Guerra Fría XIV - Borrando Cicatrices

- Debemos alcanzarlos. – dijo Alec con alarma. – Sin Cazadores de Sombras, las hadas podrían…

- No lo vamos a permitir. – Dijo Edrian tomando su estela y acercándose a la chimenea con toda la intensión de enviar un mensaje a los institutos.

- ¿Podrían estar ya en batalla? – Pregunto Nathan mientras miraba como el Cónsul aparecía desde otra habitación ahora con un equipo completo de combate. – Quizás sea tarde.

Alec termino de colocar la última daga en su cinturón, su arco y flechas colgaban de su espalda al igual que dos espadas largas. El Cónsul se acercó al nervioso chico. – No debes preocuparte por nada. – Le intento tranquilizar y su mirada se suavizo para poder decir lo siguiente. – Nathan… yo… escucha, hijo. Tu…

Nathan coloco sus manos en los brazos del hombre más alto y más fornido que él, pero con sus ojos azules llenos de pena y duda. – No tiene que decir nada, señor. – Le detuvo Nathan, en los labios del chico se asomaba una débil sonrisa y levanto la carta en su mano. – Sé lo que piensa, sé… Ahora sé lo que es correcto y lo que no lo es. Magnus habló también por usted y estoy listo para hacer lo correcto.

Magnus habló por mí. Pensó Alec. Y recordó a aquel Magnus, el de sus pesadillas, el que le había dicho que le prefería muerto, el que había hablado sobre el mal trabajo que había hecho como cónsul. Entonces miro la carta en la mano de Nathan y recordó la carta que acababa de leer. Eres una luz en el mundo de las sombras y queremos que eso nunca cambie, vales cualquier sacrificio para mí porque te amo y vales cualquier sacrificio para cualquiera por lo que has hecho y puedes hacer. Recordó la pasada tarde, la mirada de Magnus y la desesperación en su voz cuando le dijo: Hare mi parte, pero si tú quieres, puedes ayudarme y convencerte a ti mismo, incluso por encima de la magia, que me conoces, que sabes quién soy. Recordó el desesperado beso que se dieron en esa misma oficina y de cómo segundos antes de ser obligado a desprenderse de él, se había sentido completo en sus brazos y al estar probando sus labios. Y ese sentimiento se sentía tan correcto, era lo correcto.

Ni toda la magia del mundo lograría hacer que Alec olvidara quien es realmente Magnus Bane.

Su corazón se infló en una ansiedad por él, seguido de un terror al verle en peligro y que estuviera solo. - Tengo que ir a ayudarlo. – Dijo en una urgencia y camino a la salida.

- ¡Wow! ¡Wow! – Le detuvo Edrian. – Alec, no puedes ir solo, es muy peligroso.

- No esperare a que se reúnan las tropas, necesito estar con él.

Edrian pensó y actuó rápido. – Una escolta. – Le dijo con desesperación. – Puedo armar una escolta en cinco minutos e iré contigo.

Alec se detuvo para verle. – Tengo una escolta. – Era lógico y de esperarse para quien le conocían que esto no lo haría solo.

Edrian le miro sobresaltado y sin poder entender a lo que se refería, le tomo solo unos segundos entenderlo después, cuando miro hacia Nathan. – Tu familia. – Le dijo en una respuesta acertada.

Alec tomo su estela y mandó un mensaje de fuego. – Solo necesito a mi parabatai y a mis hermanos. - Nathan sonrió con las palabras del Cónsul, Isabelle era su hermana, tanto como Clary y Simon lo eran también.

Alec estaba hablando de cinco personas y eso no tranquilizo a Edrian, por lo menos no hasta que pensó en esas cinco personas, las mismas que habían salvado el mundo el más de una ocasión, los mismos que habían logrado salvarse los unos a otros en el mismo infierno de donde hasta donde sabia, eran los únicos que habían logrado regresar.

- Te necesito aquí. – Le despertó Alec de sus pensamientos. – Las tropas tienen que formarse y alcanzarnos lo antes posible y no puedo confiar en nadie más para que lo haga.

A Edrian le tomó un poco dejar ir a Alec, pero Alec era la persona más confiable que nunca había conocido, no podía más que seguir confiando en él ciegamente como hasta ahora. – Cuenta con ello.

Alec sonrió al saber que siempre podía contar con la eficiencia de Edrian. Después volvió a Nathan. – Debes ir a casa. Por favor, mantén a mi hijo lejos del peligro.

- Puedo ayudar. – Dijo Nathan.

- No debes ir allí, no es seguro para ti ¿Entiendes?

Nathan miro en la determinación de Alec que insistir era inútil. Asintió débilmente sin poder hacer más.

Alec se preparó – Bien, ahora…

El cónsul, Edrian y Nathan miraron en todas las direcciones alrededor de la habitación, hacía apenas unos segundos, los rayos del sol iluminaban toda la oficina. Ahora, la oscuridad llego a ellos gradual pero rápidamente.

- ¡Por el ángel! – Dijo Nathan, él y los otros dos Cazadores caminaron lentamente hacia la gran ventana detrás del escritorio de Alec. Se quedaron ahí parados mirando hacia el sol, el cual estaba siendo oculto por una enorme, pesada e imponente masa negra.

- ¿Es una nube? – Pregunto Edrian sin poder quitar la mirada del espectáculo.

- Es magia. – Dijo Alec al notar la tonalidad de la precipitación, negro y azul eran sus colores. - ¡Es Magnus!

- ¡¿Que?! – Dijeron a coro Edrian y Nat.
- Los niños de la noche. – Dijo Alec en una revelación. - Está cubriendo el sol para ellos.

- ¿Eso es posible? – Pregunto Edrian.

- No sabía que los brujos podían hacer eso. – Dijo Nathan, ninguno de los tres podía quitar su mirada sorprendida del cielo.

- Sabia que Magnus era poderoso. – Dijo Edrian de lo más natural, - Lo que hizo en el instituto fue… Increíble, pero esto... Esto está fuera de toda imaginación.

- Pero no fuera del poder de Magnus. – Dijo Alec y levanto su mano hacia la gran masa oscura en el cielo. – Ahora sabemos en donde será la batalla. – Alec guardó su estela en su cinturón de armas. – No podemos perder más tiempo. – Dijo y salió del edificio.

Sus armas sonaban al bajar las escaleras de la entrada principal del Gard. Antes de que llegara al primer escalón el ruido de caballos se hicieron eco en las calles en piedra y los altos edificios. Un caballo se acercó a Alec e inclinó su cabeza dejando que Alec pasara su mano por su frente y por en medio de sus orejas. – Me da gusto verte de nuevo. – Le murmuró el cónsul tomando la rienda y subiendo de un salto ágil al lomo del animal.

- Esto es obra de Magnus ¿cierto? – Dijo Clary sobre su caballo y equipada con un arsenal.

Alec asintió firmemente. – Debemos llegar a ellos lo antes posible.

- Magnus debe estar ahora a la mitad de su capacidad, no hay manera de que algo así… – Dijo Jace señalando el cielo completamente oscurecido. – No absorba por completo su energía.

- Si Magnus está débil ahora... – Dijo Isabelle haciendo que su caballo se quedara quieto de manera muy diestra. – Seelie ira tras él directamente, no perderá la oportunidad.

El caballo de Alec relinchó por la urgencia de unirse a la batalla. – No lo tocará. – Dijo Alec iniciando su viaje al reino hada. Le siguieron de cerca y sin dudar sus hermanos, Una caravana, velos, decidida corriendo a toda velocidad y dispuestos a dar su vida para salvar a su familia, para salvar a Magnus.

* * * * *

- ¡Por el ángel! – Exclamó Max al ver a Nathan entrando a la residencia Herondale, de donde había salido esa mañana sin decir nada y dejando a todos preocupados. - ¿Dónde estabas? ¿A dónde fuiste?

- Y no lo malinterpretes. – Dijo Will acercándose a ambos. – Intentó seguirte, pero no lo dejaron alejarse más allá del pórtico.

Había sudor en la frente de Nathan por haber corrido desde el Gard hasta ahí. Intentaba recobrar el aliento cuando Will le preguntó por lo difícil de ignorar en el cielo.

- ¿Sabes qué es eso? – Preguntó el chico con sus ojos miel severos.

- Es… - dijo Nat, pero fue interrumpido.

- Niños. – Les llamo Maryse desde la entrada de la casa. – Deben entrar, ahora.

- Debes decirnos. – Pidió Will a su abuela. - ¿A dónde fueron nuestros padres? – El niño levanto su mano al cielo. - ¿Qué es eso?

Maryse se había transformado de la abuela que brindaba cariño, a la custodia recelosa de su más grande tesoro, los niños en esta casa eran lo más importante en su vida y estaba ahí para protegerles.

- Entraran – dijo con voz fuerte. – ahora.

Los tres jóvenes se miraron y sin más por hacer entraron en la casa, los más pequeños se movían alrededor de su abuela buscando su atención, asustados por el repentino e inexplicable oscurecimiento del cielo sobre ellos. Will, Max y Nathan subieron las escaleras dejando a su abuela intentando calmar a los niños Lovelace y Charlie Herondale.

Nathan cerró la puerta de su habitación una vez que habían entrado.

El chico le entrego la carta a Max. – Esto estaba en mi cómoda cuando desperté esta mañana. – Le dijo. – La escribió tu padre Magnus.

Max tomó la carta y comenzó a leer, con cada palabra su ansiedad crecía, con cada oración su pecho se alzaba. Max sintió un nudo en la garganta. – Todo lo que aquí escribe…

- Lo sé. Me costó demasiado entenderlo, no quería entenderlo, pero ahora. Ninguna muerte es justificada, pero algunas son necesarias para proteger a los que están desamparados.

- Nat. – dijo Max acercándose con ojos tristes a su novio. – Lo lamento.

- No lo hagas. – Le dijo con seguridad. – Estaremos bien.

El cuerpo de Will tembló al escuchar las últimas palabras de su primo, en ocasiones le ocurría, pero eran muy pocas las veces que ponía atención en ese tipo de cosas, Will siempre creía que si ponía atención a todas las sensaciones que Ithuriel le enviaba podría terminar desquiciado. Alejó el extraño sentimiento y se concentró en lo que sucedía ahora.

- ¿Sabes qué es eso? – Pregunto Will.

Nathan le miro sin poder responder. Max había iniciado de nueva cuenta la lectura de la carta, fue cuando termino de leer que entendió, sin poder creer, lo que era aquello que estaba justo ahora sobre ellos y cubriendo el sol.

- ¿Dónde está mi padre? – Preguntó Max preocupado. Max había devuelto la carta. - ¿Lo sabes?

Nathan guardó la carta y no dijo nada.

- ¡No puede ser! – dijo Max entendiendo la situación de inmediato. – Él, ellos, ellos están…

Nathan le miro en silencio.

- La paz fría ha terminado. – Dijo Will sin equivocarse.

Le tomó un segundo a Max reaccionar. – Tengo que ir a ayudarlos. – El brujo hizo aparecer su espalda arco y flechas.

- Se supone que debemos quedarnos aquí. – dijo Nathan. – El Cónsul me pidió que no fue… Que te mantuviera lejos del peligro.

- No está en una situación muy favorable como para pedir eso.

- Es diferente, ellos son adultos y…
- ¿Saben lo que hacen? – dijo Max buscando entre las cosas de Nat más armas, no le tomó mucho tiempo encontrar las suficientes. – El ser jóvenes no significa que no sepamos lo que hacemos. Ellos eran solo un poco mayores que nosotros cuando salvaron el mundo… La primera vez.

- ¿Es lo que quieres hacer? – Preguntó Nat. - ¿Salvar al mundo?

- No al mundo. – Dijo Max. – Solo a mis padres.

- Te apoyo. – dijo Will con una espada larga en su mano.

- Olvidan algo. – Dijo Nathan. – Las protecciones de la casa, sin mencionar a la señora Lightwood.

- El trio la mantiene suficientemente ocupada. – dijo Max. – Para cuando se dé cuenta nosotros ya estaremos lejos.

- ¿Y las protecciones? – Preguntó Nathan. - ¿Cómo las cruzaremos?

- ¿Sabes? – Dijo Will inclinándose para tomar la estela en su tobillo. – Algunas de tus preguntas a veces son ofensivas. – El niño sonrió y la estela en su mano comenzó a brillar casi tanto como la determinación en sus ojos.

