Guerra Fría XIV - Borrando Cicatrices
- Debemos alcanzarlos.
– dijo Alec con alarma. – Sin Cazadores de Sombras, las hadas podrían…
- No lo vamos a
permitir. – Dijo Edrian tomando su estela y acercándose a la chimenea con toda
la intensión de enviar un mensaje a los institutos.
- ¿Podrían estar ya en
batalla? – Pregunto Nathan mientras miraba como el Cónsul aparecía desde otra
habitación ahora con un equipo completo de combate. – Quizás sea tarde.
Alec termino de colocar
la última daga en su cinturón, su arco y flechas colgaban de su espalda al
igual que dos espadas largas. El Cónsul se acercó al nervioso chico. – No debes
preocuparte por nada. – Le intento tranquilizar y su mirada se suavizo para
poder decir lo siguiente. – Nathan… yo… escucha, hijo. Tu…
Nathan coloco sus manos
en los brazos del hombre más alto y más fornido que él, pero con sus ojos
azules llenos de pena y duda. – No tiene que decir nada, señor. – Le detuvo
Nathan, en los labios del chico se asomaba una débil sonrisa y levanto la carta
en su mano. – Sé lo que piensa, sé… Ahora sé lo que es correcto y lo que no lo
es. Magnus habló también por usted y estoy listo para hacer lo correcto.
Magnus
habló por mí. Pensó Alec. Y recordó a aquel Magnus, el
de sus pesadillas, el que le había dicho que le prefería muerto, el que había hablado
sobre el mal trabajo que había hecho como cónsul. Entonces miro la carta en la
mano de Nathan y recordó la carta que acababa de leer. Eres una luz en el mundo de las sombras y queremos que eso nunca
cambie, vales cualquier sacrificio para mí porque te amo y vales cualquier
sacrificio para cualquiera por lo que has hecho y puedes hacer. Recordó la
pasada tarde, la mirada de Magnus y la desesperación en su voz cuando le dijo: Hare mi parte, pero si tú quieres, puedes
ayudarme y convencerte a ti mismo, incluso por encima de la magia, que me
conoces, que sabes quién soy. Recordó el desesperado beso que se dieron en
esa misma oficina y de cómo segundos antes de ser obligado a desprenderse de
él, se había sentido completo en sus brazos y al estar probando sus labios. Y
ese sentimiento se sentía tan correcto, era lo correcto.
Ni toda la magia del
mundo lograría hacer que Alec olvidara quien es realmente Magnus Bane.
Su corazón se infló en
una ansiedad por él, seguido de un terror al verle en peligro y que estuviera
solo. - Tengo que ir a ayudarlo. – Dijo en una urgencia y camino a la salida.
- ¡Wow! ¡Wow! – Le
detuvo Edrian. – Alec, no puedes ir solo, es muy peligroso.
- No esperare a que se reúnan
las tropas, necesito estar con él.
Edrian pensó y actuó rápido.
– Una escolta. – Le dijo con desesperación. – Puedo armar una escolta en cinco
minutos e iré contigo.
Alec se detuvo para
verle. – Tengo una escolta. – Era lógico y de esperarse para quien le conocían
que esto no lo haría solo.
Edrian le miro sobresaltado
y sin poder entender a lo que se refería, le tomo solo unos segundos entenderlo
después, cuando miro hacia Nathan. – Tu familia. – Le dijo en una respuesta
acertada.
Alec tomo su estela y
mandó un mensaje de fuego. – Solo necesito a mi parabatai y a mis hermanos. - Nathan sonrió con las palabras del Cónsul,
Isabelle era su hermana, tanto como Clary y Simon lo eran también.
Alec estaba hablando de
cinco personas y eso no tranquilizo a Edrian, por lo menos no hasta que pensó
en esas cinco personas, las mismas que habían salvado el mundo el más de una
ocasión, los mismos que habían logrado salvarse los unos a otros en el mismo
infierno de donde hasta donde sabia, eran los únicos que habían logrado
regresar.
- Te necesito aquí. –
Le despertó Alec de sus pensamientos. – Las tropas tienen que formarse y
alcanzarnos lo antes posible y no puedo confiar en nadie más para que lo haga.
A Edrian le tomó un
poco dejar ir a Alec, pero Alec era la persona más confiable que nunca había
conocido, no podía más que seguir confiando en él ciegamente como hasta ahora.
– Cuenta con ello.
Alec sonrió al saber
que siempre podía contar con la eficiencia de Edrian. Después volvió a Nathan.
– Debes ir a casa. Por favor, mantén a mi hijo lejos del peligro.
- Puedo ayudar. – Dijo
Nathan.
- No debes ir allí, no
es seguro para ti ¿Entiendes?
Nathan miro en la
determinación de Alec que insistir era inútil. Asintió débilmente sin poder
hacer más.
Alec se preparó – Bien,
ahora…
El cónsul, Edrian y
Nathan miraron en todas las direcciones alrededor de la habitación, hacía
apenas unos segundos, los rayos del sol iluminaban toda la oficina. Ahora, la
oscuridad llego a ellos gradual pero rápidamente.
- ¡Por el ángel! – Dijo
Nathan, él y los otros dos Cazadores caminaron lentamente hacia la gran ventana
detrás del escritorio de Alec. Se quedaron ahí parados mirando hacia el sol, el
cual estaba siendo oculto por una enorme, pesada e imponente masa negra.
- ¿Es una nube? –
Pregunto Edrian sin poder quitar la mirada del espectáculo.
- Es magia. – Dijo Alec
al notar la tonalidad de la precipitación, negro y azul eran sus colores. - ¡Es
Magnus!
- ¡¿Que?! – Dijeron a
coro Edrian y Nat.
- Los niños de la
noche. – Dijo Alec en una revelación. - Está cubriendo el sol para ellos.
- ¿Eso es posible? –
Pregunto Edrian.
- No sabía que los
brujos podían hacer eso. – Dijo Nathan, ninguno de los tres podía quitar su
mirada sorprendida del cielo.
- Sabia que Magnus era
poderoso. – Dijo Edrian de lo más natural, - Lo que hizo en el instituto fue… Increíble,
pero esto... Esto está fuera de toda imaginación.
- Pero no fuera del
poder de Magnus. – Dijo Alec y levanto su mano hacia la gran masa oscura en el
cielo. – Ahora sabemos en donde será la batalla. – Alec guardó su estela en su
cinturón de armas. – No podemos perder más tiempo. – Dijo y salió del edificio.
Sus armas sonaban al
bajar las escaleras de la entrada principal del Gard. Antes de que llegara al
primer escalón el ruido de caballos se hicieron eco en las calles en piedra y
los altos edificios. Un caballo se acercó a Alec e inclinó su cabeza dejando
que Alec pasara su mano por su frente y por en medio de sus orejas. – Me da gusto
verte de nuevo. – Le murmuró el cónsul tomando la rienda y subiendo de un salto
ágil al lomo del animal.
- Esto es obra de
Magnus ¿cierto? – Dijo Clary sobre su caballo y equipada con un arsenal.
Alec asintió
firmemente. – Debemos llegar a ellos lo antes posible.
- Magnus debe estar
ahora a la mitad de su capacidad, no hay manera de que algo así… – Dijo Jace señalando
el cielo completamente oscurecido. – No absorba por completo su energía.
- Si Magnus está débil
ahora... – Dijo Isabelle haciendo que su caballo se quedara quieto de manera
muy diestra. – Seelie ira tras él directamente, no perderá la oportunidad.
El caballo de Alec
relinchó por la urgencia de unirse a la batalla. – No lo tocará. – Dijo Alec
iniciando su viaje al reino hada. Le siguieron de cerca y sin dudar sus
hermanos, Una caravana, velos, decidida corriendo a toda velocidad y dispuestos
a dar su vida para salvar a su familia, para salvar a Magnus.
*
* * * *
- ¡Por el ángel! –
Exclamó Max al ver a Nathan entrando a la residencia Herondale, de donde había
salido esa mañana sin decir nada y dejando a todos preocupados. - ¿Dónde
estabas? ¿A dónde fuiste?
- Y no lo
malinterpretes. – Dijo Will acercándose a ambos. – Intentó seguirte, pero no lo
dejaron alejarse más allá del pórtico.
Había sudor en la
frente de Nathan por haber corrido desde el Gard hasta ahí. Intentaba recobrar
el aliento cuando Will le preguntó por lo difícil de ignorar en el cielo.
- ¿Sabes qué es eso? –
Preguntó el chico con sus ojos miel severos.
- Es… - dijo Nat, pero
fue interrumpido.
- Niños. – Les llamo
Maryse desde la entrada de la casa. – Deben entrar, ahora.
- Debes decirnos. – Pidió
Will a su abuela. - ¿A dónde fueron nuestros padres? – El niño levanto su mano
al cielo. - ¿Qué es eso?
Maryse se había
transformado de la abuela que brindaba cariño, a la custodia recelosa de su más
grande tesoro, los niños en esta casa eran lo más importante en su vida y
estaba ahí para protegerles.
- Entraran – dijo con
voz fuerte. – ahora.
Los tres jóvenes se
miraron y sin más por hacer entraron en la casa, los más pequeños se movían
alrededor de su abuela buscando su atención, asustados por el repentino e
inexplicable oscurecimiento del cielo sobre ellos. Will, Max y Nathan subieron
las escaleras dejando a su abuela intentando calmar a los niños Lovelace y
Charlie Herondale.
Nathan cerró la puerta
de su habitación una vez que habían entrado.
El chico le entrego la
carta a Max. – Esto estaba en mi cómoda cuando desperté esta mañana. – Le dijo.
– La escribió tu padre Magnus.
Max tomó la carta y
comenzó a leer, con cada palabra su ansiedad crecía, con cada oración su pecho
se alzaba. Max sintió un nudo en la garganta. – Todo lo que aquí escribe…
- Lo sé. Me costó
demasiado entenderlo, no quería entenderlo, pero ahora. Ninguna muerte es
justificada, pero algunas son necesarias para proteger a los que están
desamparados.
- Nat. – dijo Max
acercándose con ojos tristes a su novio. – Lo lamento.
- No lo hagas. – Le
dijo con seguridad. – Estaremos bien.
El cuerpo de Will
tembló al escuchar las últimas palabras de su primo, en ocasiones le ocurría,
pero eran muy pocas las veces que ponía atención en ese tipo de cosas, Will
siempre creía que si ponía atención a todas las sensaciones que Ithuriel le
enviaba podría terminar desquiciado. Alejó el extraño sentimiento y se
concentró en lo que sucedía ahora.
- ¿Sabes qué es eso? –
Pregunto Will.
Nathan le miro sin
poder responder. Max había iniciado de nueva cuenta la lectura de la carta, fue
cuando termino de leer que entendió, sin poder creer, lo que era aquello que
estaba justo ahora sobre ellos y cubriendo el sol.
- ¿Dónde está mi padre?
– Preguntó Max preocupado. Max había devuelto la carta. - ¿Lo sabes?
Nathan guardó la carta
y no dijo nada.
- ¡No puede ser! – dijo
Max entendiendo la situación de inmediato. – Él, ellos, ellos están…
Nathan le miro en
silencio.
- La paz fría ha
terminado. – Dijo Will sin equivocarse.
Le tomó un segundo a
Max reaccionar. – Tengo que ir a ayudarlos. – El brujo hizo aparecer su espalda
arco y flechas.
- Se supone que debemos
quedarnos aquí. – dijo Nathan. – El Cónsul me pidió que no fue… Que te
mantuviera lejos del peligro.
- No está en una
situación muy favorable como para pedir eso.
- Es diferente, ellos
son adultos y…
- ¿Saben lo que hacen?
– dijo Max buscando entre las cosas de Nat más armas, no le tomó mucho tiempo
encontrar las suficientes. – El ser jóvenes no significa que no sepamos lo que
hacemos. Ellos eran solo un poco mayores que nosotros cuando salvaron el mundo…
La primera vez.
- ¿Es lo que quieres
hacer? – Preguntó Nat. - ¿Salvar al mundo?
- No al mundo. – Dijo
Max. – Solo a mis padres.
- Te apoyo. – dijo Will
con una espada larga en su mano.
- Olvidan algo. – Dijo
Nathan. – Las protecciones de la casa, sin mencionar a la señora Lightwood.
- El trio la mantiene
suficientemente ocupada. – dijo Max. – Para cuando se dé cuenta nosotros ya estaremos
lejos.
- ¿Y las protecciones?
– Preguntó Nathan. - ¿Cómo las cruzaremos?
