Guerra Fría XIII - Contraataque

- ¡No te acerques! ¡Aléjate de mí!

Magnus dio un paso atrás casi instintivamente, aun cuando su cuerpo no quería más que estar cerca de Alec.

- ¿Alec? ¿Qué pasa? ¿Por qué me pides que me aleje?

Lagrimas comenzaron a salir de los ojos de Alec. – Aléjate de mí, no te acerques o en verdad yo…

- Volveré a dormirlo. – Dijo Rose preocupada y tomando una decisión rápida.

- ¡No! – le pidió Magnus con desesperación. – No lo hagas, por favor.

- Magnus, está muy alterado, se hará daño a sí mismo.

- No si se calma. – Dijo el brujo y miro a Alec. – Me iré. – Anuncio. – Me iré, pero debes calmarte. – Magnus tenía un semblante de hierro y camino lentamente hacia atrás, sin poder quitar sus ojos de Alec quien lo miraba como si mirara a alguien en verdad detestable. – Solo cálmate.

Toda su familia permaneció en silencio y con ojos desorbitados, la escena recién ocurrida era imposible para todos, muy difícil de creer, antes de salir, Magnus miro a Jace, un asentimiento en acuerdo para dejar en sus manos el bienestar de Alec, de este Alec que había despertado siendo otro y odiando a Magnus.

Fue hasta que se cerró la puerta detrás de Magnus que Alec sucumbió aún más al dolor.

- ¡Por el Ángel! – Dijo Isabelle acercándose. – Debes recostarte, estas muy mal herido.

Herido. Pensó Alec, él no estaba herido hace unos minutos en Brooklyn. Entonces ¿él realmente había estado en Brooklyn?

Alec llevo ambas manos a su cabeza - ¿Qué ocurrió? – Pregunto a nadie en particular. - ¿Qué ocurrió?

Jace se acercó y tomo una de las manos de su parabatai. - ¿No lo recuerdas? ¿No recuerdas nada?

Alec presiono la mano de Jace y la observo con detenimiento, intentando descubrir si era real. Jace y todos en el lugar se dieron cuenta de ello. – Alec. – Le llamo y con su mano, delicadamente levanto el rostro de Alec. – Háblame. Dime que estas bien.

Alec negó con la cabeza. – No… - Se interrumpió a sí mismo, las lágrimas surgieron de nuevo. – No sé qué ocurre. Yo no. – Soltó a Jace para ocultar su rostro entre sus manos. – Estoy tan perdido.

Rose no perdió tiempo e hizo brillar sus manos para buscar el problema en Alec, Jace e Isabelle se acercaron aún más a su hermano, ambos arrojaron sus brazos a su alrededor, confortándole y susurrándole que todo estaría bien, que estaba de vuelta y que no dejarían que nada le lastimara de nuevo.

Entonces Alec se preguntó si acaso aquello era real, si estos eran sus hermanos, y si lo eran, entonces Magnus también y Magnus le dijo que lo prefería muerto, entonces, prefería estarlo.

* * * * *

- ¿Papá? – Pregunto Max al ver a su padre en el pasillo, el brujo estaba con su frente pegada a la fría pared, como si esta fuera la que lo mantenía en pie. - ¡Por el ángel! – Exclamo Max con terror. El brujo de piel azul había llegado ahí de la mano de Nathan y aun cuando corrió al lado de su padre no lo soltó, no podía, no ahora. - ¿Papá está bien? Él está…

Magnus se apresuró a contestar. – Esta bien, hijo. Tranquilo, tu padre está bien.

- ¿Qué ocurrió? ¿Por qué estás aquí? ¿Qué…

- Max. – Dijo Magnus. – Tu padre ha despertado, debes ir con él, te necesita.

Los ojos de Max brillaron por la buena noticia. Sin esperar más y sin soltar la mano de Nathan entro a la habitación. Magnus se quedó fuera, dejo que la puerta se cerrara frente a él, ver la reunión de sus dos seres más amados era algo que ansiaba ver desde hace mucho, pero por el bien de todos, por el bien de Alec, le dejaría pasar, perdería ese momento, esperanzado en que sería en ultimo que perdería, la esperanza de no perder a Alec era lo único que le impidió no derrumbarse en ese momento.

* * * * *

Alec había sido paciente, había escuchado a cada persona dentro de la habitación, todos ayudándole a encajar las piezas que hacían falta en su mente. Como Edrian había ido a salvarle, como Magnus había hecho lo imposible por romper las fronteras y como había sido tomado por las hadas con engaños, entonces una alarma se encendió en Alec, un recuerdo que llego a él en un centello resplandeciente. - ¿Y Max? – Pregunto de inmediato intentando alejar el ultimo recuerdo de su hijo en Brooklyn. - ¿En dónde están? ¿En dónde están los niños?

- Ellos están muy bien, - Le dijo Rosemary. – Ellos nunca estuvieron en posesión de las hadas.

- Desobedecieron. – Dijo Isabelle sin poder perdonar del todo la imprudencia. – Pero fue por su propia cuenta.

En ese momento la puerta se abrió. Max y Nathan entraron, Max sujetaba la mano de Nathan con fuerza, incluso al ver a su padre despierto, pareció tomar fuerza para soltarlo. Alec le miro y entendió que ese era su hijo, su verdadero hijo, enamorado y necesitando a su primer amor para pasar por malos momentos.

- Max. – Murmuro Alec como si esta hubiera sido la primera vez que le miraba. Levanto sus manos para que este se acercara.

Los ojos de Max se llenaron de lágrimas, soltó a Nathan y subió a la cama de su padre, andando por encima de él, sin importarle nada más que llegar a los brazos estirados de Alec. Todos se preocuparon por las heridas, pero negarle esto al brujo sería demasiado cruel, todos en cambio, miraron como Max hundió su rostro en el pecho de su padre y comenzaba a llorar como si de un niño se tratara. Había tanto en el llanto, culpa, desesperación y alivio. Lentamente la habitación se vacío para dejarles solos, para dejar que Alec consolara a su hijo y que su hijo le diera la paz que por ahora parecía no podría encontrar en nadie más.

Después de un tiempo en el que Alec no dejo de consolar a Max, recordándole aquel primer día en el que Max llego a ellos, en donde el bebé no dejaba de llorar y lo único que podía hacer era mantenerse a su lado, susurrándole, intentando transmitirle un poco de paz y calma. Max logro calmarse, seco sus lágrimas y comenzó a explicar a su padre lo que había sucedido. De cómo había ido al reino hada para traer de vuelta a Nat y Will y como al volver se dieron cuenta de que las hadas le habían llevado.

- Después del ataque. – Dijo Max. – Vladimir apareció ante nosotros. Nos dijo sobre la deuda que mantenía con Edrian y le ofreció ir a salvarte, Edrian no lo dudo, fue por ti de inmediato. Te trajo de vuelta.

Alec miro la alegría en los ojos de su hijo. Hubo momentos de memorias, pequeños fragmentos fugaces que llegaban a él, uno en donde Edrian le pedía que aguantara, que saldrían de ahí, otro en donde ambos cabalgaban velozmente hacia las fronteras. Entonces eso era verdad, por lo menos eso lo era.

- ¿Por qué no está papá aquí? – Preguntó Max. - ¿Quieres que lo llame?

- No. – Dijo Alec rápidamente sorprendiendo a Max. – No hijo, por favor, no hagas eso.

- ¿Por qué no? ¿Acaso no quieres verlo?

Alec sabía muy bien la respuesta a eso, pero romper el corazón de su hijo, ahora que estaba tan frágil no estaba dentro de una posibilidad. – Max. – Comenzó Alec. – Hay algo que ocurre con tu padre, yo… yo sinceramente no sé cómo explicarlo, solo no puedo estar cerca de él, no ahora.

- ¿No puedes estar cerca de él? ¿A qué te refieres?

Alec hizo un movimiento con su mano a lado de su cabeza, como si girara algo. – Necesito moderar algunas cosas aquí dentro, pero no quiero que te preocupes ¿De acuerdo? Lo solucionaremos.

- Ya lo creo que sí. – Dijo Max. – Pero para eso necesitamos a papá, somos un equipo ¿Recuerdas?

Alec asintió lentamente, no seguiría explicando nada a su hijo, no ahora que parecía no querer escuchar malas noticias. – Un equipo. – Repitió Alec sin emoción.

Para Max no era difícil leer a su padre y saber que algo malo pasaba. - Tienes que decirme que ocurre. – Pidió el niño. - ¿Te han hecho algo las hadas además de esto? – Max toco delicadamente uno de los vendajes de Alec.

Alec pudo ver en los ojos azules de su hijo un tono más oscuro que los suyos, que no había forma de mantenerlo alejado. No era más un niño y como tal, quería y tenía el derecho de luchar por el bien de su familia. Alec no podía negarle eso. – Creo que sí. – Confeso Alec. – Creo que hicieron algo en mi mente.

- ¿Cómo te ayudo?

Alec tomo con mayor fuerza la mano de su hijo, una punzada de dolor le atravesó por su herida en la mano, Max lo noto y de inmediato uso su magia para hacer que este pasara.

- Dime. – Le pidió Alec. - ¿Qué opinas del amor?

Max quito su atención de la herida para ponerla en el rostro de su padre. - ¿Papá te dijo?

Alec permaneció en silencio.

- Yo… yo tenía miedo. No era mi intención enamorarme, incluso después de que ocurrió no quería aceptarlo. Aun no lo hago del todo, creo.

Alec se miró confundido.

Max continuo su explicación. – No era el plan, no quería enamorarme, no en mucho, mucho tiempo.

- Max, eso no es algo que se pueda controlar.

- Ahora lo sé. Ahora que… estoy tan, pero tan enamorado de un montón de problemas en un cuerpo pequeño.

Alec rio. – Descripción de tu padre para los Fairchilds.

Max asintió. – Sé lo que debes pensar; Que sé yo del amor, si solo tengo catorce.

- El amor no revisa edades. Yo tenía dieciocho cuando… cuando encontré a tu padre.

- Lo extrañas ¿Cierto?

Una lagrima pesada rodo por la mejilla de Alec. – Más de lo que puedo soportar.

- Si es así, entonces…

- No lo entiendes, no puedo, no puedo verlo ni tenerlo cerca sin que llegue este sentimiento de odio y traición, no puedo confiar en él, no después de lo que dijo.

- ¿Qué dijo?

Alec le conto todo a su hijo, cada detalle de su encuentro con Magnus, el problema fue que Alec lo creía real, y Max lo creyó igual. Alec le contaba sobre lo que ahora estaba creyendo no eran sueños, Max al escuchar cada detalle erro al pensar que eran fragmentos de conversaciones reales, una de todas las ultimas peleas y encuentros.