* * * * *

Había lobos, brujos y Seelies rebeldes a los costados de Magnus, el brujo tenía sus manos extendidas hacia el cielo, sus ojos brillaban más dorados que nunca y la magia salía de sus manos como el agua al caer por una cascada, poderosa e imparable.

Las barreras de las fronteras estaban frente a ellos y el brillo de los escudos fue opacado por la nube negra que ahora estaba sobre ellos. El día se volvió noche ante los ojos de todos los subterráneos presentes. No pudieron dejar de lado su asombro ante el descomunal poder de Magnus Bane.

- Si no lo estuviera viendo… – Dijo Tobías a su esposa mientras mantenía su mano sujeta.

- Magnus Bane es el brujo más poderoso que conozco. – Dijo Rose con un hilo de incredulidad en su voz, la bruja miro a su esposo y sonrió. – Sin ofender.

- No lo haces. – Dijo el alegre brujo de cabello gris. – Soy británico, ni el magnífico Bane puede mejorar mi extraordinario acento inglés.

Rosemary le miró con una mezcla de alegría y terror en sus ojos. La bruja no dijo nada, solo presiono la mano de su esposo con más fuerza.

- Lo sé, querida. – Dijo Tobías. – También te amo.

* * * * *

Pasaron unos minutos antes de que los niños de la noche aparecieran a los lados de los subterráneos que estaban parados frente a las fronteras, gracias a las extraordinarias habilidades de Magnus, se unieron de inmediato para dar inicio a la batalla.

Lily llego al lado de Maia. - ¿Lista compañera?

Los labios de Maia se curvaron en una sonrisa débil. – Estas muy contenta. – Le dijo. – Pareciera que estas esperando la guerra desde hace tiempo.

- He esperado desde hace tiempo ponerle las manos encima a cierta hada rencorosa.

- Colócate en la fila. – Maia miró hacia Magnus. – Dudo que podamos acercarnos a ella, Magnus la quiere.

- No la matare. – dijo Lily sorprendiendo a Maia. En un segundo el cuerpo de Lily cambio de uno relajado a uno que parecía un tanque furioso, incluso su voz cambio cuando dijo: - Le provocare un par de decenas de cicatrices.

Maia sintió la indignación de Lily, de quienes formaban su grupo, podía entender que Lily había tomado lo que le hicieron a Alec como si lo hubieran hecho a ella misma, los vampiros difícilmente encontraban a alguien en quien depositar sus sentimientos, pero cuando lo hacían, se entregaban con todo lo que eran. Lily no había amado a nadie así desde Raphael Santiago y ahora a Alec Lightwood.

- Oye. – Le dijo Maia a su amiga. – Mantente cerca ¿Entiendes?

Lily sonrió. – Ni a orillas de la guerra dejas de ser mandona ¿Eh?

Ambas mujeres se miraron para entender que ahora más que nunca, nada podía hacer que se separaran.

* * * * *

Magnus bajó sus manos y esperó, parado frente a las fronteras, no se movió ni un milímetro, no se veía cansado, incluso después de su intimidante demostración de poder. Los vampiros llegaron a ellos y se colocaron completando las líneas de los subterráneos que ya estaban ahí.

- Esto no tiene mucho sentido. – Dijo el líder del clan de vampiros de Londres. – Si no han podido atravesar las fronteras antes. ¿Por qué piensas que ahora será diferente?

Magnus sonrió. – Para ser un vampiro, la paciencia parece ser una cualidad que no posees.
- ¿Qué se supone que esperamos? – dijo el vampiro.

Entonces, como si alguien hubiera respondido su pregunta, los escudos de las fronteras brillaron en negro y cayeron desde sus límites, como agua escurriendo por un espejo en múltiples colores, la magia antigua llegó al suelo y se quedó ahí, inmóvil e inofensiva.

Rose se acercó a Magnus. - ¿Qué significa esto? – Preguntó sin poder entender lo que acababa de ocurrir. - ¿Qué pretenden?

- Pretenden que pasemos. – Dijo Maia. – Quieren esto, quieren la guerra.

Lily y ella se miraron. Seelie. Pensaron con desprecio, y no fueron las únicas.

- Claro que es lo que quiere. – Dijo Magnus y sus manos brillaron con magia azul. Su voz fue profunda y oscura haciendo que Maia y Lily se preocuparan. – Adelante. – Dijo sencilla y amenazantemente. – No hagamos esperar a su majestad.

Entonces, un batallón de Subterráneos caminó hacia el reino Seelie.

* * * * *

Caminaron entre los arbustos multicolores que sólo eran capaces de crecer en las tierras de las hadas. Todos atentos y todos precavidos, había suficiente visibilidad para que anduvieran sin problemas. No pasó mucho tiempo antes de llegar a un llano con poca vegetación, una pradera al descubierto y que dejaba ver a los guerreros hadas que estaban al otro lado de este.

Dos líneas se formaron, una frente a otra, por un lado, los guerreros Seelies y nomos al servicio de la reina y del otro, los vampiros, Seelies rebeldes, brujos y lobos, todos comandados por Magnus Bane. Hubo silencio desolador por unos minutos. Gwyllion, la hada comandante, hizo que su caballo alzara el vuelo a un par de metros del suelo.
- La reina demanda. – Dijo alzando la voz para ser escuchado. – Demanda que le sea devuelta su sangre, quiere a su hijo de regreso y…

- ¡La reina no está en condiciones de hacer demanda alguna! – La voz de Magnus fue clara y severa, sin ningún temor a equivocarse o provocar algún efecto negativo en lo que ocurría. Magnus no dudaba en lo absoluto en lo que quería.

- ¿Cómo te atreves? – Demando Gwyllion. – Están en terrenos de su majestad.

Las manos de Magnus brillaron de manera escandalosa con su magia haciendo que Gwyllion dejara de hablar. – Espero. – Dijo Magnus peligroso. – Que su majestad venga a recibirnos.

Los colmillos de Lily surgieron, Maia no era más un humano y gruñía con impaciencia. Después y en común acuerdo, ambas líneas se rompieron para correr hacia el contrario, hubo aullidos, y gritos de guerra al estarse moviendo sin titubear.

Antes de que los subterráneos llegaran a las hadas, Gwyllion alzo más el vuelo en su corcel, una seguridad calculada podría crearse en el cielo. – ¡El brujo Magnus Bane! – Grito a su regimiento. – Saben lo que es capaz de hacer. ¡Mátenlo!

Las hadas corrieron, esa había sido su orden de ataque.

Los dos grandes poderes se pusieron en marcha y se encontraron justo a la mitad de la llanura en donde la batalla inicio, el ruido de choque entre gritos y los golpes a las armaduras o los cuerpos resistentes de los lobos se convirtieron en un sonido que Magnus nunca olvidaría. Los Seelies tenían toda la intensión de obedecer las órdenes que les habían dado, fue un torrente de Seelies quienes pusieron toda su atención en Magnus y como tal, el torrente se detuvo ante la magia del brujo, como una ola que choca en las piedras de los arrecifes, los guerreros hadas volaron violentamente en todas direcciones al haber chocado con la magia de Magnus. Aun cuando eran un número superior, no pudieron llegar a Magnus, el brujo se mantuvo firme, saetas de magia azul salían de sus manos certeras y mortales. Los Seelies siguieron su múltiple ataque al brujo, como criaturas sin voluntad dirigiéndose a su muerte.
- ¿Lo ves? – Pregunto Lily al lobo de pelaje marrón que era Maia. – Van por Magnus.

- Así es. – fue Rosemary quien respondió al llegar al lado de ambas luchadoras, su respiración acelerada y sus manos brillando en oro. – Creo que debemos hacer algo al respecto.

- Tan acertada como siempre, cariño. – Tobías mantenía fuego que salía de su mano en forma de espada, con ella atravesaba los corazones de los oponentes. – Te seguimos.

Rosemary levantó sus manos al cielo y creó un circulo de protección alrededor de ellos y que alcanzó a Magnus.

El brujo lo volteó a ver. – Estoy bien. – Les dijo a todos dentro del circulo dorado.

- Tu magia no es para siempre, Bane. Y claramente intentan agotarla para después… - Lily fue derribada por un Seelie quien a su vez fue tomado por los colmillos de Maia y separado de un par de sus extremidades por la loba.

Lily se puso en pie y pasó su dorso por su boca. – Estoy bien. – Aseguró sin mucho convencimiento.

- Puedo cuidarme solo. – Les dijo Magnus. – Protéjanse ustedes mismos. – Magnus saltó y salió del circulo de protección tras la mirada impotente de sus amigos.

Lily no tardó en moverse para ir detrás de él.

- Lo escuchaste. – Dijo Rose. – No quiere nuestra protección.

Lily rio. – Nunca he obedecido a Magnus, no empezare hoy.

Maia se unió a Lily y corrieron entre los combatientes para buscar a Magnus y seguir peleando a su lado.

* * * * *

Los caballos de Jace, Alec y los demás llegaron a las fronteras.

- No hay escudos. – Gritó Isabelle para poder ser escuchada entre el viento y el trote de los corceles. – Esto es demasiado fácil.

- Es lo que quieren. – Dijo Clary. – Quieren que entremos, piensan que nos mataran.

Alec aceleró el trote de su caballo. – Saquémosle de su error.

Cruzaron las barreras caídas y justo después de que el último de ellos atravesó, las barreras subieron activándose de nuevo. Los cazadores se detuvieron para observar las barreras rodeando el área hasta más allá de donde la vista alcanzaba.

- ¿Por qué creo que esto no es casualidad? – Dijo Jace.

- Porque no lo es. – Respondió Alec y los cinco miraron hacia el cielo al escuchar el sonido ensordecedor de los caballos trotando en el aire, dirigiéndose a un área específica, el área donde acertadamente debía ser la batalla.

- ¿Refuerzos? – Dijo Simon. - ¿Por qué esperaron hasta ahora para salir a combatir?

- Por mí. – Dijo Alec. – Sabe que estoy aquí.

- Una cálida bienvenida. – Dijo Simon.

- Andando. – Dijo Alec haciendo que su caballo reiniciara su veloz andar. – No quiero hacerla esperar.

* * * * *

El portal se abrió en medio del prado y de él surgieron los tres jóvenes con equipamiento de combate. Max Lightwood no lucia diferente a un Cazador de Sombras con su equipo puesto, El arco y flechas sobresalían de su espalda y el carcaj tenía el fuego Lightwood grabado en la piel, a diferencia de Nathan, como arma solo llevaba su arco, el que combinaba con su verdadero poder, su magia. Nathan llevaba su espada larga colgando de su cadera, en la empuñadura sobresalían las estrellas símbolo del apellido que por derecho le correspondía. También tenía dagas y una espada corta sobresaliendo de su espalda. El equipo para niños de la edad de Will, que solo se usaba para prácticas, ahora lo utilizaría para combatir en una guerra verdadera, el pequeño tenía en su espalda una espada que lucía muy grande en él, las aves estaban grabadas en oro por toda la hoja y en la empuñadura, el símbolo de su familia. La estela que normalmente se encontraba oculta en su tobillo, ya que era aún muy joven para usarla, ahora colgaba de su cintura como lo que era, su arma más poderosa.

Las manos de Max brillaron en magia acercándose a las barreras reestablecidas. – Será muy difícil encontrar la manera de atravesar.

- Quizás podamos pedir ayuda a Vladimir. – sugirió Nathan.

- Mala idea. – Dijo Will con su mano en la pared invisible. – Vladimir solo nos ayudara a volver a la mansión, no importa lo mucho que quiera serte de ayuda, te quiere a salvo.

Nathan se miró derrotado. - ¿Qué hacemos?

Max no respondió, solo miraba a la pared impenetrable, después de unos momentos tallo su frente. – No lo sé, en verdad, no lo sé.

- Vamos chicos, no puede ser que sea hasta aquí hasta donde podamos llegar.

- Estas barreras nunca cayeron, les tomo demasiado poder abrir una brecha. ¿Cómo se supone que nosotros lo haremos? – Max se acercó a la defensa y la tocó con su dedo, una chispa azul brinco de su dedo y desapareció en la barrera. – Es imposible.