- ¿Sabes? – Dijo Will
inclinándose para tomar la estela en su tobillo. – Algunas de tus preguntas a
veces son ofensivas. – El niño sonrió y la estela en su mano comenzó a brillar
casi tanto como la determinación en sus ojos.
*
* * * *
Había lobos, brujos y
Seelies rebeldes a los costados de Magnus, el brujo tenía sus manos extendidas
hacia el cielo, sus ojos brillaban más dorados que nunca y la magia salía de
sus manos como el agua al caer por una cascada, poderosa e imparable.
Las barreras de las
fronteras estaban frente a ellos y el brillo de los escudos fue opacado por la
nube negra que ahora estaba sobre ellos. El día se volvió noche ante los ojos
de todos los subterráneos presentes. No pudieron dejar de lado su asombro ante
el descomunal poder de Magnus Bane.
- Si no lo estuviera
viendo… – Dijo Tobías a su esposa mientras mantenía su mano sujeta.
- Magnus Bane es el
brujo más poderoso que conozco. – Dijo Rose con un hilo de incredulidad en su
voz, la bruja miro a su esposo y sonrió. – Sin ofender.
- No lo haces. – Dijo
el alegre brujo de cabello gris. – Soy británico, ni el magnífico Bane puede
mejorar mi extraordinario acento inglés.
Rosemary le miró con
una mezcla de alegría y terror en sus ojos. La bruja no dijo nada, solo
presiono la mano de su esposo con más fuerza.
- Lo sé, querida. –
Dijo Tobías. – También te amo.
*
* * * *
Pasaron unos minutos
antes de que los niños de la noche aparecieran a los lados de los subterráneos
que estaban parados frente a las fronteras, gracias a las extraordinarias
habilidades de Magnus, se unieron de inmediato para dar inicio a la batalla.
Lily llego al lado de
Maia. - ¿Lista compañera?
Los labios de Maia se
curvaron en una sonrisa débil. – Estas muy contenta. – Le dijo. – Pareciera que
estas esperando la guerra desde hace tiempo.
- He esperado desde
hace tiempo ponerle las manos encima a cierta hada rencorosa.
- Colócate en la fila.
– Maia miró hacia Magnus. – Dudo que podamos acercarnos a ella, Magnus la
quiere.
- No la matare. – dijo
Lily sorprendiendo a Maia. En un segundo el cuerpo de Lily cambio de uno
relajado a uno que parecía un tanque furioso, incluso su voz cambio cuando
dijo: - Le provocare un par de decenas de cicatrices.
Maia sintió la
indignación de Lily, de quienes formaban su grupo, podía entender que Lily
había tomado lo que le hicieron a Alec como si lo hubieran hecho a ella misma,
los vampiros difícilmente encontraban a alguien en quien depositar sus sentimientos,
pero cuando lo hacían, se entregaban con todo lo que eran. Lily no había amado
a nadie así desde Raphael Santiago y ahora a Alec Lightwood.
- Oye. – Le dijo Maia a
su amiga. – Mantente cerca ¿Entiendes?
Lily sonrió. – Ni a
orillas de la guerra dejas de ser mandona ¿Eh?
Ambas mujeres se
miraron para entender que ahora más que nunca, nada podía hacer que se
separaran.
*
* * * *
Magnus bajó sus manos y
esperó, parado frente a las fronteras, no se movió ni un milímetro, no se veía
cansado, incluso después de su intimidante demostración de poder. Los vampiros
llegaron a ellos y se colocaron completando las líneas de los subterráneos que
ya estaban ahí.
- Esto no tiene mucho
sentido. – Dijo el líder del clan de vampiros de Londres. – Si no han podido
atravesar las fronteras antes. ¿Por qué piensas que ahora será diferente?
Magnus sonrió. – Para
ser un vampiro, la paciencia parece ser una cualidad que no posees.
- ¿Qué se supone que
esperamos? – dijo el vampiro.
Entonces, como si
alguien hubiera respondido su pregunta, los escudos de las fronteras brillaron
en negro y cayeron desde sus límites, como agua escurriendo por un espejo en múltiples
colores, la magia antigua llegó al suelo y se quedó ahí, inmóvil e inofensiva.
Rose se acercó a
Magnus. - ¿Qué significa esto? – Preguntó sin poder entender lo que acababa de
ocurrir. - ¿Qué pretenden?
- Pretenden que
pasemos. – Dijo Maia. – Quieren esto, quieren la guerra.
Lily y ella se miraron.
Seelie. Pensaron con desprecio, y no
fueron las únicas.
- Claro que es lo que
quiere. – Dijo Magnus y sus manos brillaron con magia azul. Su voz fue profunda
y oscura haciendo que Maia y Lily se preocuparan. – Adelante. – Dijo sencilla y
amenazantemente. – No hagamos esperar a su majestad.
Entonces, un batallón de
Subterráneos caminó hacia el reino Seelie.
*
* * * *
Caminaron entre los
arbustos multicolores que sólo eran capaces de crecer en las tierras de las
hadas. Todos atentos y todos precavidos, había suficiente visibilidad para que anduvieran
sin problemas. No pasó mucho tiempo antes de llegar a un llano con poca
vegetación, una pradera al descubierto y que dejaba ver a los guerreros hadas
que estaban al otro lado de este.
Dos líneas se formaron,
una frente a otra, por un lado, los guerreros Seelies y nomos al servicio de la
reina y del otro, los vampiros, Seelies rebeldes, brujos y lobos, todos
comandados por Magnus Bane. Hubo silencio desolador por unos minutos. Gwyllion,
la hada comandante, hizo que su caballo alzara el vuelo a un par de metros del
suelo.
- La reina demanda. –
Dijo alzando la voz para ser escuchado. – Demanda que le sea devuelta su
sangre, quiere a su hijo de regreso y…
- ¡La reina no está en condiciones
de hacer demanda alguna! – La voz de Magnus fue clara y severa, sin ningún
temor a equivocarse o provocar algún efecto negativo en lo que ocurría. Magnus
no dudaba en lo absoluto en lo que quería.
- ¿Cómo te atreves? –
Demando Gwyllion. – Están en terrenos de su majestad.
Las manos de Magnus
brillaron de manera escandalosa con su magia haciendo que Gwyllion dejara de
hablar. – Espero. – Dijo Magnus peligroso. – Que su majestad venga a
recibirnos.
Los colmillos de Lily
surgieron, Maia no era más un humano y gruñía con impaciencia. Después y en
común acuerdo, ambas líneas se rompieron para correr hacia el contrario, hubo
aullidos, y gritos de guerra al estarse moviendo sin titubear.
Antes de que los subterráneos
llegaran a las hadas, Gwyllion alzo más el vuelo en su corcel, una seguridad
calculada podría crearse en el cielo. – ¡El brujo Magnus Bane! – Grito a su
regimiento. – Saben lo que es capaz de hacer. ¡Mátenlo!
Las hadas corrieron,
esa había sido su orden de ataque.
Los dos grandes poderes
se pusieron en marcha y se encontraron justo a la mitad de la llanura en donde
la batalla inicio, el ruido de choque entre gritos y los golpes a las armaduras
o los cuerpos resistentes de los lobos se convirtieron en un sonido que Magnus
nunca olvidaría. Los Seelies tenían toda la intensión de obedecer las órdenes
que les habían dado, fue un torrente de Seelies quienes pusieron toda su
atención en Magnus y como tal, el torrente se detuvo ante la magia del brujo,
como una ola que choca en las piedras de los arrecifes, los guerreros hadas
volaron violentamente en todas direcciones al haber chocado con la magia de
Magnus. Aun cuando eran un número superior, no pudieron llegar a Magnus, el
brujo se mantuvo firme, saetas de magia azul salían de sus manos certeras y
mortales. Los Seelies siguieron su múltiple ataque al brujo, como criaturas sin
voluntad dirigiéndose a su muerte.
- ¿Lo ves? – Pregunto
Lily al lobo de pelaje marrón que era Maia. – Van por Magnus.
- Así es. – fue
Rosemary quien respondió al llegar al lado de ambas luchadoras, su respiración
acelerada y sus manos brillando en oro. – Creo que debemos hacer algo al
respecto.
- Tan acertada como
siempre, cariño. – Tobías mantenía fuego que salía de su mano en forma de
espada, con ella atravesaba los corazones de los oponentes. – Te seguimos.
Rosemary levantó sus
manos al cielo y creó un circulo de protección alrededor de ellos y que alcanzó
a Magnus.
El brujo lo volteó a
ver. – Estoy bien. – Les dijo a todos dentro del circulo dorado.
- Tu magia no es para
siempre, Bane. Y claramente intentan agotarla para después… - Lily fue
derribada por un Seelie quien a su vez fue tomado por los colmillos de Maia y
separado de un par de sus extremidades por la loba.
Lily se puso en pie y
pasó su dorso por su boca. – Estoy bien. – Aseguró sin mucho convencimiento.
- Puedo cuidarme solo.
– Les dijo Magnus. – Protéjanse ustedes mismos. – Magnus saltó y salió del
circulo de protección tras la mirada impotente de sus amigos.
Lily no tardó en
moverse para ir detrás de él.
- Lo escuchaste. – Dijo
Rose. – No quiere nuestra protección.
Lily rio. – Nunca he
obedecido a Magnus, no empezare hoy.
Maia se unió a Lily y
corrieron entre los combatientes para buscar a Magnus y seguir peleando a su
lado.
*
* * * *
Los caballos de Jace,
Alec y los demás llegaron a las fronteras.
- No hay escudos. –
Gritó Isabelle para poder ser escuchada entre el viento y el trote de los corceles.
– Esto es demasiado fácil.
- Es lo que quieren. –
Dijo Clary. – Quieren que entremos, piensan que nos mataran.
Alec aceleró el trote
de su caballo. – Saquémosle de su error.
Cruzaron las barreras
caídas y justo después de que el último de ellos atravesó, las barreras
subieron activándose de nuevo. Los cazadores se detuvieron para observar las
barreras rodeando el área hasta más allá de donde la vista alcanzaba.
- ¿Por qué creo que
esto no es casualidad? – Dijo Jace.
- Porque no lo es. –
Respondió Alec y los cinco miraron hacia el cielo al escuchar el sonido
ensordecedor de los caballos trotando en el aire, dirigiéndose a un área específica,
el área donde acertadamente debía ser la batalla.
- ¿Refuerzos? – Dijo
Simon. - ¿Por qué esperaron hasta ahora para salir a combatir?
- Por mí. – Dijo Alec.
– Sabe que estoy aquí.
- Una cálida
bienvenida. – Dijo Simon.
- Andando. – Dijo Alec
haciendo que su caballo reiniciara su veloz andar. – No quiero hacerla esperar.
*
* * * *
El portal se abrió en
medio del prado y de él surgieron los tres jóvenes con equipamiento de combate.
Max Lightwood no lucia diferente a un Cazador de Sombras con su equipo puesto,
El arco y flechas sobresalían de su espalda y el carcaj tenía el fuego
Lightwood grabado en la piel, a diferencia de Nathan, como arma solo llevaba su
arco, el que combinaba con su verdadero poder, su magia. Nathan llevaba su
espada larga colgando de su cadera, en la empuñadura sobresalían las estrellas
símbolo del apellido que por derecho le correspondía. También tenía dagas y una
espada corta sobresaliendo de su espalda. El equipo para niños de la edad de
Will, que solo se usaba para prácticas, ahora lo utilizaría para combatir en
una guerra verdadera, el pequeño tenía en su espalda una espada que lucía muy
grande en él, las aves estaban grabadas en oro por toda la hoja y en la
empuñadura, el símbolo de su familia. La estela que normalmente se encontraba
oculta en su tobillo, ya que era aún muy joven para usarla, ahora colgaba de su
cintura como lo que era, su arma más poderosa.
Las manos de Max
brillaron en magia acercándose a las barreras reestablecidas. – Será muy
difícil encontrar la manera de atravesar.
- Quizás podamos pedir
ayuda a Vladimir. – sugirió Nathan.
- Mala idea. – Dijo
Will con su mano en la pared invisible. – Vladimir solo nos ayudara a volver a
la mansión, no importa lo mucho que quiera serte de ayuda, te quiere a salvo.
Nathan se miró
derrotado. - ¿Qué hacemos?
Max no respondió, solo
miraba a la pared impenetrable, después de unos momentos tallo su frente. – No
lo sé, en verdad, no lo sé.
- Vamos chicos, no
puede ser que sea hasta aquí hasta donde podamos llegar.
- Estas barreras nunca
cayeron, les tomo demasiado poder abrir una brecha. ¿Cómo se supone que
nosotros lo haremos? – Max se acercó a la defensa y la tocó con su dedo, una
chispa azul brinco de su dedo y desapareció en la barrera. – Es imposible.