- No. – Dijo Max. – Eso no es verdad. No puede serlo.

Alec llevo una mano a su frente, el dolor parecía volver por momentos, sin embargo ahora parecía algo más. - ¿Que? ¿Por qué? – Se preguntó el Cazador haciendo que Max se preocupara. – No puedo creer que te haya contado esto – Alec tallo su rostro. - ¿Qué demonios pasa conmigo?

Max tomo la mano de su padre. – No hay nada malo contigo. Está bien, puedes decirme lo que quieras.

Pero Alec sabia en su interior que no había sido correcto, siempre protegía a su hijo de este tipo de asuntos. No podía entender que fue lo que le hizo romper su propia regla y decirle algo que podría afectar la imagen de Magnus en Max.

- No, no está bien, Max. Escucha, debes… - Alec se llevó ambas manos a su cabeza, el dolor ahora era insoportable.

Max no pudo evitar sentir rencor por Magnus, tenía sus manos apretadas y su semblante era de hierro. – Esta bien. – Dijo Max intentando confortar a su padre. – Todo estará bien.

Antes de que Alec pudiera decir cualquier otra cosa a su hijo, Isabelle entro a la habitación.

- ¿Está todo bien? – Pregunto la mujer preocupada al ver a su hermano.

Max no espero más, salto de la cama y camino hacia la salida.

- Max – Le llamo Alec, pero Max no se detuvo, el chico salió furioso en busca de su padre.

* * * * *

- Debe ser veneno. – Dijo Rosemary mientas caminaba de un lado a otro por el pasillo, intentando dar una razón al comportamiento extraño de Alec. – No puede ser otra cosa, debemos saber que le han dado para crear el antídoto y…

- ¿De qué están hablando? – Pregunto Edrian quien había llegado en ese momento, había un portafolio bajo su brazo.

- Alec rechazo a Magnus. – Dijo Jace poniéndolo al día.

- ¿Que? – Pregunto sinceramente sorprendido. - ¿Qué significa eso?

- Significa que no quiere que me le acerque, que no me tolera, que no me soporta, que no me quiere…

- Magnus, - Le llamo Rose. – Lo resolveremos.

Magnus paso su mano por su cabello con cansancio y desesperación, Isabelle había entrado a la habitación de Alec a petición suya, le pidió que verificara que todo estuviera bien, pedir a alguien más que hiciera lo que debía y quería hacer por su cuenta era una tortura que lo consumía de a poco.

La puerta de la habitación se abrió, Max salió y se colocó furioso frente a Magnus.

- ¿Cómo pudiste? – Le reclamo. - ¿Cómo pudiste hacer eso?

Magnus se le acerco alterado. - ¿De qué hablas? ¿Alec está bien?

- No. Por supuesto que no, no después de la forma en la que le trataste.

- ¿La forma en la que le trate? ¿De qué hablas, hijo?

- ¿Por qué? – Le pregunto Max con dolor - ¿Por qué quieres a mi padre muerto?

- Maxwell Lightwood. – Dijo Magnus severo. – Sera mejor que expliques tus palabras o de lo contario tendrás serios problemas.

Nathan se acercó a Max mientras este inicio su explicación. – Me lo dijo todo, me dijo lo que le dijiste. Que lo prefieres muerto antes que… - Max miro a Edrian sin poder hablar más.

Magnus entendió muy bien a lo que se refería, lo que no entendía era porque Alec le había dicho algo así cuando no era verdad. – Tengo que hablar con él.

- ¡No! – Dijo Max. – No quiere verte, no quiere hablar contigo.

- Tiene que decirme de que está hablando, Max. Hazte a un lado.

- Magnus, Max. – Dijo Rosemary levantando la voz. - ¿No ven lo que ocurre? No es una mentira.

- ¿Insinúas que he dicho a Alexander todas esas cosas? – Pregunto Magnus – Esas horribles cosas.

- No es una mentira, porque Alec lo cree. – Fue Edrian quien hablo. – Le han hecho lo mismo que a mí cuando volví del Reino Seelie.

- Exacto. – Dijo Rosemary - Jugaron con su mente. Quizás mientras permanecía dormido.

- Pero ahora está despierto. – Dijo Magnus.

- Eso no importa. – Explico Edrian. – No recuerdo mucho de esos momentos, pero recuerdo la sensación, era horrible. – La mirada de Edrian se fijó, claramente recordando. – Saber que no eras tú del todo, pero aun así no ser consiente de tu cuerpo o de tu mente. Si Alec no hubiera estado ahí, si no me hubiera salvado, ahora sin duda yo estaría muerto.

- La Reina te quería muerto incluso al dejarte ir. Y peor aún, si te hubieras hecho daño no hubiera sido posible llevarte a la Ciudad de Hueso después de tu muerte. La peor ofensa a un Nefilim. – Dijo Jace con el peso de sus propias palabras en sus ojos. – La Reina sabe de crueldad.

- Pero ya no puede lastimar a Alec ¿Cierto? – Pregunto Edrian preocupado.

- Lo están haciendo. – Dijo Max, ahora estaba tranquilo, lo que acababa de escuchar tenía mucho más sentido, y miro a su padre. – Lo lastima de la única manera en la que le puede lastimar. Manteniéndole lejos de mi padre.

Magnus siempre había sido un hombre al que los mundanos, subterráneos o incluso Cazadores de Sombras acudían en busca de una ayuda mágica para resolver sus problemas, siempre se había considerado en el otro lado del rio, en donde todo era seguridad, en donde podría mantener a su familia intacta. Ahora Magnus no era ese hombre, ahora estaba en un problema doloroso y a la única persona a la que necesitaba acudir no lo quería cerca. Se sentía por completo perdido.

- Hay mucho que hacer. – Dijo Rose y toco el brazo de Magnus. – Encontraremos la manera. Lo haremos.

Magnus asintió y Rose se alejó para entrar a la habitación de Alec, Jace le siguió, había descansado y ahora estaba listo para seguir fortaleciendo a Alec por su vínculo parabatai.

- Lo lamento. – dijo Max débilmente. – Nunca debí…

Magnus le sonrió a su hijo. – Nunca podría enojarme contigo por proteger a tu padre. No te preocupes por eso.

- Eso no importa. – Dijo Max – No debí dudar de ti, no debí, Ayah. Perdóname.

- No hay nada que perdonar, Max. – Magnus coloco sus brazos en los costados de su hijo. – Te necesita más que nunca. Debes ir con él.

- Quiero quedarme contigo, también me necesitas.

- Estuviste conmigo cuando más te necesite, te fuiste conmigo a Brooklyn, lo hiciste sin pensar.

- No iba a dejarte, eres un desastre. – Ambos brujos rieron.

- Ahora te pido que no lo dejes a él. Quédate con él y cuídalo por mi ¿Me harías ese favor?

- Te amo, papá.

Magnus abrazo a su hijo y beso su cabello. – También te amo y te prometo que solucionare esto. Te lo prometo.

Max entro a la habitación de su padre. Nat le dijo que iría con Will y que estaría abajo por si lo necesitaba, beso su frente y se alejó dejando a Magnus y Edrian en el pasillo casi vacío del hospital.

- Necesito pedirte un par de cosas. – Le dijo Magnus a Edrian cuando habían quedado solos. – Primero, quisiera que hablaras con Alec, que le dijeras lo que nos has dicho a nosotros.

- Creo que eso podría ayudarle a entender lo que sucede en su cabeza, pero aun así, quizás la magia de Rosemary sea mucho más efectiva ¿No lo crees?

- Quizás. – Dijo Magnus. – pero voy a intentarlo todo.

Edrian asintió. – Lo hare ¿Querías pedirme otra cosa?

- Quiero que reúnas a los subterráneos, tenemos que ponernos en operación lo antes posible.

Edrian no entendió las intenciones de Magnus. – Puedo hacer eso. – Le dijo. – Pero no tiene mucho caso si Alec no puede estar ahí. Los subterráneos o los Cazadores no podemos hacer mucho sin sus órdenes.

- Alec no dará ninguna orden, no importa lo que pase, aun con esto, nunca ordenara un ataque.

- Pero eso es inevitable. – Dijo Edrian desconcertado. – La Paz Fría no puede seguir, no después de lo que le han hecho a Alec.

- Eso tu y yo lo sabemos, pero Alec nunca iniciara una guerra, no mientras pueda seguir evitándolo.

- Sigo sin entender. Sin las ordenes de Alec no podemos hacer nada.

- Quizás los Cazadores de Sombras no. Pero los subterráneos podemos.

Ahora las cosas estaban más claras. Magnus iniciaría no una guerra para terminar con los problemas de las hadas, no era eso, ya que las políticas de La Clave tenían que estar presentes. Magnus quería iniciar una guerra por Alec, por lo que le habían hecho. Sin embargo, Edrian siguió sin encontrarle sentido alguno.

- ¿Qué es lo que quieres brujo?

- La Reina. – Dijo Magnus fríamente y proyectando peligro. – La quiero muerta.

Eso Edrian lo entendió sin ningún problema. – Todos queremos eso, pero…

- Necesito que decidas ¿Harás lo que te he pedido?

Edrian suspiro. – Lo hare, puedo hacerlo, pero… Espera un poco, - Pidió Edrian. – Es decir. Puedo crearte una reunión con los subterráneos que ahora están en Alicante, pero dale tiempo a Alec para que se recupere, El Consejo está esperando por él, solo necesitan su orden para que vayamos a la batalla.

- Eso no va a ocurrir.

- Eso no lo sabes, todos, incluso el Consejo está dispuesto a dar su autorización para atacar el Reino Seelie en cuanto Alec lo disponga.

- Conozco a Alexander, Edrian. No iniciara una guerra, no lo hará.

- Espera a que nos lo diga. – Dijo Edrian. – Si eso ocurre, entonces yo mismo iré contigo y sostendré a Seelie para que cortes su cabeza. Solo espera un poco.

Dentro de la sabiduría de Magnus, el brujo entendió que Edrian, quien mantenía los mismos ideales de Alec, necesitaba eliminar todas las opciones, Magnus lo entendió, lo acepto y le dio la oportunidad. – Lo hare. – Dijo con decisión. – Pero debes tener algo muy claro, sin importar lo que El Cónsul decida, con o sin Cazadores de Sombras, La Guerra iniciara.

- Estoy de acuerdo. – Dijo Edrian decidido, hubo un momento de duda, estaba seguro de que lo que acababa de ocurrir era un trato entre ambos, hubo silencio un poco incómodo después.

