Nathan le dedico una
mirada de desconcierto. – ¿Nunca has sentido que cosa?
Vladimir se sentó
frente a su pupilo mientras servía un par de tazas de té. – El amor, nunca me
he enamorado, no como tú lo estas ahora.
Nathan guardo silencio.
- Las hadas podemos
amar sin duda, pero tendemos a ser egoístas cuando lo hacemos, es nuestra
naturaleza, creo que es por nuestra parte demoniaca en nuestra sangre.
- Tiendo a ser egoísta.
– Confirmo Nat con voz baja.
- No eres una hada. –
Le dijo Vladimir. – Según veo eres más un Cazador de Sombras, ellos aman de una
manera absoluta. Justo como tú lo haces.
Eso no lo hizo sentir más
tranquilo, Vladimir lo noto y a pesar de no querer iniciar la siguiente conversación,
necesitaba, como siempre intentaba, preparar a Nathan para lo que se avecinaba.
- Te he llamado para
preguntarte. – Dijo Vladimir con tristeza y cariño. - ¿Estás listo para lo que
viene?
Era una pregunta
infinitamente abierta, llena de posibles respuestas, pero Nat por desgracia
sabia a lo que su tutor se refería, eso exactamente que le estaba preguntando y
que había estado evitando pensar por su propio bien.
Pero todo cayo
demasiado rápido y pesado, una tonelada de miedos llegaron a él, no, no estaba
listo para ver a su madre morir. Nathan llevo sus manos a su rostro y lloro,
lloro por su madre y lloro por su pueblo, lloro por Alec y lloro por Max.
- Mi niño. – Dijo
Vladimir y se acercó sentándose a su lado. – Perdóname, perdóname por hacerte
sufrir de este modo.
- ¡¿Por qué lo hizo?! ¡¿Por
qué?!
- El corazón de tu
madre está perdido en la venganza, segado por el odio.
- La mataran, irán por
ella y la mataran. Y lo peor de todo esto es que no hay defensa alguna para
ella.
- No necesitas decirlo,
no tú.
- ¿No decir que
se lo merece? – Dijo Nathan enfrentando cruel y fríamente sus propias palabras.
- ¡Oh por dios! ¡no quiero! ¡no quiero ver a mi madre morir!
Vladimir acuno
el rostro de Nathan en su hombro, se quedó con él mientras lagrimas recorrían
su rostro, sin decir mucho, solo se quedó a su lado para que se desahogara. Lo
que venía para Nathan seria posiblemente lo más difícil de enfrentar para un
hijo. Quizás no podía hacer nada para evitarlo, pero si podía estar ahí para
sostenerlo, para tomar su mano y para dejar que llorara en su hombro, como lo
hacía cuando pequeño, como lo hacía ahora que más lo necesitaba.
* * * * *
Max despertó al
sentir la mano de su padre acariciando dulcemente su cabello. – Perdón. – Dijo
– He dormido mucho.
- En lo
absoluto. – Dijo Alec, su color estaba volviendo a ser el normal y sus vendajes
ahora estaban limpios, sin manchas oscurecidas por la sangre, lo que
significaba que estaban curándose. – Tus tías irán a casa. Quiero pedirte que
vayas con ellas, que duermas en una cama cómoda, para variar.
- ¿Dejarte? No.
- Max, estoy
bien, mis heridas pronto cicatrizaran, debes creerme, estoy bien y tu
enfermaras si no comienzas a cuidarte y soy tu padre y es mi deber cuidarte, así
que esto no es una pregunta.
- Si, ya estas
mejor.
Jace y Alec
rieron.
- Una noche con
una buena cena y una buena almohada nunca ha dañado a nadie. – Dijo Jace quien permanecía
de pie junto a la cama de su parabatai,
sin alejarse de ahí en lo absoluto desde el día que Alec volvió.
- Supongo que
podría leer un manga o dos.
- O comer. –
Dijo Alec.
- O dormir. –
agrego Jace.
- También. –
Dijo Max sonriendo.
- ¿No adoras sus
prioridades? – Dijo Jace mientras revolvía el cabello azul de su sobrino. –
Ahora largo.
Max salto de la
cama después de dejar que su padre y Jace besaran su frente. – Los veo
temprano. – Amenazo al salir de la habitación.
Jace se sentó en
la cama a lado de Alec. – Deja poner unas cuantas Iratzes mas. – Dijo preparando su estela y tomando la mano de su
hermano.
- Me has ayudado
mucho. Debes estar exhausto. – Jace difícilmente era cuidadoso al dibujar sus
runas, ahora tenía toda su concentración al trazar, intentando transmitir toda
la energía posible para curar a Alec. – Supongo que pedirte que…
- Shhh.
- Claro.
Alec se movió al
sentir como la estela había tocado una herida aún abierta. Jace se disculpó por
ello, pero ambos sabían que era casi inevitable, eran pocas las áreas de su
cuerpo que no tenían alguna herida, todas sus runas se habían convertido en
heridas aun dolorosas.
Jace termino de
trazar y miro a su obra y el brazo herido de su hermano. – Magnus podrá hacer
algo con las cicatrices. – Dijo de una manera muy sencilla, fue extraño ver la
reacción de Alec al escuchar el nombre de Magnus. Jace lo noto. – Sabes que
tienes que poner de tu parte ¿cierto?
- ¿Para qué?
- Para que
mejores al cien por ciento y eso implica tu relación con Magnus.
- Magnus me dejo
muy en claro que tengo derecho a elegir estar sin él.
- Pero no puedes
¿En verdad no lo entiendes? yo podría ser tu parabatai, una parte de ti, si tú mueres una parte de mi muere,
pero Magnus, Magnus es tu alma y tu corazón, créeme, nadie puede vivir sin
ellos.
* * * * *
Nathan había
pensado que volver con Max era lo que necesitaba en el momento en que dejo el
lugar donde estaba Vladimir, le tomo de sorpresa darse cuenta de que ahora no
podía verle, no podía enfrentarse a él. Camino lentamente entre el bosque para
llegar a la casa Herondale en donde no había nadie, subió a su recamara y abrió
la enorme ventana, necesitaba aire, se sentía sobrecogido por todo lo que había
en su cabeza y los sentimientos que cruelmente se arremolinaban en su pecho,
todos presionando a la vez y sin poder hacer nada para cambiarlo. El chico salió
por la ventana y se quedó sentado a un lado de ella, mirando al bosque en
dirección a las fronteras desde el tejado, era tarde, hacia frio, pero
cualquier distracción era bienvenida. Y los recuerdos vinieron a él, Blanco, su
madre, Vladimir intentando que Nathan tomara las cosas en serio cuando este
quería enseñarle algo. Su infancia nunca fue dolorosa, incluso con las
terribles historias de su padre, siempre intento verlas como anécdotas ajenas a
él, siempre intento tomar lo mejor de cada situación, y ver el rostro de su
madre al estar contándole sobre su padre era algo mágico en todos sentidos,
verla con los ojos brillando y la voz suave, pero con ilusión.
Las lágrimas se
adueñaron de Nathan nuevamente, recordar a su madre era la forma más cruel de
recordar su miedo a perderle, el miedo que se sentía más vivo que nunca. No se
dio cuenta de cómo la casa había dejado de estar vacía, Max asomo su cabeza por
la ventana y se topó con su mirada, la que aparto de inmediato para ocultar el
enrojecimiento que le provoco el llanto.
- ¿Nathan? –
Dijo Max llegando a él de inmediato ¿Qué sucede? Te estuve buscando.