- Nada es imposible. –
dijo Will y la manera en la que habló fue lo que hizo que Nat y Max le miraran
detenidamente.
- ¿Tienes una runa que
nos haga cruzar? – Preguntó sin rodeos Nat.
- Nop. – Dijo Will sin
ningún arrepentimiento. – Pero no por eso nos vamos a rendir.
- Envidio tu optimismo.
– Dijo Nat sin emoción.
Pero Max no había
quitado la mirada de Will, tenía toda su vida de conocerlo, y sabía que su
comentario no había sido por nada, en ocasiones entender a Will era difícil,
pero de todas las personas que lo conocían, Max era el que más se acercaba a la
posibilidad de entenderlo. - ¿Will? – Pregunto Max y su primo se sentó en el
suelo cruzando sus piernas frente a él.
- Esto tardara, por
alguna razón no me ayuda a romper las barreras.
- Will, no necesitas… -
Dijo Max preocupado. – Si no quieres hacerlo, está bien, volveremos y…
- Quiero hacerlo, está
bien, debemos cruzar.
- ¿Alguien me pone al
tanto? – Dijo Nathan mirando hacia ambos. - ¿Qué es lo que hará?
Will enderezo su
espalda desde el suelo en donde estaba sentado, deja descansar sus manos sobre
sus rodillas – Solo me llevara unos minutos, si tardo más que eso, por favor
llámenme. – Y Will cerro sus ojos.
Nathan se acercó a Max.
– De acuerdo. – dijo murmurando. - ¿Me dirás lo que pasa aquí?
- No necesitas susurrar.
– Le dijo Max y le miro. – Ya no puede escucharnos.
*
* * * *
- ¿Por qué no me
ayudas?
EL
TIEMPO ES QUIEN ESTA AYUDÁNDOTE.
- ¿Qué significa eso?
*
* * * *
Nathan miro a su primo
y después a Max. - ¿Con quién está hablando?
- Con el ángel.
- ¿Puede hablar con los
ángeles?
- Puede hablar con
Ithuriel.
Nathan permaneció en
silencio absorbiendo lentamente la información.
Max le miro comenzó la
explicación. – Ithuriel siempre ha estado ligado a sus padres, ambos tienen su
sangre, eso le dio la habilidad a tía Clary de crear nuevas runas y también les
ha enviado mensajes y avisos, ayudándoles. Ahora Will tiene una forma diferente
y más fuerte de comunicación con él. Supongo que eso pasa cuando tienes el
doble de sangre de Ángel que tus padres.
- ¿Y Charlie? –
Preguntó Nat preocupado por su pequeña prima.
- Will y yo la hemos
estado observando de cerca, nunca lo dejaremos de hacer, pero hasta ahora sólo
ha mostrado increíbles habilidades con el dibujo y la música. Tiene la misma
sangre que Will, pero por alguna razón no las mismas habilidades.
- ¿Es por esto que lo
mantienen oculto? ¿Por qué Will puede comunicase con Ithuriel?
- Cuando tía Clary era
joven tenía miedo de que La Clave le condenara por su habilidad, fue difícil,
incluso ahora, pero fue soportable, ofreció su don a los Cazadores y ahora está
en paz con una vida relativamente normal. Will es diferente, él puede crear las
runas a su voluntad, el ángel le permite hacerlas realidad, además de que se
comunica con él, no con sueños, - Max miró a su primo en el suelo aún en
trance. – Lo hace de una manera directa, habla con él justo como nosotros lo
hacemos ahora.
- Eso es…
- Demasiado. Y será
demasiado para La Clave si se enteran.
Nathan estuvo de
acuerdo con eso y mirando a su primo en el suelo dijo: - Tenemos que evitar que
eso pase.
Fue así que un gran
peso dejo los hombros de Max, se sintió muy aliviado de que Nathan lo supiera y
culpable por no habérselo contado antes. – Nat. – Dijo pero le interrumpió.
- No tienes que decirme
nada. Entiendo el por qué no me lo dijeron, lo entiendo y lo apoyo. – Los ojos
verdes de Nathan se iluminaron, él sonrió a Max. – No tienes por qué sentirte
culpable.
- Me siento culpable
por no habértelo dicho antes, pero ahora por razones diferentes.
- Estamos juntos en
esto, no lo olvides de ahora en adelante. – Nathan tomó la mano de Max y la
presionó mientras ambos seguían mirando y cuidando de Will.
Max presionó la mano de
Nathan en un común acuerdo silencioso.
*
* * * *
SIGNIFICA
QUE EL TIEMPO TE AYUDARA A DECIDIR.
- ¿Decidir qué?
NO
PONERTE EN PELIGRO Y PONER EN PELIGRO A QUIENES TE IMPORTAN.
- ¿No quieres que
ayude?
PUEDES
HACER LO QUE QUIERAS, SIEMPRE Y CUANDO ESTÉS DISPUESTO A PAGAR EL PRECIO.
- ¿Tú me harás pagar? –
Preguntó temeroso Will.
TUS
ACCIONES LO HARÁN.
- Estoy dispuesto.
¿POR
QUÉ?
- Porque soy un Cazador
de Sombras.
El ángel le sonrió. ESO ES CORRECTO, WILLIAM HERONDALE.
Y Will abrió los ojos.
*
* * * *
La respiración de Will
estaba acelerada cuando despertó. Max y Nathan se acercaron enseguida.
- ¿Estás bien? –
Preguntó Nathan al ver como las manos de Will temblaban. - ¿Qué te pasa?
Will intentaba calmarse
sin mucho éxito mientras era ayudado por Max a levantarse. – Dale unos minutos.
– Sugirió Max.
- Estoy bien. – Dijo
Will y llevó sus manos al rostro.
- No te vez bien. –
Comento Nat.
- ¿No me veo bien? –
Dijo Will aún con su respiración fuerte. – Quizás no lo creas, pero, hablar con
un ángel es…
- ¿Que?
Will le vio a los ojos.
– Aterrador. – Le dijo en una palabra acertada.
*
* * * *
- Me acercará a
palacio. – Anuncio Magnus a sus compañeros combatientes.
- ¿Qué? – Pregunto Lily
lanzando a un hada por el aire lejos de ella. - ¿Por qué harías eso?
- Ella no está aquí, si
no voy ahora por ella. – Magnus vio sus manos y a los nomos que venían en su
dirección. Con un movimiento controlado, pero ahora más forzado que hace
minutos, les lanzó a todos magia certera que chocó en cada uno de los pequeños
cuerpos.
- Si no vas ahora tu
magia terminara ¿Cierto? Estas quedándote sin energía.
Magnus no respondió,
solo miro a Lily. – Ayúdame. – Le dijo.
Lily tenía toda la
intención de negarse, pero sabía que era inútil. – Harás esto con mi ayuda o
sin ella. – Le dijo poniéndose frente a él y en dirección al palacio. – Así que
será mejor que te ayude, quizás así pueda devolver una parte de ti a Alec, quien,
por cierto, me asesinará si mueres, así que…
-Gracias.
- Agradece cuando
podamos llegar.
Aun cuando Lily
organizó una línea de defensa para Magnus y ayudarlo a llegar a palacio, las
hadas, nomos y demás criaturas del reino Seelie se habían multiplicado y era
casi imposible para ellos dar un paso sin enfrentarse a uno de ellos. La magia
dorada de Rose y la roja de Tobías sobresalían en la lejanía al estar absortos
en la dura batalla, los lobos y los vampiros estaban siendo superados en número
rápidamente.
- Maldición. – Dijo
Magnus al ver que llegar a la reina sería casi imposible.
- Ella sabe que estamos
aquí. – Le dijo Lily. – Ella vendrá.
- ¿Qué está esperando?
- Ahora nada. – Dijo
Lily y levantó su mano. – ¡Mira!
No le fue difícil a
Magnus descubrir lo que había sorprendido a Lily, la batalla pareció haber
entrado en una pausa cuando los caballos de la guardia real llegaron, en uno de
ellos, un caballo blanco como las nubes viajaba la reina.
- ¿Por qué? – se preguntó
Magnus en voz alta al ver a la reina con su espada, franqueada por la elite de
su ejército. - ¿Por qué apareces ahora?
- ¡Cuidado! – Advirtió
Lily cuando la espada de un hada se puso en movimiento de nuevo intentando
alcanzar el cuerpo de Magnus.
El brujo giro para
encontrarse con la espalda de Jace quien la había levantado para proteger a
Magnus del feroz ataque del hada.
- ¿Jace?
Le bastaron dos
movimientos al Cazador para dejar fuera de combate al hada. – Perdón por
colarnos a tu fiesta, Magnus. – Le dijo casi sonriendo. – No pudimos evitarlo.
- ¿Qué haces aquí? –
Magnus pudo ver a Clary al lado de su parabatai
ayudando a Lily y Maia, también el látigo de Isabelle moviéndose entre la magia
de Rose y Tobías. - ¿Qué hacen aquí?
- También tengo asuntos
pendientes con quienes lastimaron a Alec.
- ¿En dónde está? –
Dijo Magnus.
La respuesta a la
pregunta de Magnus llegó, y junto a ella un terror que le quito el aliento. Sobresaliendo
entre la multitud, la piel pálida y el equipamiento negro con tonos rojos de
Alec llenaron sus ojos. Alec mantenía su arco y flecha en la espalda y una
espada en su mano, caminando a grandes pasos a través de la batalla, lo que
Magnus no había podido hacer ahora a Alec, no le costaba el mayor esfuerzo, los
guerreros parecían permitirle caminar abriéndole el paso. Claro que lo hacían,
ellos querían que llegara a la Reina quien le estaba esperando con su sonrisa
fría.
- No. – Dijo
dirigiéndose a Alec, cuando era imposible que le escuchara. – ¡No te le
acerques!
El brujo observó como
la reina bajaba de su caballo al igual que su guardia, quienes rápidamente se
incorporaron a la batalla, Alec caminó hacia ella y la alcanzó.
Las espadas largas de
ambos se levantaron al cielo, runas brillando en una de ellas mientras que la
otra estaba adornada con naturaleza muerta, tan diferentes como sus portadores
mismos y encontrándose ambas cuando chocaron con ferocidad, el eco de su
impacto retumbo a la distancia.
*
* * * *
Will se acercó a la
barrera multicolor que les impedía entrar al reino Seelie. Max y Nathan le
miraban expectantes. El niño suspiro. – Tomé mi decisión. – Le dijo a nadie y
comenzó a trazar sobre la barrera.
La runa era en una
forma arqueada con trazos atravesando su centro, simbolizando a la magia siendo
cortada. Dio un paso atrás, y frente a los ojos de los tres, un circulo se fue
abriendo apartando la magia, hasta que tuvo la forma de una puerta de gran
tamaño.
- Lo conseguiste. –
dijo Max sonriendo.
- Andando. - Will y Max
no esperaron, dieron el primer paso hacia la maleza del reino hada.
Nathan se movió para
tomar el brazo de Max, tanto él como Will se detuvieron al ver el acto de
Nathan.
- Antes de ir ahí. –
Dijo el chico. – La promesa que me hiciste, te deslindo de ella.
La memoria de Max despegó
a esa noche en el tejado, en la residencia Herondale en donde había comprendido
de una manera más intensa el miedo de Nathan por su madre.
- No tienes que
hacerlo, no dejare que veas como…
- No es algo que puedas
evitar, no fue justo que te haya pedido eso, perdóname.
Max se molestó. – No
tienes que pedir perdón y no tienes que hacer que olvide mi promesa. Puedo
protegerte.
- Claro que puedes. –
Estuvo de acuerdo Nat. – Pero quiero que sepas, que pase lo que pase ahí, fue
mi decisión.
- No tienes que hablar así.
– Dijo Will. – estamos juntos en esto.
- Así es. – Dijo Max y
con la determinación Lightwood en sus ojos dijo: - Y la promesa sigue en pie,
no voy a fallarte.
- Ese nunca fue mi
miedo.
- ¿Cuál es entonces? –
Pregunto Will sinceramente curioso.
Nathan suspiro con el
peso de la mirada dura de Max sobre él. – Pelear contra mi pueblo será lo más
difícil que he hecho nunca. Aun cuando sé que es lo correcto, temo no tener la
voluntad de hacerlo.
- Aun cuando eso
pasara. – Dijo Max. – Nadie te culparía, nosotros nunca te culparíamos.
Nathan asintió, las
palabras de Max siempre tenían consuelo para él, y su sentimiento de culpa
volvió, pero esta vez se sintió seguro de lo que pudiera pasar.
Antes de que
reiniciaran su andar, Nathan de nuevo sujeto a Max.