Magnus lo noto. – No estoy listo para estrechar tu mano.

- No iba a pedirlo. – Dijo Edrian y se alejó.

* * * * *

Vanessa siempre fue una institutriz dedicada, los niños del instituto de Idris se habían convertido poco a poco en un motor que impulsaba sus días, eran todos especiales y cada uno estaba en su corazón, pero había una niña a la que le pertenecía su alma, la niña que sentía suya como nunca sintió a nadie. Aurora termino de escuchar la historia que Vanessa le contaba arropada cómodamente en su cama.

- Ahora a dormir. – Dijo Nessie a la niña mientras cerraba el libro y besaba su frente.

- ¿Dónde está Edrian? – Pregunto la niña antes de que Nessie se alejara.

- Esta ocupado, preciosa, pero le diré que venga a verte.

- Las hadas lastimaron al cónsul ¿Cierto?

Vanessa asintió.

- ¿Lo lastimaron porque ustedes vinieron a protegernos?

- Oh, no, no cariño. Lo que le sucedió al Cónsul no tiene que ver contigo o con ninguno de ustedes. El Cónsul siempre ha querido que ustedes estén bien, por eso ha creado este lugar para todos.

- ¿Siempre podremos quedarnos aquí?

- Si eso es lo que quieres. – Dijo Nessie sonriendo.

- Quiero estar contigo ¿Siempre estarás conmigo?

El corazón de Vanessa se estremeció por las inocentes palabras de la niña, al darse cuenta que ambas deseaban lo mismo. – Siempre voy a estar contigo. – Le prometió. – Siempre.

El rostro de Aurora se ilumino con su hermosa sonrisa, se movió en la almohada y cerró los ojos. Vanessa beso de nuevo su frente antes de salir de la habitación.

Una última mirada a la niña pequeña sobre la enorme cama antes de cerrar la puerta. Edrian se acercó con paso acelerado a ella.

- ¿Está todo bien? – Pregunto Nessie al verle.

- En lo que cabe. – Dijo Edrian. – Esperaba poder alcanzarla despierta.

- Pregunto por ti. – Sonrió Nessie. – quizás aún este despierta.

- No, está bien, vendré a verla temprano en la mañana.

Vanessa soltó la perilla de la puerta. – Suerte que aquí no hay horarios de visitas. – Dijo la Cazadora afligida comenzando a caminar por el enorme pasillo.

- ¿Estas bien? – Pregunto Edrian al darse cuenta del estado de Nessie.

Vanessa suspiro. – Esta es mi parte favorita ¿Sabes? Arroparla, leer una historia, besar su frente, pero justo cuando termina yo solo tengo que irme y dejarla.

- Nessie. – Susurro Edrian con tristeza.

- Creí que estaba ya acostumbrada. - Dijo Vanessa con ojos brillando y voz cada vez más rota. – Pero cada día se hace peor, cada noche es más difícil dejarla.

Edrian no dijo nada, en el silencio del pasillo Vanessa hizo un acto de valentía y sonrió. – Le prometí que siempre estaría con ella. Es todo lo que puedo hacer por ahora.

Nessie giro para salir del instituto, fue detenida por los brazos de Edrian envolviéndola. El Cazador hablo en su oído. – Pronto no tendremos que dejarla. – Edrian giro a la Cazadora para que sus rostros estuvieran frente a frente. Él la beso.

Vanessa respondió al beso y se aferró a sus brazos, Edrian la aparto amablemente, él sonreía traviesamente mientras quitaba su anillo familiar de su mano y tomaba la de Nessie para quitar el de ella.

- ¿Qué haces? – Pregunto la Cazadora desconcertada.

- Tu hiciste una promesa, ahora yo hago otra a las dos personas que más me importan.

- Edrian.

Edrian coloco su anillo familiar en el dedo de Nessie, Se quitó su colgante para colocar el anillo de Nessie en la cadena junto al medallón con la runa angelical, metal con metal chocaron en un tintineo melodioso, coloco de nuevo el colgante sobre su cuello ahora con las dos joyas colgando de él. – Es costumbre intercambiar anillos familiares. – Dijo el Cazador de Sombras aun sonriendo.

- ¿Estas? ¿Tu acabas?

Edrian seguía riendo cuando pregunto: - No me harás arrodillarme ¿cierto?

Vanessa se arrojó a sus brazos. – Te amo. – Le susurro antes de besarlo.

- También te amo. – Le dijo Edrian al separarse, acariciando su cabello, ese cabello que le fascinaba. – Perdóname. – Le dijo. – Debí darme cuenta antes.

- Estas perdonado. – Dijo Nessie resplandeciente aun en sus brazos. – pero ¿Estás seguro de esto?

- Te quiero conmigo para siempre, quiero adoptar a Aurora y después de lo que nos ha pasado, no quiero seguir perdiendo tiempo. No quiero seguir cometiendo los mismos errores.

- Siempre vas directamente por lo que quieres. – Le dijo su ahora prometida.

Edrian jalo un mechón del cabello de Nessie. – Siempre. – Le confirmo y la beso de nuevo y toda la noche.

* * * * *

- ¿Querías verme? – Pregunto Nathan a Vladimir. – El hada estaba hospedándose en una cabaña a horillas de Alicante, cerca de la residencia Herondale.

- Quería saber que pasa por tu cabeza. – Dijo Vladimir ofreciéndole sentarse amablemente, como todos los movimientos de la hada.

- Son demasiadas cosas. – Dijo Nat quitando su espada de su cintura para poder sentarse. – Y no hay tiempo para decirlas todas, me han dicho que Max está durmiendo, por eso utilice el tiempo para venir a hablar contigo. Quiero volver pronto para no arriesgarme a que despierte y no me encuentre.

- Nunca lo he sentido.

Nathan le dedico una mirada de desconcierto. – ¿Nunca has sentido que cosa?

Vladimir se sentó frente a su pupilo mientras servía un par de tazas de té. – El amor, nunca me he enamorado, no como tú lo estas ahora.

Nathan guardo silencio.

- Las hadas podemos amar sin duda, pero tendemos a ser egoístas cuando lo hacemos, es nuestra naturaleza, creo que es por nuestra parte demoniaca en nuestra sangre.

- Tiendo a ser egoísta. – Confirmo Nat con voz baja.

- No eres una hada. – Le dijo Vladimir. – Según veo eres más un Cazador de Sombras, ellos aman de una manera absoluta. Justo como tú lo haces.

Eso no lo hizo sentir más tranquilo, Vladimir lo noto y a pesar de no querer iniciar la siguiente conversación, necesitaba, como siempre intentaba, preparar a Nathan para lo que se avecinaba.

- Te he llamado para preguntarte. – Dijo Vladimir con tristeza y cariño. - ¿Estás listo para lo que viene?

Era una pregunta infinitamente abierta, llena de posibles respuestas, pero Nat por desgracia sabia a lo que su tutor se refería, eso exactamente que le estaba preguntando y que había estado evitando pensar por su propio bien.

Pero todo cayo demasiado rápido y pesado, una tonelada de miedos llegaron a él, no, no estaba listo para ver a su madre morir. Nathan llevo sus manos a su rostro y lloro, lloro por su madre y lloro por su pueblo, lloro por Alec y lloro por Max.

- Mi niño. – Dijo Vladimir y se acercó sentándose a su lado. – Perdóname, perdóname por hacerte sufrir de este modo.

- ¡¿Por qué lo hizo?! ¡¿Por qué?!

- El corazón de tu madre está perdido en la venganza, segado por el odio.

- La mataran, irán por ella y la mataran. Y lo peor de todo esto es que no hay defensa alguna para ella.

- No necesitas decirlo, no tú.

- ¿No decir que se lo merece? – Dijo Nathan enfrentando cruel y fríamente sus propias palabras. - ¡Oh por dios! ¡no quiero! ¡no quiero ver a mi madre morir!

Vladimir acuno el rostro de Nathan en su hombro, se quedó con él mientras lagrimas recorrían su rostro, sin decir mucho, solo se quedó a su lado para que se desahogara. Lo que venía para Nathan seria posiblemente lo más difícil de enfrentar para un hijo. Quizás no podía hacer nada para evitarlo, pero si podía estar ahí para sostenerlo, para tomar su mano y para dejar que llorara en su hombro, como lo hacía cuando pequeño, como lo hacía ahora que más lo necesitaba.

* * * * *

Max despertó al sentir la mano de su padre acariciando dulcemente su cabello. – Perdón. – Dijo – He dormido mucho.

- En lo absoluto. – Dijo Alec, su color estaba volviendo a ser el normal y sus vendajes ahora estaban limpios, sin manchas oscurecidas por la sangre, lo que significaba que estaban curándose. – Tus tías irán a casa. Quiero pedirte que vayas con ellas, que duermas en una cama cómoda, para variar.

- ¿Dejarte? No.

- Max, estoy bien, mis heridas pronto cicatrizaran, debes creerme, estoy bien y tu enfermaras si no comienzas a cuidarte y soy tu padre y es mi deber cuidarte, así que esto no es una pregunta.

- Si, ya estas mejor.

Jace y Alec rieron.

- Una noche con una buena cena y una buena almohada nunca ha dañado a nadie. – Dijo Jace quien permanecía de pie junto a la cama de su parabatai, sin alejarse de ahí en lo absoluto desde el día que Alec volvió.

- Supongo que podría leer un manga o dos.

- O comer. – Dijo Alec.

- O dormir. – agrego Jace.

- También. – Dijo Max sonriendo.

- ¿No adoras sus prioridades? – Dijo Jace mientras revolvía el cabello azul de su sobrino. – Ahora largo.

Max salto de la cama después de dejar que su padre y Jace besaran su frente. – Los veo temprano. – Amenazo al salir de la habitación.

Jace se sentó en la cama a lado de Alec. – Deja poner unas cuantas Iratzes mas. – Dijo preparando su estela y tomando la mano de su hermano.

- Me has ayudado mucho. Debes estar exhausto. – Jace difícilmente era cuidadoso al dibujar sus runas, ahora tenía toda su concentración al trazar, intentando transmitir toda la energía posible para curar a Alec. – Supongo que pedirte que…

- Shhh.

- Claro.

Alec se movió al sentir como la estela había tocado una herida aún abierta. Jace se disculpó por ello, pero ambos sabían que era casi inevitable, eran pocas las áreas de su cuerpo que no tenían alguna herida, todas sus runas se habían convertido en heridas aun dolorosas.