Nathan
apropósito no le miro.
- ¿Quieres
decirme que te paso? ¿Por qué estas llorando?
¿Decirle que
lloraba por su madre? Nunca, no merecía hacer eso y no merecía el consuelo de Max.
Nathan se puso
de pie aun sin mirarlo. – Hay que ir adentro y… - Nathan, quien había comenzado
a caminar hacia la ventana, fue detenido por Max. El brujo le tomo del brazo.
- Te amo. – le
dijo sin ninguna razón, sin poder encontrar el rostro que Nathan mantenía
oculto y manteniendo su brazo firmemente sujeto. – Nunca te lo he dicho, pero
quiero que lo sepas.
Nathan se sentó
de nuevo en el tejado, a Max le pareció mas haberlo visto derrumbarse. Se
alarmo aún más cuando Nathan cubrió su rostro y comenzó a llorar. Max se
arrodillo frente a él. intento apartar las manos de Nathan para verle la cara,
Nathan no lo dejo.
- Por favor – Le
dijo Max. – Por favor déjame ayudarte, por favor dime que te pasa.
Nathan escucho
la voz de Max rompiéndose y se compadeció, descubrió su rostro, atrapo los
hombros de Max y lo atrajo a si presionándolo fuertemente contra él, ocultando
ahora su rostro en el cuello del brujo. – Perdóname, Max. – Le pidió. – No
debería estar haciendo esto, no debería.
- ¿De qué
hablas? – Dijo Max mientras acariciaba el cabello de Nathan para intentar
calmarlo. - ¿Nat? Dime que te pasa, por favor.
- Sé lo que
hizo, sé que sea lo que le pase, ella es responsable de ello, y ahora, ahora no
puedo hacer nada para ayudarla, no puedo salvarla.
Entonces todo
fue claro para Max, el regreso de su padre había abarcado todos sus
pensamientos, verlo tan mal herido y temer perderlo le hizo olvidar todo,
excepto él. habían sido días en los que los murmullos habían corrido por todo
Idris La Guerra empezó. No podemos
perdonar esta ofensa. La condenaran a muerte. Max estaba de acuerdo con
todo eso, quien había herido de esta manera cruel y despiadada a Alec no merecía
más que la muerte. El problema era que ese ser despreciable era la madre de
Nathan y él amaba a Nathan y Nathan, sin obtener la culpa de nada y como la
naturaleza lo dictaba, él amaba a su madre.
- Dios mío. –
Dijo Max. – Yo… yo no me había dado cuenta.
Nathan se aferró
más a Max. – Perdóname, perdón por ser tan egoísta.
Max busco su
rostro. – No lo eres, daría mi vida por cualquiera de mis padres incluso si
ellos hicieran arder el mundo.
- No digas eso,
no lo sabes.
- Lo sé, lo sé
porque los amo y puedo entender lo que sientes por tu madre, y no te culpo,
nadie podría. – Max coloco sus manos a los costados del rostro de Nathan, su
cabello cereza caía sobre su rostro dejando ver la tristeza en sus ojos. – También
lo haría por ti. Dime como te ayudo.
Nathan le miro a
los ojos. – No dejes que lo vea. – Le dijo. - No quiero ver la muerte de mi
madre.
- Lo prometo. –
Dijo Max y dejo que Nathan llorara aún más con su rostro oculto en su cuello,
ambos corazones juntos, compartiendo sus latidos y el dolor.
* * * * *
- Sé que puede
ser difícil. – Rosemary estaba sentada frente al escritorio en el estudio de
Magnus. – Pero no deberías de rendirte tan fácilmente.
- Sin rodeos,
Rose. – Dijo Magnus sin quitar la vista de su lectura. Ambos brujos tenían la tarea
de encontrar un remedio para la condición de Alec. – Di lo que quieres decir.
- Lo hago. –
Dijo Rose. – No deberías rendirte tan fácil. Debes ir a verlo aun cuando no
quiera que lo hagas.
- Lo veo todas
las noches mientras duerme.
Rosemary le miro
incrédula. - ¿Eso es una broma?
Magnus no perdió
la seriedad. - En lo absoluto, voy a verlo y trabajo sobre sus heridas todas
las noches, lo que no debería ser posible, no se supone que pudiera acercarme a
él. Las supuestas protección que le colocaron son un chiste, no me tomo más de
cinco minutos dejarlas abajo.
- Mi dios,
debemos avisar.
- Puse nuevas y
verdaderas, nada las pasara.
Rosemary rodo
sus ojos. – Aun así, ir a verle sin que se dé cuenta no es precisamente la
mejor de las tácticas para mejorar las cosas.
- Solo quiero
que este bien ¿Has encontrado algo?
La bruja
suspiro. – Lo mismo que hemos encontrado las ultimas cincuenta veces: El
hechizo es más que sustancias en su cuerpo, está ligado a un objeto o a un
alguien, por ello no podemos hacer que los antídotos funcionen.
Magnus tallo
entre sus ojos con cansancio. – No hay forma de que descubramos a que objeto esté
ligado el hechizo. No sin entrar al reino Seelie.
- Husmear en el
reino Seelie no debe ser tan difícil.
- Al menos que
puedas hacer un glamour con el suficiente poder para ocultarte y además romper
las barreras. Deja diferir en tus conclusiones.
- No podemos ir
ahí, pero podemos estar ahí.
Magnus le miro.
Rosemary sonrió.
– Soy una bruja espiritual ¿Recuerdas? ¿Quiénes pueden estar y no estar en
cualquier lugar?
- El gato Cheshire. – Dijo Magnus cansado. – Pero
es solo una historia.
- Es cierto lo
que dice Catarina. – Dijo Rose conversacional. – Eres mejor persona cuando
estas con Alec.
Magnus le miro
acusadoramente.
Rose siguió su
explicación. – Los espíritus. – Dijo. – Ellos pueden estar en cualquier lugar,
no necesitan glamour y pueden ser invisibles.
- ¿Podemos usar
un espíritu para entrar al reino Seelie?
- Los espíritus
pueden ver, oír, mas no tocar, siempre y cuando sea solo para tener ojos
dentro. Es posible.
Rosemary se puso
de pie y comenzó a mover sus manos frente a ella. Magnus la observo con
detenimiento mientras la energía blanca y dorada giraba alrededor de ellas.
Las invocaciones
llegaron a sus labios en lenguas antiguas, años de práctica llegando a su voz
fácilmente.
- Si necesitas
ayuda…
- Shhhh
Magnus sonrió. –
Claro que no necesitas ayuda.
Rosemary cerro
sus ojos, la conexión no tardo mucho tiempo, un rostro joven y bello llego en
una visión tras sus parpados cerrados, miro la tragedia de su historia, su
sufrimiento desbordando en el reino hada, en donde su amado la había llevado y
en donde ella murió dejando a su amado solo y triste, Rose entendió la historia
de inmediato, el amor de un inmortal en un mortal difícilmente terminaba de
otra manera. Lo hare. Le dijo el
espíritu en su mente y la joven floto entre las hiervas y por sobre las flores
con espinas, entro a palacio y fue entonces que Rose uso como suyos los ojos de
la mujer, miro los pasillos los guardias y en una de las habitaciones, la más
oculta de palacio, de donde provenía energía oscura, pudo ver una armadura
incompleta, colocada sobre una cama de piedra, esta brillaba con una luz negra,
el espíritu se acercó y Rose pudo ver los grabados en el material y la plata
ahora contaminada con el hechizo. Antes de que pudiera tocar la armadura, la
puerta se abrió y la conexión que mantenía con el espíritu se deshizo.