- Hay otra cosa. – Dijo
y se acercó al brujo para murmurar en su oído. – Jonathan. – Le dijo y Max solo
le miro sin saber que quería decir con el nombre de su padre.
Nathan se encogió de
hombros. – Ese es mi nombre.
Los ojos de Max se
ensancharon por la sorpresa, decir tu verdadero nombre de hada a alguien le
entregaba poder a esa persona sobre ti, Max sabía que Nathan era también un
cazador de sombras, lo que significaba que no podían saber que efecto real
tendría esta magia hada sobre él, pero Max pudo ver por encima de la magia, el
símbolo en Nathan al haberle dicho su verdadero nombre.
Max tomo la mano de
Nat. – Es hermoso.
Nathan negó con la
cabeza. – No tienes que decirlo, sé que odias ese nombre.
- Tu nombre no te hace
quien eres, - Le dijo acercándose y colocando su mano sobre la mejilla del
chico afligido. – Tu le das el significado a tu nombre y lo amo.
- Max…
El joven brujo buscó
los labios de Nathan encontrándoles suaves y dulces. – Amo tu nombre por ser
tuyo. – Le dijo en un murmullo al separarse.
Ahí estaba Nathan
entregándole todo su ser a Max Lightwood y sintiendo que no podía ser de otra
forma y que era tan correcto como se sentía.
- Oh esto es adorable.
– Dijo Will y ambos le miraron sonriendo. – En verdad, soy su fan número uno,
chicos, pero tenemos que irnos.
Max estiró su mano para
tomar la de su primo sin soltar la de Nathan. – Juntos. – Les dijo a ambos
presionando su agarre en los dos.
- Juntos. – Confirmo
Nat.
- No podía ser de otra
forma. – Dijo el pequeño Cazador de Sombras.
*
* * * *
Atravesaron sin ningún
problema a través de la puerta que se había abierto por la runa de Will en las
salvaguardas del reino hada. Will miro atrás.
- ¿Todo bien? –
Pregunto Nathan a su primo.
- Solo espero que se
mantenga abierta para cuando las tropas lleguen. Quizás debamos esperar para
poder abrirla de nuevo en caso de que tuviera alguna expiración.
- No sabemos cuánto
tiempo lleve eso. – Dijo Nat.
- Así es. – Dijo Max. –
Así que nos arriesgaremos.
Will aceptó y los tres
iniciaron su camino hacia las profundidades del reino Seelie.
*
* * * *
- He esperado este
momento un hace largo tiempo. – Dijo Seelie con voz temblorosa y la rabia
marcada en el momento que pronunciaba esas palabras.
- Aquí me tienes. –
Dijo Alec. – Terminemos con esto.
La reina y Alec
movieron sus espadas con sobresaliente habilidad, nunca Alec, en toda su vida y
aún con todo lo que había vivido, imaginó tener una batalla cuerpo a cuerpo con
la Reina del mundo hada, quien, para su sorpresa, tenía habilidades extraordinarias
en el arte de la esgrima y una fuerza sobre humana. La Reina golpeó el estómago
de Alec y le hizo caer, Alec giró al ver que la Reina estaba dispuesta a dejar
caer su pesada espada sobre su cuerpo.
- No. – dijo la Reina.
– No te mataré aun, quiero que los veas morir primero.
El coraje de Alec se encendió
y corrió hacia el hada para enfrentarla una vez más. Los movimientos eran
exactos, constantes y cada uno mortal, una verdadera pelea a muerte que podía
acabar en cualquier momento.
Magnus hizo todo lo que
estaba en sus posibilidades para ir a lado de Alec, pero la misión de las hadas
era más que clara aun, ya que Magnus enfrentaba al doble de combatientes que el
resto, impidiéndole dar un paso hacia Alec y la batalla que mantenía con la
Reina.
Ver a Alec arriesgando
su vida y no poder llegar a él le hizo perder la concentración, un hada golpeó
el rostro del brujo, haciendo que sus pies despegaran del suelo para después
caer de manera violenta al suelo.
A metros de ahí, Seelie
sonrió al ver al brujo en el suelo. Alec siguió su mirada y su estómago se
revolvió en un malestar insoportable. Apartó a la reina empujándola y girando
para ir en ayuda de Magnus. La reina lo detuvo tomando su equipo por el pecho
en un agarre firme.
- No te dejare. – Le
dijo. - Te mataré antes.
*
* * * *
- Son demasiados. –
Dijo Clary tomando un respiro después de haber partido en dos a un nomo. – Nos
superan por mucho.
- Tenemos que aguantar
hasta que la ayuda venga. – Le dijo Jace pegando su espalda a la de su esposa.
- Alec y Magnus no han podido reunirse, la Reina no los dejará.
- No nos dejan hacer
mucho y… - Clary no terminó su oración ya que fueron atacados por un guerrero
hada que logró separarlos. En un segundo estaban rodeados cuatro contra dos y
saltaron hacia ellos con sus espadas listas.
Clary se preparó para
lo peor, detener el ataque de dos oponentes era difícil, incluso para un
Cazador de Sombras experimentado, el momento llegó y cuatro espadas chocaron
contra otras cuatro, perdiendo las hadas su ventaja injusta. Will y Nat habían
llegado en el momento indicado para ayudarlos. Después de los segundos de
asombro, los cuatro Cazadores de sombras se movieron con los mismos exactos
movimientos para enfrentar a su oponente y atravesar su pecho con sus
respectivas armas, movimientos fruto de una misma línea de entrenamiento, como
sombras saliendo de un mismo cuerpo.
- ¡Hola mamá! – dijo
Will sin ninguna señal de arrepentimiento.
Clary le miró con ojos
encendidos sin poder pronunciar palabras.
La batalla siguió su
curso a su alrededor y en ellos cuando un hada intentó atacar a Jace. - ¿Aún
crees que dejarlos encerrados era algo excesivo? – Preguntó Jace a su esposa
cuando dejó inconsciente al hada gurrero.
No había tiempo para
regaños maternales, Clary se acercó a su hijo y lo tomó sin cuidado de su
chaqueta. – Mantén tu guardia siempre en alerta, tus sentidos en los ruidos de
las espadas, mira nuestros pies y no te alejes. ¿Entendiste William Herondale?
Will asintió, nunca
había visto a su cariñosa madre en esa actitud.
– Lo mismo para ti. –
Le dijo Clary a Nathan. – Manténganse juntos ¡Levanten sus armas, cazadores!
Y los cuatro se
convirtieron en un equipo perfecto y mortal.
*
* * * *
- ¡Te mataré! – Anunció
la reina y levanto su espada aún sujetando a Alec. Pero la Reina no tenía
ninguna intensión de una pelea justa y para cuando Alec se zafó de su agarre y
se alejó fuera del alcance de su arma, otro guerrero estaba detrás de él
esperando poder atravesar su corazón. Todo fue demasiado rápido para Alec que en
un segundo se dio cuenta de que no habría forma de esquivar al guerrero.
Pero la espada del
guerrero no le alcanzó, el hada cayó sobre sus rodillas y después su rostro al
suelo, Alec pudo ver en su espalda la flecha que le había derribado, la flecha
tenia brillos azules de magia palpitando a su alrededor.
Max.
Pensó Alec de inmediato.
- No creí que les
tomara tan poco tiempo llegar aquí. – Dijo la Reina. - ¿No es irónico, Niño
arquero? Nuestros hijos compartiendo amor, debes saber que mi hijo será la perdición
del tuyo.
Alec levantó su espada
señalando y amenazando a la reina. – No sé cuáles son tus intenciones, - Dijo
severo - ¡Pero te exijo que los dejes fuera! ¡deja que se vayan!
- Claro que no. – Le
dijo la reina - Son mi mejor arma. Los hijos, pequeño Cazador de Sombras, nos
hacen débiles.
La reina levantó su
espada al mismo tiempo que un guerrero de su ejército lo hizo, la Reina nunca
peleaba sola, ambas espadas se blandieron feroces en dirección a Alec, Alec no tenía
tiempo de pensar, pasara lo que pasara, no podría esquivar ambas armas.
Entonces en un parpadeo
hubo un zumbido en el viento y otra flecha certera y envuelta en magia azul atravesó
el corazón del guerrero, la flecha que Max había lanzado derrumbó una vez más a
otro guerrero y dejo que Alec bloqueara el ataque de la reina.
Seelie maldijo en un
idioma antiguo y Alec sonrió victorioso. – Te equivocas. – Le dijo empujándola
y por primera vez haciéndola caer al suelo. – Nuestros hijos nos hacen fuertes.
*
* * * *
Max no apartó la mirada
de su padre, por suerte y gracias a su
ayuda se había deshecho del insistente ataque de la reina y ahora iba en
dirección a su padre, estar juntos era lo que necesitaban para estar seguros,
era lo que Max sabia y en lo que creía. Su padre le miró a la distancia y en
dos segundos el joven brujo de piel azul estaba franqueado por las dos amigas
incondicionales de su padre, Maia y Lily lucharon a lado de Max.
- No deberías de estar
aquí, Arándano.
Max no dejo de disparar
sus flechas hacia las hadas, por un momento sus oídos silbaron por el
aturdimiento que le provoco la batalla. – Nada de esto debería estar pasando. –
Dijo sombríamente, Maia y Lily entendieron que, a pesar de sus habilidades y su
poder, Max seguía siendo un niño que no entendía el significado de una guerra.
- Pronto terminará. –
Le consoló Maia.
- Raziel. – Dijo Max
asombrado por como un hada atravesó el pecho de un vampiro.
- Debemos movernos. –
Dijo Lily y los tres se acercaron al equipo de Jace y su familia.
Nathan, Max y Will se unieron
en una formación de tres puntos inquebrantable. - ¿Estas bien? – Pregunto
Nathan a Max al ver la expresión en su rostro.
- Ahora entiendo,
entiendo por qué mi padre había querido evitar esto con todas sus fuerzas…
- Max. – dijo Nathan con
dolor. Max no estaba asustado por la batalla, tampoco por la idea de poder
morir, Max estaba lamentando cada una de las vidas caídas en esa pradera. – Lo
lamento. – Dijo pero Max no le escucho, el brujo se había adentrado en la
misión de atacar a las hadas que estaban llegando desde el cielo.
Sus flechas con magia
azul volaban hacia el cielo y derribaban a los guerreros de sus caballos.
Nathan cubrió su espalda mientras el disparaba a las alturas. – No es
suficiente. – Dijo Max. El brujo echó una mirada rápida a sus padres y después,
sin pensarlo, corrió y su cuerpo comenzó a brillar.
Nathan logró ver con
claridad sus intenciones e intentó sujetarlo antes de que Max dejara el suelo.
- ¡No! – Grito Nathan
cuando intentó alcanzar su brazo para sujetarlo y evitar que despegara al
cielo, le llamó al ver como el brujo se alejaba a un lugar inalcanzable para
él, un lugar en donde no podía ayudarlo y mantenerlo a salvo. – ¡Estúpido
brujo! – Murmuro Nat impotente.
*
* * * *
El cuerpo le dolía, su
magia cada vez era menos y podía sentir el agotamiento llenando todo su cuerpo,
su pómulo ardió y estaba mareado por el feroz golpe recién recibido. Magnus
giró y pudo ver al guerrero que le había golpeado y derribado, este tenía su
espada levantada, pero la espada no se movió y el soldado lo hizo solo para
caer desplomado al suelo, una espada le había atravesado el pecho, cuando el
guerrero cayó dejo ver al responsable. Edrian retiró la espada del cuerpo del
hada.
No espero verlo, no ahí
y tampoco espero deberle ahora su vida. Antes de que Magnus dijera cualquier
cosa, Alec se dejó caer al suelo frente a él y sus ojos dejaban ver la angustia
por ver a Magnus lastimado. – ¡Por el ángel! – Dijo Alec con toda su atención
en Magnus y sin mirar a Edrian. – Muchas gracias. Pensé… que no iba a llegar a tiempo.
Alec mantenía el rostro
de Magnus entre sus manos, examinaba cada centímetro de él, buscando daños. La
llegada de los Cazadores fue notada en seguida, el número ahora estaba a su
favor. Alec, Magnus y Edrian se vieron rápidamente en un área resguardada por
combatientes esperando nuevas órdenes después del primer ataque de
recuperación.
Alec ayudó a Magnus a
ponerse en pie. - ¿Cómo lograron cruzar? – Pregunto Alec a Edrian.
- Hay una grieta en las
salvaguardas. – Le dijo. – Algo o alguien lo hizo y eso nos permitió pasar.
A Alec también le pareció
extraño, justo como el rostro de Edrian indicaba.