Jace termino de trazar y miro a su obra y el brazo herido de su hermano. – Magnus podrá hacer algo con las cicatrices. – Dijo de una manera muy sencilla, fue extraño ver la reacción de Alec al escuchar el nombre de Magnus. Jace lo noto. – Sabes que tienes que poner de tu parte ¿cierto?

- ¿Para qué?

- Para que mejores al cien por ciento y eso implica tu relación con Magnus.

- Magnus me dejo muy en claro que tengo derecho a elegir estar sin él.

- Pero no puedes ¿En verdad no lo entiendes? yo podría ser tu parabatai, una parte de ti, si tú mueres una parte de mi muere, pero Magnus, Magnus es tu alma y tu corazón, créeme, nadie puede vivir sin ellos.

* * * * *

Nathan había pensado que volver con Max era lo que necesitaba en el momento en que dejo el lugar donde estaba Vladimir, le tomo de sorpresa darse cuenta de que ahora no podía verle, no podía enfrentarse a él. Camino lentamente entre el bosque para llegar a la casa Herondale en donde no había nadie, subió a su recamara y abrió la enorme ventana, necesitaba aire, se sentía sobrecogido por todo lo que había en su cabeza y los sentimientos que cruelmente se arremolinaban en su pecho, todos presionando a la vez y sin poder hacer nada para cambiarlo. El chico salió por la ventana y se quedó sentado a un lado de ella, mirando al bosque en dirección a las fronteras desde el tejado, era tarde, hacia frio, pero cualquier distracción era bienvenida. Y los recuerdos vinieron a él, Blanco, su madre, Vladimir intentando que Nathan tomara las cosas en serio cuando este quería enseñarle algo. Su infancia nunca fue dolorosa, incluso con las terribles historias de su padre, siempre intento verlas como anécdotas ajenas a él, siempre intento tomar lo mejor de cada situación, y ver el rostro de su madre al estar contándole sobre su padre era algo mágico en todos sentidos, verla con los ojos brillando y la voz suave, pero con ilusión.

Las lágrimas se adueñaron de Nathan nuevamente, recordar a su madre era la forma más cruel de recordar su miedo a perderle, el miedo que se sentía más vivo que nunca. No se dio cuenta de cómo la casa había dejado de estar vacía, Max asomo su cabeza por la ventana y se topó con su mirada, la que aparto de inmediato para ocultar el enrojecimiento que le provoco el llanto.

- ¿Nathan? – Dijo Max llegando a él de inmediato ¿Qué sucede? Te estuve buscando.

Nathan apropósito no le miro.

- ¿Quieres decirme que te paso? ¿Por qué estas llorando?

¿Decirle que lloraba por su madre? Nunca, no merecía hacer eso y no merecía el consuelo de Max.

Nathan se puso de pie aun sin mirarlo. – Hay que ir adentro y… - Nathan, quien había comenzado a caminar hacia la ventana, fue detenido por Max. El brujo le tomo del brazo.

- Te amo. – le dijo sin ninguna razón, sin poder encontrar el rostro que Nathan mantenía oculto y manteniendo su brazo firmemente sujeto. – Nunca te lo he dicho, pero quiero que lo sepas.

Nathan se sentó de nuevo en el tejado, a Max le pareció mas haberlo visto derrumbarse. Se alarmo aún más cuando Nathan cubrió su rostro y comenzó a llorar. Max se arrodillo frente a él. intento apartar las manos de Nathan para verle la cara, Nathan no lo dejo.

- Por favor – Le dijo Max. – Por favor déjame ayudarte, por favor dime que te pasa.

Nathan escucho la voz de Max rompiéndose y se compadeció, descubrió su rostro, atrapo los hombros de Max y lo atrajo a si presionándolo fuertemente contra él, ocultando ahora su rostro en el cuello del brujo. – Perdóname, Max. – Le pidió. – No debería estar haciendo esto, no debería.

- ¿De qué hablas? – Dijo Max mientras acariciaba el cabello de Nathan para intentar calmarlo. - ¿Nat? Dime que te pasa, por favor.

- Sé lo que hizo, sé que sea lo que le pase, ella es responsable de ello, y ahora, ahora no puedo hacer nada para ayudarla, no puedo salvarla.

Entonces todo fue claro para Max, el regreso de su padre había abarcado todos sus pensamientos, verlo tan mal herido y temer perderlo le hizo olvidar todo, excepto él. habían sido días en los que los murmullos habían corrido por todo Idris La Guerra empezó. No podemos perdonar esta ofensa. La condenaran a muerte. Max estaba de acuerdo con todo eso, quien había herido de esta manera cruel y despiadada a Alec no merecía más que la muerte. El problema era que ese ser despreciable era la madre de Nathan y él amaba a Nathan y Nathan, sin obtener la culpa de nada y como la naturaleza lo dictaba, él amaba a su madre.

- Dios mío. – Dijo Max. – Yo… yo no me había dado cuenta.

Nathan se aferró más a Max. – Perdóname, perdón por ser tan egoísta.

Max busco su rostro. – No lo eres, daría mi vida por cualquiera de mis padres incluso si ellos hicieran arder el mundo.

- No digas eso, no lo sabes.

- Lo sé, lo sé porque los amo y puedo entender lo que sientes por tu madre, y no te culpo, nadie podría. – Max coloco sus manos a los costados del rostro de Nathan, su cabello cereza caía sobre su rostro dejando ver la tristeza en sus ojos. – También lo haría por ti. Dime como te ayudo.

Nathan le miro a los ojos. – No dejes que lo vea. – Le dijo. - No quiero ver la muerte de mi madre.

- Lo prometo. – Dijo Max y dejo que Nathan llorara aún más con su rostro oculto en su cuello, ambos corazones juntos, compartiendo sus latidos y el dolor.

* * * * *

- Sé que puede ser difícil. – Rosemary estaba sentada frente al escritorio en el estudio de Magnus. – Pero no deberías de rendirte tan fácilmente.

- Sin rodeos, Rose. – Dijo Magnus sin quitar la vista de su lectura. Ambos brujos tenían la tarea de encontrar un remedio para la condición de Alec. – Di lo que quieres decir.

- Lo hago. – Dijo Rose. – No deberías rendirte tan fácil. Debes ir a verlo aun cuando no quiera que lo hagas.

- Lo veo todas las noches mientras duerme.

Rosemary le miro incrédula. - ¿Eso es una broma?

Magnus no perdió la seriedad. - En lo absoluto, voy a verlo y trabajo sobre sus heridas todas las noches, lo que no debería ser posible, no se supone que pudiera acercarme a él. Las supuestas protección que le colocaron son un chiste, no me tomo más de cinco minutos dejarlas abajo.

- Mi dios, debemos avisar.

- Puse nuevas y verdaderas, nada las pasara.

Rosemary rodo sus ojos. – Aun así, ir a verle sin que se dé cuenta no es precisamente la mejor de las tácticas para mejorar las cosas.

- Solo quiero que este bien ¿Has encontrado algo?

La bruja suspiro. – Lo mismo que hemos encontrado las ultimas cincuenta veces: El hechizo es más que sustancias en su cuerpo, está ligado a un objeto o a un alguien, por ello no podemos hacer que los antídotos funcionen.

Magnus tallo entre sus ojos con cansancio. – No hay forma de que descubramos a que objeto esté ligado el hechizo. No sin entrar al reino Seelie.

- Husmear en el reino Seelie no debe ser tan difícil.

- Al menos que puedas hacer un glamour con el suficiente poder para ocultarte y además romper las barreras. Deja diferir en tus conclusiones.

- No podemos ir ahí, pero podemos estar ahí.

Magnus le miro.

Rosemary sonrió. – Soy una bruja espiritual ¿Recuerdas? ¿Quiénes pueden estar y no estar en cualquier lugar?

- El gato Cheshire. – Dijo Magnus cansado. – Pero es solo una historia.

- Es cierto lo que dice Catarina. – Dijo Rose conversacional. – Eres mejor persona cuando estas con Alec.

Magnus le miro acusadoramente.

Rose siguió su explicación. – Los espíritus. – Dijo. – Ellos pueden estar en cualquier lugar, no necesitan glamour y pueden ser invisibles.

- ¿Podemos usar un espíritu para entrar al reino Seelie?

- Los espíritus pueden ver, oír, mas no tocar, siempre y cuando sea solo para tener ojos dentro. Es posible.

Rosemary se puso de pie y comenzó a mover sus manos frente a ella. Magnus la observo con detenimiento mientras la energía blanca y dorada giraba alrededor de ellas.

Las invocaciones llegaron a sus labios en lenguas antiguas, años de práctica llegando a su voz fácilmente.

- Si necesitas ayuda…

- Shhhh

Magnus sonrió. – Claro que no necesitas ayuda.

Rosemary cerro sus ojos, la conexión no tardo mucho tiempo, un rostro joven y bello llego en una visión tras sus parpados cerrados, miro la tragedia de su historia, su sufrimiento desbordando en el reino hada, en donde su amado la había llevado y en donde ella murió dejando a su amado solo y triste, Rose entendió la historia de inmediato, el amor de un inmortal en un mortal difícilmente terminaba de otra manera. Lo hare. Le dijo el espíritu en su mente y la joven floto entre las hiervas y por sobre las flores con espinas, entro a palacio y fue entonces que Rose uso como suyos los ojos de la mujer, miro los pasillos los guardias y en una de las habitaciones, la más oculta de palacio, de donde provenía energía oscura, pudo ver una armadura incompleta, colocada sobre una cama de piedra, esta brillaba con una luz negra, el espíritu se acercó y Rose pudo ver los grabados en el material y la plata ahora contaminada con el hechizo. Antes de que pudiera tocar la armadura, la puerta se abrió y la conexión que mantenía con el espíritu se deshizo.

Magnus se alarmo por el sobresalto de Rose. - ¿estás bien?

Rosemary se preocupó por el espíritu y sin decir nada, cerro sus ojos para buscarle, después de un segundo, ella la encontró. El acuerdo se hizo y Rose abrió los ojos. – ella está bien, - Dijo vagamente a sí misma. – Después miro a Magnus. – Me gustaría mostrarte algo. – Anuncio la bruja y de su dedo apareció magia dorada que viajo hacia Magnus, el brujo la atrapo con dos de sus largos dedos y la guio hacia su cabeza, la magia entro en su mente y Magnus pudo ver lo que Rose pudo usando los ojos del espíritu. No le tomo mucho tiempo antes de pronunciar la siguiente palabra.

- Merlion. – Dijo Magnus reflexivo.

- ¿Me pones al día? – Pidió Rose.

- El hada Merlion fue la mano derecha de Seelie hace más de 15 años, Alec lo asesino.