Magnus se alarmo
por el sobresalto de Rose. - ¿estás bien?
Rosemary se preocupó
por el espíritu y sin decir nada, cerro sus ojos para buscarle, después de un
segundo, ella la encontró. El acuerdo se hizo y Rose abrió los ojos. – ella está
bien, - Dijo vagamente a sí misma. – Después miro a Magnus. – Me gustaría
mostrarte algo. – Anuncio la bruja y de su dedo apareció magia dorada que viajo
hacia Magnus, el brujo la atrapo con dos de sus largos dedos y la guio hacia su
cabeza, la magia entro en su mente y Magnus pudo ver lo que Rose pudo usando
los ojos del espíritu. No le tomo mucho tiempo antes de pronunciar la siguiente
palabra.
- Merlion. –
Dijo Magnus reflexivo.
- ¿Me pones al
día? – Pidió Rose.
- El hada
Merlion fue la mano derecha de Seelie hace más de 15 años, Alec lo asesino.
Rose guardo silencio,
ni por un segundo dudo en Alec.
- Merlion nos
había engañado, nos llevó a una cena en donde nos enveneno para secuestrarnos y
llevarnos a Edom.
- Dios. – Dijo
sorprendida Rose.
- Alec, él.
Estaba destrozado y desesperado, no sabía si yo estaba vivo o muerto, hizo lo
que creyó conveniente, solo quería salvarme y ahora, ahora sigue pagando por
ello.
- Seelie no lo
ha olvidado y quiere vengarse ¿Todo esto es por un guerrero muerto?
- Todos saben la
manera en la que las hadas aman, pero nunca nadie lo que hay en el corazón de
la Reina.
- Ahora sabemos
algo. – Dijo Rosemary - Debes destruir la armadura, o a la reina. – La bruja se
encogió de hombros. – Supongo que es más sencillo decirlo que hacerlo.
Magnus asintió
sin decir nada.
- Esto no es un
juego. – Dijo Rose alterada al ver la indiferencia del brujo. - ¿Sabes lo que
significa?
- Claro que lo
sé. – Dijo Magnus. – Significa que tengo una razón más para matar a Seelie.
Los ojos de
Rosemary se entristecieron. - ¿Y lo harás?
- Lo intentare.
- Magnus…
- ¡Lo sé! – Dijo
el brujo alterado. – Pero si Nathan es la persona que parece ser, entenderá que
es la única manera.
- Es su madre,
no puedes pedirle que entienda eso.
- Así como nadie
le pidió a Max que entendiera porque torturaron y casi matan a su padre.
Rosemary no tuvo replica a ello. La bruja se
enderezo. – Sea lo que quieras hacer. – Le dijo mirando a sus ojos. – Estamos
contigo.
Magnus le sonrió,
una sonrisa que desde el regreso de Alec, no llegaba a sus ojos. – Lo sé.
- Ahora vete. – Pidió
Rose mientras el espíritu de la joven mujer aparecía frente a ellos. – Tengo un
espíritu que ayudar a cruzar. Y por cierto. – dijo apresuradamente. – Alec
saldrá pronto del hospital y…
- Lo sé. – Dijo
el brujo sencillamente y salió de la habitación dejando a la bruja y el
espíritu a solas.
* * * * *
Edrian y Magnus
se las habían ingeniado para hacer un par de reuniones con los subterráneos a
la sombra de La Clave, Magnus tenia de su lado a los clanes y manadas de Nueva
York, Lily y Maia habían tomado la decisión de atacar el reino Seelie cuando El
Cónsul lo indicara.
- Necesito
saber. – Dijo Magnus a todos en la sala. – Si contare con ustedes, incluso si
los Cazadores de Sombras quedaran fuera.
- ¿Nos pides que
ataquemos el reino hada sin autorización de La Clave? – Pregunto el líder del
clan de vampiros de Londres, un vampiro que para muchos podría parecer viejo.
Magnus sabía que era un recién creado que había escalado posiciones por su
sobresaliente inteligencia. – De todos en esta sala, cualquiera pensaría que
serias el último en pedir algo así.
- Quiero
terminar con esta Guerra y la única manera de hacerlo es iniciándola.
- Las fronteras
se han cerrado desde hace mucho tiempo, no tenemos ni una idea de a que nos
estamos enfrentando. Nos pides que vayamos a batalla sin los Nefilim, sin
nuestra mayor oportunidad de vencer.
- Yo esto
dentro. – Dijo Lily levantando la voz. – No se confundan, las hadas son un
problema muy molesto, pero esto para mi es personal, así lo hicieron desde el
momento que pusieron sus pegajosas y luminosas manos sobre Alec.
Maia dio un paso
al frente. – Yo igual.
- ¿Darían su
vida por un Nefilim? – Pregunto Leah, la líder de la rebelión Seelie.
Pronunciando las palabras con desprecio a lo que era incomprensible para ella.
- Daría mi
No-Vida por Alec Lightwood. – Dijo Lily sorprendiendo a todos los presentes,
los vampiros difícilmente tenían sentido de lealtad. – Y por su familia.
- Para ustedes
esto es personal, no pueden jugar así con una batalla que podría costarnos la
existencia.
- Todos tienen
sus motivos. – fue Edrian el que hablo. – Pero si están aquí hoy, es porque
saben que es lo correcto, no importa las razones, importan los resultados.
- El mundo de
las sombras necesita recuperar su equilibrio, necesita a las hadas para funcionar.
Todos los subterráneos lo sabemos, lo sentimos. – Dijo Magnus.
- Eso es cierto.
– Dijo El Líder del Clan de Londres. – No entiendo por qué llamarnos a estas
reuniones privadas, lejos del oído de La Clave. Después de lo que La Reina hizo
al Cónsul, la condenaran a muerte.
Hubo un sonido
creciente de murmullos en acuerdo y desacuerdo a lo último dicho, lo natural
para todos era pensar que la Clave no podía más que preparar el contraataque.
- Es simple. –
Dijo Magnus levantando la voz por encima de los murmullos, los cuales cesaron
de inmediato. – De todos los que están en esta sala, nadie conoce mejor al Cónsul
como yo lo hago, y se los estoy asegurando. Alexander Lightwood hará hasta lo
imposible para evitar la guerra.
El murmullo
exploto de nuevo y fue en aumento.
- Lo mejor por
ahora. – Dijo un lobo con acento inglés. – Es esperar la decisión del Cónsul y
el Consejo.
- Pueden hacer
eso. – Dijo Magnus. – Pero una vez que la decisión sea tomada por los Nefilim
¿Qué es lo que harán?
Las miradas viajaron
de un líder a otro en medio de la sala.
- Iremos a la
guerra. – Dijo Leah, la líder Seelie. – No tenemos otra alternativa.
La decisión del
hada se contagió rápidamente. – Te seguiremos, brujo. – Dijo el líder del clan
de Londres y los demás líderes expresaron también su apoyo. La decisión había
sido tomada y Magnus se sintió satisfecho por eso.
- Nunca he estado en
una batalla. – Murmuro Tobías a Rosemary inclinándose hacia ella.
La bruja sujeto el
brazo de su esposo. - Siempre hay una primera vez.
*
* * * *
- ¿Estas
nervioso? – Pregunto Max a su padre. Él y Alec se preparaban para la reunión
del Consejo, en donde Alec daría a conocer el proceder de la Clave, Max estaba
mirando a su padre quien estaba del otro lado de su escritorio, con su
computadora abierta. Alec miro a Max a través del cristal de sus anteojos.