- La Reina se ha
desplegado. – Le dijo Edrian al Cónsul. – Pero podremos alcanzarla si…
- No. – Dijo Alec
rápidamente. – Deben ayudar a los heridos, hay demasiados subterráneos
lastimados.
Edrian y Magnus le
miraron sin entender por completo lo que acababa de decir. – Eso… - Dijo
Edrian. – Eso dividirá nuestra fuerza de ataque a la mitad.
- Quiero el menor número
de bajas, resguarden a los heridos y sólo después de eso, regresen a combatir.
- Alec… - Dijo Edrian
en un inicio de protesta.
- ¡Tienes tus ordenes!
– Le dijo Alec.
Edrian asintió
lentamente. – Sí, señor.
Antes de que comenzara
con la tarea y a dar las ordenes a los Cazadores de Sombras recién llegados,
Alec le dio una nueva orden. – Edrian, tomen prisioneros, si alguien quiere
rendirse, lo respetaremos.
Edrian y Magnus de
nuevo le miraron, Alec le daría una puerta de escape incluso a sus enemigos.
Ninguno de los dos podía pensar que era extraño, pudieron haberlo esperado, le
tomo sólo un par de segundos entenderlo y aceptarlo. – Por su puesto, señor. –
Confirmó Edrian y se puso en movimiento para obedecer las órdenes del Cónsul.
- Eso. – Dijo Magnus
cuando Alec lo devolvió al suelo para verificar sus golpes y al darse cuenta de
que Magnus estaba débil, incluso para seguir en pie. – Eso le quitara poder de
ataque a tu ejército.
- Podremos soportarlo.
– Dijo Alec manteniendo presión sobre el pómulo abierto de Magnus.
Magnus aparto la mano
de Alec. – Estoy curándome, no debes…
- Bien, porque te iras
de aquí y te llevaras a Max y los chicos.
La idea fue tentadora,
sacar a Max de ahí tenía que ser la prioridad de Magnus, pero no la tomó.
Magnus se puso de pie con la energía reestablecida por el espacio de aire en la
batalla que le habían dado. – Envía a alguien más para sacar a nuestro hijo de
aquí. No me voy.
- ¡Ella te quiere! – Le
dijo Alec en un arranque de desesperación.
- También a ti, - Le
dijo mirándolo a sus ojos. - ¿Te iras por ello?
Alec movió su cabeza.
- Bien. – Dijo Magnus
haciendo que sus manos se envolvieran en azul. – Ahora nos entendemos.
Ambos volvieron a la
batalla.
*
* * * *
La llegada de Edrian
con los Cazadores de Sombras les regaló de inmediato una ventaja notoria a los
subterráneos que habían llegado ahí a luchar solos. Isabelle y Rose emboscaron
a un hada entre ellas y un árbol, las hadas eran engañosas incluso en su
apariencia, no tenían edad y esta hada, un chico con cabello verde y ojos rojos
parecía ser un niño, miraba a ambas mujeres con el temor en sus ojos.
Rose e Isabelle se vieron
entre ellas y después al chico.
- No tiene que ser así.
– Dijo Isabelle con su látigo extendido pero inmóvil. – Puedes rendirte. – Le
aconsejo.
El joven hada mostro
dignidad y enojo. - ¿Rendirme? – Dijo como si escupiera las palabras. - ¿Y ser
condenado a muerte públicamente después por la Clave?
- Si te rindes. – Dijo
Rose. – Tendrás un juicio justo, podrás volver a casa, evidentemente eres
demasiado joven para estar en una batalla. No sé por qué estás aquí, pero
puedes salir, no tienes que morir aquí por una causa vacía.
- Escúchanos y ríndete,
niño. – Dijo Isabelle severa.
El joven hada miro a
Rose con mayor detenimiento. – No eres una Cazadora ¿Por qué les ayudas?
- Porque quiero lo
mejor para mi especie.
- Eres una subterránea.
- Y estoy al servicio
de la clave, te aseguro que tendrás un juicio justo. Mira a tu alrededor, no
vinimos a exterminarlos, queremos salvarlos, el Cónsul quiere liberar a tu pueblo.
El chico hizo eso
exactamente, vio como los cazadores de sombras tomaban a los subterráneos
heridos para sacarlos del campo de combate y auxiliarlos, observó como los
comandantes y ejercito de Elite de la Reina se mantenía en el cielo fuera de un
evidente peligro, no había honor en eso y lo comprendió. Los ojos y hombros del
chico se relajaron y sus armas cayeron al suelo en rendición.
Antes de que pudiera
decir las palabras que lo sacarían de ahí con vida, una flecha atravesó su
pecho, Rose se lanzó hacia el chico para que no cayera al suelo, había sangre
en su boca y sus ojos estaban perdidos por el asombro.
- Tranquilo, tranquilo.
– Le dijo Rose intentando curar la herida.
El chico sostuvo la
mano de Rose con fuerza hasta que no pudo más. El joven hada había muerto.
Isabelle y Rose se
miraron y después levantaron la vista hacia Gwyllion quien había asesinado al
chico. – Si no estás dispuesto a morir por tu Reina, - dijo el comandante desde
su corcel en el cielo. – No mereces estar vivo.
Isabelle sin pensarlo
intentó alcanzarlo con su látigo, pero Gwyllion estuvo fuera de su alcance con
demasiada rapidez, ambas mujeres miraron impotentes como el asesino se alejaba,
dejando el cuerpo del niño en los brazos de Rose.
Después de verle
alejándose un escalofrió sacudió a Isabelle cuando observo al joven que volaba
dejando una estela de magia azul, el brujo fue a toda velocidad tras el hada
asesino. - ¡Max, no! – grito Isabelle, pero ambos ya estaban demasiado lejos de
ella.
*
* * * *
Nathan seguía luchando
en tierra, Will y sus padres no se encontraban lejos de él, ambos adultos
tenían franqueado a su hijo, protegiéndolo en todo momento, Nathan agradeció al
ángel por eso, ahora sólo necesitaba encontrar la manera de llegar a Max, lo
único que se le ocurrió fue tomar un caballo del ejercito contrario. Miraba al
cielo, atacando en tierra y esperando su oportunidad cuando un guerrero hada
que le doblaba la altura llego a él. Nathan levantó su espada, pero el hada le
golpeo el rostro haciendo que girara por el impacto y cayera al suelo
completamente fuera de sí. Nathan intento ponerse en pie, pero el hada golpeó
con su pie su estómago.
- Príncipe. – Le dijo
con voz áspera. – Vendrá conmigo, su madre le espera.
Nathan alcanzó su
espada y lanzó un corte al hada alcanzándolo e hiriendo su mano, la sangre
comenzó a correr por entre sus dedos. Nathan aun intentaba recuperarse por
completo del primer golpe, entendió que el tiempo que había ganado con su
ataque no sería suficiente. La furia de la enorme hada fue evidente y con el
mazo que tenía sujeto, intento golpear de nuevo a Nathan.
- Ciertamente. – Dijo
el gigante furioso. – Nunca me aclaró si te quería vivo o muerto.
Su brazo se levantó
sobre Nathan y después el brazo y el mazo se alejaron del lugar y del cuerpo de
su poseedor, la extremidad salió desprendida del hada y este gritó por el dolor
y el asombro se verse mutilado. La pequeña mujer se colocó frente a Nathan
cubriéndolo de la gran amenaza.
- Eso fue. – Dijo
Clary. – Por haber tocado a mi sobrino.
El gigante enfureció
mucho más y se movió ahora en contra de Clary, no logró siquiera acercarse, su
pecho fue atravesado por una espada que fue retirada y el hada cayó fuertemente
contra el suelo.
- Y eso. – Dijo Jace. –
Por amenazar a mi familia.
Clary y Jace se movían
alrededor de Nathan quien seguía en el suelo, pero ahora con la ayuda de Will
parar intentar recuperarse. Will vio a sus padres y cuidando no ser visto trazó
una runa en la clavícula de Nathan, su primo se recuperó al mismo instante que
Will dejaba de dibujar.
- Gracias. – Dijo el
chico.
- No agradezcas, ¿Cuál
es el plan? – quiso saber Will.
- Llegar a Max. –
Nathan se puso en pie de inmediato para seguir con su tarea.
Will puso los ojos en
blanco. – Supongo que debo ser más específico con mis preguntas.
Nathan se levantó y
miro al cielo, la estela azul de magia que Max estaba dejando era
inconfundible, las flechas volaban hacia él y caían al suelo hiriendo
cobardemente a los combatientes en tierra.
- No es justo. – Dijo Nathan.
– Si están en el cielo no pueden ser alcanzados.
- Lo mismo pensó Max. –
Le dijo Will. – Por eso esta allá arriba ¿Cierto?
- Pero está solo. – La
voz de Nathan reflejaba su preocupación. – No debería estar solo, quiero ir con
él, quiero…
- Cálmate. – Pidió Will.
- No, no puedo, no voy
a ver como se consume y pone su vida en peligro.
Will dio un paso atrás
al ver como la tierra debajo de Nathan se movía, como si algo intentara salir,
Nathan era capaz de manipular los elementos de la naturaleza, Will pensó que estando
en el reino hada sus poderes se intensificaban.
- En verdad tienes que
calmarte.
- ¡Tengo que llegar a
él!
Entonces Will pudo ver
como algo en Nathan cambiaba, como si algo le hubiera despertado. El pequeño
Cazador se le acerco de nuevo. - ¿Qué pasa?
Nathan miro al cielo
como si estuviera esperando algo.
- ¿Qué es eso? – Dijo
Will y se dio cuenta de que Nathan estaba sonriendo.
- Es ella. – Dijo
Nathan y ambos miraron a un corcel con alas tan largas que opacaba a los demás
corceles en el cielo, su color era de un azul pálido y brillante. Cruzo el
cielo en medio de la batalla para poder llegar a Nathan. – Es Celeste.
El corcel lleg a el
chico y dejo que este acariciara su cabeza. – Viniste. – Le dijo Nathan y subió
a ella, la última vez que había visto Celeste era un potrillo, ahora ella era
enorme y se veía poderosa. – Vamos, - Le dijo a su compañera. – debemos
ayudarlo.
Nathan estiró su mano
hacia su primo. Will dio un paso al frente, pero fue detenido por su padre
evitando que este subiera con Nathan.
Nathan le miró y Will
le sonrió. - ¡Ve! – Le dijo y Nathan despegó antes de que Jace le alcanzara
también para detenerlo.
*
* * * *
Magnus se convirtió en
un torbellino de fuego azul e hizo que su cuerpo expulsara certeros relámpagos
de energía a los nomos que estaban rodeándole. Las creaturas fueron fulminadas
en el instante en que la llama les tocaba. Pero aún con el poder de Magnus los
guerreros Seelies seguían atacándolo desmedidamente, un guerrero hada vio la
oportunidad de atacar a Magnus y Alec atravesó su pecho con su espada.
Magnus le miro. –
Gracias. – Le dijo sin dejar de atacar con su fuego azul.
- ¿Aun no lo entiendes?
– dijo Alec. - Están intentando matarte.
- ¿Aún no lo entiendes?
– Preguntó Magnus en respuesta. – No me importa. Tengo que matarla.
- No necesitamos
matarla, - Alec golpeÓ y alejo a un hada más, este quedÓ inconsciente a sus
pies. - Podemos apresarla y…
- ¿Por qué estás aquí,
Alexander?
Alec no podía ver el
rostro de Magnus, El cónsul se encontraba concentrado, al igual que el brujo en
mantener la batalla y mantener a Magnus en ventaja. – Magnus.
- Si en realidad no
crees que es necesario matarla ¿Qué haces aquí?
- Estoy aquí por ti,
porque no podía permitir que te lastimaran.
- Esas no deberían de
ser tus razones. – Magnus golpeó el rostro de un Seelie alejándolo de ambos. –
Esto no se trata de mí, se trata de hacer lo correcto y…
Alec logró acercarse a
Magnus y tomó su brazo para captar su atención, definitivamente el acto del
hombre lo hizo, esto era una batalla y Alec parecio haber olvidado eso
deteniendo a Magnus. – Ayúdame. – Le pidió mirándole al rostro. – Ayúdame
entender lo que está pasando. Cuando venía aquí todo era claro, pero… pero
ahora…
- Es un hechizo. Las
cosas deben de estar nublándose para ti porque estas cerca de mí, algo que ella
no permitirá. – Le dijo el brujo comprensivo. Magnus movió la cabeza negando y
entrando en desesperación. – Escucha, sé que esto debería ser por un bien
mayor, que hay cosas más importantes, motivos más importantes que los míos,
pero la verdad… es lo que tengo, estoy aquí por lo que te hizo, estoy aquí porque
te quiero de vuelta y matarla es la única forma de lograr eso.