Rose guardo silencio, ni por un segundo dudo en Alec.

- Merlion nos había engañado, nos llevó a una cena en donde nos enveneno para secuestrarnos y llevarnos a Edom.

- Dios. – Dijo sorprendida Rose.

- Alec, él. Estaba destrozado y desesperado, no sabía si yo estaba vivo o muerto, hizo lo que creyó conveniente, solo quería salvarme y ahora, ahora sigue pagando por ello.

- Seelie no lo ha olvidado y quiere vengarse ¿Todo esto es por un guerrero muerto?

- Todos saben la manera en la que las hadas aman, pero nunca nadie lo que hay en el corazón de la Reina.

- Ahora sabemos algo. – Dijo Rosemary - Debes destruir la armadura, o a la reina. – La bruja se encogió de hombros. – Supongo que es más sencillo decirlo que hacerlo.

Magnus asintió sin decir nada.

- Esto no es un juego. – Dijo Rose alterada al ver la indiferencia del brujo. - ¿Sabes lo que significa?

- Claro que lo sé. – Dijo Magnus. – Significa que tengo una razón más para matar a Seelie.

Los ojos de Rosemary se entristecieron. - ¿Y lo harás?

- Lo intentare.

- Magnus…

- ¡Lo sé! – Dijo el brujo alterado. – Pero si Nathan es la persona que parece ser, entenderá que es la única manera.

- Es su madre, no puedes pedirle que entienda eso.

- Así como nadie le pidió a Max que entendiera porque torturaron y casi matan a su padre.

 Rosemary no tuvo replica a ello. La bruja se enderezo. – Sea lo que quieras hacer. – Le dijo mirando a sus ojos. – Estamos contigo.

Magnus le sonrió, una sonrisa que desde el regreso de Alec, no llegaba a sus ojos. – Lo sé.

- Ahora vete. – Pidió Rose mientras el espíritu de la joven mujer aparecía frente a ellos. – Tengo un espíritu que ayudar a cruzar. Y por cierto. – dijo apresuradamente. – Alec saldrá pronto del hospital y…

- Lo sé. – Dijo el brujo sencillamente y salió de la habitación dejando a la bruja y el espíritu a solas.

* * * * *

Edrian y Magnus se las habían ingeniado para hacer un par de reuniones con los subterráneos a la sombra de La Clave, Magnus tenia de su lado a los clanes y manadas de Nueva York, Lily y Maia habían tomado la decisión de atacar el reino Seelie cuando El Cónsul lo indicara.

- Necesito saber. – Dijo Magnus a todos en la sala. – Si contare con ustedes, incluso si los Cazadores de Sombras quedaran fuera.

- ¿Nos pides que ataquemos el reino hada sin autorización de La Clave? – Pregunto el líder del clan de vampiros de Londres, un vampiro que para muchos podría parecer viejo. Magnus sabía que era un recién creado que había escalado posiciones por su sobresaliente inteligencia. – De todos en esta sala, cualquiera pensaría que serias el último en pedir algo así.

- Quiero terminar con esta Guerra y la única manera de hacerlo es iniciándola.

- Las fronteras se han cerrado desde hace mucho tiempo, no tenemos ni una idea de a que nos estamos enfrentando. Nos pides que vayamos a batalla sin los Nefilim, sin nuestra mayor oportunidad de vencer.

- Yo esto dentro. – Dijo Lily levantando la voz. – No se confundan, las hadas son un problema muy molesto, pero esto para mi es personal, así lo hicieron desde el momento que pusieron sus pegajosas y luminosas manos sobre Alec.

Maia dio un paso al frente. – Yo igual.

- ¿Darían su vida por un Nefilim? – Pregunto Leah, la líder de la rebelión Seelie. Pronunciando las palabras con desprecio a lo que era incomprensible para ella.

- Daría mi No-Vida por Alec Lightwood. – Dijo Lily sorprendiendo a todos los presentes, los vampiros difícilmente tenían sentido de lealtad. – Y por su familia.

- Para ustedes esto es personal, no pueden jugar así con una batalla que podría costarnos la existencia.

- Todos tienen sus motivos. – fue Edrian el que hablo. – Pero si están aquí hoy, es porque saben que es lo correcto, no importa las razones, importan los resultados.

- El mundo de las sombras necesita recuperar su equilibrio, necesita a las hadas para funcionar. Todos los subterráneos lo sabemos, lo sentimos. – Dijo Magnus.

- Eso es cierto. – Dijo El Líder del Clan de Londres. – No entiendo por qué llamarnos a estas reuniones privadas, lejos del oído de La Clave. Después de lo que La Reina hizo al Cónsul, la condenaran a muerte.

Hubo un sonido creciente de murmullos en acuerdo y desacuerdo a lo último dicho, lo natural para todos era pensar que la Clave no podía más que preparar el contraataque.

- Es simple. – Dijo Magnus levantando la voz por encima de los murmullos, los cuales cesaron de inmediato. – De todos los que están en esta sala, nadie conoce mejor al Cónsul como yo lo hago, y se los estoy asegurando. Alexander Lightwood hará hasta lo imposible para evitar la guerra.

El murmullo exploto de nuevo y fue en aumento.

- Lo mejor por ahora. – Dijo un lobo con acento inglés. – Es esperar la decisión del Cónsul y el Consejo.

- Pueden hacer eso. – Dijo Magnus. – Pero una vez que la decisión sea tomada por los Nefilim ¿Qué es lo que harán?

Las miradas viajaron de un líder a otro en medio de la sala.

- Iremos a la guerra. – Dijo Leah, la líder Seelie. – No tenemos otra alternativa.

La decisión del hada se contagió rápidamente. – Te seguiremos, brujo. – Dijo el líder del clan de Londres y los demás líderes expresaron también su apoyo. La decisión había sido tomada y Magnus se sintió satisfecho por eso.

- Nunca he estado en una batalla. – Murmuro Tobías a Rosemary inclinándose hacia ella.

La bruja sujeto el brazo de su esposo. - Siempre hay una primera vez.

* * * * *

- ¿Estas nervioso? – Pregunto Max a su padre. Él y Alec se preparaban para la reunión del Consejo, en donde Alec daría a conocer el proceder de la Clave, Max estaba mirando a su padre quien estaba del otro lado de su escritorio, con su computadora abierta. Alec miro a Max a través del cristal de sus anteojos.

- He lidiado con el Consejo desde hace mucho tiempo. – Le dijo su padre. – Nada ha cambiado.

- Muchas cosas han cambiado. – Dijo Max cruzando los pies frente a él.

Alec era un padre atento, Max era una joven persona complicada que no actuaba o hablaba solo por hacerlo. Le fue fácil descifrar a su hijo. - ¿Quieres hablar de algo? Max asintió sin mirarle y Alec cerro su portátil y retiro los anteojos inclinándose en su silla, prestándole a su hijo toda su atención. – Te escucho. – Le dijo.

Este era el primer día en el que Alec se reincorporaba a su función como Cónsul. Sus heridas estaban casi por completo sanadas, aun cuando las cicatrices ahora ocultas por su ropa y un guante negro que decidió usar, seguían provocando dolor, unas veces era más fácil que otras.

Max jugaba con sus manos nervioso. - No sabes… - Dijo y volvió a empezar. – No sabes lo difícil que es para mí pedirte esto.

- Eso puedo verlo. Hijo, sea lo que sea, puedes decirlo sin ningún miedo, lo sabes.

- Lo sé. Es solo que…

Alec se sentó a lado de su hijo, puso su mano sobre la de Max, el guante negro no ayudo a Max a hacer su petición. Se mantuvo en silencio recolectando valor.

- ¿Cómo esta Nathan? – Pregunto sabiamente Alec.

- No está bien. – Dijo Max sin mirar a su padre, mantenía un agarre fuerte en su mano. – Tiene mucho miedo, se siente tan culpable.

- ¿Por qué? – Alec se miró sinceramente angustiado por eso.

Max le miro, sus ojos brillando en una agonía visible. – Es su madre, ella te hizo esto y…

- Nathan no tiene nada que ver con eso.

- ¿En verdad crees eso?

- Por supuesto que lo creo, Max. – Alec levanto la barbilla de su hijo para que le mirara. – No tienen que temer por nada, ninguno de los dos. Perdóname, por no poder protegerte, hijo.

Max se alteró por eso. - ¿De que estas hablando? ¿Protegerme? No has hecho más que protegerme, a todos y ahora, por ello…

- Terminare con esto, hare todo lo que pueda…

- Papá, Sé que… sé que lo que voy a pedirte no es justo, se siente tan mal, pero, por Nat. Por él. Perdona la vida de la Reina.

- Max.

- Es su madre, la ama, a pesar de todo ¿Lo entiendes?

- Lo entiendo. Y no tiene por qué preocuparse.

- Sé que la guerra es inevitable, pero…

- Las guerras siempre pueden evitarse. – Dijo Alec con voz profunda.

- ¿Que?

- Siempre he intentado evitar una guerra y no he cambiado de opinión.

- Pero… - Alguien llamo a la puerta y Edrian entro.

- El Consejo está listo, señor. Le están esperando. – Dijo el Cazador.

Alec y Max se pusieron de pie, Alec puso su mano sobre el hombro de Max. – Di a Nathan que no tiene nada de qué preocuparse.

* * * * *

- TOMEN ACIENTO. – Retumbo una voz desde el centro del salón. – LA ASAMBLEA ENTRA EN SESION.

Los murmullos bajaron poco a poco y todas las localidades se llenaron, había cazadores de sombras llegados de distintas partes del mundo, al parecer la noticia del ataque al Cónsul había transcendido entre los distintos niveles del submundo y diferentes institutos.

- El propósito de esta reunión. – Inicio poniéndose en pie el más anciano del Consejo Nefilim. – Es para que…

- Antes de que continúe, señor. – Dijo Alec poniéndose en pie, su serenidad mortal capto de inmediato la atención de todos en el salón, todas las miradas sobre él. evaluando su estado, quizás alguno buscando las secuelas, el daño causado por su reciente encuentro con las hadas. Magnus como miembro del consejo de subterráneos, se encontraba en su lugar, frente al cónsul y al lado de Maia y Lily. – Necesito aclarar un punto importante. – Alec miro a todos en la audiencia. Caras conocidas y desconocidas, el peso de sus miradas sobre su rostro. – He recibido mensajes de fuego de todos los institutos, en ellos recibo, además de palabras de camarería y consuelo, que todos esperan prontas ordenes de estrategias para colocar ejércitos en las fronteras del reino Seelie. Preguntan por el ataque a las hadas.

Hubo murmullos, era lo evidente, todos esperaban órdenes para atacar.