- He lidiado con
el Consejo desde hace mucho tiempo. – Le dijo su padre. – Nada ha cambiado.
- Muchas cosas
han cambiado. – Dijo Max cruzando los pies frente a él.
Alec era un
padre atento, Max era una joven persona complicada que no actuaba o hablaba
solo por hacerlo. Le fue fácil descifrar a su hijo. - ¿Quieres hablar de algo?
Max asintió sin mirarle y Alec cerro su portátil y retiro los anteojos
inclinándose en su silla, prestándole a su hijo toda su atención. – Te escucho.
– Le dijo.
Este era el
primer día en el que Alec se reincorporaba a su función como Cónsul. Sus
heridas estaban casi por completo sanadas, aun cuando las cicatrices ahora
ocultas por su ropa y un guante negro que decidió usar, seguían provocando
dolor, unas veces era más fácil que otras.
Max jugaba con sus
manos nervioso. - No sabes… - Dijo y volvió a empezar. – No sabes lo difícil
que es para mí pedirte esto.
- Eso puedo verlo.
Hijo, sea lo que sea, puedes decirlo sin ningún miedo, lo sabes.
- Lo sé. Es solo que…
Alec se sentó a lado de
su hijo, puso su mano sobre la de Max, el guante negro no ayudo a Max a hacer
su petición. Se mantuvo en silencio recolectando valor.
- ¿Cómo esta Nathan? –
Pregunto sabiamente Alec.
- No está bien. – Dijo
Max sin mirar a su padre, mantenía un agarre fuerte en su mano. – Tiene mucho
miedo, se siente tan culpable.
- ¿Por qué? – Alec se miró
sinceramente angustiado por eso.
Max le miro, sus ojos
brillando en una agonía visible. – Es su madre, ella te hizo esto y…
- Nathan no tiene nada
que ver con eso.
- ¿En verdad crees eso?
- Por supuesto que lo
creo, Max. – Alec levanto la barbilla de su hijo para que le mirara. – No
tienen que temer por nada, ninguno de los dos. Perdóname, por no poder
protegerte, hijo.
Max se alteró por eso.
- ¿De que estas hablando? ¿Protegerme? No has hecho más que protegerme, a todos
y ahora, por ello…
- Terminare con esto,
hare todo lo que pueda…
- Papá, Sé que… sé que
lo que voy a pedirte no es justo, se siente tan mal, pero, por Nat. Por él.
Perdona la vida de la Reina.
- Max.
- Es su madre, la ama,
a pesar de todo ¿Lo entiendes?
- Lo entiendo. Y no
tiene por qué preocuparse.
- Sé que la guerra es
inevitable, pero…
- Las guerras siempre
pueden evitarse. – Dijo Alec con voz profunda.
- ¿Que?
- Siempre he intentado
evitar una guerra y no he cambiado de opinión.
- Pero… - Alguien llamo
a la puerta y Edrian entro.
- El Consejo
está listo, señor. Le están esperando. – Dijo el Cazador.
Alec y Max se
pusieron de pie, Alec puso su mano sobre el hombro de Max. – Di a Nathan que no
tiene nada de qué preocuparse.
*
* * * *
- TOMEN ACIENTO. –
Retumbo una voz desde el centro del salón. – LA ASAMBLEA ENTRA EN SESION.
Los murmullos bajaron
poco a poco y todas las localidades se llenaron, había cazadores de sombras llegados
de distintas partes del mundo, al parecer la noticia del ataque al Cónsul había
transcendido entre los distintos niveles del submundo y diferentes institutos.
- El propósito de esta
reunión. – Inicio poniéndose en pie el más anciano del Consejo Nefilim. – Es
para que…
- Antes de que continúe,
señor. – Dijo Alec poniéndose en pie, su serenidad mortal capto de inmediato la
atención de todos en el salón, todas las miradas sobre él. evaluando su estado,
quizás alguno buscando las secuelas, el daño causado por su reciente encuentro
con las hadas. Magnus como miembro del consejo de subterráneos, se encontraba
en su lugar, frente al cónsul y al lado de Maia y Lily. – Necesito aclarar un
punto importante. – Alec miro a todos en la audiencia. Caras conocidas y
desconocidas, el peso de sus miradas sobre su rostro. – He recibido mensajes de
fuego de todos los institutos, en ellos recibo, además de palabras de camarería
y consuelo, que todos esperan prontas ordenes de estrategias para colocar
ejércitos en las fronteras del reino Seelie. Preguntan por el ataque a las
hadas.
Hubo murmullos, era lo
evidente, todos esperaban órdenes para atacar.
- El punto que quiero
aclarar, - Dijo Alec. – Es que no habrá ningún ataque al reino hada, no
enfrentaremos a las hadas en armas y no habrá una guerra.
El escandalo se disparó,
Cazadores en su mayoría se pusieron de pie en protesta. Magnus miraba la mesa
serenamente mientras que Lily y Maia le observaban, a pesar de que Magnus les
había anticipado esto precisamente, en el fondo ambas no podían creer en ello,
no después de lo vivido por Alec.
- Esto no tiene ningún
sentido. – Dijo el anciano. – Atacaron premeditadamente a los Cazadores de
Sombras y…
- Atacarlos es lo que
esperan, atacarlos solo generara más bajas innecesarias.
- ¿Innecesarias? –
Pregunto en un aire de incredulidad un miembro del consejo que había
permanecido en silencio y tranquilo. – señor ¿Ha visto usted sus cicatrices? –
Alec se tensó, Magnus levanto la vista cuidando la reacción de Alec,
preocupándose de manera dolorosa. – Eso era innecesario. Le torturaron, le…
- Sé lo que hicieron. –
Dijo Alec interrumpiéndole con arrogancia. – estuve ahí.
El miembro del consejo
tomo su lugar de nuevo.
- El único delito a
perseguir aquí. – Dijo Alec levantando la voz. – Es el ataque al instituto de
Idris. Se ha armado un equipo de investigación y ejecución comandado por Edrian
Whitelaw. Este equipo, y solo este equipo podrá ir en consentimiento, cuando
este se logre, al reino Seelie, buscaran a los culpables, se les enjuiciara y
castigara como la Ley lo dicta.
- Ese no es castigo
suficiente. – dijo el anciano concejal.
- No estamos en busca
de castigos, queremos paz, queremos salvar al reino hada y la guerra no es la
solución. Lo que me ha ocurrido no será motivo suficiente para romper la paz
fría, hacerlo personal y convertirnos en verdugos. Eso no ocurrirá mientras
pueda evitarlo. Todos los miembros y líderes deberán volver a sus institutos,
fortalezcan las protecciones, estén atentos como hasta ahora, como deben serlo.
- Le insisto. – Dijo el
anciano con precisamente eso, una insistencia rígida y dura. – Sus cicatrices
son el ejemplo perfecto, para…
- Somos Cazadores de
Sombras. – Le dijo Alec severo. – Aprendemos a vivir con cicatrices. – Alec
camino hacia su lugar, tomo su martillo y lo golpeó fuertemente contra la
pesada madera de su silla. – La sesión a terminado, no hay nada más que decir.
El Cónsul camino a
grandes pasos hacia la salida mientras todos a su alrededor se ponían en pie,
su capa escarlata creando una ilusión de cometa a su paso. Jace y su familia
caminaron detrás de él para unírsele a la salida. Isabelle le dedico una mirada
rápida a Magnus, una súplica de ayuda por su hermano. Magnus le pidió que fuera
con él, todo en un gesto, eran familia desde hace mucho tiempo y habían amado y
se habían preocupado por la misma persona desde hace mucho tiempo también.