- Nada es imposible. – dijo Will y la manera en la que habló fue lo que hizo que Nat y Max le miraran detenidamente.

- ¿Tienes una runa que nos haga cruzar? – Preguntó sin rodeos Nat.

- Nop. – Dijo Will sin ningún arrepentimiento. – Pero no por eso nos vamos a rendir.

- Envidio tu optimismo. – Dijo Nat sin emoción.

Pero Max no había quitado la mirada de Will, tenía toda su vida de conocerlo, y sabía que su comentario no había sido por nada, en ocasiones entender a Will era difícil, pero de todas las personas que lo conocían, Max era el que más se acercaba a la posibilidad de entenderlo. - ¿Will? – Pregunto Max y su primo se sentó en el suelo cruzando sus piernas frente a él.

- Esto tardara, por alguna razón no me ayuda a romper las barreras.

- Will, no necesitas… - Dijo Max preocupado. – Si no quieres hacerlo, está bien, volveremos y…

- Quiero hacerlo, está bien, debemos cruzar.

- ¿Alguien me pone al tanto? – Dijo Nathan mirando hacia ambos. - ¿Qué es lo que hará?

Will enderezo su espalda desde el suelo en donde estaba sentado, deja descansar sus manos sobre sus rodillas – Solo me llevara unos minutos, si tardo más que eso, por favor llámenme. – Y Will cerro sus ojos.

Nathan se acercó a Max. – De acuerdo. – dijo murmurando. - ¿Me dirás lo que pasa aquí?

- No necesitas susurrar. – Le dijo Max y le miro. – Ya no puede escucharnos.

* * * * *

- ¿Por qué no me ayudas?

EL TIEMPO ES QUIEN ESTA AYUDÁNDOTE.

- ¿Qué significa eso?

* * * * *

Nathan miro a su primo y después a Max. - ¿Con quién está hablando?

- Con el ángel.

- ¿Puede hablar con los ángeles?

- Puede hablar con Ithuriel.

Nathan permaneció en silencio absorbiendo lentamente la información.

Max le miro comenzó la explicación. – Ithuriel siempre ha estado ligado a sus padres, ambos tienen su sangre, eso le dio la habilidad a tía Clary de crear nuevas runas y también les ha enviado mensajes y avisos, ayudándoles. Ahora Will tiene una forma diferente y más fuerte de comunicación con él. Supongo que eso pasa cuando tienes el doble de sangre de Ángel que tus padres.

- ¿Y Charlie? – Preguntó Nat preocupado por su pequeña prima.

- Will y yo la hemos estado observando de cerca, nunca lo dejaremos de hacer, pero hasta ahora sólo ha mostrado increíbles habilidades con el dibujo y la música. Tiene la misma sangre que Will, pero por alguna razón no las mismas habilidades.

- ¿Es por esto que lo mantienen oculto? ¿Por qué Will puede comunicase con Ithuriel?

- Cuando tía Clary era joven tenía miedo de que La Clave le condenara por su habilidad, fue difícil, incluso ahora, pero fue soportable, ofreció su don a los Cazadores y ahora está en paz con una vida relativamente normal. Will es diferente, él puede crear las runas a su voluntad, el ángel le permite hacerlas realidad, además de que se comunica con él, no con sueños, - Max miró a su primo en el suelo aún en trance. – Lo hace de una manera directa, habla con él justo como nosotros lo hacemos ahora.

- Eso es…

- Demasiado. Y será demasiado para La Clave si se enteran.

Nathan estuvo de acuerdo con eso y mirando a su primo en el suelo dijo: - Tenemos que evitar que eso pase.

Fue así que un gran peso dejo los hombros de Max, se sintió muy aliviado de que Nathan lo supiera y culpable por no habérselo contado antes. – Nat. – Dijo pero le interrumpió.
- No tienes que decirme nada. Entiendo el por qué no me lo dijeron, lo entiendo y lo apoyo. – Los ojos verdes de Nathan se iluminaron, él sonrió a Max. – No tienes por qué sentirte culpable.

- Me siento culpable por no habértelo dicho antes, pero ahora por razones diferentes.

- Estamos juntos en esto, no lo olvides de ahora en adelante. – Nathan tomó la mano de Max y la presionó mientras ambos seguían mirando y cuidando de Will.

Max presionó la mano de Nathan en un común acuerdo silencioso.

* * * * *

SIGNIFICA QUE EL TIEMPO TE AYUDARA A DECIDIR.

- ¿Decidir qué?

NO PONERTE EN PELIGRO Y PONER EN PELIGRO A QUIENES TE IMPORTAN.

- ¿No quieres que ayude?

PUEDES HACER LO QUE QUIERAS, SIEMPRE Y CUANDO ESTÉS DISPUESTO A PAGAR EL PRECIO.

- ¿Tú me harás pagar? – Preguntó temeroso Will.

TUS ACCIONES LO HARÁN.

- Estoy dispuesto.
¿POR QUÉ?

- Porque soy un Cazador de Sombras.

El ángel le sonrió. ESO ES CORRECTO, WILLIAM HERONDALE.

Y Will abrió los ojos.

* * * * *

La respiración de Will estaba acelerada cuando despertó. Max y Nathan se acercaron enseguida.

- ¿Estás bien? – Preguntó Nathan al ver como las manos de Will temblaban. - ¿Qué te pasa?

Will intentaba calmarse sin mucho éxito mientras era ayudado por Max a levantarse. – Dale unos minutos. – Sugirió Max.

- Estoy bien. – Dijo Will y llevó sus manos al rostro.

- No te vez bien. – Comento Nat.

- ¿No me veo bien? – Dijo Will aún con su respiración fuerte. – Quizás no lo creas, pero, hablar con un ángel es…

- ¿Que?

Will le vio a los ojos. – Aterrador. – Le dijo en una palabra acertada.
* * * * *

- Me acercará a palacio. – Anuncio Magnus a sus compañeros combatientes.

- ¿Qué? – Pregunto Lily lanzando a un hada por el aire lejos de ella. - ¿Por qué harías eso?

- Ella no está aquí, si no voy ahora por ella. – Magnus vio sus manos y a los nomos que venían en su dirección. Con un movimiento controlado, pero ahora más forzado que hace minutos, les lanzó a todos magia certera que chocó en cada uno de los pequeños cuerpos.

- Si no vas ahora tu magia terminara ¿Cierto? Estas quedándote sin energía.

Magnus no respondió, solo miro a Lily. – Ayúdame. – Le dijo.

Lily tenía toda la intención de negarse, pero sabía que era inútil. – Harás esto con mi ayuda o sin ella. – Le dijo poniéndose frente a él y en dirección al palacio. – Así que será mejor que te ayude, quizás así pueda devolver una parte de ti a Alec, quien, por cierto, me asesinará si mueres, así que…

-Gracias.

- Agradece cuando podamos llegar.

Aun cuando Lily organizó una línea de defensa para Magnus y ayudarlo a llegar a palacio, las hadas, nomos y demás criaturas del reino Seelie se habían multiplicado y era casi imposible para ellos dar un paso sin enfrentarse a uno de ellos. La magia dorada de Rose y la roja de Tobías sobresalían en la lejanía al estar absortos en la dura batalla, los lobos y los vampiros estaban siendo superados en número rápidamente.

- Maldición. – Dijo Magnus al ver que llegar a la reina sería casi imposible.

- Ella sabe que estamos aquí. – Le dijo Lily. – Ella vendrá.

- ¿Qué está esperando?

- Ahora nada. – Dijo Lily y levantó su mano. – ¡Mira!

No le fue difícil a Magnus descubrir lo que había sorprendido a Lily, la batalla pareció haber entrado en una pausa cuando los caballos de la guardia real llegaron, en uno de ellos, un caballo blanco como las nubes viajaba la reina.

- ¿Por qué? – se preguntó Magnus en voz alta al ver a la reina con su espada, franqueada por la elite de su ejército. - ¿Por qué apareces ahora?

- ¡Cuidado! – Advirtió Lily cuando la espada de un hada se puso en movimiento de nuevo intentando alcanzar el cuerpo de Magnus.

El brujo giro para encontrarse con la espalda de Jace quien la había levantado para proteger a Magnus del feroz ataque del hada.

- ¿Jace?

Le bastaron dos movimientos al Cazador para dejar fuera de combate al hada. – Perdón por colarnos a tu fiesta, Magnus. – Le dijo casi sonriendo. – No pudimos evitarlo.

- ¿Qué haces aquí? – Magnus pudo ver a Clary al lado de su parabatai ayudando a Lily y Maia, también el látigo de Isabelle moviéndose entre la magia de Rose y Tobías. - ¿Qué hacen aquí?

- También tengo asuntos pendientes con quienes lastimaron a Alec.

- ¿En dónde está? – Dijo Magnus.

La respuesta a la pregunta de Magnus llegó, y junto a ella un terror que le quito el aliento. Sobresaliendo entre la multitud, la piel pálida y el equipamiento negro con tonos rojos de Alec llenaron sus ojos. Alec mantenía su arco y flecha en la espalda y una espada en su mano, caminando a grandes pasos a través de la batalla, lo que Magnus no había podido hacer ahora a Alec, no le costaba el mayor esfuerzo, los guerreros parecían permitirle caminar abriéndole el paso. Claro que lo hacían, ellos querían que llegara a la Reina quien le estaba esperando con su sonrisa fría.

- No. – Dijo dirigiéndose a Alec, cuando era imposible que le escuchara. – ¡No te le acerques!

El brujo observó como la reina bajaba de su caballo al igual que su guardia, quienes rápidamente se incorporaron a la batalla, Alec caminó hacia ella y la alcanzó.

Las espadas largas de ambos se levantaron al cielo, runas brillando en una de ellas mientras que la otra estaba adornada con naturaleza muerta, tan diferentes como sus portadores mismos y encontrándose ambas cuando chocaron con ferocidad, el eco de su impacto retumbo a la distancia.

* * * * *

Will se acercó a la barrera multicolor que les impedía entrar al reino Seelie. Max y Nathan le miraban expectantes. El niño suspiro. – Tomé mi decisión. – Le dijo a nadie y comenzó a trazar sobre la barrera.

La runa era en una forma arqueada con trazos atravesando su centro, simbolizando a la magia siendo cortada. Dio un paso atrás, y frente a los ojos de los tres, un circulo se fue abriendo apartando la magia, hasta que tuvo la forma de una puerta de gran tamaño.
- Lo conseguiste. – dijo Max sonriendo.

- Andando. - Will y Max no esperaron, dieron el primer paso hacia la maleza del reino hada.

Nathan se movió para tomar el brazo de Max, tanto él como Will se detuvieron al ver el acto de Nathan.

- Antes de ir ahí. – Dijo el chico. – La promesa que me hiciste, te deslindo de ella.

La memoria de Max despegó a esa noche en el tejado, en la residencia Herondale en donde había comprendido de una manera más intensa el miedo de Nathan por su madre.

- No tienes que hacerlo, no dejare que veas como…

- No es algo que puedas evitar, no fue justo que te haya pedido eso, perdóname.

Max se molestó. – No tienes que pedir perdón y no tienes que hacer que olvide mi promesa. Puedo protegerte.

- Claro que puedes. – Estuvo de acuerdo Nat. – Pero quiero que sepas, que pase lo que pase ahí, fue mi decisión.

- No tienes que hablar así. – Dijo Will. – estamos juntos en esto.

- Así es. – Dijo Max y con la determinación Lightwood en sus ojos dijo: - Y la promesa sigue en pie, no voy a fallarte.

- Ese nunca fue mi miedo.
- ¿Cuál es entonces? – Pregunto Will sinceramente curioso.

Nathan suspiro con el peso de la mirada dura de Max sobre él. – Pelear contra mi pueblo será lo más difícil que he hecho nunca. Aun cuando sé que es lo correcto, temo no tener la voluntad de hacerlo.

- Aun cuando eso pasara. – Dijo Max. – Nadie te culparía, nosotros nunca te culparíamos.

Nathan asintió, las palabras de Max siempre tenían consuelo para él, y su sentimiento de culpa volvió, pero esta vez se sintió seguro de lo que pudiera pasar.

Antes de que reiniciaran su andar, Nathan de nuevo sujeto a Max.