- El punto que quiero aclarar, - Dijo Alec. – Es que no habrá ningún ataque al reino hada, no enfrentaremos a las hadas en armas y no habrá una guerra.

El escandalo se disparó, Cazadores en su mayoría se pusieron de pie en protesta. Magnus miraba la mesa serenamente mientras que Lily y Maia le observaban, a pesar de que Magnus les había anticipado esto precisamente, en el fondo ambas no podían creer en ello, no después de lo vivido por Alec.

- Esto no tiene ningún sentido. – Dijo el anciano. – Atacaron premeditadamente a los Cazadores de Sombras y…

- Atacarlos es lo que esperan, atacarlos solo generara más bajas innecesarias.

- ¿Innecesarias? – Pregunto en un aire de incredulidad un miembro del consejo que había permanecido en silencio y tranquilo. – señor ¿Ha visto usted sus cicatrices? – Alec se tensó, Magnus levanto la vista cuidando la reacción de Alec, preocupándose de manera dolorosa. – Eso era innecesario. Le torturaron, le…

- Sé lo que hicieron. – Dijo Alec interrumpiéndole con arrogancia. – estuve ahí.

El miembro del consejo tomo su lugar de nuevo.

- El único delito a perseguir aquí. – Dijo Alec levantando la voz. – Es el ataque al instituto de Idris. Se ha armado un equipo de investigación y ejecución comandado por Edrian Whitelaw. Este equipo, y solo este equipo podrá ir en consentimiento, cuando este se logre, al reino Seelie, buscaran a los culpables, se les enjuiciara y castigara como la Ley lo dicta.

- Ese no es castigo suficiente. – dijo el anciano concejal.

- No estamos en busca de castigos, queremos paz, queremos salvar al reino hada y la guerra no es la solución. Lo que me ha ocurrido no será motivo suficiente para romper la paz fría, hacerlo personal y convertirnos en verdugos. Eso no ocurrirá mientras pueda evitarlo. Todos los miembros y líderes deberán volver a sus institutos, fortalezcan las protecciones, estén atentos como hasta ahora, como deben serlo.

- Le insisto. – Dijo el anciano con precisamente eso, una insistencia rígida y dura. – Sus cicatrices son el ejemplo perfecto, para…

- Somos Cazadores de Sombras. – Le dijo Alec severo. – Aprendemos a vivir con cicatrices. – Alec camino hacia su lugar, tomo su martillo y lo golpeó fuertemente contra la pesada madera de su silla. – La sesión a terminado, no hay nada más que decir.

El Cónsul camino a grandes pasos hacia la salida mientras todos a su alrededor se ponían en pie, su capa escarlata creando una ilusión de cometa a su paso. Jace y su familia caminaron detrás de él para unírsele a la salida. Isabelle le dedico una mirada rápida a Magnus, una súplica de ayuda por su hermano. Magnus le pidió que fuera con él, todo en un gesto, eran familia desde hace mucho tiempo y habían amado y se habían preocupado por la misma persona desde hace mucho tiempo también.

Los murmullos y replicas se esparcieron por la enorme sala, el eco del disgusto, incredulidad y enojo fue fácil de detectar.

- ¿Nada más que decir? – Dijo Lily murmurando e inclinándose hacia Maia. – Nada quiere escuchar, quiere decir. – Le dijo y miro a Magnus poniéndose en pie. – Parece que tenías razón. Nunca dude de ti. – Lily le sonrió recibiendo como respuesta una mirada triste. – No bromas. Anotado. – Dijo la vampiro encogiéndose de hombros.

Magnus camino hacia Edrian, la sala estaba empezando a vaciarse. El Cazador de Sombras miraba su colgante y mantenía entre sus dedos un anillo que de ahí colgaba. Edrian levanto la mirada justo cuando el brujo paso a su lado. – Que estén listos. – Le dijo en voz baja antes de desaparecer entre la multitud.

* * * * *

Edrian y Alec habían permanecido en silencio mientras trabajaban en el despacho, los últimos rayos del sol se colaban por los vidrios de colores, las torres demonio brillaban en las afueras siempre imponentes.

Alec tallo su cuello cansado.

- ¿Esto es por Nathan? – Pregunto sin ningún sentido Edrian, parecía que había esperado el momento para hacerlo y parecía que intentaba darle una explicación a la decisión de Alec. – Porque si es por él, creo que lo entendería.

Alec se reclino sobre su silla. – Piensa en tu madre, - Le dijo sin rodeos. – Piensa en ella como alguien que podría hacer algo mal, cualquier cosa.

- Lo que te hizo no es cualquier cosa.

- Ahora. – Dijo Alec sin apartar la mirada. – Piensa en un castigo para ella.

Edrian bajo la mirada con pena, aun cuando su madre fuera la peor persona del mundo, nunca podría siquiera en pensar castigarle. Entendió el punto de Alec.

Alec se dio cuenta. – No digas que lo entenderá, quizás pueda, quizás lo haga, pero no voy a pedírselo. Y no. No es por Nathan.

- ¿Me ayudas a entenderlo, entonces?

- No lo hare personal, el reino hada no tiene por qué pagar por un desquite de su reina. Es simple.

- yo no creo que…

- Vuelve al trabajo, Edrian. Hay mucho por hacer.

- Sí, señor. – Dijo débilmente volviendo a los documentos frente a él.

Pero no podía rendirse, y no lo hizo. - Una vez. – Dijo insistiendo. - Me dijiste que, si hubieras hablado a Magnus, si le hubieras dicho lo que pasaba y lo que te ocurría, nada malo hubiera pasado.

Alec le miro molesto. – Recuerdo algunos fragmentos vacíos en mi memoria. – Dijo Edrian. – Algunas imágenes borrosas, difíciles de recordar. – Alec le miraba, claramente sin entender aun su punto de la conversación. – Pero lo que no olvido, es el sentimiento. Edrian alejo su mirada, miro más allá de Alec, sin ver nada en particular, mirando en sus propios recuerdos confusos. – Recuerdo muy bien la necesidad de hacerme daño, de hacerme pagar yo mismo por lo que había hecho, incluso ahora, cuando intento recordar, lo único que regresa es el sentimiento, se siente tan real.

La mirada de Alec se hablando.

- Sé por lo que estás pasando. – Dijo Edrian, - Pero pude salir, lo hice gracias a ti, por que estabas en el lugar indicado e hiciste lo correcto para salvarme.

Alec bajo la mirada.

- A lo que voy es… Una vez me dijiste que si hubieras sido sincero con Magnus, y hubieras hablado con él desde un principio, nada de esto hubiera pasado. En ese momento esas palabras me lastimaron. – Confeso Edrian. – Pero ahora las entiendo y creo que debes hacerlo, creo que debes hablar con Magnus y dejar que te ayude.

Alec se quedó mirándole fijamente.

- Lo necesitas ahora más que nunca, la reina te quiere lejos de él, porque te quiere débil. Cualquiera puede verlo. No dejes que se salga con la suya.

Antes de que Alec pudiera decir cualquier cosa, llamaron a la puerta y alguien entro a la oficina. De todas las posibilidades, esta tenía que ser la menos probable, Magnus miro a ambos Cazadores mirándole. El silencio atravesando la habitación de manera helada.

- ¿Interrumpo algo? – Pregunto el brujo sin expresión.

Edrian tomo unos documentos del escritorio. – Para nada. – Dijo y parecía estar dispuesto a retirarse.

Magnus no podía quitar su mirada de Alec, así como Alec no podía quitarla de Magnus. Luchar contra la necesidad de estar cerca de Alec era lo más difícil que había hecho en su vida. La necesidad de él le hacía hacer este tipo de cosas, le hacía ir a la oficina del padre de su hijo para verle, porque no podía pensar en nada más, porque le necesitaba casi tanto como respirar, quizás más.

- Solo quería cerciorarme de que estuvieras bien. – Dijo el brujo.

Alec no dijo nada. Lucho, lucho contra las ansias inexplicables de salir de esa habitación, de pedirle a Edrian que le echara de ahí. Su pecho se flexiono con un sentimiento amargo y doloroso.

- Será mejor que me vaya. – Dijo Magnus derrotado al ver la reacción de Alec.

Entonces algo más fuerte apareció. - ¡No! – Dijo Alec. – Por favor, quédate – sintió como su cuerpo comenzó a temblar, luchando contra la necesidad de alejarse, de gritar a Magnus su desprecio hacia él. Sentimientos ajenos e inexplicables, pero firmemente anidados en su pecho. Parecía estarlo logrando. Quería lograrlo - ¿Podemos hablar un momento?

Magnus asintió lentamente con el asombro en su rostro, Edrian salió de la oficina sin decir nada, se escuchó a través de la puerta el sonido del cerrojo siendo colocado.

Magnus sonrió un poco, con sus manos en los bolsillos se miraba temeroso incluso de moverse. – El mayordomo sigue siendo eficiente.

Alec a estas alturas era un experto en leer a Magnus. - ¿Desde cuándo te agrada?

- Oh, no. – dijo el brujo sin equivocación. – De eso nada ¿De qué querías hablar?

- No estoy seguro. – Confeso Alec quien permanecía de pie frente a su escritorio. – Solo, creo que debemos hablar.

- No te ves con ganas de hablar conmigo.

- Lo estoy intentando.

- Podrías empezar diciendo porque no quieres estar cerca de mí.

Alec bajo la cabeza para buscar su respuesta. – No lo recuerdo. – Dijo.

- ¿No recuerdas por qué?

- No recuerdo cuando o como me hicieron esto. – Alec toco el guante negro que ocultaba la cicatriz de su mano con la forma de Clarividencia.

El objetivismo de Magnus se hizo humo. – Mi amor – Murmuro dando un paso al frente.

Alec se alteró, levanto su mano para indicarle que se detuviera. – No necesitas acercarte, por favor, no te acerques.

Magnus no lo hizo, su mirada volvió a ser parcial. - ¿Puedo sentarme?

- Claro que sí, no seas absurdo.

- ¿Yo soy absurdo? Acabas de pedirme que no me acerque a ti. Eso es lo más absurdo que alguna vez escuche, y he vivido por más de cuatrocientos años. Y te he escuchado quejarte del empaque del café en grano.

Alec le miro, sorprendido, medio enojado y medio sonriendo.

- Tu lo hiciste incomodo desde un principio. – dijo Magnus con voz de terciopelo poniéndose cómodo en uno de los sillones de la oficina.

- ¿Esta es tu solución? – Dijo Alec con su postura ahora increíblemente relajada. - ¿Coquetear conmigo?