Los murmullos y
replicas se esparcieron por la enorme sala, el eco del disgusto, incredulidad y
enojo fue fácil de detectar.
- ¿Nada más que decir?
– Dijo Lily murmurando e inclinándose hacia Maia. – Nada quiere escuchar,
quiere decir. – Le dijo y miro a Magnus poniéndose en pie. – Parece que tenías
razón. Nunca dude de ti. – Lily le sonrió recibiendo como respuesta una mirada
triste. – No bromas. Anotado. – Dijo la vampiro encogiéndose de hombros.
Magnus camino hacia
Edrian, la sala estaba empezando a vaciarse. El Cazador de Sombras miraba su
colgante y mantenía entre sus dedos un anillo que de ahí colgaba. Edrian
levanto la mirada justo cuando el brujo paso a su lado. – Que estén listos. –
Le dijo en voz baja antes de desaparecer entre la multitud.
*
* * * *
Edrian y Alec habían
permanecido en silencio mientras trabajaban en el despacho, los últimos rayos
del sol se colaban por los vidrios de colores, las torres demonio brillaban en
las afueras siempre imponentes.
Alec tallo su cuello
cansado.
- ¿Esto es por Nathan?
– Pregunto sin ningún sentido Edrian, parecía que había esperado el momento
para hacerlo y parecía que intentaba darle una explicación a la decisión de
Alec. – Porque si es por él, creo que lo entendería.
Alec se reclino sobre
su silla. – Piensa en tu madre, - Le dijo sin rodeos. – Piensa en ella como
alguien que podría hacer algo mal, cualquier cosa.
- Lo que te hizo no es
cualquier cosa.
- Ahora. – Dijo Alec
sin apartar la mirada. – Piensa en un castigo para ella.
Edrian bajo la mirada
con pena, aun cuando su madre fuera la peor persona del mundo, nunca podría
siquiera en pensar castigarle. Entendió el punto de Alec.
Alec se dio cuenta. –
No digas que lo entenderá, quizás pueda, quizás lo haga, pero no voy a
pedírselo. Y no. No es por Nathan.
- ¿Me ayudas a entenderlo,
entonces?
- No lo hare personal,
el reino hada no tiene por qué pagar por un desquite de su reina. Es simple.
- yo no creo que…
- Vuelve al trabajo,
Edrian. Hay mucho por hacer.
- Sí, señor. – Dijo
débilmente volviendo a los documentos frente a él.
Pero no podía rendirse,
y no lo hizo. - Una vez. – Dijo insistiendo. - Me dijiste que, si hubieras
hablado a Magnus, si le hubieras dicho lo que pasaba y lo que te ocurría, nada
malo hubiera pasado.
Alec le miro molesto. –
Recuerdo algunos fragmentos vacíos en mi memoria. – Dijo Edrian. – Algunas
imágenes borrosas, difíciles de recordar. – Alec le miraba, claramente sin
entender aun su punto de la conversación. – Pero lo que no olvido, es el
sentimiento. Edrian alejo su mirada, miro más allá de Alec, sin ver nada en
particular, mirando en sus propios recuerdos confusos. – Recuerdo muy bien la
necesidad de hacerme daño, de hacerme pagar yo mismo por lo que había hecho,
incluso ahora, cuando intento recordar, lo único que regresa es el sentimiento,
se siente tan real.
La mirada de Alec se
hablando.
- Sé por lo que estás
pasando. – Dijo Edrian, - Pero pude salir, lo hice gracias a ti, por que
estabas en el lugar indicado e hiciste lo correcto para salvarme.
Alec bajo la mirada.
- A lo que voy es… Una
vez me dijiste que si hubieras sido sincero con Magnus, y hubieras hablado con
él desde un principio, nada de esto hubiera pasado. En ese momento esas
palabras me lastimaron. – Confeso Edrian. – Pero ahora las entiendo y creo que
debes hacerlo, creo que debes hablar con Magnus y dejar que te ayude.
Alec se quedó mirándole
fijamente.
- Lo necesitas ahora más
que nunca, la reina te quiere lejos de él, porque te quiere débil. Cualquiera
puede verlo. No dejes que se salga con la suya.
Antes de que Alec
pudiera decir cualquier cosa, llamaron a la puerta y alguien entro a la
oficina. De todas las posibilidades, esta tenía que ser la menos probable,
Magnus miro a ambos Cazadores mirándole. El silencio atravesando la habitación
de manera helada.
- ¿Interrumpo algo? –
Pregunto el brujo sin expresión.
Edrian tomo unos
documentos del escritorio. – Para nada. – Dijo y parecía estar dispuesto a
retirarse.
Magnus no podía quitar
su mirada de Alec, así como Alec no podía quitarla de Magnus. Luchar contra la
necesidad de estar cerca de Alec era lo más difícil que había hecho en su vida.
La necesidad de él le hacía hacer este tipo de cosas, le hacía ir a la oficina
del padre de su hijo para verle, porque no podía pensar en nada más, porque le necesitaba
casi tanto como respirar, quizás más.
- Solo quería
cerciorarme de que estuvieras bien. – Dijo el brujo.
Alec no dijo nada.
Lucho, lucho contra las ansias inexplicables de salir de esa habitación, de
pedirle a Edrian que le echara de ahí. Su pecho se flexiono con un sentimiento
amargo y doloroso.
- Será mejor que me
vaya. – Dijo Magnus derrotado al ver la reacción de Alec.
Entonces algo más
fuerte apareció. - ¡No! – Dijo Alec. – Por favor, quédate – sintió como su
cuerpo comenzó a temblar, luchando contra la necesidad de alejarse, de gritar a
Magnus su desprecio hacia él. Sentimientos ajenos e inexplicables, pero
firmemente anidados en su pecho. Parecía estarlo logrando. Quería lograrlo - ¿Podemos
hablar un momento?
Magnus asintió
lentamente con el asombro en su rostro, Edrian salió de la oficina sin decir
nada, se escuchó a través de la puerta el sonido del cerrojo siendo colocado.
Magnus sonrió un poco,
con sus manos en los bolsillos se miraba temeroso incluso de moverse. – El
mayordomo sigue siendo eficiente.
Alec a estas alturas
era un experto en leer a Magnus. - ¿Desde cuándo te agrada?
- Oh, no. – dijo el
brujo sin equivocación. – De eso nada ¿De qué querías hablar?
- No estoy seguro. –
Confeso Alec quien permanecía de pie frente a su escritorio. – Solo, creo que
debemos hablar.
- No te ves con ganas
de hablar conmigo.
- Lo estoy intentando.
- Podrías empezar
diciendo porque no quieres estar cerca de mí.
Alec bajo la cabeza
para buscar su respuesta. – No lo recuerdo. – Dijo.
- ¿No recuerdas por
qué?
- No recuerdo cuando o
como me hicieron esto. – Alec toco el guante negro que ocultaba la cicatriz de
su mano con la forma de Clarividencia.
El objetivismo de
Magnus se hizo humo. – Mi amor – Murmuro dando un paso al frente.
Alec se alteró, levanto
su mano para indicarle que se detuviera. – No necesitas acercarte, por favor,
no te acerques.
Magnus no lo hizo, su
mirada volvió a ser parcial. - ¿Puedo sentarme?
- Claro que sí, no seas
absurdo.
- ¿Yo soy absurdo?