Le tomo unos segundos
de duda a Alec entenderlo. – Magnus, yo…
-
¡Max, no!
Alec y Magnus giraron
hacia el grito de Isabelle y después hacia donde ella miraba, ahí estaba su
hijo, Max con claras intenciones de ir por Gwyllion, Rosemary mantenía en sus
brazos el cuerpo inmóvil de un joven hada y ambos pudieron imaginar lo que
había ocurrido y lo que había despertado el intento temerario de su hijo por
alcanzar al comandante del ejército hada.
- Ahora debemos
ayudarlo. – Dijo Magnus y Alec estuvo de acuerdo.
El Cónsul dejó su
espada y tomando su arco lanzó flechas al cielo, las hadas que intentaron alcanzar
a Max cayeron al suelo victimas de sus disparos certeros. Alec volteó hacia la
Reina que se mantenía protegida detrás de una línea de sus soldados mirando la
batalla sangrienta con un aire de superioridad y frialdad que enfureció al
cónsul. Alec asintió. – Después iremos por ella.
Magnus movió su cabeza
aceptando eso y ambos iniciaron la batalla, ahora cuidando el perímetro de
vuelo de su hijo.
*
* * * *
- Deberíamos de estar peleando.
– Dijo Vanessa a Edrian. – La ventaja está siendo alcanzada.
- Debemos sacar a los
heridos primero.
- ¿No te cansas de
seguirlo ciegamente?
Edrian dejó al chico
lobo inconsciente al lado del brujo que estaba sanando las heridas de los caídos.
Vio a Vanessa preocupado e intentando descifrar las intenciones de sus últimas palabras.
Vanessa lo notó y
levantó sus manos en rendición. Ella había mantenido una estela sobre la piel
de un compañero Cazador para curar sus heridas. – No es un reclamo, es sincero,
¿cómo puedes hacerlo?
A Edrian le tomó unos
segundos encontrar la respuesta. – Porque nunca piensa en él.
La reacción de Vanessa exigía
una mayor explicación.
Edrian se la dio. –
Somos Cazadores de Sombras, nos han criado de la manera en la que los ángeles
quizás debieron hacerlo, somos arrogantes y pretenciosos, todos en su mayoría
lo somos y nos ponemos frente a todo porque nuestro deber es sagrado. Somos tan
fáciles de corromper que…
- La esperanza se
pierde fácil.
Edrian asintió. – Pero no
con él. Es diferente y lo demuestra, es el único que ha hecho la diferencia.
Vanessa movió su cabeza
en acuerdo con todo.
Edrian suspiró, el
ruido de la batalla pareció haberse alejado de ellos, por lo menos unos minutos
antes de volver. – Por eso… - Dijo Edrian. – Por eso me confundí y…
Vanessa le tomó del
brazo para detener sus palabas. – No necesitas hablar de eso ahora.
- Quiero hacerlo,
necesito que sepas que eso me cegó y… Solo por si algo pasa, quiero que sepas
que…
- Guarda silencio. – Pidió Vanessa en la forma en la que lograba
que Edrian le escuchara por encima de todo y de todos. – Hablaremos de esto, si
lo quieres, cuando volvamos a casa, cuando estemos preparando nuestra boda o
dando las buenas noches a nuestra hija.
Eran sensaciones nuevas
las que Nessie provocaba en Edrian, con sus palabras hizo que su estómago diera
un vuelco con la emoción de escuchar Nuestra
hija en la forma en la que era la correcta y cierta. Entonces Edrian solo
necesito decir una cosa más: - Te amo.
La cazadora sonrió y
golpeo débilmente el hombro de su prometido. – Volvamos y terminemos con esto.
- Para volver a casa. –
Dijo Edrian en acuerdo.
*
* * * *
Max intentó con toda su
energía alcanzar a Gwyllion, sus emociones estaban al límite después de haber
visto al guerrero matar a sangre fría a uno de los suyos, un hada joven que intentaba
rendirse. Las hadas en el aire se acercaban a él para detenerlo y caían antes
de acercarse por las flechas que eran disparadas desde el suelo por su padre.
Max no podía más que agradecer y continuar con su tumultuoso camino hacia el
coronel del ejército hada. Entonces llegó a él.
- ¡Cobarde! - Le llamo
Max e intento que su magia le alcanzara, Gwyllion bloqueó el poder azul con su
espada, haciendo que este rebotara e hiriera a otro guerrero hada.
Max se desconcentró al
ver lo que acababa de ocurrir. Gwyllion aprovechó la oportunidad y alzó su
espada hacia el brujo. Una sombra se colocó entre ambos, Nathan y Celeste
lograron evitar que Gwyllion lastimara a Max. Ambas espadas largas chocaron y
se reprendieron una con otra.
Max se sorprendió, pero
no perdió el tiempo y lanzó otro ataque, su magia ahora choco con el escudo del
caballero y le alcanzó a sí mismo. Nathan gritó el nombre de Max y blandió su
espada contra Gwyllion con toda la fuerza e ira que pudo acumular. Ambas
espadas desprendieron chispas doradas al chocar.
- No te atrevas a
enfrentarme. – Le dijo Gwyllion. – No tenemos más razones para mantenerte con
vida.
Nathan no hizo caso a
sus palabras y como el Cazador de Sombras que era, lanzó una patada a Gwyllion,
lo que no esperaba el hada ya que le golpeo de lleno en el estómago haciendo
que su caballo se moviera para no perder a su jinete.
- Mocoso insolente, -
Bramó Gwyllion y se precipitó hacia Nathan, no logró llegar a él, ya que
celeste se elevó para que no lograra alcanzarlo y, por el contrario, Gwyllion
terminó haciendo un movimiento torpe y descontrolado, una burla de combate para
él. Nathan volvió con eficiencia hacia él y su espada, aun pese a lo
sorprendente, alcanzó el brazo de Gwyllion. El guerrero gritó y con ojos
desorbitados vio al chico hada que venía de nueva cuenta para atacarlo.
Gwyllion logró esquivar el ataque con dificultad, pero sus movimientos pesados
no eran suficientes para enfrentar a Nathan con su agilidad de hada unida a la
técnica y la fuerza de un Cazador de Sombras entrenado.
Max no podía ayudarlo o
siquiera intentarlo sin correr el peligro de herirlo, se mantuvo cerca mirando
la espectacular demostración de técnica de batalla, el entrenamiento que había recibido
por parte de Jace había dado increíbles resultados, también el hecho de que
Nathan era un guerrero natural en todo sentido.
- ¿Por qué están
mirando sin hacer nada? – exigió el comandante a su ejército. – ¡Atáquenlos!
Las hadas se movieron
contra Max, pero no contra Nathan. Antes de que los guerreros llegaran al brujo
las patas de sus caballos fueron apresadas por las ramas de los árboles que se
encontraban por debajo de ellos. Los corceles se quedaron inmóviles y tras el
intento de zafarse del agarre que estaban experimentando hicieron que sus
jinetes cayeran de ellos. Los jinetes fueron alcanzados también por raíces que
surgieron del suelo y mantenidos sujetos ahí.
Gwyllion miró a Nathan.
– Tu… - Le dijo sin poder ocultar su asombro. – Tú has hecho esto.
Nathan tenía su
atención en Max, mantenerlo protegido era su propósito. Gwyllion no correría el
riesgo de enfrentarse a él y ser presa de su inminente poder. - ¡Atáquenlo! –
Ordenó de nuevo, pero esta vez ninguno de los guerreros se movió. Nathan sabía
que la cobardía en el ejército de su madre era inexistente. Entonces ¿Qué
detuvo a los soldados?
- Ordene… - Dijo Gwyllion,
pero recibió una respuesta de uno de los guerreros que nadie en esa batalla a
excepción de los mismos soldados esperaba.
- Es el príncipe. – Le
dijo a su comandante. – No lo atacaremos, es parte de este reino, la tierra, su
tierra le está ayudando. No podemos ir en contra de eso.
Nathan y Max se miraron
por unos segundos, y Nathan pudo notar el aura azul de Max más débil que hace
unos minutos, necesitaba volver a tierra antes de que su energía se agotara por
completo. El chico se permitió, además, pensar en la posibilidad de que la
batalla terminara, volteó hacia abajo y notó la mirada feroz de su madre puesta
sobre él, no se había dado cuenta que lo que había hecho con la ayuda de los
arboles había detenido la batalla en el suelo, todos le miraban, hadas,
subterráneos y Cazadores de Sombras, Magnus y Alec, le miraban, Will, su
familia, toda la atención puesta en él y en el futuro de la decisión de
terminar con la batalla.
Antes de que Nathan
pudiera decir, pudiera pedir a su pueblo que detuviera el combate, Gwyllion se movió,
pero no lo hizo contra él, el hada se movió contra el brujo, el corcel golpeó
el estómago de Max haciendo que este se inclinara al frente, todo pasó muy rápido,
una flecha y un rastro de magia intentaron alcanzar a Gwyllion, pero no
acertaron, Gwyllion levantó su espada teniendo como objetivo el cuello de Max.
Alec y Magnus gritaron
el nombre de su hijo y el estruendo debajo de ellos les hizo perder el equilibrio,
todo había pasado demasiado rápido, todo era confusión y una nube café de polvo
se levantó en todo el lugar haciendo que la visibilidad de todos fuera nula.
Los segundos pasaron en silencio. Alec y Magnus corrieron para acercarse a
donde podría estar Max por encima de ellos, ambos se detuvieron al ver la
propagación de raíces que salían del suelo, siendo eso lo causante de la nube
de polvo. El polvo y tierra se disipó, ambos respiraron al ver a Max en el
cielo, sujetando aun su estómago por el terrible golpe que había recibido, pero
sin haber sido alcanzado por el terrible ataque de Gwyllion. Poco a poco lo
sucedido fue claro al ver el cuerpo de Gwyllion y su corcel yaciendo sin vida
en la punta de las largas raíces que le habían alcanzado y atravesado por todo
el cuerpo, la imagen era impresionante y abrumadora a la vista, una terrible
forma de morir.
Nathan se dio cuenta de
lo que había hecho, fue demasiado para el joven hada, la necesidad de salvar a
Max le había hecho perder el control, su espada dejo su mano y cayó al suelo. -
¿Qué he hecho? – Dijo por completo perturbado. – Por el ángel, ¿Qué he hecho? –
La explosión de poder utilizada por Nathan para detener a Gwyllion le cobró
factura a su cuerpo enseguida.
Max, quien no había
quitado su vista de él, se movió con la energía que le quedaba para evitar que
Nathan cayera al suelo ya que el chico había perdido el sentido. Max subió a
Celeste con él y lo sostuvo firmemente. El brujo se inclinó hacia las orejas
del corcel. – Llévanos a tierra. – Le pidió amablemente y Celeste bajo rápidamente
y con seguridad hasta donde estaban ya esperándoles sus padres, Will y su
familia. Les ayudaron a bajar ya que ambos jóvenes estaban al límite del
agotamiento, todo alrededor era calma, la batalla se había detenido y nadie
hablaba.
- ¿Estará bien? –
Pregunto Max a su tío.
Jace había tomado a
Nathan y tiernamente lo había colocado sobre su regazo. Con cuidado, pero sin
duda, Jace trazo una Iratze en el
hombro del chico. – Lo estará. – Le aseguró a Max quien estaba franqueado por
sus padres.
Era hora de terminar
con la guerra y Alec no perdió la oportunidad. Se dirigió a la Reina. – Se
terminó. – Le dijo con voz firme. – Ríndete ahora y salva a tu pueblo.
La Reina sonrió, una
sonrisa fría que hizo que la piel de Alec se erizara. Seelie levantó la cabeza
para dirigirse a sus guerreros en cielo y tierra. – Ese es su príncipe. – Dijo.
– Los Cazadores de Sombras le han acogido, le han entrenado para esto, para
tener la ventaja sobre nosotros y que ustedes no quieran lastimarlo, entonces,
no podrían vencerlos.
Seelie seguía hablando
cuando Alec y Magnus compartieron una mirada, ambos sabían que haría lo que
mejor sabía hacer, manipular y que en lo absoluto intentaría salvar a su
pueblo.
- Deben luchar, - Dijo
la Reina con el histrionismo de una profesional en manipulación. – Deben
arrebatar de las crueles garras de los Cazadores de Sombras a mi hijo, a su
príncipe, no les pido que luchen más que por su príncipe, más que por recuperar
lo que por derecho les corresponde, su príncipe les necesita, su reino les
necesita, no le den la espalda ahora.