Magnus se estiro sobre el sillón, subiendo sus codos al respaldo en una posición cómoda y despreocupada. - ¿Crees que estoy coqueteando? Es probable que sea lo que quieres que haga y por ello piensas que estoy coqueteando.

Para sorpresa de Magnus, Alec se acercó y se sentó a una distancia prudente de él en el sillón. – No sé lo que quiero. – dijo triste mirando al frente.

Magnus no hizo nada para acercarse, lo único que quería era entender lo que pasaba, hacer entender a Alec que mantenerse lejos era la mejor estrategia de Seelie.

Alec suspiro y finalmente miro a Magnus - ¿Si te pidiera que…?

- No lo hare. – Le dijo el brujo adivinando sus pensamientos. – No restaurare esos recuerdos en ti. Si algo bueno salió de lo que ocurrió en tu reclusión, fue tu amnesia. No necesitas recordar la tortura.

- Nunca sabremos lo que hizo si no lo recuerdo.

Magnus no pudo replicar a eso. – Podemos… - dijo inseguro. – Puedo intentar recobrar los recuerdos en mí.

Alec le miro.

- Buscare en tu mente, solo como un observador. No hare nada y mucho más importante, no desbloqueare nada, los mirare por ti y…

- Podremos saber que ocurrió, me dirás todo lo que mires.

- Eso no lo puedo prometer, te diré lo que necesites saber.

Alec le miro con duda.

- Es lo que ofrezco. – Dijo Magnus. – Tómalo o déjalo.

Alec lo tomo. – De acuerdo. Hagámoslo.

- ¿Ahora tu coqueteas conmigo?

Alec sonrió.

Magnus igual. – Esta bien. - Dijo pasando su pulgar por las yemas de sus otros dedos acumulando la magia azul ahí – Comencemos.

Magnus se movió para llegar a la cabeza de Alec, Alec se tensó en un segundo, notándose el esfuerzo que hacía para no irse corriendo del lugar.

- Cierra los ojos. – Le dijo Magnus en una tierna sugerencia.

Alec lo hizo y funciono. Magnus se acercó a centímetros de Alec, subió sus manos a su rostro, pudo solo haber colocado sus dedos en sus sienes, pero habían sido semanas desde la última vez que toco a Alec en el hospital, minutos antes de que Alec le despreciara. Magnus coloco sus dos manos sobre las mejillas de Alec para después subirlas hacia su sien lenta y tiernamente una caricia disimulada, pero necesaria para el brujo.

Entonces cerro los ojos como Alec lo hacía. No paso mucho tiempo antes de que las primeras imágenes llegaran a él, lo primero fue la cabalgata hacia el reino hada, la conversación con la Reina, después la batalla de Alec con las hadas, el rostro de Magnus cambiaba acorde con las situaciones difíciles en las imágenes, Alec siendo herido y Magnus luchando con la frustración que le provocaban las terribles imágenes, el horror de verle luchando solo, la impotencia de no haber estado con él. Después hubo oscuridad, cuando las imágenes volvieron, Magnus estaba en una mazmorra, Seelie y un nomo frente a Alec y lo peor ocurrió. La tortura fue cruda, incesante y agónica. Magnus podía escuchar los gritos de Alec en su cabeza y podía ver la sangre y la piel desapareciendo con las runas quedando como recuerdos escarlatas. Las conversaciones de Seelie, las instrucciones, y más gritos, Magnus lo soporto, lo hizo por Alec y por el mismo. Miro como le dieron la posición que llamaba a las pesadillas, las que habían despertado el desprecio en Alec por Magnus.

La tortura continua y entonces entre la respiración cortada de Alec, el Alec de los recuerdos, hubo una palabra que surgió de sus labios y que le hicieron al brujo no soportar más.

- Magnus. – Murmuro Alec con la cabeza gacha y agotado por los gritos que le habían provocado. En medio de todo el inhumano dolor, Alec solo pidió por una persona.

Fue una sacudida lo que hizo que Alec abriera los ojos. - ¿Que? – Pregunto rápidamente. - ¿viste algo? ¿Qué fue?

Las preguntas terminaron cuando se dio cuenta del rostro del brujo. Una máscara de dolor y sufrimiento.

- ¿Estas bien? – Pregunto Alec con sincera preocupación.

- Perdóname. – Dijo Magnus sin soltar el rostro de Alec. – No debiste estar solo, no debí dejarte.

Alec negó con la cabeza. – No es tú culpa, yo tomé la decisión, hice que te golpearan para irme, yo… - Alec se quedó sin palabras al ver la lagrima pesada que rodo por el rostro de Magnus.

- Mi amor. – Dijo el brujo débilmente y se acercó a Alec, solo deteniéndose cuando encontró su boca.

Esto debía ser igual a caminar en el desierto por días y encontrar el primer trago de agua antes de desfallecer, necesario para sobrevivir y tan familiar como su propia piel. Alec bebió, bebió de Magnus y de su boca sin poder detenerse, sus manos se movieron hacia el cuerpo del brujo acercándolo más. Atrapando su espalda y acercándole contra su pecho, Magnus con su centenaria experiencia no aparto sus manos del rostro de Alec, no podía y no quería moverse, no quería romper el beso o darle la oportunidad de Alec de que lo hiciera, aun cuando Alec parecía ser el más interesado en nunca separarse de sus labios. Fue él quien profundizo el beso, incluso cuando esto parecía ser imposible, sus labios se mezclaron, rencontrándose después de meses, la necesidad del uno del otro reflejada en cada movimiento.

Alec se movió sobre Magnus, apresándolo contra el respaldo del sillón, las manos de Magnus dejaron el rostro de Alec para enredarse en su cabello, Alec movió sus manos por los hombros de Magnus hasta encontrar el cuello de su saco y comenzó a jalar hacia atrás para quitarlo, Magnus se incorporó un poco para darle libertad a Alec de hacerlo.

Pero entonces y antes de que Alec pudiera quitar el saco de Magnus, algo comenzó a ocurrir en Alec, se tensó de nuevo y Magnus pudo sentir su cuerpo convulsionando. El brujo intento apartarlo preocupado por Alec.

– No. No. – Pidió el cazador, Magnus pensó que se lo pedía a él, después entendió que se lo pedía a alguien que no estaba ahí. – Por favor, déjenme besarlo un poco más.

Después Alec se quejó, fue un llanto inédito de dolor real. Magnus se apartó para verle. Había una gota de sangre surgiendo de su nariz. Después Alec se llevó ambas manos a su pecho. Magnus se levantó y se alejó del Cazador entendiendo de inmediato que era el causante de su daño y dolor. Eso pareció haber funcionado. Alec había recobrado la capacidad de respirar. Se miraron mutuamente en silencio. Alejados.

- ¿Qué hicieron? – dijo Alec mirando la sangre que había limpiado de su nariz. - ¿Qué nos hicieron?

Los músculos de Magnus estaban tensos al ver a Alec y lo que había hecho.

Alec lo miro claro como el agua. – Esto no es tu culpa, no sabíamos que…

- Lo sé. – Le dijo con voz mortal. – Pero ahora lo sé y…

- No volverás acercarte a mí, incluso si me esfuerzo, tu no…

- No mientras te siga haciendo daño.

- Es lo mejor. – Murmuro Alec, además del dolor, su mente se había invadido de los ya conocidos malos recuerdos, aquellos que le hacían mantenerse lejos de Magnus.

- Escucha. – Le dijo el brujo dando un solo paso hacia Alec quien aun permanecía en el sillón. La situación había cambiado tan drásticamente y de manera tan apresurada, pero no podía quedarse sin hacer nada. – Romperé el hechizo, cueste lo que me cueste, pero debes ayudarme. – Magnus chasqueo los dedos y un cuaderno apareció tras un rastro de magia azul. Se lo extendió a Alec y este lo tomo sin dudarlo. Lo conocía, lo conocía muy bien, uno de sus objetos más queridos.

- Siempre me has dicho que cada vez que lo lees es como si descubrieras algo más sobre mí, algo que no percibiste las lecturas anteriores.

Alec asintió lentamente dándole la razón.

- Hare mi parte, pero si tú quieres, puedes ayudarme y convencerte a ti mismo, incluso por encima de la magia, que me conoces, que sabes quién soy y que…

- Nadie puede quitar de mi mente lo que hay en mi corazón. Lo sentí, Magnus. – Alec miro a Magnus con sus ojos brillando, incluso con la distancia de la habitación de por medio, sus miradas se conectaron. – Aún hay esperanza ¿cierto?

Esto no había tenido el final que hubiera esperado, pero como Alec había dicho, podía sentir la fuerza de su amor y la voluntad de Alec por regresar a la normalidad, había sentido su necesidad hacia él, casi tan fuerte como la suya. Lo había besado y eso era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Los labios de Magnus se curvaron en una pequeña sonrisa. – Contigo, siempre hay esperanza, Alec Lightwood.

* * * * *

Alec se había despertado en la enorme habitación de su residencia en Idris, con una extraña e inexplicable sensación de que algo no andaba bien. Max había entrado temprano para avisarle que iría a casa de los Herondale, Alec le pidió que usara un portal, no quería a su hijo caminando solo por los bosques, entonces después de tomar su desayuno que dejo a medias camino al Gard entre las calles empedradas de Alicante, calles imposiblemente silenciosas y la sensación de incomodidad aumento.

Intentaba alejar la infundada sensación de problemas, pero la actitud de Edrian no le ayudo cuando este le recibió en su oficina. - ¿Estás bien? – Pregunto el cónsul al ver como este jalaba el nudo de su corbata.

Edrian titubeo y miro al escritorio de Alec. – Te dejare un minuto. – Le dijo y camino hacia la oficina que estaba conectada con esta.

Alec colgó su abrigo en el perchero y sin apartar la mirada de su escritorio se acercó a él. Estiro su mano y tomo el sobre que estaba sobre todos los documentos sobresaliendo como una flor en el lodo. El sobre tenía un sello de cera como en la antigüedad, su respiración se aceleró cuando se dio cuenta que habían usado un emblema demasiado familiar para él. Una letra M atravesada en vertical por lo que simbolizaba una vara con un sol en su extremo. Alec sabía que la letra era por Magnus y la vara simbolizaba la magia. Torpemente y con nerviosismo rompió el sello y comenzó a leer, incluso el solo vislumbrar de la caligrafía le hizo a su corazón saltar en su pecho.

Y comenzó a leer.