Acabas de pedirme que no me acerque a ti. Eso es lo más absurdo que alguna vez
escuche, y he vivido por más de cuatrocientos años. Y te he escuchado quejarte
del empaque del café en grano.
Alec le miro,
sorprendido, medio enojado y medio sonriendo.
- Tu lo hiciste
incomodo desde un principio. – dijo Magnus con voz de terciopelo poniéndose cómodo
en uno de los sillones de la oficina.
- ¿Esta es tu solución?
– Dijo Alec con su postura ahora increíblemente relajada. - ¿Coquetear conmigo?
Magnus se estiro sobre
el sillón, subiendo sus codos al respaldo en una posición cómoda y
despreocupada. - ¿Crees que estoy coqueteando? Es probable que sea lo que
quieres que haga y por ello piensas que estoy coqueteando.
Para sorpresa de
Magnus, Alec se acercó y se sentó a una distancia prudente de él en el sillón.
– No sé lo que quiero. – dijo triste mirando al frente.
Magnus no hizo nada
para acercarse, lo único que quería era entender lo que pasaba, hacer entender
a Alec que mantenerse lejos era la mejor estrategia de Seelie.
Alec suspiro y
finalmente miro a Magnus - ¿Si te pidiera que…?
- No lo hare. – Le dijo
el brujo adivinando sus pensamientos. – No restaurare esos recuerdos en ti. Si
algo bueno salió de lo que ocurrió en tu reclusión, fue tu amnesia. No
necesitas recordar la tortura.
- Nunca sabremos lo que
hizo si no lo recuerdo.
Magnus no pudo replicar
a eso. – Podemos… - dijo inseguro. – Puedo intentar recobrar los recuerdos en mí.
Alec le miro.
- Buscare en tu mente,
solo como un observador. No hare nada y mucho más importante, no desbloqueare
nada, los mirare por ti y…
- Podremos saber que ocurrió,
me dirás todo lo que mires.
- Eso no lo puedo
prometer, te diré lo que necesites saber.
Alec le miro con duda.
- Es lo que ofrezco. –
Dijo Magnus. – Tómalo o déjalo.
Alec lo tomo. – De
acuerdo. Hagámoslo.
- ¿Ahora tu coqueteas
conmigo?
Alec sonrió.
Magnus igual. – Esta
bien. - Dijo pasando su pulgar por las yemas de sus otros dedos acumulando la
magia azul ahí – Comencemos.
Magnus se movió para
llegar a la cabeza de Alec, Alec se tensó en un segundo, notándose el esfuerzo
que hacía para no irse corriendo del lugar.
- Cierra los ojos. – Le
dijo Magnus en una tierna sugerencia.
Alec lo hizo y
funciono. Magnus se acercó a centímetros de Alec, subió sus manos a su rostro,
pudo solo haber colocado sus dedos en sus sienes, pero habían sido semanas
desde la última vez que toco a Alec en el hospital, minutos antes de que Alec
le despreciara. Magnus coloco sus dos manos sobre las mejillas de Alec para
después subirlas hacia su sien lenta y tiernamente una caricia disimulada, pero
necesaria para el brujo.
Entonces cerro los ojos
como Alec lo hacía. No paso mucho tiempo antes de que las primeras imágenes llegaran
a él, lo primero fue la cabalgata hacia el reino hada, la conversación con la
Reina, después la batalla de Alec con las hadas, el rostro de Magnus cambiaba acorde
con las situaciones difíciles en las imágenes, Alec siendo herido y Magnus luchando
con la frustración que le provocaban las terribles imágenes, el horror de verle
luchando solo, la impotencia de no haber estado con él. Después hubo oscuridad,
cuando las imágenes volvieron, Magnus estaba en una mazmorra, Seelie y un nomo
frente a Alec y lo peor ocurrió. La tortura fue cruda, incesante y agónica.
Magnus podía escuchar los gritos de Alec en su cabeza y podía ver la sangre y
la piel desapareciendo con las runas quedando como recuerdos escarlatas. Las
conversaciones de Seelie, las instrucciones, y más gritos, Magnus lo soporto,
lo hizo por Alec y por el mismo. Miro como le dieron la posición que llamaba a
las pesadillas, las que habían despertado el desprecio en Alec por Magnus.
La tortura continua y
entonces entre la respiración cortada de Alec, el Alec de los recuerdos, hubo
una palabra que surgió de sus labios y que le hicieron al brujo no soportar más.
- Magnus. – Murmuro
Alec con la cabeza gacha y agotado por los gritos que le habían provocado. En
medio de todo el inhumano dolor, Alec solo pidió por una persona.
Fue una sacudida lo que
hizo que Alec abriera los ojos. - ¿Que? – Pregunto rápidamente. - ¿viste algo?
¿Qué fue?
Las preguntas
terminaron cuando se dio cuenta del rostro del brujo. Una máscara de dolor y
sufrimiento.
- ¿Estas bien? –
Pregunto Alec con sincera preocupación.
- Perdóname. – Dijo
Magnus sin soltar el rostro de Alec. – No debiste estar solo, no debí dejarte.
Alec negó con la
cabeza. – No es tú culpa, yo tomé la decisión, hice que te golpearan para irme,
yo… - Alec se quedó sin palabras al ver la lagrima pesada que rodo por el
rostro de Magnus.
- Mi amor. – Dijo el
brujo débilmente y se acercó a Alec, solo deteniéndose cuando encontró su boca.
Esto debía ser igual a
caminar en el desierto por días y encontrar el primer trago de agua antes de
desfallecer, necesario para sobrevivir y tan familiar como su propia piel. Alec
bebió, bebió de Magnus y de su boca sin poder detenerse, sus manos se movieron
hacia el cuerpo del brujo acercándolo más. Atrapando su espalda y acercándole
contra su pecho, Magnus con su centenaria experiencia no aparto sus manos del
rostro de Alec, no podía y no quería moverse, no quería romper el beso o darle
la oportunidad de Alec de que lo hiciera, aun cuando Alec parecía ser el más interesado
en nunca separarse de sus labios. Fue él quien profundizo el beso, incluso
cuando esto parecía ser imposible, sus labios se mezclaron, rencontrándose
después de meses, la necesidad del uno del otro reflejada en cada movimiento.
Alec se movió sobre
Magnus, apresándolo contra el respaldo del sillón, las manos de Magnus dejaron
el rostro de Alec para enredarse en su cabello, Alec movió sus manos por los
hombros de Magnus hasta encontrar el cuello de su saco y comenzó a jalar hacia
atrás para quitarlo, Magnus se incorporó un poco para darle libertad a Alec de
hacerlo.
Pero entonces y antes
de que Alec pudiera quitar el saco de Magnus, algo comenzó a ocurrir en Alec,
se tensó de nuevo y Magnus pudo sentir su cuerpo convulsionando. El brujo
intento apartarlo preocupado por Alec.
– No. No. – Pidió el
cazador, Magnus pensó que se lo pedía a él, después entendió que se lo pedía a
alguien que no estaba ahí. – Por favor, déjenme besarlo un poco más.
Después Alec se quejó,
fue un llanto inédito de dolor real. Magnus se apartó para verle. Había una
gota de sangre surgiendo de su nariz. Después Alec se llevó ambas manos a su
pecho. Magnus se levantó y se alejó del Cazador entendiendo de inmediato que
era el causante de su daño y dolor. Eso pareció haber funcionado. Alec había
recobrado la capacidad de respirar. Se miraron mutuamente en silencio.
Alejados.