- Hay otra cosa. – Dijo y se acercó al brujo para murmurar en su oído. – Jonathan. – Le dijo y Max solo le miro sin saber que quería decir con el nombre de su padre.

Nathan se encogió de hombros. – Ese es mi nombre.

Los ojos de Max se ensancharon por la sorpresa, decir tu verdadero nombre de hada a alguien le entregaba poder a esa persona sobre ti, Max sabía que Nathan era también un cazador de sombras, lo que significaba que no podían saber que efecto real tendría esta magia hada sobre él, pero Max pudo ver por encima de la magia, el símbolo en Nathan al haberle dicho su verdadero nombre.

Max tomo la mano de Nat. – Es hermoso.

Nathan negó con la cabeza. – No tienes que decirlo, sé que odias ese nombre.

- Tu nombre no te hace quien eres, - Le dijo acercándose y colocando su mano sobre la mejilla del chico afligido. – Tu le das el significado a tu nombre y lo amo.
- Max…

El joven brujo buscó los labios de Nathan encontrándoles suaves y dulces. – Amo tu nombre por ser tuyo. – Le dijo en un murmullo al separarse.

Ahí estaba Nathan entregándole todo su ser a Max Lightwood y sintiendo que no podía ser de otra forma y que era tan correcto como se sentía.

- Oh esto es adorable. – Dijo Will y ambos le miraron sonriendo. – En verdad, soy su fan número uno, chicos, pero tenemos que irnos.

Max estiró su mano para tomar la de su primo sin soltar la de Nathan. – Juntos. – Les dijo a ambos presionando su agarre en los dos.

- Juntos. – Confirmo Nat.

- No podía ser de otra forma. – Dijo el pequeño Cazador de Sombras.

* * * * *

Atravesaron sin ningún problema a través de la puerta que se había abierto por la runa de Will en las salvaguardas del reino hada. Will miro atrás.

- ¿Todo bien? – Pregunto Nathan a su primo.

- Solo espero que se mantenga abierta para cuando las tropas lleguen. Quizás debamos esperar para poder abrirla de nuevo en caso de que tuviera alguna expiración.

- No sabemos cuánto tiempo lleve eso. – Dijo Nat.
- Así es. – Dijo Max. – Así que nos arriesgaremos.

Will aceptó y los tres iniciaron su camino hacia las profundidades del reino Seelie.

* * * * *

- He esperado este momento un hace largo tiempo. – Dijo Seelie con voz temblorosa y la rabia marcada en el momento que pronunciaba esas palabras.

- Aquí me tienes. – Dijo Alec. – Terminemos con esto.

La reina y Alec movieron sus espadas con sobresaliente habilidad, nunca Alec, en toda su vida y aún con todo lo que había vivido, imaginó tener una batalla cuerpo a cuerpo con la Reina del mundo hada, quien, para su sorpresa, tenía habilidades extraordinarias en el arte de la esgrima y una fuerza sobre humana. La Reina golpeó el estómago de Alec y le hizo caer, Alec giró al ver que la Reina estaba dispuesta a dejar caer su pesada espada sobre su cuerpo.

- No. – dijo la Reina. – No te mataré aun, quiero que los veas morir primero.

El coraje de Alec se encendió y corrió hacia el hada para enfrentarla una vez más. Los movimientos eran exactos, constantes y cada uno mortal, una verdadera pelea a muerte que podía acabar en cualquier momento.

Magnus hizo todo lo que estaba en sus posibilidades para ir a lado de Alec, pero la misión de las hadas era más que clara aun, ya que Magnus enfrentaba al doble de combatientes que el resto, impidiéndole dar un paso hacia Alec y la batalla que mantenía con la Reina.

Ver a Alec arriesgando su vida y no poder llegar a él le hizo perder la concentración, un hada golpeó el rostro del brujo, haciendo que sus pies despegaran del suelo para después caer de manera violenta al suelo.
A metros de ahí, Seelie sonrió al ver al brujo en el suelo. Alec siguió su mirada y su estómago se revolvió en un malestar insoportable. Apartó a la reina empujándola y girando para ir en ayuda de Magnus. La reina lo detuvo tomando su equipo por el pecho en un agarre firme.

- No te dejare. – Le dijo. - Te mataré antes.

* * * * *

- Son demasiados. – Dijo Clary tomando un respiro después de haber partido en dos a un nomo. – Nos superan por mucho.

- Tenemos que aguantar hasta que la ayuda venga. – Le dijo Jace pegando su espalda a la de su esposa. - Alec y Magnus no han podido reunirse, la Reina no los dejará.

- No nos dejan hacer mucho y… - Clary no terminó su oración ya que fueron atacados por un guerrero hada que logró separarlos. En un segundo estaban rodeados cuatro contra dos y saltaron hacia ellos con sus espadas listas.

Clary se preparó para lo peor, detener el ataque de dos oponentes era difícil, incluso para un Cazador de Sombras experimentado, el momento llegó y cuatro espadas chocaron contra otras cuatro, perdiendo las hadas su ventaja injusta. Will y Nat habían llegado en el momento indicado para ayudarlos. Después de los segundos de asombro, los cuatro Cazadores de sombras se movieron con los mismos exactos movimientos para enfrentar a su oponente y atravesar su pecho con sus respectivas armas, movimientos fruto de una misma línea de entrenamiento, como sombras saliendo de un mismo cuerpo.

- ¡Hola mamá! – dijo Will sin ninguna señal de arrepentimiento.

Clary le miró con ojos encendidos sin poder pronunciar palabras.

La batalla siguió su curso a su alrededor y en ellos cuando un hada intentó atacar a Jace. - ¿Aún crees que dejarlos encerrados era algo excesivo? – Preguntó Jace a su esposa cuando dejó inconsciente al hada gurrero.

No había tiempo para regaños maternales, Clary se acercó a su hijo y lo tomó sin cuidado de su chaqueta. – Mantén tu guardia siempre en alerta, tus sentidos en los ruidos de las espadas, mira nuestros pies y no te alejes. ¿Entendiste William Herondale?

Will asintió, nunca había visto a su cariñosa madre en esa actitud.

– Lo mismo para ti. – Le dijo Clary a Nathan. – Manténganse juntos ¡Levanten sus armas, cazadores!

Y los cuatro se convirtieron en un equipo perfecto y mortal.

* * * * *

- ¡Te mataré! – Anunció la reina y levanto su espada aún sujetando a Alec. Pero la Reina no tenía ninguna intensión de una pelea justa y para cuando Alec se zafó de su agarre y se alejó fuera del alcance de su arma, otro guerrero estaba detrás de él esperando poder atravesar su corazón. Todo fue demasiado rápido para Alec que en un segundo se dio cuenta de que no habría forma de esquivar al guerrero.

Pero la espada del guerrero no le alcanzó, el hada cayó sobre sus rodillas y después su rostro al suelo, Alec pudo ver en su espalda la flecha que le había derribado, la flecha tenia brillos azules de magia palpitando a su alrededor.

Max. Pensó Alec de inmediato.

- No creí que les tomara tan poco tiempo llegar aquí. – Dijo la Reina. - ¿No es irónico, Niño arquero? Nuestros hijos compartiendo amor, debes saber que mi hijo será la perdición del tuyo.
Alec levantó su espada señalando y amenazando a la reina. – No sé cuáles son tus intenciones, - Dijo severo - ¡Pero te exijo que los dejes fuera! ¡deja que se vayan!

- Claro que no. – Le dijo la reina - Son mi mejor arma. Los hijos, pequeño Cazador de Sombras, nos hacen débiles.

La reina levantó su espada al mismo tiempo que un guerrero de su ejército lo hizo, la Reina nunca peleaba sola, ambas espadas se blandieron feroces en dirección a Alec, Alec no tenía tiempo de pensar, pasara lo que pasara, no podría esquivar ambas armas.

Entonces en un parpadeo hubo un zumbido en el viento y otra flecha certera y envuelta en magia azul atravesó el corazón del guerrero, la flecha que Max había lanzado derrumbó una vez más a otro guerrero y dejo que Alec bloqueara el ataque de la reina.

Seelie maldijo en un idioma antiguo y Alec sonrió victorioso. – Te equivocas. – Le dijo empujándola y por primera vez haciéndola caer al suelo. – Nuestros hijos nos hacen fuertes.

* * * * *

Max no apartó la mirada de su padre, por suerte  y gracias a su ayuda se había deshecho del insistente ataque de la reina y ahora iba en dirección a su padre, estar juntos era lo que necesitaban para estar seguros, era lo que Max sabia y en lo que creía. Su padre le miró a la distancia y en dos segundos el joven brujo de piel azul estaba franqueado por las dos amigas incondicionales de su padre, Maia y Lily lucharon a lado de Max.

- No deberías de estar aquí, Arándano.

Max no dejo de disparar sus flechas hacia las hadas, por un momento sus oídos silbaron por el aturdimiento que le provoco la batalla. – Nada de esto debería estar pasando. – Dijo sombríamente, Maia y Lily entendieron que, a pesar de sus habilidades y su poder, Max seguía siendo un niño que no entendía el significado de una guerra.

- Pronto terminará. – Le consoló Maia.

- Raziel. – Dijo Max asombrado por como un hada atravesó el pecho de un vampiro.

- Debemos movernos. – Dijo Lily y los tres se acercaron al equipo de Jace y su familia.

Nathan, Max y Will se unieron en una formación de tres puntos inquebrantable. - ¿Estas bien? – Pregunto Nathan a Max al ver la expresión en su rostro.

- Ahora entiendo, entiendo por qué mi padre había querido evitar esto con todas sus fuerzas…

- Max. – dijo Nathan con dolor. Max no estaba asustado por la batalla, tampoco por la idea de poder morir, Max estaba lamentando cada una de las vidas caídas en esa pradera. – Lo lamento. – Dijo pero Max no le escucho, el brujo se había adentrado en la misión de atacar a las hadas que estaban llegando desde el cielo.

Sus flechas con magia azul volaban hacia el cielo y derribaban a los guerreros de sus caballos. Nathan cubrió su espalda mientras el disparaba a las alturas. – No es suficiente. – Dijo Max. El brujo echó una mirada rápida a sus padres y después, sin pensarlo, corrió y su cuerpo comenzó a brillar.

Nathan logró ver con claridad sus intenciones e intentó sujetarlo antes de que Max dejara el suelo.

- ¡No! – Grito Nathan cuando intentó alcanzar su brazo para sujetarlo y evitar que despegara al cielo, le llamó al ver como el brujo se alejaba a un lugar inalcanzable para él, un lugar en donde no podía ayudarlo y mantenerlo a salvo. – ¡Estúpido brujo! – Murmuro Nat impotente.
* * * * *

El cuerpo le dolía, su magia cada vez era menos y podía sentir el agotamiento llenando todo su cuerpo, su pómulo ardió y estaba mareado por el feroz golpe recién recibido. Magnus giró y pudo ver al guerrero que le había golpeado y derribado, este tenía su espada levantada, pero la espada no se movió y el soldado lo hizo solo para caer desplomado al suelo, una espada le había atravesado el pecho, cuando el guerrero cayó dejo ver al responsable. Edrian retiró la espada del cuerpo del hada.

No espero verlo, no ahí y tampoco espero deberle ahora su vida. Antes de que Magnus dijera cualquier cosa, Alec se dejó caer al suelo frente a él y sus ojos dejaban ver la angustia por ver a Magnus lastimado. – ¡Por el ángel! – Dijo Alec con toda su atención en Magnus y sin mirar a Edrian. – Muchas gracias. Pensé… que no iba  a llegar a tiempo.

Alec mantenía el rostro de Magnus entre sus manos, examinaba cada centímetro de él, buscando daños. La llegada de los Cazadores fue notada en seguida, el número ahora estaba a su favor. Alec, Magnus y Edrian se vieron rápidamente en un área resguardada por combatientes esperando nuevas órdenes después del primer ataque de recuperación.

Alec ayudó a Magnus a ponerse en pie. - ¿Cómo lograron cruzar? – Pregunto Alec a Edrian.

- Hay una grieta en las salvaguardas. – Le dijo. – Algo o alguien lo hizo y eso nos permitió pasar.

A Alec también le pareció extraño, justo como el rostro de Edrian indicaba.