Mi muy amado Alexander

         Te escribo esto, no porque no quiera estar en tu presencia de nueva cuenta, te escribo porque esta fue, a mi consideración, la mejor manera que tuve para expresar mi arrepentimiento. Necesito antes que cualquier cosa, pedir tu perdón, y con la esperanza tangible en mí espero conseguirlo incluso después de que mis acciones van en contra por completo de tus órdenes. Hoy he decidido, junto a otros subterráneos, levantarnos en armas contra Seelie y sus guerreros.
         No debes pensar que no entiendo tus razones por no haber decidido no hacerlo, lo entiendo e incluso lo acepto, pero esta vez, mi amor, estas equivocado. Sé que piensas que lo que te hizo no es razón para ir en contra de un pueblo, eso sería lo más razonable si esto no fuera como ya lo es. Seelie lo hizo personal desde hace mucho tiempo, sus escrúpulos a diferencia de los tuyos no le permiten inmutarse por nada ni por nadie. Ella esta no solo atacándote a ti, está destruyendo a su propio pueblo en el intento por alcanzarte, les tiene prisioneros y crea ataques como distracción para tener el tiempo suficiente para torturarte, mate a muchos de ellos, lo hice por salvarte y fue su culpa.
         Una vez me dijiste que querías ser una conexión entre los subterráneos y los Cazadores de Sombras, ahora te veo y veo lo que has logrado, nos has convertido en una unidad dispuestos a luchar todos juntos por un bien común y sintiendo que vale la pena hacerlo, me dijiste también que deseabas que nunca nadie tuviera que pelear solo y es así. No tienes que hacerlo, esta no es solo tu guerra, todas las personas que te importan, incluso personas que no conoces están detrás de ti esperando poder seguirte. Por qué fuiste el único que nunca los dejo. Eres una luz en el mundo de las sombras y queremos que eso nunca cambie, vales cualquier sacrificio para mí porque te amo y vales cualquier sacrificio para cualquiera por lo que has hecho y puedes hacer.
         Pase lo que pase hoy, necesitas saber que nunca esto será tu culpa, actuamos con la libertad que nos has obsequiado, una libertad que en siglos nunca soñamos vivir, así que, a pesar de no ser responsable, también debes saber y sentirte orgulloso de que lo hacemos en tu nombre. Eres nuestra causa y la defenderemos a toda costa y sin lamentaciones.

Siempre y para siempre tuyo, Magnus Bane.

Un segundo después de que Alec leyera la última línea, la puerta de su oficina se abrió, un chico entro precipitadamente y se acercó a él, parecía que había venido corriendo desde un lugar lejano, había sudor en su frente y esperanza en su mirada. Alec aun aturdido le miro con los ojos hinchados y brillando, en su mano mantenía un fuerte agarre en un sobre y un papel, apretados como si quisiera fundirlas en su piel. La cercanía le permitió ver e identificar el trazo de la escritura y la primera línea, al leer decía: Querido Nathan.

Nathan no tardo en hablar. - Tiene razón. – Le dijo en un tono decisivo. – Magnus tiene razón, debemos detenerla.

Edrian apareció desde su oficina y miro a ambos Cazadores de Sombras y ambas cartas escritas por la misma persona. Nathan miraba expectante a Alec en un silencio mortal.

Finalmente, Alec hablo. – La tiene. – Confirmo y miro a Edrian. – Prepara a los guerreros – Dijo sin perder más tiempo. – Debemos ir a ayudarles y terminar con esta Guerra.

Continuara…

@MayGraciel



Comentarios

  1. Sobrio, lúgubre y palpitante... Extrañé a la tía Clary y los primos.

    Te quiero.

    Pita =3

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  2. estuvo increíble lo he esperado por mucho tiempo y solo me dejo con ganas de mas.
    gracias por el cap y espero puedas seguir trayendonos cosas tan maravillosas

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  3. wowwwwwwww volo mi mente tanto dolor ... y tanta esperanza a la ves.. no se como hicistes hasta me cayo bien edrian(okok es por que esta con nessie.. lo se) no puedo esperar para la guerra!!!!!!! y mas aun para q se levante el hechizo de alec !!
    nos leemos en twiter ! @mdqvane , valio la pena la espera!!!!!!!!!!! por un final feliz chin chin

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  4. Ja ja ja aún no se caen bien pero tampoco se puede reclamar mucho, trabajan juntos y eso es lo que importa, quien diría que Magnus lograría hacer cambiar de opinión a Alec, más bien no le dejó opciones pues sabe que Alec a parte de apoyarlo a él apoya al mundo de las sombras porque sabe que a pesar que en parte son demonios, son sus iguales.

    Ya nee~

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  5. MUERTE A LA REINA SEELIE!!! Mis bebés sufren por su culpa y eso no tiene perdón. Nathan es tan hermoso�� y me alegra que entienda que es necesario, pero aún asi duele. Necesito ver a la Reina Seelie muerta����

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  6. MALDITA SEELIE MI MOMENTO MALEC-HOT LO ARRUINASTE!!! SI MAGNUS NO LA MATA DE UNA FORMA MUY DOLORASA Y LENTA..  te buscaré y te enseñaré mucho Clalec hasta que escribas una muerte digna.


    Ok, bueno ya respire...  Empezaré:
    Quiero que sepas que leí esto desde hace horas.. Pero me dejo con demasiados sentimientos. Necesitaba analizar, meditar y respirar mil veces!
    Esté capítulo fue... ¡¡Ufff!! Se nota que ya esta cerca el final, no se si sentirme triste por eso o feliz porque ya terminará toda mi angustia y estrés y enojo y dolor... En fin.

    Alec bebé, te odie 3 cuartas partes del capítulo! En verdad aveces eres muy muy tonto y estresante! Necesitas que la gente que amas este en peligro para actuar ¡Dios! No puedo contigo aveces.
    Máx mi chiquito eres tan lindo! Te amo muchísimo!!  (MAY YO SE QUE MAX QUIERE SER HERMANO MAYOR EN ESTA HISTORIA Y TODOS LO APOYAMOS!!  POR FAVOOR)
    Nath...  No tengo palabras para él!! Me parte el corazón :'( ojalá entienda lo perra que es su madre y lo que merece y que Máx y su familia le den mucho amor! Y lo ayuden :3 Los amo tanto juntos!
    Edrian!  .. Dios lo amo! Es increíble (LEJOS DE ALEC PUEDES VER LO LINDO QUE ES) Y Nessie, esa parte del capítulo la ame con todo mi ser! Alec y Magnus también pueden adoptar a Raphe.. Yo se que TU Y ELLOS Y TODOS LO QUEREMOS. 
    Magnus..  Mi amor <|3 MAY NO SIENTES REMORDIMIENTO POR TODO LO QUE LE HAS HECHO EN ESTE FIC? A EL Y A TODOS NOSOTROS?? Me dueles May me dueles! :'( EL Y NOSOTROS MERECEMOS UN FINAL MUY MUY FELIZ DE GUERRA FRÍA.  Quizá:

    UNA BODA CON RUNA DE VERDAD PARA EL Y ALEC Y UN MATRIMONIO MUY FUERTE Y REAL ANTE TODOS Y SUS VIDAS UNIDAS PARA SIEMPRE Y LA ADOPCIÓN DE UN PEQUEÑO CAZADOR DE SOMBRAS! 

    POR FAVOR MAY, POR FAVOR! 

    Y por último: ya ves por qué gente sin imaginación quiere robar tus historias .. Porque son grandiosas, la capacidad que tienes para darle vida propia a nuevos y a viejos personajes, la capacidad de hacernos odiarlos o amarlos, de amarte y odiarte a ti... Espero que lo que paso no te desanime nunca y que al contrario, te haga creer más en ti y en lo gran escritora que eres! recuerda que no esta sola! Yo siempre te apoyaré :)

    Y ya se que aveces las cosas no son como quisieras y hay cosas que te dificultan el actualizar pero no prentendas que no te pida.. QUE ACTUALICES PRONTO!!! 

    Ame el capítulo, la espera valió la pena! Y lo mejor fueron las partes de interacción entre Mags y Edrian.. Aunque sigo queriendo su "buena charla" jajajaja las esperanzas nunca mueren
    ¡Te quiero!

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    1. No bromeaba con lo de "un largo comentario" muchas gracias ❤

      Y no debes preocuparte adoro escribir y aunque pasen ese tipo de cosas no dejaré que me alejen de lo que adoro tanto. Muchas gracias por el apoyo ❤

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  7. Muy bueno, no tienes una vaga idea de cuanto agradezco por tus fics, con drama pero siemre con esperanza y resoluciones de felicidad,odio como hay histörias donde solo hacen sufrir a los protas y al final solo les dejan una vida rota o a medias, el mundo real ya es bastante pesado como para leer cosas que solo te agan sufrir :(, pero con tus historias me regresa la sonrrisa, porfavor sigue asi y danos un final feliz :)

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  8. Al fin!!! Jesús, estaba muriendo con la espera!! Lo amé totalmente!! En general, adoro todo lo que escribes. Tu narración y el modo en que expresas las emociones y los sentimientos de los personajes y las problemáticas que los aquejan, es envidiable.
    Por favor, no demores demasiado en subir el próximo capi. Lo esperaré con ansias.

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  9. Fue increible por favor no tardes mucho en actualizar

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  10. me encanto como escribes eres maravillosa sigue haciéndolo , amo a Malec dales una boda y otro hijo lo merecen, y confió que encontraras la forma de permitir que Alec pueda vivir muchos años junto a Magnus y sus hijos

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  11. Necesito actualización. Gracias por este capítulo, May :)

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  12. Hermoso, gracias!
    Y por favoooor actualiza pronto! =D

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  13. Esperé demasiado por esta actualización, me encanta basta no puedo esperar más para el siguiente capítulo

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  14. Me esta gustando mucho tu historia aunque echo de menos a Rafael Ligthwood-Bane pero bueno. Me encantaria poder leer mas de los cuatro y sobre todo sabes como termina esta historia que nos tienes sobre ascuas!!.

    Por favor no dejes de terminarla

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  15. QUE ALGUIEN ME DIGA DONDE ESTA EL FINAL, DIOS ESTOY IMPACTADA Y QUIERO MAS, ME ENCANTO ESTA INCREIBLE HISTORIA, NENA ESCRIBES MARAVILLOSO...

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  16. Necesito que actualices porfavor!!!!

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  17. me encanto como escribes eres maravillosa sigue haciéndolo , amo a Malec. Pero tengo el presentimiento que algo pasará con Magnus 😭

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  18. Ante todo muchísimas gracias por tomarte el tiempo de escribir, ya me lo he leído y releído, estoy desesperada por la siguiente parte!! ��

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  19. Please la siguiente parte, Magnus invocara a asmadeus?

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