Los gritos de batalla
surgieron de los caballeros hadas, esa oportunidad de detener la batalla se
había esfumado gracias a las mentiras de la Reina. Los Cazadores y subterráneos
se reagruparon para continuar con el enfrentamiento, no había vuelta atrás,
ahora seria todo o nada para lograr su cometido.
- Me quedaré con él. –
Dijo Max acercándose a Jace. Jace asintió y cedió su lugar al brujo.
- ¿Ahora quieren a Nat?
– Pregunto Will.
Su madre acaricio su
cabello negro desordenado. – No dejaremos que se acerquen. – Le dijo y Will
supo que él mismo no dejaría que se acercaran a su primo.
Alec y Magnus se
acercaron a su hijo. – Debes cuidar tu energía. – Le pidió Alec, - Deja que las
runas le curen. ¿Está bien?
Max asintió resignado.
Magnus miro a los tres chicos. – Manténganse juntos. – el brujo asintió y
observo como sus padres se unían a la batalla de nuevo. No perdía de vista a
sus padres aun cuando sintió la mano de Nathan en su mejilla. Max le tomo la
mano.
- Esta bien. – Le dijo
para calmarlo. – Te pondrás bien. ¿Ves? – Max le mostró la Iratze en su hombro.
– Te han marcado, te curaras pronto.
- Es mi culpa. – Dijo
Nathan. – Siguen luchando por mi culpa.
- No. – Le dijo Max. –
Siguen luchando por que les mintieron. – Max acaricio el rostro triste de
Nathan. – Pero encontraras la manera de hacer que se detengan, siempre lo
haces.
- Por ahora. – Dijo
Will tomando su estela. – Empezaremos con hacerte sentir mejor.
*
* * * *
La batalla se había
reiniciado, Alec se dispuso a alcanzar a la reina, si la detenía, quizás podía
lograr que las hadas desistieran de seguir atacando, miro atrás, a Jace, Clary,
Izzy y Simon, rodeando a Nathan para que no fuera alcanzado, Max estaba en medio
de ellos, eso estaba bien, su hijo estaría a salvo por lo menos, antes de que
un guerrero hada le enfrentara Magnus se colocó a su lado. Alec hubiera deseado
que no lo hiciera, la energía de Magnus no podía estar en un buen nivel, no
después de toda la atención que recibía de las hadas.
- Iré contigo. – Le dijo.
Alec quería hablarle y decirle que podía hacerlo solo, que podía salvarlos a
todos. Los atacantes seguían en busca del brujo, Alec lo jaló para quitarlo del
paso de la espada de un hada.
Las espaldas de Alec y
Magnus se alinearon una contra la otra. – Tu mano. – Dijo Alec en su intento
por ayudar a Magnus.
- ¿Que?
- Dame tu mano. – Repitió
el Cazador en una urgencia.
Magnus y Alec giraron
para estar frente a frente, la estela de Alec brillo y quemo sobre la piel de
Magnus. – No tienes por qué luchar solo. – Le dijo Alec repitiendo las palabras
que Magnus le había escrito en su carta mientras dibujaba la runa de Alianza en el dorso de la mano de
Magnus. El poder de la runa hizo efecto en ambos muy rápidamente. – Debes
detenerte. – Dijo Alec. – estas muy débil.
- Estoy bien.
- No, no lo estas,
puedo sentirte, tu energía está casi…
Alec se movió tan veloz
como le fue posible, aparto a Magnus tirándolo a un lado y poniéndose en su
lugar, entonces todo fue en cámara lenta, tortuosos y aterradores segundos que
Magnus pudo ver como una espada de manos de un guerrero Seelie atravesaba el
cuerpo de Alec.
Entonces, como un
tornado recién creado, la energía de Magnus explotó ante la visión de Alec siendo
herido, sin pensarlo o invocarla, la magia azul alcanzó al atacante y este se
convirtió en polvo, El cuerpo de Alec no había aun caído al suelo y Magnus lo
sostuvo. – No, no. – Dijo el brujo en una urgencia desesperada. - ¿Qué hiciste?
¿Cómo pudiste? – El brujo sacó la espada del lado derecho en el pecho de Alec.
Sus manos brillaron débilmente intentando parar la sangre. – Debía ser yo, no
tú, no tú. – Decía Magnus con dolor al tener a Alec en sus brazos.
- No podía… – Dijo Alec
débilmente. – No podía dejar que te lastimaran. – Alec subió su mano
ensangrentada para acariciar la mejilla de Magnus. – Te amo, Magnus. Te amo.
- No, no lo hagas, no
te atrevas a despedirte. Voy a salvarte.
Alec rio débilmente
luchando por mantenerse consiente, escondió su rostro en el pecho de Magnus
dejando que el brujo lo sostuviera fuertemente. – Siempre lo haces.
*
* * * *
Max se levantó del lado
de Nathan y buscó a su familia, intentó llegar a ellos para ayudarles, todos
observaban la condición de Alec. Incluso la Reina.
Seelie no podía
desperdiciar la oportunidad, y no lo hizo, levantó sus manos y la guardia que
le estaba protegiendo y se adentró a la batalla, eran los guerreros mejor
entrenados, los de elite y los más morteros. En un momento los Cazadores y Subterráneos
se encontraron rodeados y la ventaja desapareció. Max fue emboscado por un
guerrero de armadura blanca, Will quien estaba con Nathan se desprendió de él
para poder ayudar en la batalla. La ayuda que hubiera podido llegar a Magnus y
Alec se había desvanecido, no importaba lo feroz que Jace luchara, no podía
llegar a Alec.
Las chispas azules en
las manos de Magnus viajaban débiles por la herida de Alec. Alec le sujeto la
muñeca. – Déjalo… Tu energía.
- Esta bien. – Le dijo
Magnus. – Tranquilo estarás… - Magnus fue sujetado y lanzado lejos de Alec,
quien sin el apoyo de Magnus ahora estaba en el suelo, el movimiento brusco
hizo que su herida doliera más y la sangre surgió de nuevo. Magnus luchó con
toda la energía que tenía para intentar deshacerse de su oponente y volver a
Alec, pero el guerrero era demasiado poderoso y su energía estaba ya muy baja.
Alec levantó su cabeza,
su vista estaba borrosa y se encontraba muy desorientado, alcanzó su estela y
trazó una Iratze, pero la runa no estaba haciendo mucha diferencia. Lo único
que podía hacer era esperar a que comenzara a sanar, la visión de Magnus
luchando era una tortura, sabía que su energía era muy baja y temía por él.
Alec no podía percatarse de que Magnus no era el único en peligro,
la Reina inicio su camino hacia Alec, sus guerreros estaban vigilándole y
abriendo el paso hacia el Cazador en el suelo. Magnus vio con terror que no
llegaría a tiempo, que no podría desprenderse de su atacante para ayudar al mal
herido Alec, la batalla que tenía con los guerreros hada se había salido de
control, no podía quitar la mirada de Alec y de La Reina acercándose a él,
Magnus gritó el nombre de Alec mientras que ella levantaba su larga espada
hacia Alec aún en el suelo.
- Tus últimas palabras, niño arquero ¡Dilas!
Alec se movió hacia atrás intentando alejarse, pero su herida era
muy profunda, el dolor y la debilidad le habían alcanzado, era el final.
Antes de que la espada cayera, una sombra se colocó frente a él,
Nathan se interpuso, parado al frente de Alec con sus manos extendidas. - ¡No!
– Le grito a su madre. - ¡Detente!
Alec dejó de alejarse, ahora buscaba alcanzar a Nathan para
quitarlo de en medio. - ¡Apártate! – Le grito Alec. - ¡Nathan! ¡Hazte a un
lado!
- No. – Dijo el chico con voz de hierro. Miro a su madre directo a
los ojos. – No me voy a quitar, has hecho demasiado daño. – Nathan señaló hacia
el cuerpo sin vida de Gwyllion entre las raíces. – Ambos lo hemos hecho,
debemos parar. Detente.
La espada que la reina tenía bajo hasta que su punta toco el
suelo. – No puedes protegerlo. - Le dijo su madre con ojos desorbitados, pero
con una calma escalofriante. – No puedes ponerte en mi contra de nuevo ¿Acaso
le darás tu lealtad aun por encima de mí? Tu que eres mi hijo ¡¿Por qué?!
- Mira a tu alrededor, no has hecho más que causar muerte y esta
guerra sin sentido, mira cuantas muertes ha habido por nuestra culpa, él, por
el contrario, intentó con todas sus fuerzas evitarlo, lo hizo incluso después
de que intentaste matarlo. La respuesta es clara para mí. – Dijo Nathan con sus
ojos brillando. – Lo protejo porque lo merece, ¡incluso de ti!
La reina camino muy lentamente hacia su hijo, su rostro estaba
conmovido, la espada hizo un fuerte ruido de arrastre al estar golpeando el
suelo al movimiento. Levantó su mano hacia su hijo. Los gritos del rededor
ocultaban los de Alec que le seguía pidiendo a Nathan de manera desesperada que
se alejara. La reina acarició la mejilla de su hijo y Nathan se sintió aliviado
por un momento. Ella lo había entendido.
- ¿Recuerdas a Blanco? – Preguntó su madre cuando estuvo muy
cerca.
- No debes preocuparte por eso. – Dijo Nathan con sus manos sobre
los hombros de su madre. Con toda la esperanza en sus ojos de que ella
detuviera todo. – No estoy enojado.
La reina sonrió. – No tendrías por qué estarlo. Quiero que
recuerdes la lección que intente enseñarte con su muerte.
- ¿La lección? – Preguntó Nathan.
Los ojos de La Reina fueron determinados, levanto la espada y
atravesó el pecho de Nathan.
En ese momento todo fue en cámara lenta, Nathan escuchó los gritos
desgarradores con un No que
culminaron sus oídos, escucho a Alec, quien estaba cerca, escuchó a Magnus, a
Will y a Max. Max, escuchó su voz agonizante al estar gritando su nombre. Nathan
tosió sangre y su madre acunó su rostro dejando que descansara en su cuello.
- Shhh, Shhh - Dijo la reina sosteniendo el cuerpo de su hijo. -
La lección es la misma, hijo mío. Tus decisiones siempre importaran, decidiste
mal, era inevitable que pagaras.
La Reina apartó la espada del cuerpo de su hijo haciendo más daño
y lo sujeto antes de que cayera al suelo. – Esta bien, querido. – Le susurro
cerca de su rostro. - Puedes irte tranquilo, has cumplido tu cometido. – Una
lagrima corrió por la mejilla de la Reina y Nathan la tocó, moviendo su mano
con la poca fuerza que le quedaba. Una lagrima para él, una lagrima que era lo
más sincero que su madre le pudo haber ofrecido en toda su vida.
- Te amo. – Le dijo el joven débilmente mientras la sangre surgía
de su boca. – Lo… lo siento.
La Reina adoptó un semblante de asombro Lo siento. No era lo que
esperaba escuchar de su hijo moribundo. Pero no le tomó mucho tiempo descubrir
a que se refería Nathan con esa disculpa.
El cuerpo de su hijo le fue arrebatado de las manos, Alec
Lightwood lo tomo con fuerza, se movió sin titubear, demostrando el
experimentado Cazador de Sombras que era, el dolor físico se había ido,
remplazado por el dolor y la ira de ver la vida de Nathan siendo arrebatada de
la manera más injusta y cruel nunca nombrada, le tomó un segundo desarmar a la
mujer y con la misma espada con la que había atravesado el pecho de su hijo, la
cabeza de la Reina fue removida de su lugar.
El cuerpo de la Reina ya sin vida, cayó pesadamente al suelo.
Alec arrojó la espada lejos y tomó ahora con ambas manos a Nathan,
había sangre en toda su ropa. - Por el ángel. – Dijo Alec desconsolado
intentando hacer presión en la herida de Nathan. – Raziel, no lo permitas, por
favor, no.
Hubo un ruido en toda el área, uno que llenó el ambiente desolado
con paz, las espadas de los guerreros hadas cayeron de sus manos una a una,
retumbando y haciendo eco al llegar al suelo.
Lo asesinó, la Reina asesinó a su hijo,
a nuestro príncipe. Los
guerreros hadas se arrodillaron en rendición y en luto por lo que acababan de
presenciar. La familia real había caído. La batalla había terminado.
Alec quien estaba a punto de perder el conocimiento, fue sujetado
por Magnus y apartado para poder ser curado, El brujo había dejado a Nathan en
brazos de Max. – No, no. – Pidió Alec arrastrando las palabras por la debilidad,
- Ayúdalo, ayúdale a él.