- La Reina se ha desplegado. – Le dijo Edrian al Cónsul. – Pero podremos alcanzarla si…

- No. – Dijo Alec rápidamente. – Deben ayudar a los heridos, hay demasiados subterráneos lastimados.
Edrian y Magnus le miraron sin entender por completo lo que acababa de decir. – Eso… - Dijo Edrian. – Eso dividirá nuestra fuerza de ataque a la mitad.

- Quiero el menor número de bajas, resguarden a los heridos y sólo después de eso, regresen a combatir.

- Alec… - Dijo Edrian en un inicio de protesta.

- ¡Tienes tus ordenes! – Le dijo Alec.

Edrian asintió lentamente. – Sí, señor.

Antes de que comenzara con la tarea y a dar las ordenes a los Cazadores de Sombras recién llegados, Alec le dio una nueva orden. – Edrian, tomen prisioneros, si alguien quiere rendirse, lo respetaremos.

Edrian y Magnus de nuevo le miraron, Alec le daría una puerta de escape incluso a sus enemigos. Ninguno de los dos podía pensar que era extraño, pudieron haberlo esperado, le tomo sólo un par de segundos entenderlo y aceptarlo. – Por su puesto, señor. – Confirmó Edrian y se puso en movimiento para obedecer las órdenes del Cónsul.

- Eso. – Dijo Magnus cuando Alec lo devolvió al suelo para verificar sus golpes y al darse cuenta de que Magnus estaba débil, incluso para seguir en pie. – Eso le quitara poder de ataque a tu ejército.

- Podremos soportarlo. – Dijo Alec manteniendo presión sobre el pómulo abierto de Magnus.

Magnus aparto la mano de Alec. – Estoy curándome, no debes…

- Bien, porque te iras de aquí y te llevaras a Max y los chicos.
La idea fue tentadora, sacar a Max de ahí tenía que ser la prioridad de Magnus, pero no la tomó. Magnus se puso de pie con la energía reestablecida por el espacio de aire en la batalla que le habían dado. – Envía a alguien más para sacar a nuestro hijo de aquí. No me voy.

- ¡Ella te quiere! – Le dijo Alec en un arranque de desesperación.

- También a ti, - Le dijo mirándolo a sus ojos. - ¿Te iras por ello?

Alec movió su cabeza.

- Bien. – Dijo Magnus haciendo que sus manos se envolvieran en azul. – Ahora nos entendemos.

Ambos volvieron a la batalla.

* * * * *

La llegada de Edrian con los Cazadores de Sombras les regaló de inmediato una ventaja notoria a los subterráneos que habían llegado ahí a luchar solos. Isabelle y Rose emboscaron a un hada entre ellas y un árbol, las hadas eran engañosas incluso en su apariencia, no tenían edad y esta hada, un chico con cabello verde y ojos rojos parecía ser un niño, miraba a ambas mujeres con el temor en sus ojos.

Rose e Isabelle se vieron entre ellas y después al chico.

- No tiene que ser así. – Dijo Isabelle con su látigo extendido pero inmóvil. – Puedes rendirte. – Le aconsejo.

El joven hada mostro dignidad y enojo. - ¿Rendirme? – Dijo como si escupiera las palabras. - ¿Y ser condenado a muerte públicamente después por la Clave?
- Si te rindes. – Dijo Rose. – Tendrás un juicio justo, podrás volver a casa, evidentemente eres demasiado joven para estar en una batalla. No sé por qué estás aquí, pero puedes salir, no tienes que morir aquí por una causa vacía.

- Escúchanos y ríndete, niño. – Dijo Isabelle severa.

El joven hada miro a Rose con mayor detenimiento. – No eres una Cazadora ¿Por qué les ayudas?

- Porque quiero lo mejor para mi especie.

- Eres una subterránea.

- Y estoy al servicio de la clave, te aseguro que tendrás un juicio justo. Mira a tu alrededor, no vinimos a exterminarlos, queremos salvarlos, el Cónsul quiere liberar a tu pueblo.

El chico hizo eso exactamente, vio como los cazadores de sombras tomaban a los subterráneos heridos para sacarlos del campo de combate y auxiliarlos, observó como los comandantes y ejercito de Elite de la Reina se mantenía en el cielo fuera de un evidente peligro, no había honor en eso y lo comprendió. Los ojos y hombros del chico se relajaron y sus armas cayeron al suelo en rendición.

Antes de que pudiera decir las palabras que lo sacarían de ahí con vida, una flecha atravesó su pecho, Rose se lanzó hacia el chico para que no cayera al suelo, había sangre en su boca y sus ojos estaban perdidos por el asombro.

- Tranquilo, tranquilo. – Le dijo Rose intentando curar la herida.

El chico sostuvo la mano de Rose con fuerza hasta que no pudo más. El joven hada había muerto.

Isabelle y Rose se miraron y después levantaron la vista hacia Gwyllion quien había asesinado al chico. – Si no estás dispuesto a morir por tu Reina, - dijo el comandante desde su corcel en el cielo. – No mereces estar vivo.

Isabelle sin pensarlo intentó alcanzarlo con su látigo, pero Gwyllion estuvo fuera de su alcance con demasiada rapidez, ambas mujeres miraron impotentes como el asesino se alejaba, dejando el cuerpo del niño en los brazos de Rose.

Después de verle alejándose un escalofrió sacudió a Isabelle cuando observo al joven que volaba dejando una estela de magia azul, el brujo fue a toda velocidad tras el hada asesino. - ¡Max, no! – grito Isabelle, pero ambos ya estaban demasiado lejos de ella.

* * * * *

Nathan seguía luchando en tierra, Will y sus padres no se encontraban lejos de él, ambos adultos tenían franqueado a su hijo, protegiéndolo en todo momento, Nathan agradeció al ángel por eso, ahora sólo necesitaba encontrar la manera de llegar a Max, lo único que se le ocurrió fue tomar un caballo del ejercito contrario. Miraba al cielo, atacando en tierra y esperando su oportunidad cuando un guerrero hada que le doblaba la altura llego a él. Nathan levantó su espada, pero el hada le golpeo el rostro haciendo que girara por el impacto y cayera al suelo completamente fuera de sí. Nathan intento ponerse en pie, pero el hada golpeó con su pie su estómago.

- Príncipe. – Le dijo con voz áspera. – Vendrá conmigo, su madre le espera.

Nathan alcanzó su espada y lanzó un corte al hada alcanzándolo e hiriendo su mano, la sangre comenzó a correr por entre sus dedos. Nathan aun intentaba recuperarse por completo del primer golpe, entendió que el tiempo que había ganado con su ataque no sería suficiente. La furia de la enorme hada fue evidente y con el mazo que tenía sujeto, intento golpear de nuevo a Nathan.

- Ciertamente. – Dijo el gigante furioso. – Nunca me aclaró si te quería vivo o muerto.

Su brazo se levantó sobre Nathan y después el brazo y el mazo se alejaron del lugar y del cuerpo de su poseedor, la extremidad salió desprendida del hada y este gritó por el dolor y el asombro se verse mutilado. La pequeña mujer se colocó frente a Nathan cubriéndolo de la gran amenaza.

- Eso fue. – Dijo Clary. – Por haber tocado a mi sobrino.

El gigante enfureció mucho más y se movió ahora en contra de Clary, no logró siquiera acercarse, su pecho fue atravesado por una espada que fue retirada y el hada cayó fuertemente contra el suelo.

- Y eso. – Dijo Jace. – Por amenazar a mi familia.

Clary y Jace se movían alrededor de Nathan quien seguía en el suelo, pero ahora con la ayuda de Will parar intentar recuperarse. Will vio a sus padres y cuidando no ser visto trazó una runa en la clavícula de Nathan, su primo se recuperó al mismo instante que Will dejaba de dibujar.

- Gracias. – Dijo el chico.

- No agradezcas, ¿Cuál es el plan? – quiso saber Will.

- Llegar a Max. – Nathan se puso en pie de inmediato para seguir con su tarea.

Will puso los ojos en blanco. – Supongo que debo ser más específico con mis preguntas.

Nathan se levantó y miro al cielo, la estela azul de magia que Max estaba dejando era inconfundible, las flechas volaban hacia él y caían al suelo hiriendo cobardemente a los combatientes en tierra.

- No es justo. – Dijo Nathan. – Si están en el cielo no pueden ser alcanzados.
- Lo mismo pensó Max. – Le dijo Will. – Por eso esta allá arriba ¿Cierto?

- Pero está solo. – La voz de Nathan reflejaba su preocupación. – No debería estar solo, quiero ir con él, quiero…

- Cálmate. – Pidió Will.

- No, no puedo, no voy a ver como se consume y pone su vida en peligro.

Will dio un paso atrás al ver como la tierra debajo de Nathan se movía, como si algo intentara salir, Nathan era capaz de manipular los elementos de la naturaleza, Will pensó que estando en el reino hada sus poderes se intensificaban.

- En verdad tienes que calmarte.

- ¡Tengo que llegar a él!

Entonces Will pudo ver como algo en Nathan cambiaba, como si algo le hubiera despertado. El pequeño Cazador se le acerco de nuevo. - ¿Qué pasa?

Nathan miro al cielo como si estuviera esperando algo.

- ¿Qué es eso? – Dijo Will y se dio cuenta de que Nathan estaba sonriendo.

- Es ella. – Dijo Nathan y ambos miraron a un corcel con alas tan largas que opacaba a los demás corceles en el cielo, su color era de un azul pálido y brillante. Cruzo el cielo en medio de la batalla para poder llegar a Nathan. – Es Celeste.

El corcel lleg a el chico y dejo que este acariciara su cabeza. – Viniste. – Le dijo Nathan y subió a ella, la última vez que había visto Celeste era un potrillo, ahora ella era enorme y se veía poderosa. – Vamos, - Le dijo a su compañera. – debemos ayudarlo.

Nathan estiró su mano hacia su primo. Will dio un paso al frente, pero fue detenido por su padre evitando que este subiera con Nathan.

Nathan le miró y Will le sonrió. - ¡Ve! – Le dijo y Nathan despegó antes de que Jace le alcanzara también para detenerlo.

* * * * *

Magnus se convirtió en un torbellino de fuego azul e hizo que su cuerpo expulsara certeros relámpagos de energía a los nomos que estaban rodeándole. Las creaturas fueron fulminadas en el instante en que la llama les tocaba. Pero aún con el poder de Magnus los guerreros Seelies seguían atacándolo desmedidamente, un guerrero hada vio la oportunidad de atacar a Magnus y Alec atravesó su pecho con su espada.

Magnus le miro. – Gracias. – Le dijo sin dejar de atacar con su fuego azul.

- ¿Aun no lo entiendes? – dijo Alec. - Están intentando matarte.

- ¿Aún no lo entiendes? – Preguntó Magnus en respuesta. – No me importa. Tengo que matarla.

- No necesitamos matarla, - Alec golpeÓ y alejo a un hada más, este quedÓ inconsciente a sus pies. - Podemos apresarla y…

- ¿Por qué estás aquí, Alexander?

Alec no podía ver el rostro de Magnus, El cónsul se encontraba concentrado, al igual que el brujo en mantener la batalla y mantener a Magnus en ventaja. – Magnus.
- Si en realidad no crees que es necesario matarla ¿Qué haces aquí?

- Estoy aquí por ti, porque no podía permitir que te lastimaran.

- Esas no deberían de ser tus razones. – Magnus golpeó el rostro de un Seelie alejándolo de ambos. – Esto no se trata de mí, se trata de hacer lo correcto y…

Alec logró acercarse a Magnus y tomó su brazo para captar su atención, definitivamente el acto del hombre lo hizo, esto era una batalla y Alec parecio haber olvidado eso deteniendo a Magnus. – Ayúdame. – Le pidió mirándole al rostro. – Ayúdame entender lo que está pasando. Cuando venía aquí todo era claro, pero… pero ahora…

- Es un hechizo. Las cosas deben de estar nublándose para ti porque estas cerca de mí, algo que ella no permitirá. – Le dijo el brujo comprensivo. Magnus movió la cabeza negando y entrando en desesperación. – Escucha, sé que esto debería ser por un bien mayor, que hay cosas más importantes, motivos más importantes que los míos, pero la verdad… es lo que tengo, estoy aquí por lo que te hizo, estoy aquí porque te quiero de vuelta y matarla es la única forma de lograr eso.