- ¿Qué hicieron? – dijo
Alec mirando la sangre que había limpiado de su nariz. - ¿Qué nos hicieron?
Los músculos de Magnus
estaban tensos al ver a Alec y lo que había hecho.
Alec lo miro claro como
el agua. – Esto no es tu culpa, no sabíamos que…
- Lo sé. – Le dijo con
voz mortal. – Pero ahora lo sé y…
- No volverás acercarte
a mí, incluso si me esfuerzo, tu no…
- No mientras te siga
haciendo daño.
- Es lo mejor. –
Murmuro Alec, además del dolor, su mente se había invadido de los ya conocidos
malos recuerdos, aquellos que le hacían mantenerse lejos de Magnus.
- Escucha. – Le dijo el
brujo dando un solo paso hacia Alec quien aun permanecía en el sillón. La
situación había cambiado tan drásticamente y de manera tan apresurada, pero no
podía quedarse sin hacer nada. – Romperé el hechizo, cueste lo que me cueste,
pero debes ayudarme. – Magnus chasqueo los dedos y un cuaderno apareció tras un
rastro de magia azul. Se lo extendió a Alec y este lo tomo sin dudarlo. Lo
conocía, lo conocía muy bien, uno de sus objetos más queridos.
- Siempre me has dicho
que cada vez que lo lees es como si descubrieras algo más sobre mí, algo que no
percibiste las lecturas anteriores.
Alec asintió lentamente
dándole la razón.
- Hare mi parte, pero
si tú quieres, puedes ayudarme y convencerte a ti mismo, incluso por encima de
la magia, que me conoces, que sabes quién soy y que…
- Nadie puede quitar de
mi mente lo que hay en mi corazón. Lo sentí, Magnus. – Alec miro a Magnus con
sus ojos brillando, incluso con la distancia de la habitación de por medio, sus
miradas se conectaron. – Aún hay esperanza ¿cierto?
Esto no había tenido el
final que hubiera esperado, pero como Alec había dicho, podía sentir la fuerza
de su amor y la voluntad de Alec por regresar a la normalidad, había sentido su
necesidad hacia él, casi tan fuerte como la suya. Lo había besado y eso era lo
mejor que le había pasado en mucho tiempo. Los labios de Magnus se curvaron en
una pequeña sonrisa. – Contigo, siempre hay esperanza, Alec Lightwood.
*
* * * *
Alec se había
despertado en la enorme habitación de su residencia en Idris, con una extraña e
inexplicable sensación de que algo no andaba bien. Max había entrado temprano
para avisarle que iría a casa de los Herondale, Alec le pidió que usara un
portal, no quería a su hijo caminando solo por los bosques, entonces después de
tomar su desayuno que dejo a medias camino al Gard entre las calles empedradas
de Alicante, calles imposiblemente silenciosas y la sensación de incomodidad
aumento.
Intentaba alejar la infundada
sensación de problemas, pero la actitud de Edrian no le ayudo cuando este le
recibió en su oficina. - ¿Estás bien? – Pregunto el cónsul al ver como este
jalaba el nudo de su corbata.
Edrian titubeo y miro
al escritorio de Alec. – Te dejare un minuto. – Le dijo y camino hacia la
oficina que estaba conectada con esta.
Alec colgó su abrigo en
el perchero y sin apartar la mirada de su escritorio se acercó a él. Estiro su
mano y tomo el sobre que estaba sobre todos los documentos sobresaliendo como
una flor en el lodo. El sobre tenía un sello de cera como en la antigüedad, su
respiración se aceleró cuando se dio cuenta que habían usado un emblema
demasiado familiar para él. Una letra M
atravesada en vertical por lo que simbolizaba una vara con un sol en su
extremo. Alec sabía que la letra era por Magnus y la vara simbolizaba la magia.
Torpemente y con nerviosismo rompió el sello y comenzó a leer, incluso el solo
vislumbrar de la caligrafía le hizo a su corazón saltar en su pecho.
Y comenzó a leer.
Mi
muy amado Alexander
Te escribo esto, no porque no quiera
estar en tu presencia de nueva cuenta, te escribo porque esta fue, a mi
consideración, la mejor manera que tuve para expresar mi arrepentimiento.
Necesito antes que cualquier cosa, pedir tu perdón, y con la esperanza tangible
en mí espero conseguirlo incluso después de que mis acciones van en contra por
completo de tus órdenes. Hoy he decidido, junto a otros subterráneos,
levantarnos en armas contra Seelie y sus guerreros.
No debes pensar que no entiendo tus
razones por no haber decidido no hacerlo, lo entiendo e incluso lo acepto, pero
esta vez, mi amor, estas equivocado. Sé que piensas que lo que te hizo no es
razón para ir en contra de un pueblo, eso sería lo más razonable si esto no
fuera como ya lo es. Seelie lo hizo personal desde hace mucho tiempo, sus escrúpulos
a diferencia de los tuyos no le permiten inmutarse por nada ni por nadie. Ella
esta no solo atacándote a ti, está destruyendo a su propio pueblo en el intento
por alcanzarte, les tiene prisioneros y crea ataques como distracción para
tener el tiempo suficiente para torturarte, mate a muchos de ellos, lo hice por
salvarte y fue su culpa.
Una vez me dijiste que querías ser una
conexión entre los subterráneos y los Cazadores de Sombras, ahora te veo y veo
lo que has logrado, nos has convertido en una unidad dispuestos a luchar todos
juntos por un bien común y sintiendo que vale la pena hacerlo, me dijiste
también que deseabas que nunca nadie tuviera que pelear solo y es así. No
tienes que hacerlo, esta no es solo tu guerra, todas las personas que te
importan, incluso personas que no conoces están detrás de ti esperando poder
seguirte. Por qué fuiste el único que nunca los dejo. Eres una luz en el mundo
de las sombras y queremos que eso nunca cambie, vales cualquier sacrificio para
mí porque te amo y vales cualquier sacrificio para cualquiera por lo que has
hecho y puedes hacer.
Pase lo que pase hoy, necesitas saber
que nunca esto será tu culpa, actuamos con la libertad que nos has obsequiado,
una libertad que en siglos nunca soñamos vivir, así que, a pesar de no ser
responsable, también debes saber y sentirte orgulloso de que lo hacemos en tu
nombre. Eres nuestra causa y la defenderemos a toda costa y sin lamentaciones.
Siempre
y para siempre tuyo, Magnus Bane.
Un segundo después de
que Alec leyera la última línea, la puerta de su oficina se abrió, un chico
entro precipitadamente y se acercó a él, parecía que había venido corriendo
desde un lugar lejano, había sudor en su frente y esperanza en su mirada. Alec
aun aturdido le miro con los ojos hinchados y brillando, en su mano mantenía un
fuerte agarre en un sobre y un papel, apretados como si quisiera fundirlas en
su piel. La cercanía le permitió ver e identificar el trazo de la escritura y
la primera línea, al leer decía: Querido
Nathan.
Nathan no tardo en
hablar. - Tiene razón. – Le dijo en un tono decisivo. – Magnus tiene razón,
debemos detenerla.
Edrian apareció desde
su oficina y miro a ambos Cazadores de Sombras y ambas cartas escritas por la
misma persona. Nathan miraba expectante a Alec en un silencio mortal.
Finalmente, Alec hablo.
– La tiene. – Confirmo y miro a Edrian. – Prepara a los guerreros – Dijo sin
perder más tiempo. – Debemos ir a ayudarles y terminar con esta Guerra.
Continuara…
@MayGraciel♥
Sobrio, lúgubre y palpitante... Extrañé a la tía Clary y los primos.