Magnus reflejó la tristeza de siglos en sus ojos. – Es tarde, - Le
dijo en un murmullo. – es tarde para él. - El dolor fue demasiado para Alec y
se dejó llevar por la oscuridad y la debilidad. Magnus lo sujetó fuertemente
contra su pecho mientras seguía curándolo.
* * * * *
- ¿Se detuvieron? – Le dijo Nathan débilmente a Max al ver su
rostro y sentirse en sus brazos.
- Sí, sí. – Le respondió Max inconsolable. – Terminó. La Guerra, termino.
Su familia les había rodeado, Jace había sujetado a Clary para que
se apartara y no mirara la cruel e inevitable escena, ella lloraba y gritaba
por Nathan.
Nathan sonrió, no podía oír ni ver nada más que el rostro de Max. –
Algunas muertes son necesarias.
- ¡Nooo! ¡No! ¡Por favor! ¡no! ¡no me dejes!
Nathan sujetó con toda la fuerza que le quedaba la mano de Max. -
Nunca. – Dijo con su último aliento y sus ojos se cerraron.
* * * * *
NO LLORES, - Pidió el ángel. – NO SUFRAS POR ALGO QUE ESTABA ESCRITO.
- ¡Ayúdalo! – Rogó Will, - No me importa que mi secreto se
descubra ¡Ayúdalo, por favor!
LOS SECRETOS SON IMPORTANTES, LO SON
PARA TI, PEQUEÑO.
- Siempre hay y habrá cosas mucho más importantes que tú mismo.
Will miró la sonrisa de Ithuriel en su mente. ES TU DECISIÓN. – Le dijo el ángel.
- Necesito tu ayuda. – Dijo Will. El cuerpo de Nathan estaba en
los brazos de Max quien lloraba en su pecho y seguía gritando su nombre. – Dime
como ayudarlo.
Clary y Jace quienes también lloraban se acercaron a su hijo
angustiados al verle murmurar sin sentido a la nada, su mirada perdida era
evidente, el dolor de haber perdido a Nathan quizás fue demasiada para su
inocente corazón de niño.
¿CÓMO ARREBATAS A ALGUIEN DE LAS MANOS
DE LA MUERTE?
- No lo sé.
HAY ALGO QUE LO PUEDE TODO, WILLIAM.
RECUERDA.
- Lo recuerdo. – Dijo tomando su estela. – Lo recuerdo muy bien. –
Ahora no solo sus padres le observaban, ahora tenía la atención de todos a su
alrededor.
Magnus mantenía a Alec en sus brazos, cuidando su respiración y
sujetándolo como si Alec fuera el consuelo que necesitaba para soportar ver el
cuerpo de Nathan.
– Lo puede todo. – Dijo Will comenzando a trazar en la palma de su
mano. – El toque de un ángel lo puede todo.
Will terminó su runa, se arrodillo al lado de sus primos y toco
con su dedo el pecho de Nathan.
@MayGraciel ♥
Beta: @PitaGonzalezMe ♥
Por su puesto que este no es el final,
chicos. Lo que sucedió es que no podía lanzarles casi 100 hojas de lectura,
para el final terminarían odiándome. Pero no se preocupen, el Epilogo está
escrito ya y, llueva, truene o relampaguee lo leerán este fin de semana. Así que
vuelvan este fin y disfruten J
¡Gracias por todo! ¡Nos leemos en los
comentarios!
;D
Wow nena.... Ya es noche o de mañana y en cuanto lo publicaste me desperte... No sabes lo feliz, y llorona que estoy, me a encantado tu historia... No me esperaba esto., creeme k mas tarde lo volvere a leer, una chulada este capitulo y espero con ancias el epílogo, y aqui seguiremos dandote animos para que nos sigas compartiendo tus historias, y si queremos mas Malec, te mereces todo el éxito del mundo y k esto k estas por iniciar sea el comienzo de una maravilloso futuro como escritora, y prometo seguirte dia a dia, estoy enamorada de tus fics. Gracias
ResponderBorrarGracias a ti por el apoyo, los ánimos y el amor a mis fics.
BorrarGracias!!❤
En la vida real, las decisiones que tomamos traen consecuencias y es absurdo y ridículo pensar que siempre acertaremos y que todo va a estar bien. Al igual que tus personajes tomamos decisiones y vivimos con ellas y buscamos desesperadamente la forma de corregir aquello que nos lastima a nosotros y a los que amamos. Tus personajes tienen el privilegio de siempre encontrar la forma de que todo resulte para aquellos con un corazón para los demás. Algo que todos aspiramos a imitar cuando no somos esencialmente egoístas.
ResponderBorrarNacemos y morimos y TODOS vamos para allá… Unos antes que otros y la muerte es otra cara de la misma moneda, que lo hagas parte de tu historia la hace real, entrañable y tuya.
Que NADIE, te diga nunca que hacer con tus historias y por favor, síguelas compartiendo.
Te amo.
Pita =3
Te sigo en todas tus redes y en verdad espero con ansias el epílogo eres una de las mejores escritoras que he leído y me alegro mucho por tu nuevo proyecto que porsupuesto que te seguiré apoyando ya que me encanta la forma en la que escribes. Me haces llorar, reír y enojarme en un solo capítulo y eso es genial. Así que mucha suerte!! Seguire esperando más fics malec por qué de eso vivo jajaja :)
ResponderBorrarEnserio quise llorar mucho, y la espera para el fin de semana se hará eterna. Realmente amo tu historia y tu como autora.
ResponderBorrarestoy muy feliz por tu nuevo proyecto espero que te vaya muy bien, y alcances todo el reconocimiento que te mereces, en serio, eres increíble
te quiere un montón
-Mare
Yo te quiero un montón más!!
BorrarMuchas gracias 😍
diosssssssssssss que genial me hcistes estar en el borde de la silla todo el tiempor, mucho dolor !!! por favor necesito un final super feliz!!!!!!!!!!!!porfis!!!!!!!!!
ResponderBorrarDios! Ya no se que sentir..
ResponderBorrarMi emociones Explotaron con todo lo que senti en este capítulo.. IRA, DOLOR, FELICIDAD, MÁS DOLOR, MÁS IRA Y... AH SI ¡MÁS DOLOR! :(
Hoy no tengo mucho que decir.
Creo que ya no tengo corazón, el poco que quedaba se termino con el final.
De verdad que por cada capítulo vale la pena la espera.
Esta actualización fue completamente de Máx y Nath y bueno Will.
Siento que sigo en Shock y seguiré en shock hasta que no este el final y sepa que Nath no murió.. MAY NATH NO PUEDE MORIR!! NO, PUEDE!! El final a pesar de la felicidad por la muerte de la perra... Es desgarrador !! :'(
Magnus y Alec.. Espero que Alec este bien! Tiene que esta bien. Ya fue mucho dolor para Magnus y cada capítulo ¡más dolor! Yaaaaaa bastaaaa!
Edrian y Vanessa.. Los amo!!
Los Herondale.. Sin comentarios :'(
Max es el más valiente del mundo.
Nath... Jonathan <3 esto muy la muestra de amor mas grande.
Seele ¡perra hasta el final! La odio. Su muerte no fue dolorosa pero lo que hizo estoy segura le dolio mas que cualquier otra cosa. Maalditaaa!
Will... No tengo palabras para el solo Increible.
Actualiza pronto Maaay necesito saber que pasa con Nath. Ahora si voy a morir por la espera.
Y en cuanto a ti. ¡MUCHAS FELICIDADES! siempre a la personas magnificas les ocurren cosas magnificas! Estoy segura que de lo que sea el proyecto crearas cosas increíbles como lo has hecho con Malec y tus propias creaciones! Jamás dudes de tu talento tienes todo para triunfar! Y ya estás viendo resultados
Siempre contaras conmigo, con mi apoyo, mis dramas y presión por fb, tw, w y aquí. Porque aunque no te conozca en persona de verdad siento que lo hago y se que mereces esto y más! Otra vez felicidades!! Y de verdad por favor no nos vayas a dejar sin Malec y sin ti nunca!! :')
Pd. has hecho tan buen trabajo y tan perfectas historias que el dolor y felicidad de los personajes lo sentimos tan nuestro como tuyo y suyo. :)
Te deseo toda la suerte del mundo May! Te quiero!
Ahora tu me haces llorar 😭😂
BorrarMil gracias por tus palabras y seguiré con Malec y con ustedes. Gracias por todo hermosa 😘
Ahora tu me haces llorar 😭😂
BorrarMil gracias por tus palabras y seguiré con Malec y con ustedes. Gracias por todo hermosa 😘
¡Oh por Dios!
ResponderBorrarPrimero que gran capítulo, como siempre.
Te sigo en todas las redes sociales que puedo, ansiosa por leer todo lo que escribes. Justamente ayer, que estaba leyendo algo tuyo me preguntaba cómo es que alguien que tiene un obvio talento, no tiene algo en papel ya y ahora tu noticia; es increíble.
Segundo, ¡FELICIDADES! Y MIS MEJORES DESEOS en la travesía que vas a emprender con tu propia saga. Ten por seguro que estaré a la espera de ella.
Mucho éxito y suerte <3
Wowww felicitaciones, me encanta tu manera de escribir y desde siempre he leido tus fics y te deseo lo mejor con esta increible oportunidad y muchos exitos
ResponderBorraramo tu historia, me encanta como haces que te ame y luego te odie es maravilloso, espero leer mucho mas de ti, tienes un gran don, espero que el final no sea una decepción (se que no lo sera) gracias por todo lo que trasmites y si sacas un libro espero leerlo y amarlo
ResponderBorrar¡Felicidades! Me alegro mucho que hayas conseguido un editor, seguramente serás una gran escritora ¡Amo tus fic! Nunca dejes de actualizarlos por favor, siempre te esperamos ¡Espero que el próximo malec continúe éste o sea algo nuevo, espectacular como lo eres tu.
ResponderBorrarYa nee~
P.D: Estoy toda llorosa pero no puedo jajaj que está mi familia aquí
No llores hermosa! 😊
BorrarY muchas gracias por todo ❤❤
Muchas felicidades por tus futuros proyectos y como tu fan espero que te valla muy bien y no tengas ningún contratiempo. Y sonará egoísta de mi parte pero cuando puedas danos a leer un poco de tu historia jojojo. Espero que también sigas escribiendo fics en tus ratos libres, pero te por seguro que todos los que te leemos por aquí también leeremos tu futura historia.
ResponderBorrarYa quiero leer el fin de ésta historia!!
Saludos desde México
Jojojo entraré en fuertes negociaciones para poder traerles algunos adelantos 😉
BorrarGracias por todo! ❤
Me encanto,aunque me hiciste sentir los peorees momentos que he vivido a lo largo de esta historia, fue un cumulo de diversas emociones, magnus debil, alec herido, nathan herido por su propia madre, nathan pobre nathan, que bueno que alec le corto la cabeza esa maldita se lo merecia y will jamas imagine que hablara con iturriel eso fue asombroso, espero traiga de vuelta a nathan por que no soportaria ver a max sufrir.
ResponderBorrarGracias, fue emocionante, la espera valio la pena, ahora toca la espera del epilogo. ya quiero a mi garbancito con el señor brillitos juntos otra vez #MALECFOREVER ysi se puede una boda jajaja.
con base a tu noticia, FELICIDADES!! es una increíble noticia, te deseo lo mejor del mundo y del universo ¡¡¡FELICIDADES!!! y no dudes que nos encantara. SUERTE!!
Leeré todas tus historias, Malec o no, porque te lo has ganado, eres una increíble escritora.
ResponderBorrarMay enhorabuena por la buena noticia, me alegra que te vayan a publicar una novela y ojala le sigan muchas mas. Es un placer leer lo que escribes, estoy deseosa de que pongas el epilogo y por favor continua mundo invertido. Te deseo lo mejor.
ResponderBorrarHola soy nueva por aca y este fue el primero que leo he de decirte que me encanto, al leer me llevaste por todas las emociones, en este capitulo ame la forma en que Magnus ama y cuida a Alec ante todo. Quiero que puedan ser felices juntos de nuevo
ResponderBorrarwow yo con cara de espera khe mataron al amor de max no lo creeo y la atravesada de espada de alec aaayyy eso me hizo gritar por suerte no me lo mataron a ninguno de los dos
ResponderBorrarespero y ansio el epillogo aunq no quiero q termine
y siempre esperare nuevas historias malec
espero q ese nuevo proyecto sea un exito
Me encanto este fanfic.
ResponderBorrarA quien mas le llego un Déja vu cuando Nathan dijo "estupido brujo". Lo primero que pense fue "estupido nefilim" saliendo de la boca de Magnus. Diganmen que no fui la unica
Claro que no fuiste!!!!!!
BorrarParezco una viuda
Me encanto
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