Le tomo unos segundos de duda a Alec entenderlo. – Magnus, yo…

- ¡Max, no!

Alec y Magnus giraron hacia el grito de Isabelle y después hacia donde ella miraba, ahí estaba su hijo, Max con claras intenciones de ir por Gwyllion, Rosemary mantenía en sus brazos el cuerpo inmóvil de un joven hada y ambos pudieron imaginar lo que había ocurrido y lo que había despertado el intento temerario de su hijo por alcanzar al comandante del ejército hada.

- Ahora debemos ayudarlo. – Dijo Magnus y Alec estuvo de acuerdo.

El Cónsul dejó su espada y tomando su arco lanzó flechas al cielo, las hadas que intentaron alcanzar a Max cayeron al suelo victimas de sus disparos certeros. Alec volteó hacia la Reina que se mantenía protegida detrás de una línea de sus soldados mirando la batalla sangrienta con un aire de superioridad y frialdad que enfureció al cónsul. Alec asintió. – Después iremos por ella.

Magnus movió su cabeza aceptando eso y ambos iniciaron la batalla, ahora cuidando el perímetro de vuelo de su hijo.

* * * * *

- Deberíamos de estar peleando. – Dijo Vanessa a Edrian. – La ventaja está siendo alcanzada.

- Debemos sacar a los heridos primero.

- ¿No te cansas de seguirlo ciegamente?

Edrian dejó al chico lobo inconsciente al lado del brujo que estaba sanando las heridas de los caídos. Vio a Vanessa preocupado e intentando descifrar las intenciones de sus últimas palabras.

Vanessa lo notó y levantó sus manos en rendición. Ella había mantenido una estela sobre la piel de un compañero Cazador para curar sus heridas. – No es un reclamo, es sincero, ¿cómo puedes hacerlo?

A Edrian le tomó unos segundos encontrar la respuesta. – Porque nunca piensa en él.

La reacción de Vanessa exigía una mayor explicación.

Edrian se la dio. – Somos Cazadores de Sombras, nos han criado de la manera en la que los ángeles quizás debieron hacerlo, somos arrogantes y pretenciosos, todos en su mayoría lo somos y nos ponemos frente a todo porque nuestro deber es sagrado. Somos tan fáciles de corromper que…

- La esperanza se pierde fácil.

Edrian asintió. – Pero no con él. Es diferente y lo demuestra, es el único que ha hecho la diferencia.

Vanessa movió su cabeza en acuerdo con todo.

Edrian suspiró, el ruido de la batalla pareció haberse alejado de ellos, por lo menos unos minutos antes de volver. – Por eso… - Dijo Edrian. – Por eso me confundí y…

Vanessa le tomó del brazo para detener sus palabas. – No necesitas hablar de eso ahora.

- Quiero hacerlo, necesito que sepas que eso me cegó y… Solo por si algo pasa, quiero que sepas que…

- Guarda silencio.  – Pidió Vanessa en la forma en la que lograba que Edrian le escuchara por encima de todo y de todos. – Hablaremos de esto, si lo quieres, cuando volvamos a casa, cuando estemos preparando nuestra boda o dando las buenas noches a nuestra hija.

Eran sensaciones nuevas las que Nessie provocaba en Edrian, con sus palabras hizo que su estómago diera un vuelco con la emoción de escuchar Nuestra hija en la forma en la que era la correcta y cierta. Entonces Edrian solo necesito decir una cosa más: - Te amo.

La cazadora sonrió y golpeo débilmente el hombro de su prometido. – Volvamos y terminemos con esto.
- Para volver a casa. – Dijo Edrian en acuerdo.

* * * * *

Max intentó con toda su energía alcanzar a Gwyllion, sus emociones estaban al límite después de haber visto al guerrero matar a sangre fría a uno de los suyos, un hada joven que intentaba rendirse. Las hadas en el aire se acercaban a él para detenerlo y caían antes de acercarse por las flechas que eran disparadas desde el suelo por su padre. Max no podía más que agradecer y continuar con su tumultuoso camino hacia el coronel del ejército hada. Entonces llegó a él.

- ¡Cobarde! - Le llamo Max e intento que su magia le alcanzara, Gwyllion bloqueó el poder azul con su espada, haciendo que este rebotara e hiriera a otro guerrero hada.

Max se desconcentró al ver lo que acababa de ocurrir. Gwyllion aprovechó la oportunidad y alzó su espada hacia el brujo. Una sombra se colocó entre ambos, Nathan y Celeste lograron evitar que Gwyllion lastimara a Max. Ambas espadas largas chocaron y se reprendieron una con otra.

Max se sorprendió, pero no perdió el tiempo y lanzó otro ataque, su magia ahora choco con el escudo del caballero y le alcanzó a sí mismo. Nathan gritó el nombre de Max y blandió su espada contra Gwyllion con toda la fuerza e ira que pudo acumular. Ambas espadas desprendieron chispas doradas al chocar.

- No te atrevas a enfrentarme. – Le dijo Gwyllion. – No tenemos más razones para mantenerte con vida.

Nathan no hizo caso a sus palabras y como el Cazador de Sombras que era, lanzó una patada a Gwyllion, lo que no esperaba el hada ya que le golpeo de lleno en el estómago haciendo que su caballo se moviera para no perder a su jinete.

- Mocoso insolente, - Bramó Gwyllion y se precipitó hacia Nathan, no logró llegar a él, ya que celeste se elevó para que no lograra alcanzarlo y, por el contrario, Gwyllion terminó haciendo un movimiento torpe y descontrolado, una burla de combate para él. Nathan volvió con eficiencia hacia él y su espada, aun pese a lo sorprendente, alcanzó el brazo de Gwyllion. El guerrero gritó y con ojos desorbitados vio al chico hada que venía de nueva cuenta para atacarlo. Gwyllion logró esquivar el ataque con dificultad, pero sus movimientos pesados no eran suficientes para enfrentar a Nathan con su agilidad de hada unida a la técnica y la fuerza de un Cazador de Sombras entrenado.

Max no podía ayudarlo o siquiera intentarlo sin correr el peligro de herirlo, se mantuvo cerca mirando la espectacular demostración de técnica de batalla, el entrenamiento que había recibido por parte de Jace había dado increíbles resultados, también el hecho de que Nathan era un guerrero natural en todo sentido.

- ¿Por qué están mirando sin hacer nada? – exigió el comandante a su ejército. – ¡Atáquenlos!

Las hadas se movieron contra Max, pero no contra Nathan. Antes de que los guerreros llegaran al brujo las patas de sus caballos fueron apresadas por las ramas de los árboles que se encontraban por debajo de ellos. Los corceles se quedaron inmóviles y tras el intento de zafarse del agarre que estaban experimentando hicieron que sus jinetes cayeran de ellos. Los jinetes fueron alcanzados también por raíces que surgieron del suelo y mantenidos sujetos ahí.

Gwyllion miró a Nathan. – Tu… - Le dijo sin poder ocultar su asombro. – Tú has hecho esto.

Nathan tenía su atención en Max, mantenerlo protegido era su propósito. Gwyllion no correría el riesgo de enfrentarse a él y ser presa de su inminente poder. - ¡Atáquenlo! – Ordenó de nuevo, pero esta vez ninguno de los guerreros se movió. Nathan sabía que la cobardía en el ejército de su madre era inexistente. Entonces ¿Qué detuvo a los soldados?

- Ordene… - Dijo Gwyllion, pero recibió una respuesta de uno de los guerreros que nadie en esa batalla a excepción de los mismos soldados esperaba.

- Es el príncipe. – Le dijo a su comandante. – No lo atacaremos, es parte de este reino, la tierra, su tierra le está ayudando. No podemos ir en contra de eso.

Nathan y Max se miraron por unos segundos, y Nathan pudo notar el aura azul de Max más débil que hace unos minutos, necesitaba volver a tierra antes de que su energía se agotara por completo. El chico se permitió, además, pensar en la posibilidad de que la batalla terminara, volteó hacia abajo y notó la mirada feroz de su madre puesta sobre él, no se había dado cuenta que lo que había hecho con la ayuda de los arboles había detenido la batalla en el suelo, todos le miraban, hadas, subterráneos y Cazadores de Sombras, Magnus y Alec, le miraban, Will, su familia, toda la atención puesta en él y en el futuro de la decisión de terminar con la batalla.

Antes de que Nathan pudiera decir, pudiera pedir a su pueblo que detuviera el combate, Gwyllion se movió, pero no lo hizo contra él, el hada se movió contra el brujo, el corcel golpeó el estómago de Max haciendo que este se inclinara al frente, todo pasó muy rápido, una flecha y un rastro de magia intentaron alcanzar a Gwyllion, pero no acertaron, Gwyllion levantó su espada teniendo como objetivo el cuello de Max.

Alec y Magnus gritaron el nombre de su hijo y el estruendo debajo de ellos les hizo perder el equilibrio, todo había pasado demasiado rápido, todo era confusión y una nube café de polvo se levantó en todo el lugar haciendo que la visibilidad de todos fuera nula. Los segundos pasaron en silencio. Alec y Magnus corrieron para acercarse a donde podría estar Max por encima de ellos, ambos se detuvieron al ver la propagación de raíces que salían del suelo, siendo eso lo causante de la nube de polvo. El polvo y tierra se disipó, ambos respiraron al ver a Max en el cielo, sujetando aun su estómago por el terrible golpe que había recibido, pero sin haber sido alcanzado por el terrible ataque de Gwyllion. Poco a poco lo sucedido fue claro al ver el cuerpo de Gwyllion y su corcel yaciendo sin vida en la punta de las largas raíces que le habían alcanzado y atravesado por todo el cuerpo, la imagen era impresionante y abrumadora a la vista, una terrible forma de morir.

Nathan se dio cuenta de lo que había hecho, fue demasiado para el joven hada, la necesidad de salvar a Max le había hecho perder el control, su espada dejo su mano y cayó al suelo. - ¿Qué he hecho? – Dijo por completo perturbado. – Por el ángel, ¿Qué he hecho? – La explosión de poder utilizada por Nathan para detener a Gwyllion le cobró factura a su cuerpo enseguida.
Max, quien no había quitado su vista de él, se movió con la energía que le quedaba para evitar que Nathan cayera al suelo ya que el chico había perdido el sentido. Max subió a Celeste con él y lo sostuvo firmemente. El brujo se inclinó hacia las orejas del corcel. – Llévanos a tierra. – Le pidió amablemente y Celeste bajo rápidamente y con seguridad hasta donde estaban ya esperándoles sus padres, Will y su familia. Les ayudaron a bajar ya que ambos jóvenes estaban al límite del agotamiento, todo alrededor era calma, la batalla se había detenido y nadie hablaba.

- ¿Estará bien? – Pregunto Max a su tío.

Jace había tomado a Nathan y tiernamente lo había colocado sobre su regazo. Con cuidado, pero sin duda, Jace trazo una Iratze en el hombro del chico. – Lo estará. – Le aseguró a Max quien estaba franqueado por sus padres.

Era hora de terminar con la guerra y Alec no perdió la oportunidad. Se dirigió a la Reina. – Se terminó. – Le dijo con voz firme. – Ríndete ahora y salva a tu pueblo.

La Reina sonrió, una sonrisa fría que hizo que la piel de Alec se erizara. Seelie levantó la cabeza para dirigirse a sus guerreros en cielo y tierra. – Ese es su príncipe. – Dijo. – Los Cazadores de Sombras le han acogido, le han entrenado para esto, para tener la ventaja sobre nosotros y que ustedes no quieran lastimarlo, entonces, no podrían vencerlos.

Seelie seguía hablando cuando Alec y Magnus compartieron una mirada, ambos sabían que haría lo que mejor sabía hacer, manipular y que en lo absoluto intentaría salvar a su pueblo.

- Deben luchar, - Dijo la Reina con el histrionismo de una profesional en manipulación. – Deben arrebatar de las crueles garras de los Cazadores de Sombras a mi hijo, a su príncipe, no les pido que luchen más que por su príncipe, más que por recuperar lo que por derecho les corresponde, su príncipe les necesita, su reino les necesita, no le den la espalda ahora.

Los gritos de batalla surgieron de los caballeros hadas, esa oportunidad de detener la batalla se había esfumado gracias a las mentiras de la Reina. Los Cazadores y subterráneos se reagruparon para continuar con el enfrentamiento, no había vuelta atrás, ahora seria todo o nada para lograr su cometido.