ResponderBorrarTe quiero.
Pita =3
estuvo increíble lo he esperado por mucho tiempo y solo me dejo con ganas de mas.
ResponderBorrargracias por el cap y espero puedas seguir trayendonos cosas tan maravillosas
wowwwwwwww volo mi mente tanto dolor ... y tanta esperanza a la ves.. no se como hicistes hasta me cayo bien edrian(okok es por que esta con nessie.. lo se) no puedo esperar para la guerra!!!!!!! y mas aun para q se levante el hechizo de alec !!
ResponderBorrarnos leemos en twiter ! @mdqvane , valio la pena la espera!!!!!!!!!!! por un final feliz chin chin
¡¡Nos leemos!!
BorrarMuchas gracias ❤
Ja ja ja aún no se caen bien pero tampoco se puede reclamar mucho, trabajan juntos y eso es lo que importa, quien diría que Magnus lograría hacer cambiar de opinión a Alec, más bien no le dejó opciones pues sabe que Alec a parte de apoyarlo a él apoya al mundo de las sombras porque sabe que a pesar que en parte son demonios, son sus iguales.
ResponderBorrarYa nee~
MUERTE A LA REINA SEELIE!!! Mis bebés sufren por su culpa y eso no tiene perdón. Nathan es tan hermoso�� y me alegra que entienda que es necesario, pero aún asi duele. Necesito ver a la Reina Seelie muerta����
ResponderBorrarMALDITA SEELIE MI MOMENTO MALEC-HOT LO ARRUINASTE!!! SI MAGNUS NO LA MATA DE UNA FORMA MUY DOLORASA Y LENTA.. te buscaré y te enseñaré mucho Clalec hasta que escribas una muerte digna.
ResponderBorrarOk, bueno ya respire... Empezaré:
Quiero que sepas que leí esto desde hace horas.. Pero me dejo con demasiados sentimientos. Necesitaba analizar, meditar y respirar mil veces!
Esté capítulo fue... ¡¡Ufff!! Se nota que ya esta cerca el final, no se si sentirme triste por eso o feliz porque ya terminará toda mi angustia y estrés y enojo y dolor... En fin.
Alec bebé, te odie 3 cuartas partes del capítulo! En verdad aveces eres muy muy tonto y estresante! Necesitas que la gente que amas este en peligro para actuar ¡Dios! No puedo contigo aveces.
Máx mi chiquito eres tan lindo! Te amo muchísimo!! (MAY YO SE QUE MAX QUIERE SER HERMANO MAYOR EN ESTA HISTORIA Y TODOS LO APOYAMOS!! POR FAVOOR)
Nath... No tengo palabras para él!! Me parte el corazón :'( ojalá entienda lo perra que es su madre y lo que merece y que Máx y su familia le den mucho amor! Y lo ayuden :3 Los amo tanto juntos!
Edrian! .. Dios lo amo! Es increíble (LEJOS DE ALEC PUEDES VER LO LINDO QUE ES) Y Nessie, esa parte del capítulo la ame con todo mi ser! Alec y Magnus también pueden adoptar a Raphe.. Yo se que TU Y ELLOS Y TODOS LO QUEREMOS.
Magnus.. Mi amor <|3 MAY NO SIENTES REMORDIMIENTO POR TODO LO QUE LE HAS HECHO EN ESTE FIC? A EL Y A TODOS NOSOTROS?? Me dueles May me dueles! :'( EL Y NOSOTROS MERECEMOS UN FINAL MUY MUY FELIZ DE GUERRA FRÍA. Quizá:
UNA BODA CON RUNA DE VERDAD PARA EL Y ALEC Y UN MATRIMONIO MUY FUERTE Y REAL ANTE TODOS Y SUS VIDAS UNIDAS PARA SIEMPRE Y LA ADOPCIÓN DE UN PEQUEÑO CAZADOR DE SOMBRAS!
POR FAVOR MAY, POR FAVOR!
Y por último: ya ves por qué gente sin imaginación quiere robar tus historias .. Porque son grandiosas, la capacidad que tienes para darle vida propia a nuevos y a viejos personajes, la capacidad de hacernos odiarlos o amarlos, de amarte y odiarte a ti... Espero que lo que paso no te desanime nunca y que al contrario, te haga creer más en ti y en lo gran escritora que eres! recuerda que no esta sola! Yo siempre te apoyaré :)
Y ya se que aveces las cosas no son como quisieras y hay cosas que te dificultan el actualizar pero no prentendas que no te pida.. QUE ACTUALICES PRONTO!!!
Ame el capítulo, la espera valió la pena! Y lo mejor fueron las partes de interacción entre Mags y Edrian.. Aunque sigo queriendo su "buena charla" jajajaja las esperanzas nunca mueren
¡Te quiero!
No bromeaba con lo de "un largo comentario" muchas gracias ❤
BorrarY no debes preocuparte adoro escribir y aunque pasen ese tipo de cosas no dejaré que me alejen de lo que adoro tanto. Muchas gracias por el apoyo ❤
Muy bueno, no tienes una vaga idea de cuanto agradezco por tus fics, con drama pero siemre con esperanza y resoluciones de felicidad,odio como hay histörias donde solo hacen sufrir a los protas y al final solo les dejan una vida rota o a medias, el mundo real ya es bastante pesado como para leer cosas que solo te agan sufrir :(, pero con tus historias me regresa la sonrrisa, porfavor sigue asi y danos un final feliz :)
ResponderBorrarAl fin!!! Jesús, estaba muriendo con la espera!! Lo amé totalmente!! En general, adoro todo lo que escribes. Tu narración y el modo en que expresas las emociones y los sentimientos de los personajes y las problemáticas que los aquejan, es envidiable.
ResponderBorrarPor favor, no demores demasiado en subir el próximo capi. Lo esperaré con ansias.
Fue increible por favor no tardes mucho en actualizar
ResponderBorrarme encanto como escribes eres maravillosa sigue haciéndolo , amo a Malec dales una boda y otro hijo lo merecen, y confió que encontraras la forma de permitir que Alec pueda vivir muchos años junto a Magnus y sus hijos
ResponderBorrarNecesito actualización. Gracias por este capítulo, May :)
ResponderBorrarHermoso, gracias!
ResponderBorrarY por favoooor actualiza pronto! =D
Esperé demasiado por esta actualización, me encanta basta no puedo esperar más para el siguiente capítulo
ResponderBorrarpor favor necesito mas
ResponderBorrarMe esta gustando mucho tu historia aunque echo de menos a Rafael Ligthwood-Bane pero bueno. Me encantaria poder leer mas de los cuatro y sobre todo sabes como termina esta historia que nos tienes sobre ascuas!!.
ResponderBorrarPor favor no dejes de terminarla
QUE ALGUIEN ME DIGA DONDE ESTA EL FINAL, DIOS ESTOY IMPACTADA Y QUIERO MAS, ME ENCANTO ESTA INCREIBLE HISTORIA, NENA ESCRIBES MARAVILLOSO...
ResponderBorrarNecesito que actualices porfavor!!!!
ResponderBorrarme encanto como escribes eres maravillosa sigue haciéndolo , amo a Malec. Pero tengo el presentimiento que algo pasará con Magnus 😭
ResponderBorrarAnte todo muchísimas gracias por tomarte el tiempo de escribir, ya me lo he leído y releído, estoy desesperada por la siguiente parte!! ��
ResponderBorrarPlease la siguiente parte, Magnus invocara a asmadeus?
ResponderBorrar