- Me quedaré con él. – Dijo Max acercándose a Jace. Jace asintió y cedió su lugar al brujo.

- ¿Ahora quieren a Nat? – Pregunto Will.

Su madre acaricio su cabello negro desordenado. – No dejaremos que se acerquen. – Le dijo y Will supo que él mismo no dejaría que se acercaran a su primo.

Alec y Magnus se acercaron a su hijo. – Debes cuidar tu energía. – Le pidió Alec, - Deja que las runas le curen. ¿Está bien?

Max asintió resignado. Magnus miro a los tres chicos. – Manténganse juntos. – el brujo asintió y observo como sus padres se unían a la batalla de nuevo. No perdía de vista a sus padres aun cuando sintió la mano de Nathan en su mejilla. Max le tomo la mano.

- Esta bien. – Le dijo para calmarlo. – Te pondrás bien. ¿Ves? – Max le mostró la Iratze en su hombro. – Te han marcado, te curaras pronto.

- Es mi culpa. – Dijo Nathan. – Siguen luchando por mi culpa.

- No. – Le dijo Max. – Siguen luchando por que les mintieron. – Max acaricio el rostro triste de Nathan. – Pero encontraras la manera de hacer que se detengan, siempre lo haces.

- Por ahora. – Dijo Will tomando su estela. – Empezaremos con hacerte sentir mejor.

* * * * *
La batalla se había reiniciado, Alec se dispuso a alcanzar a la reina, si la detenía, quizás podía lograr que las hadas desistieran de seguir atacando, miro atrás, a Jace, Clary, Izzy y Simon, rodeando a Nathan para que no fuera alcanzado, Max estaba en medio de ellos, eso estaba bien, su hijo estaría a salvo por lo menos, antes de que un guerrero hada le enfrentara Magnus se colocó a su lado. Alec hubiera deseado que no lo hiciera, la energía de Magnus no podía estar en un buen nivel, no después de toda la atención que recibía de las hadas.

- Iré contigo. – Le dijo. Alec quería hablarle y decirle que podía hacerlo solo, que podía salvarlos a todos. Los atacantes seguían en busca del brujo, Alec lo jaló para quitarlo del paso de la espada de un hada.

Las espaldas de Alec y Magnus se alinearon una contra la otra. – Tu mano. – Dijo Alec en su intento por ayudar a Magnus.

- ¿Que?

- Dame tu mano. – Repitió el Cazador en una urgencia.

Magnus y Alec giraron para estar frente a frente, la estela de Alec brillo y quemo sobre la piel de Magnus. – No tienes por qué luchar solo. – Le dijo Alec repitiendo las palabras que Magnus le había escrito en su carta mientras dibujaba la runa de Alianza en el dorso de la mano de Magnus. El poder de la runa hizo efecto en ambos muy rápidamente. – Debes detenerte. – Dijo Alec. – estas muy débil.

- Estoy bien.

- No, no lo estas, puedo sentirte, tu energía está casi…

Alec se movió tan veloz como le fue posible, aparto a Magnus tirándolo a un lado y poniéndose en su lugar, entonces todo fue en cámara lenta, tortuosos y aterradores segundos que Magnus pudo ver como una espada de manos de un guerrero Seelie atravesaba el cuerpo de Alec.
Entonces, como un tornado recién creado, la energía de Magnus explotó ante la visión de Alec siendo herido, sin pensarlo o invocarla, la magia azul alcanzó al atacante y este se convirtió en polvo, El cuerpo de Alec no había aun caído al suelo y Magnus lo sostuvo. – No, no. – Dijo el brujo en una urgencia desesperada. - ¿Qué hiciste? ¿Cómo pudiste? – El brujo sacó la espada del lado derecho en el pecho de Alec. Sus manos brillaron débilmente intentando parar la sangre. – Debía ser yo, no tú, no tú. – Decía Magnus con dolor al tener a Alec en sus brazos.

- No podía… – Dijo Alec débilmente. – No podía dejar que te lastimaran. – Alec subió su mano ensangrentada para acariciar la mejilla de Magnus. – Te amo, Magnus. Te amo.

- No, no lo hagas, no te atrevas a despedirte. Voy a salvarte.

Alec rio débilmente luchando por mantenerse consiente, escondió su rostro en el pecho de Magnus dejando que el brujo lo sostuviera fuertemente. – Siempre lo haces.

* * * * *

Max se levantó del lado de Nathan y buscó a su familia, intentó llegar a ellos para ayudarles, todos observaban la condición de Alec. Incluso la Reina.

Seelie no podía desperdiciar la oportunidad, y no lo hizo, levantó sus manos y la guardia que le estaba protegiendo y se adentró a la batalla, eran los guerreros mejor entrenados, los de elite y los más morteros. En un momento los Cazadores y Subterráneos se encontraron rodeados y la ventaja desapareció. Max fue emboscado por un guerrero de armadura blanca, Will quien estaba con Nathan se desprendió de él para poder ayudar en la batalla. La ayuda que hubiera podido llegar a Magnus y Alec se había desvanecido, no importaba lo feroz que Jace luchara, no podía llegar a Alec.

Las chispas azules en las manos de Magnus viajaban débiles por la herida de Alec. Alec le sujeto la muñeca. – Déjalo… Tu energía.

- Esta bien. – Le dijo Magnus. – Tranquilo estarás… - Magnus fue sujetado y lanzado lejos de Alec, quien sin el apoyo de Magnus ahora estaba en el suelo, el movimiento brusco hizo que su herida doliera más y la sangre surgió de nuevo. Magnus luchó con toda la energía que tenía para intentar deshacerse de su oponente y volver a Alec, pero el guerrero era demasiado poderoso y su energía estaba ya muy baja.

Alec levantó su cabeza, su vista estaba borrosa y se encontraba muy desorientado, alcanzó su estela y trazó una Iratze, pero la runa no estaba haciendo mucha diferencia. Lo único que podía hacer era esperar a que comenzara a sanar, la visión de Magnus luchando era una tortura, sabía que su energía era muy baja y temía por él.

Alec no podía percatarse de que Magnus no era el único en peligro, la Reina inicio su camino hacia Alec, sus guerreros estaban vigilándole y abriendo el paso hacia el Cazador en el suelo. Magnus vio con terror que no llegaría a tiempo, que no podría desprenderse de su atacante para ayudar al mal herido Alec, la batalla que tenía con los guerreros hada se había salido de control, no podía quitar la mirada de Alec y de La Reina acercándose a él, Magnus gritó el nombre de Alec mientras que ella levantaba su larga espada hacia Alec aún en el suelo.

- Tus últimas palabras, niño arquero ¡Dilas!

Alec se movió hacia atrás intentando alejarse, pero su herida era muy profunda, el dolor y la debilidad le habían alcanzado, era el final.

Antes de que la espada cayera, una sombra se colocó frente a él, Nathan se interpuso, parado al frente de Alec con sus manos extendidas. - ¡No! – Le grito a su madre. - ¡Detente!

Alec dejó de alejarse, ahora buscaba alcanzar a Nathan para quitarlo de en medio. - ¡Apártate! – Le grito Alec. - ¡Nathan! ¡Hazte a un lado!

- No. – Dijo el chico con voz de hierro. Miro a su madre directo a los ojos. – No me voy a quitar, has hecho demasiado daño. – Nathan señaló hacia el cuerpo sin vida de Gwyllion entre las raíces. – Ambos lo hemos hecho, debemos parar. Detente.
La espada que la reina tenía bajo hasta que su punta toco el suelo. – No puedes protegerlo. - Le dijo su madre con ojos desorbitados, pero con una calma escalofriante. – No puedes ponerte en mi contra de nuevo ¿Acaso le darás tu lealtad aun por encima de mí? Tu que eres mi hijo ¡¿Por qué?!

- Mira a tu alrededor, no has hecho más que causar muerte y esta guerra sin sentido, mira cuantas muertes ha habido por nuestra culpa, él, por el contrario, intentó con todas sus fuerzas evitarlo, lo hizo incluso después de que intentaste matarlo. La respuesta es clara para mí. – Dijo Nathan con sus ojos brillando. – Lo protejo porque lo merece, ¡incluso de ti!

La reina camino muy lentamente hacia su hijo, su rostro estaba conmovido, la espada hizo un fuerte ruido de arrastre al estar golpeando el suelo al movimiento. Levantó su mano hacia su hijo. Los gritos del rededor ocultaban los de Alec que le seguía pidiendo a Nathan de manera desesperada que se alejara. La reina acarició la mejilla de su hijo y Nathan se sintió aliviado por un momento. Ella lo había entendido.

- ¿Recuerdas a Blanco? – Preguntó su madre cuando estuvo muy cerca.

- No debes preocuparte por eso. – Dijo Nathan con sus manos sobre los hombros de su madre. Con toda la esperanza en sus ojos de que ella detuviera todo. – No estoy enojado.

La reina sonrió. – No tendrías por qué estarlo. Quiero que recuerdes la lección que intente enseñarte con su muerte.

- ¿La lección? – Preguntó Nathan.

Los ojos de La Reina fueron determinados, levanto la espada y atravesó el pecho de Nathan.

En ese momento todo fue en cámara lenta, Nathan escuchó los gritos desgarradores con un No que culminaron sus oídos, escucho a Alec, quien estaba cerca, escuchó a Magnus, a Will y a Max. Max, escuchó su voz agonizante al estar gritando su nombre. Nathan tosió sangre y su madre acunó su rostro dejando que descansara en su cuello.

- Shhh, Shhh - Dijo la reina sosteniendo el cuerpo de su hijo. - La lección es la misma, hijo mío. Tus decisiones siempre importaran, decidiste mal, era inevitable que pagaras.

La Reina apartó la espada del cuerpo de su hijo haciendo más daño y lo sujeto antes de que cayera al suelo. – Esta bien, querido. – Le susurro cerca de su rostro. - Puedes irte tranquilo, has cumplido tu cometido. – Una lagrima corrió por la mejilla de la Reina y Nathan la tocó, moviendo su mano con la poca fuerza que le quedaba. Una lagrima para él, una lagrima que era lo más sincero que su madre le pudo haber ofrecido en toda su vida.

- Te amo. – Le dijo el joven débilmente mientras la sangre surgía de su boca. – Lo… lo siento.

La Reina adoptó un semblante de asombro Lo siento.  No era lo que esperaba escuchar de su hijo moribundo. Pero no le tomó mucho tiempo descubrir a que se refería Nathan con esa disculpa.

El cuerpo de su hijo le fue arrebatado de las manos, Alec Lightwood lo tomo con fuerza, se movió sin titubear, demostrando el experimentado Cazador de Sombras que era, el dolor físico se había ido, remplazado por el dolor y la ira de ver la vida de Nathan siendo arrebatada de la manera más injusta y cruel nunca nombrada, le tomó un segundo desarmar a la mujer y con la misma espada con la que había atravesado el pecho de su hijo, la cabeza de la Reina fue removida de su lugar.

El cuerpo de la Reina ya sin vida, cayó pesadamente al suelo.

Alec arrojó la espada lejos y tomó ahora con ambas manos a Nathan, había sangre en toda su ropa. - Por el ángel. – Dijo Alec desconsolado intentando hacer presión en la herida de Nathan. – Raziel, no lo permitas, por favor, no.
Hubo un ruido en toda el área, uno que llenó el ambiente desolado con paz, las espadas de los guerreros hadas cayeron de sus manos una a una, retumbando y haciendo eco al llegar al suelo.

Lo asesinó, la Reina asesinó a su hijo, a nuestro príncipe. Los guerreros hadas se arrodillaron en rendición y en luto por lo que acababan de presenciar. La familia real había caído. La batalla había terminado.

Alec quien estaba a punto de perder el conocimiento, fue sujetado por Magnus y apartado para poder ser curado, El brujo había dejado a Nathan en brazos de Max. – No, no. – Pidió Alec arrastrando las palabras por la debilidad, - Ayúdalo, ayúdale a él.

Magnus reflejó la tristeza de siglos en sus ojos. – Es tarde, - Le dijo en un murmullo. – es tarde para él. - El dolor fue demasiado para Alec y se dejó llevar por la oscuridad y la debilidad. Magnus lo sujetó fuertemente contra su pecho mientras seguía curándolo.

* * * * *

- ¿Se detuvieron? – Le dijo Nathan débilmente a Max al ver su rostro y sentirse en sus brazos.

- Sí, sí. – Le respondió Max inconsolable. – Terminó. La Guerra, termino.

Su familia les había rodeado, Jace había sujetado a Clary para que se apartara y no mirara la cruel e inevitable escena, ella lloraba y gritaba por Nathan.

Nathan sonrió, no podía oír ni ver nada más que el rostro de Max. – Algunas muertes son necesarias.

- ¡Nooo! ¡No! ¡Por favor! ¡no! ¡no me dejes!

Nathan sujetó con toda la fuerza que le quedaba la mano de Max. - Nunca. – Dijo con su último aliento y sus ojos se cerraron.

* * * * *

NO LLORES, - Pidió el ángel. – NO SUFRAS POR ALGO QUE ESTABA ESCRITO.

- ¡Ayúdalo! – Rogó Will, - No me importa que mi secreto se descubra ¡Ayúdalo, por favor!

LOS SECRETOS SON IMPORTANTES, LO SON PARA TI, PEQUEÑO.

- Siempre hay y habrá cosas mucho más importantes que tú mismo.

Will miró la sonrisa de Ithuriel en su mente. ES TU DECISIÓN. – Le dijo el ángel.

- Necesito tu ayuda. – Dijo Will. El cuerpo de Nathan estaba en los brazos de Max quien lloraba en su pecho y seguía gritando su nombre. – Dime como ayudarlo.

Clary y Jace quienes también lloraban se acercaron a su hijo angustiados al verle murmurar sin sentido a la nada, su mirada perdida era evidente, el dolor de haber perdido a Nathan quizás fue demasiada para su inocente corazón de niño.

¿CÓMO ARREBATAS A ALGUIEN DE LAS MANOS DE LA MUERTE?

- No lo sé.

HAY ALGO QUE LO PUEDE TODO, WILLIAM. RECUERDA.

- Lo recuerdo. – Dijo tomando su estela. – Lo recuerdo muy bien. – Ahora no solo sus padres le observaban, ahora tenía la atención de todos a su alrededor.

Magnus mantenía a Alec en sus brazos, cuidando su respiración y sujetándolo como si Alec fuera el consuelo que necesitaba para soportar ver el cuerpo de Nathan.

– Lo puede todo. – Dijo Will comenzando a trazar en la palma de su mano. – El toque de un ángel lo puede todo.

Will terminó su runa, se arrodillo al lado de sus primos y toco con su dedo el pecho de Nathan.

@MayGraciel
Beta: @PitaGonzalezMe


Por su puesto que este no es el final, chicos. Lo que sucedió es que no podía lanzarles casi 100 hojas de lectura, para el final terminarían odiándome. Pero no se preocupen, el Epilogo está escrito ya y, llueva, truene o relampaguee lo leerán este fin de semana. Así que vuelvan este fin y disfruten J



¡Gracias por todo! ¡Nos leemos en los comentarios!

;D

Comentarios

  1. Wow nena.... Ya es noche o de mañana y en cuanto lo publicaste me desperte... No sabes lo feliz, y llorona que estoy, me a encantado tu historia... No me esperaba esto., creeme k mas tarde lo volvere a leer, una chulada este capitulo y espero con ancias el epílogo, y aqui seguiremos dandote animos para que nos sigas compartiendo tus historias, y si queremos mas Malec, te mereces todo el éxito del mundo y k esto k estas por iniciar sea el comienzo de una maravilloso futuro como escritora, y prometo seguirte dia a dia, estoy enamorada de tus fics. Gracias

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    1. Gracias a ti por el apoyo, los ánimos y el amor a mis fics.

      Gracias!!❤

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  2. En la vida real, las decisiones que tomamos traen consecuencias y es absurdo y ridículo pensar que siempre acertaremos y que todo va a estar bien. Al igual que tus personajes tomamos decisiones y vivimos con ellas y buscamos desesperadamente la forma de corregir aquello que nos lastima a nosotros y a los que amamos. Tus personajes tienen el privilegio de siempre encontrar la forma de que todo resulte para aquellos con un corazón para los demás. Algo que todos aspiramos a imitar cuando no somos esencialmente egoístas.
    Nacemos y morimos y TODOS vamos para allá… Unos antes que otros y la muerte es otra cara de la misma moneda, que lo hagas parte de tu historia la hace real, entrañable y tuya.
    Que NADIE, te diga nunca que hacer con tus historias y por favor, síguelas compartiendo.

    Te amo.

    Pita =3

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  3. Te sigo en todas tus redes y en verdad espero con ansias el epílogo eres una de las mejores escritoras que he leído y me alegro mucho por tu nuevo proyecto que porsupuesto que te seguiré apoyando ya que me encanta la forma en la que escribes. Me haces llorar, reír y enojarme en un solo capítulo y eso es genial. Así que mucha suerte!! Seguire esperando más fics malec por qué de eso vivo jajaja :)

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  4. Enserio quise llorar mucho, y la espera para el fin de semana se hará eterna. Realmente amo tu historia y tu como autora.

    estoy muy feliz por tu nuevo proyecto espero que te vaya muy bien, y alcances todo el reconocimiento que te mereces, en serio, eres increíble

    te quiere un montón
    -Mare

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  5. diosssssssssssss que genial me hcistes estar en el borde de la silla todo el tiempor, mucho dolor !!! por favor necesito un final super feliz!!!!!!!!!!!!porfis!!!!!!!!!

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  6. Dios!  Ya no se que sentir..

    Mi emociones Explotaron con todo lo que senti en este capítulo.. IRA, DOLOR, FELICIDAD, MÁS DOLOR, MÁS IRA Y...  AH SI ¡MÁS DOLOR! :(

    Hoy no tengo mucho que decir.

    Creo que ya no tengo corazón,  el poco que quedaba se termino con el final.


    De verdad que por cada capítulo vale la pena la espera.
    Esta actualización fue completamente de Máx y Nath y bueno Will. 

    Siento que sigo en Shock y seguiré en shock hasta que no este el final y sepa que Nath no murió..  MAY NATH NO PUEDE MORIR!!  NO, PUEDE!!  El final a pesar de la felicidad por la muerte de la perra...  Es desgarrador !! :'(

    Magnus y Alec..  Espero que Alec este bien!  Tiene que esta bien.  Ya fue mucho dolor para Magnus y cada capítulo ¡más dolor! Yaaaaaa bastaaaa!
    Edrian y Vanessa..  Los amo!! 
    Los Herondale.. Sin comentarios :'(
    Max es el más valiente del mundo.
    Nath...  Jonathan <3 esto muy la muestra de amor mas grande.
    Seele ¡perra hasta el final! La odio.  Su muerte no fue dolorosa pero lo que hizo estoy segura le dolio mas que cualquier otra cosa.  Maalditaaa!
    Will...  No tengo palabras para el solo Increible.

    Actualiza pronto Maaay necesito saber que pasa con Nath. Ahora si voy a morir por la espera.


    Y en cuanto a ti. ¡MUCHAS FELICIDADES! siempre a la personas magnificas les ocurren cosas magnificas! Estoy segura que de lo que sea el proyecto  crearas cosas increíbles como lo has hecho con Malec y tus propias creaciones!  Jamás dudes de tu talento tienes todo para triunfar! Y ya estás viendo resultados
    Siempre contaras conmigo, con mi apoyo,  mis dramas y presión por fb, tw, w y aquí. Porque aunque no te conozca en persona de verdad siento que lo hago y se que mereces esto y más! Otra vez felicidades!!  Y de verdad por favor no nos vayas a dejar sin Malec y sin ti nunca!!  :')

    Pd.  has hecho tan buen trabajo y tan perfectas historias que el dolor y felicidad de los personajes lo sentimos tan nuestro como tuyo y suyo.  :)

    Te deseo toda la suerte del mundo May!  Te quiero!

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    1. Ahora tu me haces llorar 😭😂

      Mil gracias por tus palabras y seguiré con Malec y con ustedes. Gracias por todo hermosa 😘

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    2. Ahora tu me haces llorar 😭😂

      Mil gracias por tus palabras y seguiré con Malec y con ustedes. Gracias por todo hermosa 😘

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  7. ¡Oh por Dios!
    Primero que gran capítulo, como siempre.
    Te sigo en todas las redes sociales que puedo, ansiosa por leer todo lo que escribes. Justamente ayer, que estaba leyendo algo tuyo me preguntaba cómo es que alguien que tiene un obvio talento, no tiene algo en papel ya y ahora tu noticia; es increíble.
    Segundo, ¡FELICIDADES! Y MIS MEJORES DESEOS en la travesía que vas a emprender con tu propia saga. Ten por seguro que estaré a la espera de ella.

    Mucho éxito y suerte <3

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  8. Wowww felicitaciones, me encanta tu manera de escribir y desde siempre he leido tus fics y te deseo lo mejor con esta increible oportunidad y muchos exitos

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  9. amo tu historia, me encanta como haces que te ame y luego te odie es maravilloso, espero leer mucho mas de ti, tienes un gran don, espero que el final no sea una decepción (se que no lo sera) gracias por todo lo que trasmites y si sacas un libro espero leerlo y amarlo

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  10. ¡Felicidades! Me alegro mucho que hayas conseguido un editor, seguramente serás una gran escritora ¡Amo tus fic! Nunca dejes de actualizarlos por favor, siempre te esperamos ¡Espero que el próximo malec continúe éste o sea algo nuevo, espectacular como lo eres tu.

    Ya nee~

    P.D: Estoy toda llorosa pero no puedo jajaj que está mi familia aquí

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  11. Muchas felicidades por tus futuros proyectos y como tu fan espero que te valla muy bien y no tengas ningún contratiempo. Y sonará egoísta de mi parte pero cuando puedas danos a leer un poco de tu historia jojojo. Espero que también sigas escribiendo fics en tus ratos libres, pero te por seguro que todos los que te leemos por aquí también leeremos tu futura historia.
    Ya quiero leer el fin de ésta historia!!

    Saludos desde México

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    1. Jojojo entraré en fuertes negociaciones para poder traerles algunos adelantos 😉

      Gracias por todo! ❤

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  12. Me encanto,aunque me hiciste sentir los peorees momentos que he vivido a lo largo de esta historia, fue un cumulo de diversas emociones, magnus debil, alec herido, nathan herido por su propia madre, nathan pobre nathan, que bueno que alec le corto la cabeza esa maldita se lo merecia y will jamas imagine que hablara con iturriel eso fue asombroso, espero traiga de vuelta a nathan por que no soportaria ver a max sufrir.
    Gracias, fue emocionante, la espera valio la pena, ahora toca la espera del epilogo. ya quiero a mi garbancito con el señor brillitos juntos otra vez #MALECFOREVER ysi se puede una boda jajaja.
    con base a tu noticia, FELICIDADES!! es una increíble noticia, te deseo lo mejor del mundo y del universo ¡¡¡FELICIDADES!!! y no dudes que nos encantara. SUERTE!!

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  13. Leeré todas tus historias, Malec o no, porque te lo has ganado, eres una increíble escritora.

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  14. May enhorabuena por la buena noticia, me alegra que te vayan a publicar una novela y ojala le sigan muchas mas. Es un placer leer lo que escribes, estoy deseosa de que pongas el epilogo y por favor continua mundo invertido. Te deseo lo mejor.

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  15. Hola soy nueva por aca y este fue el primero que leo he de decirte que me encanto, al leer me llevaste por todas las emociones, en este capitulo ame la forma en que Magnus ama y cuida a Alec ante todo. Quiero que puedan ser felices juntos de nuevo

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  16. wow yo con cara de espera khe mataron al amor de max no lo creeo y la atravesada de espada de alec aaayyy eso me hizo gritar por suerte no me lo mataron a ninguno de los dos
    espero y ansio el epillogo aunq no quiero q termine
    y siempre esperare nuevas historias malec
    espero q ese nuevo proyecto sea un exito

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  17. Me encanto este fanfic.
    A quien mas le llego un Déja vu cuando Nathan dijo "estupido brujo". Lo primero que pense fue "estupido nefilim" saliendo de la boca de Magnus. Diganmen que no fui la unica

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